19

Después de aquellos tortuosos diez minutos a solas con mi primo, mi padre al fin entró con la noticia de que pronto llegarían las pizzas. Ambos se hicieron varias señas para nada sutiles y yo rodé los ojos, incrédula. ¿Cómo podían ser tan básicos? Me hubiese gustado cantarle las verdades a la cara, pero se me ocurrió así, sin más, que si mi padre creía que Jihu tenía posibilidades conmigo, no seguiría con la absurda idea de buscarme marido. Así que los dejé vivir en su ridículo sueño de «conquistemos a Seong» y me senté a esperar que llegara el amor de mi vida con las pizzas... Mas Yeongu no vino. Otro fue el repartidor. Tal vez su jefe no quiso arriesgarse a que «se perdiera» de nuevo con aquella simple dirección. O tal vez, él mismo pudo decidir no venir para no poner su empleo en peligro. Aunque, era imposible que supiera que yo estaba otra vez en la empresa, ¿no?

                               

                           🎼🎼🎼

De camino a casa me recosté en el hombro de papá, sí, ya dije que no podía guardarle rencor. Además el señor Kim me había dicho que Taesung me esperaba para «nuestra noche juntos» y estaba muy feliz. Me había portado «bien» en la oficina, así que papá me había otorgado el permiso. Cada verano, cuando Tae-Tae venía de vacaciones, hacíamos una especie de piyamada en la sala de mi casa la primera noche. Mas hoy sinceramente había pensando que por primera vez en cinco años, nuestra tradición se rompería debido al altercado de la mañana con mi padre. ¡Qué bueno que no será así! Estaba loca por llegar y abrazarlo como era debido, sin nada de por medio que nos impidiera apachurrarnos, como si fuéramos dos nutrias que necesitaran estar enroscadas todo el tiempo para que no se las llevara la corriente. Mi teléfono vibró y vi una notificación de mensaje en la pantalla. Me incorporé evitando que papá también la viera y entonces, la abrí...

MY GLOW:
Esta noche me toca cantar
en el bar. ¿Quieres venir?
                                    6:10 pm
                                                 

¡Dios, ¿qué hago?! No quería decirle que no a Yeongu, pero tampoco podía dejar a mi mejor amigo plantado. ¡A mi único amigo! Al que tanto había extrañado. Por el que había rogado a mi padre para que lo dejara pasar conmigo lo que posiblemente, sería nuestra última noche juntos. No por mí, sino porque Kang Hanjung creía que ya estábamos muy mayores para andar con las tonterías y ese tipo de «juegos, piyamadas o como se llamara», según sus exactas palabras...  ¡Rayos, qué dilema! ¿Cómo podría escoger entre los dos hombres más importantes de mi vida? Sí, sin contar a papá, Kim Taesung ocupaba en mi corazón, un espacio tan grande como el mismo Min Yeongu. Así de valiosa era para mí aquella amistad... Y en ese debate interior estaba cuando encontré la forma perfecta de dividir mi noche. Sería arriesgado, pero me encantaba la adrenalina y más, si era por ver a Yeongu... Así que sin pensarlo más, le escribí:

YO:
Lo siento, tengo un
compromiso importante,
pero estaré libre después
de media noche. Tenemos
unas cuentas pendientes y
la ventana sigue abierta.
¿Qué dices?
                                    6.15 pm

MY GLOW:
Allí estaré.
      6.16 pm
                                              

Sonreí al ver aquella sencilla línea y borré los mensajes lo más rápido que pude para evitar que papá los viera, mas no tenía por qué preocuparme: Hanjung seguía sumergido en su iPad, ajeno a todo lo que acontesía fuera de él.

                                  

🎼🎼🎼

—¡Todo está listo! —chilló mamá, apenas me vio entrar por la puerta, con la sonrisa satisfecha de quien acababa de preparar la mejor de las veladas.

Y era cierto: En medio de la sala nos esperaba una especie de carpa de caoba, con cortinas rojas que caían hasta el suelo y se unían a otras de color negro que, cubrían el espacio de unos dos metros cuadrados. En su interior, más de veinte cojines depositados por las cuatro esquinas, daban la sensación de estar debajo del dosel matrimonial en una boda de la realeza arábica. No pude evitar pensar en qué haríamos Yeongu y yo si estuvieramos en un lugar tan romántico, pero desde luego que mi compañero fuera Tae-Tae, logró decepcionarme por un momento. Aunque me deshice de ese mal pensamiento al instante. Quería disfrutar al máximo la velada con mi mejor amigo. Él se merecía toda mi atención y cariño..., al menos, hasta que se quedara dormido.

—No sabes cuánto le supliqué a tu madre que parara, Seoni —balbuceó mi amigo, un poco avergonzado—. Esto es demasiado.

—Es lindo —mencioné, tomando su mano para conducirlo al interior y sin darle tiempo a sentarse, abrazarlo tan fuerte como había deseado desde que lo vi a primera hora de la mañana.

—Seoni..., ¿de verdad me extrañaste tanto? —indagó con cierta nostalgia, cuando se percató de que por fin estábamos solos y, asentí con mi mentón enterrado en su clavícula. Presentía que si hablaba, las palabras se convertirían en estúpidas lágrimas—. Yo también... yo también te extrañé. Mucho..., pero estamos creciendo, Seoni... —volvió a balbucear y, esta vez, percibí un poco de temor en su voz.

—¿A qué te refieres? —pregunté y lo aparté un poco, logrando ver sus ojos cristalizados.

—A eso... Siento que es inevitable cambiar, evolucionar, tener intereses distintos... Alejarnos.

—¿Alejarnos? ¿Por qué tendríamos que alejarnos? —pregunté una vez más, sin todavía poder entender su repentino arranque filosófico—. Solo se alejan las personas que no se quieren. Y yo no pretendo dejarte de querer, Tae-Tae. ¿Tú me dejarías de querer? —negó y continué—. Fuiste la primera persona que dejé entrar en mi mundo... y no tengo intensiones de dejarte salir. —Tomé su mentón para levantar su rostro afligido y poder seguir mirándolo a los ojos—. No sé qué es lo que está pasando por tu cabecita loca ahora mismo, pero definitivamente librarte de mí, nunca será una opción.

—¿Lo prometes? —pidió dejando salir al fin su coqueta sonrisa cuadrada—. ¿Prometes que estarás ahí en todos mis logros... y... y en mis fracasos...? ¿Prometes que aunque te casen con un viejo regordete que solo te quiera para él, no me olvidarás? —Dos grandes gotas se esparcieron sobre sus pómulos y fueron a caer a su camisa—. ¿Lo prometes, Seoni?

—Claro que sí, mi Tae-Tae. —Besé cada una de sus mejillas y volví a mirarlo, al tiempo que me relamía los labios empapados de sus lágrimas—. Nadie podrá evitar que esté en la primera fila de tu vida... ¡Nadie!

Taesung me abrazó con fuerza, como si quisiera meterme dentro de su pecho y al fin tuve más claro lo que estaba sucediendo: No solo yo había sentido miedo en la mañana con la revelación de los locos planes futuros de mi padre, mi amigo también se había asustado ante la sola idea de que algún día, dejáramos de tenernos mutuamente. Me sentía tan culpable de haberlo hecho pasar por ese mal rato, de hacerle pensar en aquellas cosas tan feas, que podría haberle prometido la luna si me la hubiese pedido. Por fortuna, se conformaba con muy poco: Un tierno abrazo, un dulce beso, una ingenua promesa de niños...

Entre risas, algunos bocadillos y un poco de buena música, nos pusimos al día. No había mucho que contar pues no dejábamos pasar mucho tiempo sin escribirnos o llamarnos, pero era lógico que frente a frente, era mucho mejor contarnos nuestras tristezas o alegrías... A un cuarto para medianoche, mi Tae-Tae cayó rendido. Por supuesto que sabía que algo como eso sucedería. Había armado mi plan para ver a Yeongu después de recordar que mi Tae-Tae no era de los que se resistían al sueño y, tampoco, de los que despertaban antes de las seis de la mañana. Así que en el justo momento en que se entregó a los brazos de Morfeo, yo me fuí a disfrutar de los de Yeongu.

En el silencio y la oscuridad de la noche subí con cuidado las escaleras y entré en mi habitación. La lámpara de la mesita de noche, con su luz tenue, alumbraba la esquina de la cama donde el hermoso brillo de aquella sonrisa gatuna que me volvía loca, me esperaba impaciente... ¿O la impaciente sería yo?

Corrí a su boca, la devoré con ansias, con pasión, como si hiciera siglos que no la probaba. Jamás tenía suficiente de Yeongu. Sus ágiles manos acariciaron mis caderas y el fuego entre nosotros comenzó a arder...

—Así no podré resistirme, Seong —gimió entre mis labios y asentí jadeante.

—No espero que lo hagas. No quiero pasar más de veinticuatro horas sin ti —comuniqué entre suspiros y cortos besos, al tiempo que me aseguraba de mantener sus manos sobre mi piel—. Quiero que estés a mi lado cada noche Min Yeongu... ¿Puedes hacer ese sencillo trabajo?

El gato se apartó y me observó con un descaro exitante. Sus orbes marrones recorrieron mi cuerpo con lentitud, tomándose el tiempo para calmar su respiración que ya estaba demasiado agitada. Se acercó de nuevo sin decir palabra, su aliento tibio chocó con mi cuello por el que empezó un tortuoso camino de sutiles besos, hasta llegar a mi oído...

—A tus órdenes —susurró entonces y en un movimiento rápido, me lanzó a la cama, pero lo volteé para tomar el mando y cumplir lo que le había prometido.

¡Ahora sí, hora del examen, Seong...!

    

El día de la hermandad.                        
             
               Sábado, 7 de agosto de 2010
                                                      7.30 am

La mañana llegó y Tae-Tae despertó con su típica y hermosa sonrisa cuadrada. Me observó con ternura, con esa ingenuidad que lo caracterizaba, sin siquiera imaginarse que no había dormido a su lado y, besó mi mejilla.

—Buen día, Seoni —canturreó y acarició mi cabello, colocando detrás de mi oreja los mechones rebeldes que siempre se empeñaban en cubrir mis ojos.

—¿Dormiste bien, mi Tae-Tae? —pregunté, abrazándolo fuerte y enterrando mi rostro en su pecho, como tanto me gustaba.


Él se quedó inmóvil, sin decir palabra, como siempre hacía cada vez que lo necesitaba. El pecho de Taesung había sido lo más cómodo y calido que había sentido por mucho tiempo... Antes de conocer a Yeongu, claro. Y estando así, en aquel momento, lo recordé. Entones un extraño pensamiento vino a mi mente: ¿Y si mi amigo confundía mis acciones y nuestra amistad se veía amenazada? Siempre me pareció extraño que Tae-Tae estuviera ahí para mí, sin preguntar nada, sin juzgarme. Si bien jamás se me había insinuado ni había permitido que entre nosotros hubiera conversaciones incómodas como había sucedido con Jihu, no dejaba de perturbarme la idea de que en su interior, estuviera alimentando otros sentimientos a los que, por mucho que no quisiera hacerle daño, nunca podría corresponder. ¿Tendría que replantearme acaso esa manera de amistad tan pegajosa que teníamos? ¿Debería poner algunos límites ahora que estoy a tiempo? ¡Definitivamente deberíamos dejar de hacer las piyamadas!

¿Es en serio, Seong? ¿Serías capaz de hacerle daño a ese niño humilde que se adueñó de tus juguetes y tus vacaciones? No caigas en pánico y, desde luego, no te atrevas a crearle un trauma irreversible al pobre muchacho. Él te ama, ¡claro que te ama!... Mas no de la manera que tú piensas. Existen diversas formas de amar y la de Taesung, es una de las más hermosas y genuinas... A lo largo de tu vida conocerás varios amores: El amor fraternal; que está clarísimo que es «tu» Tae-Tae, con el que aprenderás a ser generosa y justa... El amor familiar; el de tus padres, que aunque un poco egoístas y exigentes, no cabe duda de lo incondicionales que son contigo... El amor sacrificado; el de Jihu...

¿Jihu?

Sí, Jihu, él será el del amor que no se marcha aunque le cierren las puertas una y otra vez. Que no abandona aunque lo dejen esperando bajo una lluvia intensa a que lo necesiten de nuevo...

¿No crees que el intenso estas siendo tú, grillo?

Es solo la verdad...

¿Y Yeongu?

Ya sabes el tipo de amor que conocerás gracias a él...

Pues no tengo idea... Pensaba que tú eras la experta en la clasificación de amores.

Yo solo soy experta en lo que tu subconsciente sabe... Si no tienes ni idea del amor que Yeongu representa en tu vida... entonces yo tampoco...


Hola, mis cerezos.
Les quería dar las gracias por los más de tres kilos de lectura que tiene Diario. No se imaginan cuánto se conmueve mi corazón por su apoyo, por eso esta noche ¡doble capítulo! Síííí, corran a leer.
Los amo infinitamente...

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