Capítulo 6.

24 de marzo de 2018, 9:00 p.m.

NATHAN BLAKE WILLIAMS.

Jade parece bastante cansada al llegar por la noche, y aunque Ryan le insiste en cenar, ella se niega, y sin más, es acompañada por su marido a la habitación que ambos comparten.

Evan por su parte, no ha salido de la sala desde que llegó por la tarde de comprar adornos y decoración para el jardín. El hecho de que sea tan independiente, no sé si me alivia o me incomoda.

Me encuentro sentado en la mesa de la cocina, solo compartiendo espacio con Vicky, quien prepara una infusión para Jade, mientras me pregunta como me ha ido el día.

'Pensando formas de forzar una cerradura'. 

Pienso para mi mismo.

Y cuando Vicky sale de la cocina, doy riendas sueltas a mi imaginación, tratando de recordar, como mi hermano mayor, Roger, siempre intentaba forzar la cerradura de casa cuando éramos pequeños, para escaparse cuando mis padres le castigaban, después de alguna trastada, o simplemente, cuando nos quedábamos con la niñera.


"—¿Te vas a ir? —Un pequeño yo de 10 años, le pregunta a su hermano de 15.

—He quedado con una chica, Nathan, necesito salir esta noche. ¿Me prometes que no le dirás nada a mamá y papá?

Era tarde y mis padres habían salido a cenar con unos amigos del trabajo, dejándonos a nosotros con una niñera que después de darnos de cenar y "asegurarse" de que nos habíamos ido a dormir, se pasaba las horas muertas hablando por teléfono con sus amigos y su novio, mientras fumaba en la terraza de casa.

Para Marian, simplemente estábamos durmiendo plácidamente y como estaba tan absorta en sus conversaciones telefónicas, ni si quiera notaba que Roger y yo hablábamos bajito, de como mi hermano mayor planeaba escaparse de casa. 

—Solo si me enseñas como forzar la cerradura de casa.

—Uy, ¿Y tú para qué quieres tú saber eso? ¿Es que pretendes ser un rebelde sin causa, como tu hermano mayor? —Él se ríe, frotando mi frondoso cabello negro. Yo sonrío con él—. Está bien, te enseñaré como hacerlo. Lo único que vamos a necesitar, es el kit de herramientas para tallar las calabazas de Halloween".


—El kit de herramientas de Halloween... —murmullo en frustración, porque a pesar de ser una gran tradición en Estados Unidos, tallar calabazas de Halloween para la decoración de exteriores, eso es algo que más bien, suele hacerse con niños.

Y no veo muchos niños en esta casa. Solo adultos que van cada uno a lo suyo.

De todas formas, decido revisar por si acaso los cajones de la encimera de la cocina. Tal vez por algún casual consiga tener suerte. Porque después de todo, a Evan le gusta decorar el jardín, así que, ¿Quién dice que no decoren todo el jardín y la entrada, una vez llegadas esas fechas?

La suerte parece estar de mi lado, cuando en el último cajón del mueble de la cocina, encuentro justo lo necesario: un par de herramientas puntiagudas, que podrían hacer el apaño, como si fueran ganzúas.

Las tomo rápidamente y cuando menos espero que alguien entre en la cocina, escucho pasos provenientes del pasillo de fuera, que además vienen seguidos de voces. Eso hace que de forma inconsciente, cierre con rapidez el cajón y por culpa de los nervios, al tratar de guardar las herramientas en el bolsillo de mi pantalón, una de ellas se escurre de mis manos y se cae al suelo.

—¿Nathan? —Evan pregunta, al verme agachado recogiendo algo del suelo—. ¿Qué haces?

Él y Vicky, quienes planificaban la comida del día siguiente desde el pasillo, se me quedan mirando de forma extraña.

Por suerte, puedo recoger de nuevo la herramienta y guardarla en mi bolsillo sin que se den cuenta, gracias a la enorme mesa que nos divide. Pero eso no evita que me vean agachado, haciendo a saber qué.

—Nada. Esta... estaba... —sin pensarlo mucho más, digo lo primero que se me pasa por la cabeza—. Comprobando si el suelo está limpio. 

—¿Disculpe? —Vicky parece ofenderse—. Este suelo se barre y friega todos lo días, señor.

—Por supuesto que sí. Nuestro amigo Nathan dice muchas tonterías de vez en cuando... —Evan me mira por un momento, alzando una ceja como si me estuviera analizando. Luego dirige su mirada hacía la chica a su lado—. Esta bien, Vicky. Eso es todo por hoy, puedes ir a descansar si quieres. 

La chica asiente y dándonos las buenas noches, desaparece en dirección a un pasillo de la planta baja, que lleva a las habitaciones del servicio: la de ella y la del chico que se encarga de preparar desayuno, almuerzo, merienda y cena.

Evan vuelve a mirarme, de la misma forma que segundos atrás. Y entonces, toma asiento en la mesa de la cocina, sin quitarme ojo.

—¿Qué tramas? —Me da la sensación de que sonríe maliciosamente, como si algo de todo esto, le divirtiera.

—¿Yo? —Me hago el loco—. ¿Qué iba a estar tramando yo?

—Eso es lo que quiero que me digas. 

—No tengo nada que decirte. —Me encojo de hombros.

—Mi intuición me dice justo lo contrario. —Él mira la hora en el reloj colgado de la pared de la cocina—. Y créeme, que mi intuición, nunca me falla. —dice lentamente, a la vez que gira su cuello para mirarme de nuevo.

No contesto, así que él continúa.

—Y no me gustaría dejarte ir sabiendo que tramas algo, porque después Jade me va a cargar el muerto a mi, si haces algo y... —Evan sisea—. Créeme de nuevo, si te digo que esa chica tiene mucho carácter.

—¿El muerto..? —Es lo único que puedo murmurar. De repente reacciono y aclaro mi garganta—. Te estoy diciendo la verdad, Evan. Puedes registrarme si quieres.

Mi mente me hace creer que, si le dejo registrarme, creerá que no oculto nada y me dejará ir sin más.

—¿Crees que debería registrarte? —Evan se levanta y eso me hace dar un paso atrás y tragar nervioso, porque me doy cuenta de la cagada que acabo de decir—. No me la cuelas, Nathan. Conozco eso de la psicología inversa. ¿Tengo que recordarte que convivo diariamente con una psiquiatra, a la que conozco desde hace años?

—No... —No sé que decir y cada vez estoy más nervioso, pero intento que Evan no lo note. Y de repente, se me ocurre la mayor estupidez que puede haber pasado por mi cabeza: tratar de incomodarle, dejarle sin palabras, desarmarle, para tomar yo el control de la situación—. Pero por lo que he podido comprobar, no te llevas muy bien con ella. —comento y él alza una ceja.

—¿Qué? —se ríe sarcásticamente.

—Oye y lo entiendo perfectamente, ¿Eh? Al fin y al cabo, es la mujer de tu mejor amigo. No me quiero ni imaginar la de veces que te habrá dejado tirado para irse con ella... o al contrario. Siento que de alguna forma, siempre habrá rivalidad entre vosotros, aunque tratéis de ocultarlo, delante de Ryan.

Evan niega con la cabeza. —No sabes de que estás hablando.

'Oh, créeme, lo sé muy bien'.

Nunca he tenido problemas con Nathaly y mis amistades, pero en mi adolescencia, tuve la desgracia de ser el amigo frente a la novia.

Mi mejor amigo de aquella época, el cuál tengo la suerte de seguir conservando, estuvo saliendo con una chica un tiempo durante nuestra adolescencia, y aunque aquello no duró mucho por el comportamiento tóxico de ambos, recuerdo perfectamente como esa chica y yo, estuvimos enfrentados durante todo el tiempo que ellos estuvieron saliendo.

—Sé lo que he visto esta mañana. 

—Eso es como si me dices que conoces a una persona con la que solo has hablado una vez.

—Es algo parecido, sí.

—Es ridículo. 

—No tanto, cuando te has puesto a la defensiva.

—¡Yo no estoy a la defensiva! —responde molesto, así que noto que mi objetivo, está funcionando.

'Así que Jade es un obstáculo en tu amistad con Ryan...'

Esa es una carta a mi favor.

—Será mejor que me vaya. —Suspiro aliviado, cuando le veo darse media vuelta, dirección a la puerta de la cocina—. Pero te estaré vigilando. —dice finalmente y de forma amenazante, justo antes de desaparecer por la escalera.

Cuando Evan ya se ha ido, tomo una respiración profunda, soltando todo el aire que no sabía que estaba guardando en mis pulmones.

'No puedo creer que mi estrategia haya funcionado'.

Si algo me va quedando claro con el paso de los días, es que Evan puede ser el más débil o por lo menos, el más vulnerable, a la hora de atacar con palabras o hacer sentir incómodo y expuesto.

Miro la hora en el reloj y veo que son las 9:30 p.m.

Con la desaparición de Evan, con Jade posiblemente dormida desde hace rato y Ryan sin indicios de querer aparecer por aquí desde que llegó ella, veo la ocasión perfecta para poner en marcha mi plan de entrar en el despacho.

La puerta blanca con la cerradura echada, se encuentra justo en frente de la misma cocina, así que no tengo que ir mucho más lejos y de hecho, ese es el motivo por el que decido esperar ahí a que todos se vayan a dormir. Después de todo, la cocina no es un lugar que despierte sospechas, a no ser que piensen que internamente, estoy trastornado hasta el punto de buscar los cuchillos, para acabar con todos ellos. 

Así que una vez delante de la puerta del despacho y con las herramientas dentro de la cerradura, me paso un rato dándoles vueltas, sin dejar de mirar la escalera, cada vez que escucho cualquier tipo de ruido. 

—Me pregunto como Roger hacía esto con tanta facilidad... —murmuro, limpiando con el dorso de mi mano, el sudor de mi frente.

"La práctica hace al maestro". Esa es la frase que me dijo, aquel día que me enseñó a forzar cerraduras.

Si él supiera que aquello habría acabado sirviéndome en el futuro...

Después de un par de giros para un lado, algunas vueltas más hacía el otro y un forcejeo nervioso e impaciente, la puerta se abrió inesperadamente delante de mis narices.

—Wow... —susurro y suspiro—. No me puedo creer que lo haya conseguido. —hablo en tono bajo, intentando que no se escuche nada desde arriba y con el mismo sigilo y disimulo, me adentro en el despacho, cerrando la puerta tras de mi para no levantar sospechas.

Lo que encuentro, es un despacho normal y corriente. Con paredes de ladrillo tipo retro como parte de la decoración, una mesa bastante grande justo en medio con sillas al rededor, cajones y más muebles para guardar los papeles por distintas partes del despacho, un escritorio a parte al fondo, delante de unos ventanales con venecianas color turquesa.

Lo que me sorprende bastante, es el teléfono, que se encuentra detrás de un enorme cuadro bastante llamativo y sobre una pequeña mesa de una esquina del despacho. No puedo evitar dudar de si es una especie de broma o algo por el estilo, ya que eso, no es para nada un teléfono convencional. O al menos, podría haberse considerado así en los años '50, ya que esa es la época en la que se usaban aquella clase de teléfonos retro, por cable, y además de un color rojo bastante llamativo, donde tienes que girar el dedo sobre los números, para poder marcar.

Cuando reacciono, me doy cuenta de que llevo un rato mirando el teléfono con las cejas alzadas, y no solo por la sorpresa de encontrar un teléfono de hace tantos años atrás y darme cuenta de que, en el caso de que funcione (aspecto que entra en otras de las cosas que dudo), ni si quiera se como se usa esa cosa.

—A ver, Nathan, céntrate. —Me digo a mi mismo en un murmullo.

"En las series antiguas que ven mi madre y Nathaly, aparecen este tipo de teléfonos y no parecen ser difíciles de usar". 

Con un carraspeo, tomo el mango del teléfono y comienzo a girar el disco, parando sobre cada número que quiero marcar, hasta tenerlos todos. Un momento de silencio pasa, en el que estoy esperando impaciente, dándome la vuelta a cada rato, con el miedo de que alguien aparezca de repente y me pille ahí. Sabía que Evan no se había quedado muy conforme con nuestra última conversación y estaba seguro de que podría aparecer en cualquier momento.

Pero entonces...

"Vamos, vamos, vamos... contesta".

—¿Sí? ¿Quién llama? —la escucho y con ello, suspiro en alivio máximo.

Jamás me había alegrado tanto de que tuviera ese horror de teléfono antiguo en su apartamento.

—Nathaly... —llamo su nombre y la escucho dar un pequeño grito de emoción.

—¡Nathan! ¿Cómo estás? ¿Dónde estás? ¿Estás bien? No sabes lo preocupados que estamos todos por ti. Tu familia, tus amigos, yo...

—Nath, no sé si podré hablar durante mucho rato, pero estoy bien, tranquila. La verdad es que no puedo contarte mucho más, porque no sé demasiado.

—¿Sobre qué? Pero Nathan, ¿Se puede saber que está pasando? ¿Qué me estás ocultando?

—Ni yo mismo lo sé, Nath. Pero te puedo asegurar que estoy bien, y voy a estarlo hasta que vuelva, porque sí, voy a volver.

—¿Cuándo?

No respondo, solo suspiro, porque no tengo respuestas para ninguna de sus preguntas. Así que decido mentirle, para tranquilizarla y que de paso, le haga saber a mi familia que estoy bien.

—Escúchame atentamente.

Porque contarle la verdad no serviría de nada. 

A ella no la creería nadie, si le digo que me han secuestrado tres personas aparentemente normales, que me tratan bien y que solo me tienen encerrado en una casa, con un objetivo que ni yo mismo conozco. Y si ellos se enterasen de todo esto, ni si quiera estoy seguro de cuanto podría empeorar mi situación...

Las palabras de Evan de hace un rato, vuelven a mi cabeza y no puedo negar que me asustan, porque a pesar de que tal vez, solo estuviera jugando conmigo, no sé hasta que punto puede llegar a ser real lo que dice.

"—Y no me gustaría dejarte ir, sabiendo que tramas algo, porque después Jade me va a cargar el muerto a mi, si haces algo".

Trago fuertemente y comienzo a narrar una mentira.

—Mi viaje de trabajo se alargó más de lo previsto. 

—¿Por qué no avisaste? —Ella parece molesta.

—Se me perdió el móvil en el aeropuerto.

—¿Y no has podido comprar otro?

—He estado ocupado, he... —trago saliva y suspiro, porque no me gustan las mentiras—. Estado trabajando estos días con el señor Taylor y su hijo y eso me ha restado tiempo de comprar un móvil nuevo y de renovar mi pasaporte.

—¿Qué le pasa a tu pasaporte? 

—Caducó hace unos días... —Otra mentira más.

—Entiendo.

—Estoy muy liado, Nath... —Mi voz suena cansada y no sé si es cansancio real o actuación, pero suena bastante convincente—. No sé cuando volveré. Todavía quedan muchas gestiones que hacer con los Jhons... pero te aseguro que puedes estar tranquila, puedes tranquilizar a mis padres y...

—A la prensa. —Una voz suena detrás de mi, dejándome paralizado—. Sí, la prensa está un poco pesada con tu desaparición, Nathan. —Cuando me doy la vuelta, me encuentro con Ryan apoyado en la puerta del despacho, cruzado de brazos—. Deberías aconsejarle a tu chica que acalle los rumores de un posible secuestro, que a pesar de ser reales... no queremos que lo sepa mucha más gente, ¿No crees?

—Nath, te tengo que dejar...

—No. —Ryan hace una mueca—. Tómate tu tiempo, hombre. —Puedo notar el sarcasmo en su voz y me da miedo. Porque él es con el único con el que de alguna forma creo haber conectado y estoy seguro de que esto le ha hecho perder toda confianza en mi.

—¿Prometes llamarme pronto?

—No puedo prometerte nada hasta que no tenga teléfono propio, este es... de...  casa de los Jhons... —carraspeo nervioso y Ryan asiente, dándome su pulgar en señal de aprobación.

—Está bien. —Noto como se ríe tontamente a través del teléfono y eso me hace suspirar, porque siento que he calmado su angustia, si es que la tenía—. Te quiero. 

—Y yo a ti. —contesto honestamente, con una sonrisa. 

Dejo el mango sobre el teléfono y miro a Ryan, quien comienza a aplaudir.

—Buenísima actuación.

—¿Cuánto rato llevas ahí?

—El suficiente.

Me quedo mirándole un momento, sin saber que decir, simplemente esperando a qué él hable. Pero en lugar de eso, comienza a reírse.

—¿Asustado?

—¿Debería estarlo?

—Oh, Nathan por favor, no seas dramático. ¿Te ha pasado algo malo, en la semana que llevas aquí?

—Supongo que no puedo confiar en unos desconocidos de la noche a la mañana.

—Haces bien en creer eso.

—¿Entonces?

—¿Entonces qué? —Él se hace el loco.

—Ha sido Evan, ¿Verdad?

—¿Y qué es lo que se supone que ha hecho Evan?

—Decirte que estaba tramando algo.

—Es normal que echaras de menos hablar con tu novia. No puedo culparte por eso. Pero sí, ha sido Evan quien me ha dado el chivatazo.

—¿Y no estás enfadado?

—¿Por qué iba a estarlo? 

—Porque en caso de que para Nathaly no haya colado la mentira que le he contado y tenga sospechas de que estoy secuestrado, puede avisar a la policía.

Ryan chista y se ríe de nuevo.

—Por favor, Nathan, no seas iluso. ¿Quién iba a creerla?

Eso mismo pensaba yo hace un momento.

—Pero pueden rastrear la llamada, ¿O no?

Ryan rueda los ojos. —Es un teléfono por cable... difícil de rastrear.

—¿Y qué me dices de... lo de la puerta?

Él se gira, para mirar las herramientas de tallar calabazas, todavía dentro de la cerradura.

—Aprecio que tengas mano para abrir este tipo de cerraduras con unas simples herramientas de Halloween, pero dudo mucho que puedas llegar mucho más lejos con eso. Las cerraduras de fuera no solo están reforzadas, sino que además, los muros son altos y con vallas eléctricas en su punto más alto. 

—Me estás diciendo que...

'No me será nada fácil escapar'.

—Que si quieres dar un paseo por el jardín. —contesta, cuando vuelve a mirarme, pillándome desprevenido—. Creo que te hará falta. —Señala mi frente toda sudada y suelta una risa.

—Claro, vamos a... pasear. —le sigo el rollo y con un suspiro, le sigo cuando se dirige a la puerta y cierra el despacho.

—¿Vas a dejar esto aquí? —pregunto, al ver que no le importa dejar las herramientas dentro de la cerradura.

—Ah, eso. Ya lo quitará mañana Evan. Es muy tiquismiquis para este tipo de cosas. —Se encoge de hombros y vamos dirección al jardín.

Desde fuera puedo comprobar que es mucho más grande de lo que se ve desde la terraza de mi habitación. 

La verdad es que no me había atrevido a salir antes, por miedo a que pensaran que quería tratar de escapar, pero ahora, viendo bien los muros de fuera, me doy cuenta de que Ryan tenía razón en eso de que parece imposible escapar de aquí.

—No tienes porqué estar todo el día metido en casa, cuando puedes salir a tomar el aire de vez en cuando. —Me aconseja Ryan, con sus manos unidas, detrás de su espalda—. Debe de ser asfixiante, estar todo el día encerrado.

—Me resulta extraño que os preocupéis tanto por mi bienestar, después de haberme secuestrado.

—No es nada personal.

Si, y todavía me carcome el hecho de que, si lo que me dijo Evan es verdad, mi estancia en este lugar, sea debida a algo supuestamente horrible que ha hecho o hizo alguien de mi circulo cercano.

—Ya... claro.

—Por muy extraño que te parezca, Nathan, no somos una banda organizada experta en secuestros. —Él se ríe, tratando de bromear.

—¿Quién lo diría? Con el gran plan que organizasteis para el mío...

—No exageres, hombre. Eso tampoco fue para tanto y hace ver que no estamos secuestrando gente a cada rato.

—Y para mi desgracia, he tenido que ser yo uno de los pocos desafortunados.

—Más bien el único. —Ryan vuelve a reír—. Pero como te he dicho, no es nada personal. De hecho, esa llamadita que acabas de hacerle a tu novia, acaba de trastocar un poco los planes. Y en vez de encerrarte en un sótano oscuro sin comida ni agua, estás aquí fuera, charlando conmigo. Visto así, supongo que tampoco eres tan desgraciado, ¿No crees?

—¿Cómo que acaba de trastocar los planes? 

Un escalofrío de miedo, recorre mi espalda.

—¿Es que todo esto tiene algo que ver con ella?

Ryan rueda los ojos. 

—No lo sé, ¿Tal vez?

—¿Qué?

"¿Es qué me está vacilando?"

Todo a su tiempo, Nathan. No necesitas saber más de lo necesario ahora mismo. Y además, ¿Qué iba a tener que ver tu novia en todo esto?

"Relájate, Nathan..."

Ryan tiene razón, ¿Qué iba a tener que ver Nathaly con ellos? 

—Pero si se supone que en algún momento me voy a enterar, ¿Qué más da, cuando me deis la información?

—Nathan, no hacemos las cosas porque sí, ¿Entiendes? 

—¿Con eso estás tratando de decirme también que mi secuestro tiene un significado? —pregunto, alzando una ceja—. ¿Es que lo estás justificando?

—No te voy a decir que tenga justificación, pero sí tiene un contexto y puede que algún día, lo acabes entendiendo.

Eso me dejó en blanco.

¿Cómo iba a ser capaz de entender algo así?

Ryan nota mi confusión y decide cambiar de tema, aprovechando que llegamos a la parte trasera del jardín, justo donde da la ventana de mi habitación y donde se encuentra la zoma de barbacoa, la piscina y el columpio colgando del árbol.

—¿Te gustan las barbacoas? —me pregunta.

—Me gusta reunirme con amigos a cenar las noches buenas de verano.

—Eso es un sí.

—¿Y a ti te gustan, no es así?

—Yo no soy tan fan de la barbacoas como tal. Pero digamos que mis padres y los de Jade solían hacer muchas cuando éramos más jóvenes y de hecho, no me extrañaría que lo sigan haciendo. Así que por costumbre... —se encoge de hombros.

—Imagino que vosotros aprovecharíais esas barbacoas para escabulliros juntos.

—Algo así. —Él se ríe—. Cuando éramos más pequeños, recuerdo sentirme marginado, cuando Jade parecía compartir secretos con su hermana y con la mía. Secretos de los que después me acababa enterando, porque eran declaraciones que ella misma le pedía a mi hermana que me hiciera llegar. —Ryan mira al césped, sin dejar de sonreír, su mente en los recuerdos—. Y ya cuando éramos adolescentes, nuestras hermanas nos cubrían mientras nosotros nos escapábamos a mi habitación, después de haber cenado.

—Lo típico de adolescentes. —Me río y él también.

—Por supuesto.

Un fuerte ladrido se escucha a nuestras espaldas, haciéndome dar un gran salto.

Al girarme, me asusto mucho más, al ver a un perro enorme, corriendo hacía nosotros.

—¡REX! —Ryan sonríe abiertamente, cuando el perro llega hasta nosotros y yo me doy cuenta de que de alguna forma inconsciente, me he escondido detrás de él—. ¿Cómo estás, amigo? ¿Ya has vuelto de tus andaduras por ahí? —pregunta riendo, a la vez que acaricia al perro, que se ha tirado en el césped del jardín, mientras Ryan lo acaricia con cariño.

—¿Teníais un perro?

—Lo tenemos.

—¿Desde cuando? —pregunto incrédulo.

—Desde siempre.

"¿Es en serio?"

—¿Por qué no lo he visto en el tiempo que llevo aquí?

—Rex es un espíritu libre. Pasa más tiempo fuera que dentro de la casa. Él anda por los alrededores, socializando con otros perros de la zona, buscando su propia comida, investigando... ya sabes, típicas cosas que hacen los perros.

—¿Y no os preocupa que pueda pasarle algo ahí fuera?

—¿Por qué iba a pasarle algo? Los perros son animales que necesitan su propia libertad de vez en cuando y saben cuidar de si mismos. Cuando está necesitado de cariño o no encuentra comida, sabe perfectamente como volver a casa. 

—¿Entonces... —Recuerdo las veces que he escuchado un aullido nocturnos, mientras intentaba conciliar el sueño—. ¿Es él quien aúlla por las noches?

—¿Rex? No, esos son sus amigos los lobos.

—¿Hay lobos por aquí cerca? —Abro los ojos exageradamente por la sorpresa.

—Tranquilo, tío. El hecho de que Rex tenga sus propios huecos secretos para entrar en casa, no quiere decir que los lobos vayan a colarse aquí también. Este perro es demasiado inteligente como para atraer aquí a la manada de lobos salvajes que andan por la zona.

Eso me hace suspirar.

—¿No quieres acariciarlo? No te va a comer, Nathan, tranquilo. Rex es inofensivo. 

Me agacho junto a Ryan y comienzo a acariciar a aquel gran Pastor Alemán, que sin dudarlo, deja un gran lametazo sobre el dorso de mi mano.

Un rato después de pasar un momento agradable en el jardín, charlando con Ryan, paseando con él y el gran perro, que al final, parece ser de lo más cariñoso, entramos en la casa para ir a dormir.

Pero como es obvio, no consigo conciliar el sueño tan fácilmente.

Pensando en que sigo sin saber nada de mi familia. Si están bien, si están mal, si Nathaly habrá hablado ya con ellos para informarle de que estoy bien.

Mi empresa es otra de las cosas que me preocupa. Y pensar en los trabajadores que la forman,. Porque no quiero que nadie se quede sin trabajo por culpa de esta situación, Muchos de ellos tienen familias con hijos a los que cuidar y no les conviene quedarse en la calle.

Pero por más vueltas que pueda llegar a darle a mi cabeza. O por más vueltas que de en la cama, todo tiene su límite, y el hecho de llevar casi una semana sin dormir bien, hace que llegue al mío.

Y por fin, después de dejar escritas un par de páginas en mi diario, me quedé dormido, con la cabeza sobre el escritorio.

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