Capítulo 5.

«Nada.

No he encontrado, absolutamente nada.

Ha pasado una semana y lo peor, es que las mismas preguntas, siguen rebotando en mi cabeza, sin darme un momento de tregua.

¿Qué motivos podría tener alguien para secuestrarme? 

¿En qué parte del mundo me encuentro?

¿Cómo estará mi familia? ¿Lo estarán pasando mal? ¿De que forma, puedo hacerles saber que dentro de lo malo, no es todo tan malo?

Y lo peor...

La pregunta, que no me ha dejado dormir nada las noches pasadas.

¿Qué será eso tan malo, que ha hecho alguien de mi alrededor, para hacerme acabar aquí? Y sobretodo, ¿Quién será esa persona exactamente?

Pensaba que estaba bien, pensaba que estaba llevando esto del secuestro de la mejor manera posible, pero...

Todas esas preguntas, me están colapsando, hasta el punto de haber acabado haciéndole caso a Jade y acabar aquí, escribiendo para desahogarme, en este estúpido diario con mi nombre grabado en él...»

Dejo de escribir, en el momento en el que Vicky pega a la puerta de mi habitación, anunciando el desayuno.

Llevo 3 días escribiendo en el diario cada vez que me levanto de la cama, después de otra noche sin dormir.

Es la única solución que le encuentro a no poder hablar con nadie más que con 3 desconocidos.

Ojalá pudiera hablar con Nathaly...

Echo tanto de menos estar con ella, hablar por las noches en la azotea de mi apartamento, cada vez que ambos salíamos de trabajar. O las veces que ella salía antes y me esperaba allí con dos copas de vino.

—¿Señor Nathan? —Vicky aporrea la puerta, al no obtener respuesta alguna—. ¡Señor Nathan! ¡El desayuno!

Abro la puerta y me encuentro con Vicky, bastante enfadada.

—¿Señor Nathan? ¿Por qué no me hacía caso? ¡Le están esperando para desayunar!

Oh, por lo que se ve, la chica tiene carácter.

Me cae bien.

—Lo siento, estoy un poco cansado... —Me llevo una mano a la cara—. Dile a los señores que en cuanto me vista, estaré abajo desayunando.

—De acuerdo, señor. 

Y con esas, desaparece por el pasillo, hasta llegar a las escaleras del fondo.

Entro de nuevo en la habitación, que he decorado un poco con las cosas que Evan y Ryan trajeron de mi apartamento, para así sentirme un poco más en casa.

Cuando me visto, bajo a la cocina y me encuentro la escena de todas las mañanas anteriores.

Jade acabándose rápidamente el café para poder irse a trabajar, Ryan pensando ideas sobre sus próximos proyectos y Evan pensando como redecorar el jardín, para las barbacoas que planean hacer cuando estemos más entrados en verano.

—Aún falta para verano, Evan. —le reprocha Jade.

—Mejor prevenir que curar. —responde él, bebiendo de su café—. Además... —Evan suspira—. Ya sabéis que no tengo mucho más que hacer aquí...

—En eso tienes razón, pero ahora tienes trabajo nuevo. —Ryan me señala con su índice—. Preocuparte de que nuestro invitado se encuentre a gusto.

Evan me mira rápidamente y luego rueda los ojos.

—Yo... —hablo por primera vez, desde que he llegado—. Pensaba que trabajabas también. —le digo a Evan.

Era cierto que aunque llevaba ya una semana con ellos, aún había cosas que no terminaba de comprender. Por eso, el hecho de que Evan siempre sale de casa unas horas, después de desayunar, es algo que me hacía pensar que iba a trabajar.

—Un graduado en ciencias políticas que quiere cambiar el mundo a mejor, parece que no tiene mucho que ofrecerle al estúpido gobierno en el que vivimos... —Evan responde, sin mirarme en ningún momento—. En fin... —sonríe irónico y se levanta—. Creo que voy a dar una vuelta con el coche.

—Ya te estoy viendo volver cargado de adornos para el jardín, Evan. —Jade vuelve a reprochar—. No te pases. —le avisa, dándole una mirada amenazadora.

—No lo haré. —Él sonríe, esta vez alegremente, de que le hayan dado el visto bueno a su idea y sale de la cocina para marcharse.

Yo no digo nada más y comienzo a beber mi café. Así que Ryan y Jade, siguen la conversación entre ellos.

—Sabes que no tiene nada más que hacer, Jade. —Ryan defiende a su amigo, agarrando sobre la mesa la mano de Jade y dándole una mirada tierna.

—Lo sé, lo sé. Y siento que sea así... —Jade frunce los labios, pareciendo también preocupada—. Pero no sé, Ryan, podrías llevarte a Evan por ahí, sacarlo un poco de casa. Creo que debe de estar agobiado, al estar todo el Santo día metiendo entre estas 4 paredes. —Alza los brazos y yo les miro a ambos con cara de sorpresa. Porque así, es justo como me encuentro yo.

—¿En serio? 

Jade ignora mi queja y mira el reloj sobre su muñeca izquierda.

—Tengo que irme. —Se acaba el pequeño pedazo de tostada que le queda, le da un último sorbo al café y se levanta, cogiendo el bolso azul eléctrico, a juego con sus zapatos, de un lado de la silla—. Luego nos vemos, cariño. —Le dice a Ryan, dejando un beso sobre su mejilla.

Pero antes de que le de tiempo a dar una paso para irse, Ryan agarra con cuidado su brazo y la hace retroceder, dándole un beso en los labios, sutil, pero algo apasionado. 

Y yo, sintiéndome un sujeta velas, aparto la mirada lo más rápido que puedo.

—Te quiero. —le susurra y ella sonríe—. Luego nos vemos.

Jade asiente y me mira.

—Adiós, Nathan.

—Hasta luego, Jade. —contesto y comienzo a comer magdalenas.

El silencio se hace presente entre Ryan y yo, mientras yo me como las magdalenas y él se prepara otra tostada con mantequilla y mermelada. 

Pasado un momento, el silencio comienza a resultar bastante incomodo, así que decido hablar.

—La quieres mucho, ¿verdad?

Ryan alza la vista para mirarme.

—¿A Jade? —Sonríe—. Por supuesto que sí. Más que a nada en este mundo. —declara abiertamente.

Me pica la curiosidad, así que sin pensarlo dos veces, empiezo ha hacer preguntas que no sé si él quiera responder.

—¿Cómo os conocisteis? 

Pero al final, lo hace. Y eso me hace darme cuenta, de que por muy mejores amigos que sean Ryan y Evan, sus personalidades al menos no tienen nada que ver el uno con el otro. Mientras que Ryan es muy abierto, alegre y expresivo. Evan es todo lo contrario.

—Mis padres y sus padres siempre fueron mejores amigos desde su juventud, pero cuando nací yo, dejaron de verse tanto como antes. Ya sabes, el trabajo y tener que cuidar a una criatura recién nacida, no son que además puedan compatibilizarse con además, tener que salir por ahí con amigos. Sin embargo, las cosa cambiaron cuando yo tenía a penas 8 años y los padres de Jade construyeron un gran hotel justo al lado del restaurante de mis padres. Así, ellos volvieron a reconstruir la relación de amistad con sus mejores amigos y gracias a eso, yo conocí al amor de mi vida. —Sonríe de forma nostálgica—. Puede sonar estúpido, pero desde la primera vez que la vi, supe que ella era la indicada.  No importa como de enano fuera por aquella época, yo siempre lo he tenido claro.

—No es estúpido. 

—¿Te ha pasado lo mismo?

—Exactamente lo mismo... —sonrío estúpidamente—. La única diferencia es que yo no tenía 8 años. Lo mío fue hace a penas dos, pero aún así, la primera vez que vi a Nath, ella parecía la típica chica despistada y patosa, a la que todos piensan que van a echar del trabajo el primer día. Porque por más que lo intente, nada le sale bien...

—¿Y fue así? —Ryan se ríe. 

—Lo habría sido, sino fuera porque convencí a Lydia, la mujer que manda sobre ella en la empresa, de que le diera otra oportunidad. Pensaba que así yo tendría más oportunidades de cruzarme con ella por los pasillos de las oficinas y...

—No me digas más. Cuando te la cruzaste por el pasillo, la invitaste a cenar con la excusa de hablar de trabajo, ¿No es así?

—¿Es que acaso es demasiado cliché? —pregunto, soltando una risa. Es la primera vez que creo sentirme a gusto desde que estoy aquí.

Ryan bufa. —Siento decirte que muchísimo, amigo mío. —Asiente con la cabeza entre risas y yo me río con él, echando la mía sobre la mesa.

—¿Y tú como conquistaste a Jade? Porque parece una chica dura.

—No tengo ni idea, tío. Lo nuestro creo que siempre ha sido cosa del destino.

—¿Crees en el destino?

—Lo único en lo que creo, es en que desde que eramos pequeños, siempre ha habido una relación especial entre nosotros y todos lo decían. De hecho, mi hermana y la suya, siempre hablaban al respecto, cuando pensaban que no nos enterábamos de nada. Incluso nuestros padres han tenido claro siempre que íbamos a acabar juntos.

—Debe ser bonito tener un amor desde la infancia, para toda la vida. Y el hecho de que todos lo tengan tan claro.

Jamás había pensado antes en como sería tener una relación de ese tipo, porque hasta que apareció Nathaly en mi vida, nunca me replanteé nada sobre el amor. Pero a decir verdad, teniendo a Ryan delante, sí que parece algo bonito, pensar en un amor de siempre y para siempre. Y sobretodo, seguro que es algo a lo que posiblemente, mucha gente aspira en la vida.

—¿Y Evan? ¿Cómo os conocisteis?

—Evan es mi mejor amigo desde siempre. La verdad, es que no recuerdo mi vida antes de él.

—Tener un mejor amigo desde siempre, también debe de ser... increíble.

—Lo es. Y siendo sincero, tengo bastante claro desde siempre que Evan y Jade, son las personas más importantes de mi vida.

Iba a decir algo más, cuando de repente, Vicky invadió la cocina.

—Señor Holder, tiene una llamada importante en el despacho.

—¿Ya? —Ryan pregunta, mirando el reloj de la pared. Vicky asiente—. ¡Ah, casi se me olvida! —Se levanta rápidamente de la silla. —Me ha gustado hablar contigo, Nathan, pero tengo asuntos de trabajo que atender. —Me sonríe alegremente, justo antes de salir también de la cocina.

Tengo que confesarme a mi mismo, que a mi también me ha gustado hablar con él. Siento que de los tres, él es el más abierto y puede que sea la persona con la que más cómodo me pueda llegar a sentir, el tiempo que sea que pase en esta dichosa casa.

Me doy cuenta de que de alguna forma, me voy a tener que acostumbrar a todo este retorcido juego, el tiempo que dure. A no ser, que encuentre una forma de escapar (cosa que pienso que no debe de ser tan difícil, teniendo en cuenta que mis secuestradores, no paran de entrar y salir a cada rato), o por lo menos, hasta que encuentre la forma de contactar con el exterior.

Estoy a punto de acabar mi café con magdalenas, cuando me doy cuenta de algo, que he pasado por alto hace un momento.

—Ryan tiene un teléfono en el despacho... —murmuro para mi mismo.

Estos días pasados, por más que he buscado por toda la casa, no he sido capaz de encontrar nada más que papel y bolígrafo para cartas, ya que parece que en este lugar, nadie usa teléfonos móviles o cosas por el estilo. Sino fuera por el gran televisor del salón y el otro de la sala de estar, esta casa me haría sentir como si estuviera viviendo en los años '50. También tiene sentido que no encontrase el teléfono del despacho, porque ese es el único lugar de la casa al que no podido acceder, por culpa de que esa puerta está cerrada con llave.

—Solo tengo que encontrar la llave o... —sonrío de forma victoriosa, aunque se que nadie me ve—. Forzar la cerradura. 

Lo tengo.

Ya sé, como hacerlo.

Sé como contactar con mi familia.


24 de marzo de 2018, 9:00 a.m.

NATHALY BROWN.

Me despierto con el sonido del despertador, retumbando por toda la habitación.

Ese maldito cacharro lleva toda la semana, haciendo que despierte con el recuerdo de que mi novio está desaparecido. Y sinceramente no sé que es peor, si eso, o las pesadillas que tengo desde que las noticias anunciaron que salió del avión con una extraña pareja, que al parecer nadie conoce.

En mis pesadillas, Nathan se está escapando con una amante, mientras a mi me deja tirada, poco antes de nuestra boda. Pero la verdad, es que en la realidad fuera de mis horribles sueños, ni si quiera me ha pedido matrimonio. Así que eso es algo que me hace sentir que mis pesadillas nacen de una mezcla de cosas:

1. El deseo del matrimonio.

2. El miedo a no ser suficiente para él y pensar que por eso ha encontrado refugio en alguien más.

Porque aunque puede que todo sean paranoias mías y no me cabe en la cabeza como es posible que Nathan este desaparecido, hay algo que si tengo claro, y es que si está vivo, está con alguien más.

Si está vivo...

Un nudo se forma en mi pecho, acortando mi respiración, ante la posibilidad de que no sea así.

"¿Qué le ha pasado a mi novio?

 ¿Dónde está? 

 ¿Está bien?

¿Por qué no me escribe?

 ¿Realmente se ha cansado de mi y se ha ido con otra o simplemente le ha pasado algo horrible?"

Con un suspiro ahogado y tragando con dificultad para tratar de contener mis lágrimas, tomo mi bolso y salgo por la puerta, para ir a trabajar.

Si bien es verdad, que ya de costumbre no doy una en el trabajo, con todo esto las cosas van mucho peor, porque se que Lydia puede aprovechar perfectamente la desaparición de Nathan, para tomar el control de la empresa y echarme a patadas, sin pensárselo dos veces.

Aunque a pesar de todo, en la empresa está todo normal. Los padres de Nathan, vinieron hace unos días y reunieron a todos los trabajadores. Comentaron lo que ya sabíamos y lo que estaban diciendo las noticias: que Nathan está desaparecido y que nadie sabe nada más al respecto. Pero aconsejaron que mientras tanto, lo mejor es seguir trabajando, no dejar caer la empresa en su ausencia. Por eso, aquí se han propuesto seguir adelante para que cuando Nathan vuelva, esté orgulloso de su equipo y todos y cada uno de sus trabajadores. Ellos sí que lo están haciendo bien manteniendo la calma y haciendo suposiciones sobre que la prensa y las noticias están exagerando lo que realmente sea que haya pasado en ese "viaje de trabajo, que se ha alargado más de lo habitual".

Toda la mañana va pasando con completa normalidad, y la verdad es que trabajar me mantiene alejada de todos esos pensamientos que necesito evitar.

Sobre las 1:30 de la tarde, llega una persona que me alegro bastante encontrar: Kate, la hermana pequeña de Nathan, la cual acaba de llegar de Londres hace a penas unas horas.

Kate tiene 22 años y lleva dos de ellos estudiando con una beca en Londres. Ella estudia empresariales, con la intención de ayudar a su hermano a gestionar los negocios de la empresa y hacerse socios en algún momento, cuando ella se sienta más preparada para ejercer el cargo de jefa. Pero nada más se enteró de la desaparición de Nathan, dejó todo lo que estaba haciendo en Londres para volver a San Francisco. 

Por más que sus padres han tratado de evitar que se entere de la noticia de la desaparición de su hermano, al final, ha sido inevitable. Así que aquí está, dispuesta a apoyarles y sobretodo, dispuesta a tomar el control de la empresa, para ayudar a que no se vea afectada.

En mi opinión, prefiero mil veces que sea ella quien lo haga, en lugar de mi querida jefa Lydia.

—No sabes cuanto me alegro de verte. —Me dice Kate, al separarnos después de darnos un abrazo. Sus brillantes ojos azules, que me recuerdan tanto a los de su hermano, ocultan cierta tristeza en ellos.

De hecho, Kate se parece demasiado a Nathan, es su versión femenina pero más pequeñita, tanto físicamente, como en edad.

—Yo también me alegro de verte por aquí. —Le sonrío. —¿Has venido para quedarte o es solo...

—Temporal. —responde ella—. Ya sabes, hasta que... vuelva Nathan. —Trata de sonreír, pero no le termina de salir del todo y la entiendo, porque yo estoy igual—. ¿Quieres que nos tomemos algo y hablamos?

—Claro que sí. —Asiento, con una sonrisa y ella agarra mi brazo. Era mi rato libre, así que podía permitirme salir solo un momento a tomar algo con ella.

Llegamos a la pequeña cafetería que se encuentra en frente del gran edificio del que acabamos de salir y nos sentamos en una mesita. Siempre que alguien tiene un rato libre o termina la jornada del día, se pasa por aquí. Es como nuestro refugio, después del trabajo.

—Me gustan tus trenzas. —No puedo evitar decirle, una vez que tomamos asiento.

Kate lleva dos preciosas y bien hechas trenzas boxeadoras, a cada lado de su cabeza, recogiendo su voluminoso cabello negro y haciendo ver así los pendientes de aro que lleva sobre sus pequeñas orejas.

—Gracias. —Sonríe, rozando con los dedos el final de una de ellas. —Me las ha hecho mi compañera de habitación de la residencia, pero también me ha enseñado, así que puedo hacértelas un día de estos, si quieres.

—Eso sería genial. —Asiento sonriendo, pero ella no dice nada más, solo mira sus manos, moviendo sus dedos nerviosos sobre la mesa.

—Vas a echar de menos Londres, el tiempo que estés aquí, ¿Verdad?

—Voy a echar de menos Londres, a los amigos que he hecho allí, las excursiones, las fiestas...  Pero sobretodo, echaré de menos. —Ella hace una pausa y luego suspira—. No echar de menos las tragedias... —Una sonrisa triste se forma en sus labios y eso me aprieta el corazón, porque sé todo por lo que esta chica ha tenido que pasar los últimos años, e inevitablemente, agarro sus manos sobre la mesa.

—Siento que el motivo de tu vuelta haya tenido que ser algo tan retorcido, como el hecho de que tu hermano esté... —incluso me cuesta decirlo en voz alta—. Desaparecido... —murmuro y ella bufa y alza su vista para mirarme.

—¿Va a volver, verdad? 

"Eso quiero pensar".

—¡Claro que va a volver! Tal vez solo... —Pienso en todas las posibilidades positivas que han pasado por mi cabeza esos días y simplemente, digo una al azar—. Tal vez su viaje tuvo que alargarse y no tiene batería en el móvil o se le perdió en el avión...

—Siguen existiendo las cabinas telefónicas, Nath.

—Lo sé, pero ya sabes que tu hermano es muy despistado.

—También podría pedirle el móvil a alguien y llamar.

—Sí, también es cierto que...

—¿Y por qué desaparece así de repente? ¿Por qué borrarse del mapa?

—He estado pensando mucho sobre eso y...

—En caso de que tuviese una amante, que lo dudo. —me da una mirada tranquilizadora, al ver mis miedos, reflejados en mi cara—. Seguramente, no habría desaparecido sin más y ya. Ha tenido que pasarle algo...

—La policía le está buscando, Kate... seguro que le encuentran al final.

—¡No le han encontrado en una semana, Nath! Ni en San Francisco, ni en Nueva York. ¿Dónde diablos está entonces? ¿Sabes la de casos que he visto sobre gente desaparecida que a la de semanas, meses e incluso años, al final, aparece muerta? —Ella grita y entiendo perfectamente que necesita desahogarse.

—Creo que necesitas dejar de ver esos programas, Kate. —le digo sinceramente—. Ser negativas, no nos llevará a ninguna parte.

—Pero ponernos en lo mejor, si al final después no tenemos razón, tampoco nos ayudará. Tenemos que ser realistas, ver todas las opciones posibles.

En eso tiene razón.

Kate siempre ha sido una chica muy inteligente y realista: como su hermano.

Ella parece calmarse y toma una respiración profunda, con sus ojos cerrados.

—Lo siento. —dice, llevándose ambas manos a la cabeza.

—No tienes nada que sentir, es comprensible.

—Es que yo... quiero volver a Londres, ¿Sabes? Pero mi corazón me dice que tengo que estar aquí el tiempo que sea necesario, que... tengo que estar con los míos.

Si bien es cierto que Kate es una chica muy familiar, más de una vez he escuchado algo sobre que su relación con su madre, se quebró un par de años atrás, cuando los problemas comenzaron a invadir su familia.

—Tienes el corazón dividido entre dos lugares y es normal que te sientas así. Este es el lugar donde te criaste, donde tienes a tu familia, donde están tus raíces... Pero en Londres tienes a tus amigos, estás estudiando algo que te gusta y te hace feliz y has pasado muy buenos momentos durante los últimos dos años. Y quien sabe, si no tienes a alguien más por allí, de quien no sabemos nada aún. —Intento bromear y ella se sonroja.

—Puede que si que haya alguien, pero ahora no es el momento de hablar de eso. —Confiesa, entre risas suaves.

El camarero llega a tomarnos nota y cuando se va, las dos tomamos un momento de silencio, para aclarar nuestras ideas.

—Siempre pensé que cuando volviera, sería para quedarme definitivamente, después de haber acabado mis estudios. Pensé que trabajaría por fin junto a mi hermano en la empresa. —Se toma un segundo de silencio, antes de continuar. —Nunca imaginé que mi vuelta sería así: Un año antes, con mi hermano desaparecido y teniendo que hacerme cargo de la empresa sola, sin estar del todo preparada.

—Kate...—La miré fijamente a los ojos—. Tú estás preparada. —Ella me mira con confusión—. El hecho de que hayas tomado la decisión de volver, para hacerte cargo de todo, demuestra que estás más preparada de lo que tú misma puedas llegar a pensar. —Trato de animarla y ella sonríe, esta vez de verdad—. Y estoy segura de que cuando Nathan vuelva, estará orgulloso de ti.


Al final, Kate me comenta que su incorporación será al día siguiente, para así tener tiempo para organizar sus ideas y establecerse de nuevo en casa de sus padres. Quiere tenerlo todo preparado y bien organizado para cuando empiece. Y después de mi conversación con ella en la cafetería, tengo que volver a trabajar.

 Al acabar de trabajar y llegar a casa, decido pasar el resto de la tarde de un lado a otro, haciendo todo tipo de tareas para mantenerme ocupada y no pensar. Y una vez llegada la noche, mi apartamento, se vuelve un lugar oscuro y vacío, lleno de pensamientos que quiero mantener lo más alejados posible.

Me meto en la ducha, agotada, sintiendo como el cansancio me consume lentamente. Diría que lo bueno de trabajar tanto, es que al meterme en la cama, caigo rendida y duermo como los ángeles, pero no. Es imposible que ocurra algo así, cuando mi novio está desaparecido. Así que sí, literalmente, toda esta situación, me está consumiendo en todos los sentidos. 

Después de hacer un par de cosas más, estoy dispuesta a meterme en la cama, cuando mi teléfono comienza a sonar. Gruño en fastidio, porque estoy tan cansada, que no tengo ganas de levantarme de nuevo. Pero cuando me doy cuenta de que lo que suena no es mi móvil, sino el teléfono por cable que tengo en casa, me doy cuenta de que los únicos que llaman a ese teléfono son mis padres y no quiero que se preocupen más de lo que lo están ya, así que decido levantarme y cogerlo.

Pero una vez más, me debato en si debería cogerlo o no, cuando soy consciente de que mis padres jamás llamarían a estas horas de la noche. De hecho, ellos tienen mucho trabajo como para andar despiertos todavía.

Me quedo pensando lo extraño que me resulta, que llame alguien a esas alturas de la noche, y más todavía, que sea al teléfono antiguo que tengo en casa por pura decoración, más que nada porque en mi familia somos fanáticos de las antiguas tecnologías, pero por otro lado...

"¿Y si son noticias de Nathan?"

No miento si digo que por mi cabeza también ha pasado la idea de que mi novio pueda estar secuestrado, con la intención de que alguien quiera pedir un dinero por su rescate. Pero en ese caso...

¿No llamarían a sus padres, en vez de a mi?

Como sea.

No sé en que momento decido coger el teléfono, pero de un segundo a otro, me veo a mi misma con el móvil pegado a la oreja.

—¿Sí? ¿Quién llama? —digo ansiosa.

—Nathaly... —La voz de Nathan llena mis oídos y mi corazón se acelera como loco en mi pecho.

Un millón y medio de cosas, pasan por mi cabeza al oír su voz, pero lo que llena con fuerza todo mi cuerpo y me hace soltar una gran bocada de aire por la boca, es el alivio.

Porque Nathan está vivo y lo más importante, creo notar por su voz, que está a salvo.

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