Capítulo 4.

Después de mi conversación con Jade, me quedo un rato sentado en el sofá de la sala en la que acabo de hablar con ella. Estoy dándole vueltas a la cabeza, porque por más explicaciones que pueda llegar a buscarle a todo esto, nada tiene sentido.

¿Y si mis amigos los han contratado, para vacilarme un rato y luego echarnos todos unas risas?

No sé cuanto tiempo pasó sentado en el sofá, con mis codos sobre mis rodillas y mi boca apoyada sobre mis manos unidas en un puño, cuando alguien aparece por la puerta blanca de entrada a la sala, distrayendo mis pensamientos.

—¿Ryan? —pregunto, al ver al supuesto marido de la chica que acaba de subir por las escaleras.

—¡Me alegro de verte de nuevo, Nathan! —responde él de forma jovial, dando una palmada en mi hombro como si fuéramos unos amigos de toda la vida que acaban de reencontrarse—. ¿Cómo ha ido la siesta?

—¿Siesta? —pregunto en frustración y suspiro, negando con mi cabeza.

—¿Estás bien? Te noto un poco decaído. 

—Solo quiero que esta broma acabe ya... —Llevo mis manos a mi pelo, despeinandolo más de lo que debe estar. 

—No te sientas mal, tío. Si has hablado con Jade, debes saber que esto son como unas vacaciones, después de haber trabajado tan duro durante todo este tiempo.

—¿Y qué sabrás tú lo que he trabajado? —respondo de forma seria y enfadada. Cosa que me extraña, porque no suelo ser así con nadie, pero esta situación, me está sobrepasando, por lo raro que es todo—. Lo... siento... es solo que no entiendo a que viene todo esto, cuando ni si quiera os conozco.

—Tranquilo tío, todo a su tiempo.

Bufo y ruedo los ojos.

Sí, eso ya me lo ha me ha dicho Jade. 

—¿Tú no puedes aclararme nada?

—Yo solo te puedo decir que esto no es ninguna broma. Y para que eso quede claro, debo decirte, que como vas a quedarte aquí un tiempo, vas a necesitar muchas de tus cosas... —dice pensativo, como si estuviera tratando de decirme algo.

Le miro con los ojos entrecerrados, dándole a entender que se explique mejor.

—Evan acaba de traer tus maletas con todas tus necesidades, desde tu apartamento de San Francisco. —chista y yo abro los ojos exageradamente.

—¿Qué...Qué? —tartamudeo un poco—. Eso no puede ser, ¿Cómo qué mis cosas? 

¿Cómo que mis cosas? ¿Cómo han podido entrar en mi apartamento?

"Es una broma, Nathan. Tranquilo".

 —Ya sabes: ropa, zapatos, cepillo de dientes, tus carboncillos para cuando te aburras y te de por dibujar e incluso una sopa de letras, para cuando no tengas nada que hacer...

Si antes me parecía que Jade me estaba vacilando, lo de Ryan, la supera.

—Eso es imposible. ¿Cómo se supone que habéis entrado en mi apartamento?

—No lo sé, tío... —Él habla con sarcasmo, haciéndose el pensativo. —Puede ser que... ¿con esto? —Saca unas llaves del bolsillo de su pantalón negro de traje, del cual, no lleva la parte de la chaqueta. Yo vuelvo a abrir los ojos con exageración e intento quitárselas, porque al instante, he reconocido que son las mías. —Y creo que aquí también están las llaves de tu coche, de la empresa y por lo tanto, también la de tu despacho allí... —Ryan va enumerando, a la vez que mira las llaves—. La de casa de tus padres y la del apartamento de tu chica... —Pongo cara de terror, al darme cuenta, de que esto parece más serio de lo que creí en un principio, pero Ryan se ríe. Y no es una risa diavólica, ni nada por el estilo. Es una risa tonta, como si estuviera bromeando. —Tranquilo, Nathan. No le hemos hecho una visita a nadie, ni pensamos hacerlo, solo hemos ido a tu apartamento, para recoger tus cosas. Y estas llaves, ahora van a la caja fuerte. —se encoge de hombros, a la vez que las lanza al aire y vuelve a atraparlas, para meterlas de nuevo en su bolsillo de sus pantalones—. Vamos, ¿A qué esperas? Evan te espera en la sala con tus maletas.

—¿Pero quién demonios es Evan? —pregunto, con el ceño fruncido—. ¿Y por qué me hablas de él como si le conociera?

—Claro que le conoces, Nathan. No te hagas el tonto.

Yo niego con la cabeza, arqueando las cejas. 

Ryan suspira, de forma irónica y me hace un gesto para que le siga.

Salimos de nuevo al gran salón de paredes y muebles blancos y justo ahí, se encuentra la tercera persona que termina de completar la ecuación.

Taylor Junior está sentado en el sofá, leyendo una revista. Y justo delante de él, están mis maletas.

—Nathan. —dice él, sin levantar la vista de su revista. Parece algo más serio de lo que me pareció cuando iba a "entrevistarme".

—Taylor... —respondo, algo incómodo.

—Bueno, tengo cosas que hacer, así que os dejo a solas. —Ryan vuelve a chistar, antes de desaparecer de nuestra vista.

—Supongo que tú tampoco vas a aclararme nada, ¿verdad?

—¿No has hablado ya con Jade y Ryan?

—Sí, pero no me han explicado mucho. Solo que estoy secuestrado y que estas son mis cosas. —Señalo las maletas.

—Entonces ya te han dicho más de lo que necesitas saber. —Él sonríe falsamente y se levanta para marchase, pero yo me interpongo en su camino. 

—Taylor... —le llamo, pero antes de continuar, el rueda los ojos y me interrumpe.

—¿Podrías dejar de llamarme así, por favor? Es un poco molesto, ¿Sabes?

—¿Y cómo quieres que te llame, entonces? —digo, algo incómodo y recuerdo que Ryan había nombrado dos veces a un tal Evan.

Él extiende su mano frente a mi y, y es entonces cuando me doy cuenta de lo elegante que es este chico realmente.

—Evan Langdon. —él extiende su mano y yo alzo las cejas, y se la estrecho para seguirle el rollo—. Diría que estoy encantado, pero ya nos conocemos, ¿No es así?

—Eso pensaba yo...

Las cosas cada vez se vuelven más extrañas.

Si toda la historia de Taylor como el hijo del señor Jhons parece falsa, ¿Eso quiere decir, que todo lo que me contaron Ryan y Jade sobre ellos en el avión, también es mentira?

Evan parece notar la duda en mi cara y ladea la cabeza.

—¿En qué piensas tanto?

—En lo enrevesado que me parece todo.

—No lo ha sido tanto. —Él se encoge de hombros—. Pero tranquilo. Si lo que te preocupa es si sabes lo suficiente o no de los que estamos aquí, puedo decirte que en el almuerzo de hoy, te contaremos como has picado el anzuelo, que te ha hecho acabar aquí. 

—¿Cómo has sabido que es eso lo que me preocupa?

—No hace falta ser un genio para darse cuenta. Se te ha notado en la cara, cuando te he dicho que no existe ningún Taylor Jhons Junior.

"¿Así que Taylor Junior, realmente ni si quiera existe, eh?"

—No, no tengo ni idea de si en realidad existe el hijo de ese tío o no. —Evan vuelve a suspirar, girándose para mirarme con cansancio.

—¿Podrías dejar de leer mi mente, por favor? 

—No tengo la culpa de que se me de tan bien leer a las personas. —dice, indiferente.

—¿Ahora eres tú el psiquiatra, en vez de Jade? Bueno, eso si es verdad que ella es psiquiatra, claro.

—Deja de hacer preguntas, Nathan. Te he dicho que esperes al almuerzo. ¿Crees que serás capaz de esperar un par de horas? —pregunta con molestia—. ¿Sí? ¡Genial! Ahora, me voy. —sonríe falsamente y sale de la sala, dejándome solo de nuevo.

Decido subir por las escaleras que encuentro en el gran salón.

Nada más llegar arriba, me encuentro con un largo pasillo frente a mi, con puertas a ambos lados y al fondo una ventana. A mi derecha, hay una puerta que conduce a un baño y al otro lado del baño, otra escalera.

Decido acercarme a la ventana, y mientra lo hago, cuento el número de puertas que allí se encuentran: 3 a un lado y 3 al otro. Y al llegar al final, noto en el suelo, bajo la última puerta a la derecha, una nota de papel, con algo escrito.

«Espero que te guste tu nueva habitación».

La letra es la misma que la de la primera nota en el desayuno, así que entre eso y el mensaje, doy por hecho que se trata de "mi habitación". Al entrar ahí dentro, encuentro una habitación muy grande, con una cama de matrimonio y una terraza que conduce al jardín.

Desde ahí, veo con exactitud como es el jardín: grande, bien decorado y con un número incontable de plantas preciosas y bien cuidadas. También hay una zona de barbacoa con mesas y sillas, pero también un asiento enorme que hace de columpio, colgada de un árbol. Pero a parte de todo eso también noto algo más que no tiene nada que ver con la decoración: Y es que todo el jardín está vallado con paneles de madera, haciendo ver imposible mi forma de escapar de allí.

"Esto parece más serio de lo que creía". Pienso de nuevo.

Suspiro y me echo de espaldas sobre la cama, donde me quedo pensando de nuevo en lo enrevesado que es todo esto, en las posibilidades que siguen quedándome de que sea una broma y en que tal vez, todo forme parte de un sueño retorcido y que mi subconsciente, me está jugando una mala pasada.

No sé cuanto tiempo ha pasado exactamente, cuando alguien toca a la puerta de la habitación, haciéndome notar el reloj sobre la mesa de noche, que me hace darme cuenta de que he perdido la noción del tiempo y que llevo dos horas tirado en esa cama, dándole vueltas a la cabeza, mirando el techo.

—¿Señor Nathan? —Una voz femenina, habla detrás de la puerta—. La comida está lista y le están esperando abajo.

Al salir de la habitación, me encuentro con una muchacha con una coleta, cejas pobladas y sonrisa graciosa.

—Buenas, Señor Nathan. —Me sonríe—. Yo soy Vicky.

—Encantado. —Le devuelvo la sonrisa, algo incómodo.

—Igualmente. Venga por aquí, vamos a la cocina.

Ella me hace un gesto con su mano de que la siga, y eso es lo que hago.

Nos acercamos a las otras escaleras que se encuentran al lado del baño al principio del pasillo y al bajarlas, veo que conducen a otra parte de la casa, donde se encuentra la puerta de entrada, la cocina (la cual también lleva a una parte del jardín y a una alacena), otro baño y una puerta que se supone que da a un despacho, pero que se encuentra cerrada y tiene una cerradura.

Después de hacerme el recorrido por esa parte de la casa, Vicky me deja en la puerta de la cocina y se marcha a seguir con sus cosas. 

Antes de entrar allí, asomo mi cabeza por la puerta, asustado de pensar que tal vez tenga que enfrentar a más gente extraña y desconocida. Pero por suerte para mi, solo veo a Jade sentada en la mesa de la cocina, riéndose de algo que ha dicho Ryan, quien esta sentado a su lado y parece notar mi presencia.

—Nathan. —Me llama y me hace un gesto para que entre.

—Buenas tardes, supongo. 

—Igualmente, Nathan. ¿Cómo ha ido la mañana? —Me pregunta Jade—. ¿Has escrito ya algo en tu diario?

—¿Mi diario? —pregunto, con confusión.

—Por supuesto. El diario que tenías que haber recogido al despertarte esta mañana, es para que te desahogues y cuentes como te sientes, en cada momento de frustración o de agobio. 

—Pensaba que los secuestradores, no se preocupaban por la salud mental de sus víctimas.

—¿Acaso te consideras una víctima? —Ryan bufa—. Pero si deberías estar dando saltos de alegría, por haber salido de esa rutina aburrida que tenías.

—Considéralo unas vacaciones. —Jade se encoge de hombros.

Está claro que esos dos tienen mucha complicidad, porque no dejan de apoyarse mutuamente, en cada cosa que dicen. Y eso es algo que me hace ver, que tal vez, no todo lo que me contaron es mentira. Aunque ya me parecía que una conexión como la que se vi entre ellos en el avión, es imposible que sea solo puro fingimiento. 

—¿Vais a contarme la verdad? —pregunto, cuando decido sentarme frente a ellos.

—Espera un poco, hombre. Tenemos que esperar a que venga Evan. Porque supongo que entiendes que él ha sido parte fundamental de lo que tú consideras "un plan maquiavelico de secuestro". —Hace comillas en eso último y se ríe.

Jade le mira, sonriendo y esta vez, decide hablar ella.

—A ver, Nathan. Sabemos que estás un poco frustrado y es normal. 

—No todos los días se entera uno de que está secuestrado. —Ryan dice de forma tan natural, que incluso parece normal lo que está diciendo—. A ver, se que te puede sonar un poco raro lo del secuestro, porque no estas en un zulo, muerto de hambre y sed, con la ropa hecha trizas, sin tener contacto con el exterior, nada más que para ser torturado y deseando estar muer... 

Jade le pone la mano en el hombro y le interrumpe, antes de que acabe.

—Ryan ya. Cariño ya está, creo que ha quedado claro. 

—Perdón, me he emocionado. —Carraspea y yo los miro con el ceño fruncido. —Bueno tengo hambre, ¿No tenéis hambre? 

Yo le ignoro y vuelvo a preguntar: —¿Pero vamos a ver, ¿Por qué alguien querría secuestrarme a mi?

—Es demasiado pronto para responder a eso Nathan... —Jade dice de forma cansada y yo ruedo los ojos, porque ya se lo que le sigue a eso. Algo que ya me han dicho los dos, por separado, esa misma mañana:

—Todo a su tiempo, Nathan. —digo de forma sarcástica, a la vez, que una voz, pronuncia las mismas palabras detrás de mi. Cuando me giro, le veo de nuevo—. Evan.

—Nathan. —Él sonríe sin ni si quiera mirarme.

—¡Vaya! Parece que aquí ya están hechas las presentaciones. —Jade dice alegremente.

—No parecía estar tan claro esta mañana. —Evan responde, de forma vacilona, a la vez que se ríe y toma asiento en la silla libre a mi lado, justo en frente de Ryan. Y yo se que con eso, se refiere a las veces que le llamé Taylor, habiéndome creído el cuento de su falso nombre.

—Bueno, que comiencen las preguntas. —Jade dice, con sonrisa maliciosa. 

Y ahí, veo la oportunidad de preguntar todo lo que se me lleva pasando por la cabeza, en lo que llevamos de día.

En ningún momento me aclaran nada sobre los motivos por los que yo estoy supuestamente secuestrado, solo me cuentan como fue el plan de secuestro y también me hablan sobre ellos, para que así, no sienta que estoy viviendo con unos completos desconocidos. Aunque aún así, no puedo evitar sentir eso, porque después de todo, es lo que son: unos desconocidos y que además, me han secuestrado.

Por lo visto, todo lo que me contaron Jade y Ryan en el avión, es completamente cierto. Ellos están casados y son pareja desde los 18 años, aunque realmente, los tres se conocen desde que eran mucho más pequeños. Por eso mismo, Ryan y Evan, son mejores amigos de toda la vida.

Lo único falso, al parecer, fue lo de que "tenían una entrevista" con el tal Taylor Jhons, que existe realmente. Pero el lugar donde yo me encontré con Evan, haciéndose pasar por su supuesto hijo, solo fue un escenario, donde lo organizaron todo para atraparme. 

Y otro dato curioso, es que mi encontronazo con ellos en el avión, fue solo para convencerme de que la entrevista era real, ya que la empresa a la que se referían, (la del verdadero señor Jhons) lleva dos años cerrada y por suerte para ellos, yo no estaba al tanto de esa información y, en caso de que lo hubiera estado, se habrían encargado de hacerme creer por teléfono, que ellos eran los nuevos dueños. Por lo tanto, también fueron ellos quienes me llamaron, cuando estaba cenando con Nathaly.

Nathaly...

Llegados a esa parte de la historia, no puedo evitar acordarme de ella.

¿Qué estará pensando?

¿Estará asustada de que lleve un día entero, sin dar señales de vida?

¿Me estará echando de menos?

Y con eso, llego a pensar en mis padre y mis hermanos y con ellos, me atormentan las mimas preguntas.

Entonces me doy cuenta de que no ha pasado tanto tiempo, y que puede que para ellos, todo siga como si nada. Pero normalmente, yo no suelo viajar incomunicado y ya hace muchas horas que no hablo con ninguno de ellos. Así que, tal vez no estén alarmados, pero puede que si un poco preocupados.

Durante el resto de la comida, decido dejar de hacer preguntas, cuando me doy cuenta de que no están dispuestos a responder nada más.

Entonces, decido analizar la situación, para ver si lo que me han contado, es cien por cien real.

Por las veces que Ryan habla, intuyo que es muy serio con el tema de su trabajo y le dedicaba mucho tiempo, tal y como Jade me dijo. Pero trabajo aparte, es una persona divertida que intenta hacer reír a los demás a cada momento, nada más encuentra la oportunidad. 

Por su parte, Evan no habla mucho. Tal vez no quiere que un desconocido sepa nada más sobre su vida, cosa que se entiende. Pero si algo tengo claro, es que es muy buen actor, ya que en el papel que hizo cuando me iba a "entrevistar", antes de que me desmayara, tenía que dar una imagen de seriedad, que viéndolo ahora, no encontraba por ningún lado. Básicamente, porque aunque hablaba poco, no paraba de reírse a cada momento de las cosas que decía Ryan, y además tenía una risa bastante contagiosa.

Y después estaba Jade, la cual, a pesar de haber sido bastante cordial conmigo en todo momento, a veces me miraba de forma extraña y me daba la sensación, de que no estaba del todo cómoda con mi presencia en su casa.

Cuando terminamos de comer, el primero en levantarse es Ryan. Antes de irse, comenta que tiene que terminar un proyecto y no quiere quedarse hasta la madrugada, para que Jade no le regañe. Ella se ríe ante eso y Evan le propone hacerle compañía a Ryan, para darle conversación y que así, no se le haga tan pesado el trabajo.

Eso y sus charlas durante la comida, me hacen ver, que efectivamente son muy buenos amigos.

—Bueno, yo me voy también, tengo que revisar algunos expedientes. —dice Jade un poco seria.

—¿Vas al despacho? —Le preguntó Evan.

—Sí, claro. Así tengo controlado que Ryan no trabaje demasiado. 

—Genial, dale un par de collejas de mi parte, si es necesario. —bromea él, haciendo que Jade niegue con la cabeza riendo y salga de la cocina.

—Tengo una pregunta más. —digo, cuando me quedo a solas con Evan.

—Señor, dame fuerzas. —Él rueda los ojos, pero yo le ignoro.

—¿Cómo se supone que había tanta gente, trabajando en aquel lugar donde me engañasteis y me drogasteis para traerme aquí? Parecía todo demasiado real.

—Los actores suelen hacer bien su trabajo, sino, no serían actores. —Evan parece quedare pensativo un momento—. Por cierto, creo que tengo que pedirte perdón.

—¿Por qué? —Alzo una ceja—. ¿Por secuestrarme? Creo que ya era hora.

—No es por eso. Es más bien porque me pasé un poco con el calmante que te eché en el café y después en el agua. Debe ser por eso que dormiste más de lo previsto. —Evan frunce la nariz, haciendo un gesto pensativo—. Aunque en realidad, eso nos sirvió para traer todas tus cosas desde San Francisco y meterte en el avión hasta aquí sin que fueras una molestia... así que pensándolo mejor, no, creo que no lo siento.

Esta vez es mi turno de suspirar y niego con la cabeza.

"Espera un momento..."

Si se supone que tuvieron que traerme en avión, mientras estaba dormido, eso quiere decir que no estamos en Nueva York.

Pero si no estamos tampoco en San Francisco...

—¿Dónde demonios se supone que estamos? —pregunto, algo alterado.

—En una casa preciosa. —responde él, tratando de bromear.

—Me refiero a que lugar del mundo estamos. ¿Seguimos en Estados Unidos o acaso habéis decidido sacarme del país, para que nadie me encuentre?

—No te hace falta vivir en un país como ese, Nathan... —comenta, a la vez que bebe de la taza de café que se acaba de servir.

—¿Entonces estamos en otro país? ¿En cual? ¿Y por qué no queréis que me encuentren? ¿A caso vais a pedir un dinero por mi rescate?

—Y vuelven las preguntas incordiantes. ¿Tú no te cansas?

—¿Y tú no te cansas de no responder a nada?

—No es mi culpa que estés aquí, Nathan. Tal vez algunas personas de tu al rededor, deberían haber hecho mejor las cosas en su pasado. —Él habla sin más, y luego abre los ojos más de lo normal, al darse cuenta de que ha hablado, más de lo que debía. 

Y esa respuesta me deja en shock.

¿A qué se refiere con eso?

¿Quién ha hecho las cosas tan mal, como para lograr que yo me encuentre hoy en una situación como esta?

Mis dudas empiezan a llenar mi cabeza y comienzan a atormentarme en décimas de segundos.

—Quiero decir... —Evan carraspea al hablar de nuevo, tratando de cambiar el rumbo de la conversación para hacerme olvidar eso que acaba de decir—. Que cada vez que te pongas así, voy a proceder a ignorarte. —sonríe falsamente y le da un último sorbo al café, antes de salir de allí.

Pero yo le sigo, hasta acabar en la sala de estar repleta de libros, que además tiene una televisión en mitad de dos estanterías.

—No vas a dejarme en paz, ¿verdad? —suspira con cansancio y se deja caer en el sofá, justo en frente de la televisión.

Después de haber metido la pata, siento que está más incómodo que antes, así que trato de darle conversación, para ver si así se le escapa algo más.

—Bueno, si se supone que voy a "vivir" aquí, tendréis que enseñarme como funcionan las cosas en esta casa. 

—No hay nada que enseñarte, las cosas funcionan así, tal y como has visto hasta ahora. 

—Oye. —Llamo su atención y él me mira. 

Al darme cuenta en la comida, de que no le gusta mucho hablar de si mismo, decido presionarle un poco, para ver si se ofusca de nuevo y eso le lleva a cometer otro error.

—Tú vives aquí, ¿no?

—Sí, claro. —Me mira con confusión.

—Entonces, si Jade y Ryan están casados y tú vives con ellos aquí...

—¿A dónde quieres ir a parar, Nathan? —Me mira de nuevo con agotamiento.

—¿Hay alguien más a quien tenga que conocer?

—Sí estás preguntando que si estoy casado, la respuesta es no. No lo estoy, ni lo estaré. —Su tono de voz cambia, volviéndose más frío—. ¿Responde eso a tu pregunta? 

—Sí, responde a mi pregunta. Y lo siento, no quería hacerte sentir incomodo. —Miento, porque esta vez, es justo eso lo que estoy buscando.

—No estoy incomodo, será cosa tuya. —Intenta fingir que todo esta bien.

—¿Entonces no tienes novia, ni novio, ni nada? —Vuelvo a preguntar.

Porque aunque para mi, esto solo forma parte de una estrategia, que ni si quiera estoy seguro de que resulte bien, se que él está incómodo con este tema y eso me da curiosidad y hace que me pregunte:

"¿Qué sera lo que le habrá pasado en el amor, para reaccionar de esa manera, ante preguntas tan simples?"

—No es asunto tuyo. —responde cortante y con eso, me queda confirmado que hablar sobre este asunto, le molesta.

O puede que me este metiendo donde nadie me llama.

Aún así, decido dejarlo estar, para no incomodarlo más, porque pienso que tal vez esta con alguien que le estaba siendo infiel o cualquier cosa por el estilo y no quiero presionar más, ya que siento que no me conviene llevarme mal con ninguno de ellos.

Ya encontraré otra forma de pinchar a Evan, para ver si soy capaz de sonsacarle...

—Lo siento. —digo finalmente.

—No te preocupes. —Susurra él, mirando sus manos, jugando nerviosamente sobre su regazo.

Y siento que he metido la pata hasta el fondo, así que decido salir de ahí y dejarle a solas con sus pensamientos, los cuales yo mismo he removido.

Salgo al gran salón de la casa y me dirijo a donde dejé el diario por la mañana.

Lo agarro y le echo un vistazo.

Entonces, noto que es de cuero y tiene grabado mi nombre.

Me sigo preguntando a mi mismo, porque unos secuestradores se tomarían tantas molestias de tratar así de "bien" a su víctima, y eso de "Todo a su tiempo, Nathan" es algo que me estaba empezando a desesperar.

Y pensar que solo llevo un día aquí...

A pesar de todo, me doy cuenta de que realmente, estoy más tranquilo de lo que cualquiera podría estarlo en una situación así y agradezco a mi capacidad psicológica de ser capaz de sobrellevar inconvenientes de la mejor manera...

Aunque presiento que el hecho de que los supuestos secuestradores no sean personas que parezcan agresivas o violentas y de alguna forma me quieran hacer ver que todo esto es una especie de vacaciones, tiene mucho que ver en eso. Aún así, siento que no puedo bajar la guardia en ningún momento porque una situación tan extraña como esta, tal vez, pueda cambiar las tornas en cualquier momento. En mi mente, nadie secuestra a nadie por secuestrar, sin motivos ocultos.

Pero, ¿Qué será entonces lo que ocultan ellos?

Sin contar el estrés que siento cada vez que busco formas de contactar con mi familia para que no se preocupe, lo único que me tiene como loco, es la impaciencia por encontrar respuestas. Así que después de pasar de nuevo por mi habitación para dejar el diario, decido investigar toda la casa.

Tal vez, solo así sea capaz de encontrar las repuestas que estoy buscando.

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