Capítulo 12.
NATHAN.
«Faltan tan solo 3 días para el cumpleaños de Nathaly y estoy desesperado. Durante toda la semana he estado llamado a su apartamento todos los días a la misma hora (básicamente, cuando ni Jade, ni Ryan, ni Evan están en casa), pero está claro que es inútil seguir intentándolo, porque es obvio que Nathaly tampoco está a esa hora en otro lugar que no sea el trabajo.
Pero eso no quiere decir que vaya a dejar de intentarlo.
Sé que si alguno de ellos se entera de que estoy intentando volver ponerme en contacto con Nath, podría caerme una buena, pero también sé que, en caso de que no logre hablar con ella antes de que llegue el día de su cumpleaños, mi siguiente plan es más descabellado, porque como ya he dicho: estoy desesperado.
¿Qué en qué consiste ese próximo plan? Bueno, como ya he dejado por escrito en alguna que otra ocasión; Evan sale todas las mañanas con su coche. Por lo que el plan no es otro que, intentar esconderme en la parte trasera del mismo, el día antes del cumpleaños de Nathaly, de forma que podría conseguir escabullirme en una de las paradas que Evan tenga que hacer, en su recorrido matutino habitual.
Puede que sea una locura el simple hecho de intentarlo, pero en caso de que salga bien, habré conseguido lo que más quiero en el mundo en este momento: estar con Nathaly de nuevo y lo más importante, de vuelta el día de su cumpleaños.
No sé que pasaría en caso de que llegara a conseguirlo. No sé si Jade, Ryan o Evan volverían a por mí. Tampoco sé que pasaría en caso de que me pillaran antes de escapar. Pero si sé que pienso correr todos los riesgos que sean necesarios».
Dejo de escribir y dirijo mi vista al frente, donde puedo ver mi reflejo en la ventana, mirándome, convencido de que esto es lo correcto.
Me doy cuenta de la hora y veo que es más tarde de la hora a la que Vicky suele llamarme para desayunar. Cuando me visto y bajo, la encuentro sentada en la mesa de la cocina, con la cabeza baja y una mano sobre su frente.
—¿Vicky? —No dudo en acercarme a ella lo más rápido posible—. ¿Estás bien?
—¿Qué? —Ella levanta la cabeza—. Oh, Nathan. No te preocupes. Solo me duele un poco la cabeza.
—Supongo que eso explica que no me hayas llamado. Ya se me hace un poco raro no escuchar tu voz detrás de la puerta cada mañana.
—Lo siento mucho por eso. Llevo unos días un poco enferma y la señora me ha recomendado descansar durante más horas.
—¿Estás enferma? ¿Necesitas algo? Te puedo preparar alguna infusión o algo para comer...
—No es necesario. Muchas gracias. —Ella me sonríe—. ¿Tú quieres comer algo?
—Puedo prepararme yo mismo lo que sea. Tú quédate aquí, tranquila.
Paso a la encimera a coger pan para las tostadas y lo meto dentro de la tostadora. Luego apoyo mi espalda contra la encimera y Vicky se gira para mirarme.
—¿Los demás se han ido ya? —pregunto.
—No —niega—. Evan está durmiendo todavía. Si no se le despierta, podría quedarse en la cama todo el día.
—¿Quieres que vaya a llamarle yo?
—No creo que sea necesario. No tiene precisamente buen humor por las mañanas y no queremos que lo pague contigo.
—Sí... —asiento—. En eso tienes razón —afirmo y me acerco a la nevera para agarrar leche fresca y servirla en un vaso—. Hablando de Evan... —Aprovecho para indagar—. He visto que os lleváis... muy bien.
Las mejillas de Vicky no tardan mucho en tomar un tono más rojizo y se queda algo cortada.
—Bueno, yo, eh... Me llevo con él, al igual que con todos en esta casa...
—¿Estás segura de que no hay algo más entre vosotros?
—¿Algo como qué? —Ella ladea la cabeza.
—Algo... ¿Algo sentimental?
—¿Sentimental? —La expresión de Vicky emana nerviosismo—. ¿A qué te refieres con eso?
—Oh, Vicky, no tienes que fingir conmigo —susurro—. No ha sido muy difícil para mí darme cuenta de que hay algo entre vosotros. Pero no te preocupes, yo no se lo voy a decir a nadie.
Vicky me mira por un momento, desconcertada.
—¿Me estás hablando en serio, Nathan?
—Por supuesto. Vuestro secreto está a salvo conmigo.
Ella se ríe.
—Nathan, creo que estás... confundido. Entre Evan y yo no hay ningún tipo de «relación sentimental».
—Vamos, Vicky, ya te he dicho que no hace falta que finjas. Yo te voy a guardar el secreto.
—Pero es que no estoy fingiendo. Te digo la verdad verdad; jamás ha pasado algo entre Evan y yo.
—¿Cómo que no? —Esta vez el que está confundido soy yo—. Entonces, ¿por qué te has puesto tan nerviosa cuando he sacado la conversación?
—Yo... yo... —ella suspira—. Es verdad que llevo mucho tiempo sintiendo algo por Evan... pensaba que era a eso a lo que te referías.
Yo me quedo desconcertado, porque en mi cabeza estaba convencido de que había visto suficientes señales de que ellos dos estaban juntos...
—Eso explica las miraditas que te he visto echarle de vez en cuando, pero no explica por qué él sonríe cada vez que lo nota. ¿Estás segura de que no siente nada por ti?
Vicky rueda los ojos.
—A él, como a cualquiera, simplemente le gusta gustar. Es algo muy común, Nathan. Pero no le gusto yo. Me temo que —suspira de nuevo y susurra—, él ya está enamorado de alguien, ¿sabes?Su corazón está ocupado. Pero yo no soy la responsable.
—¿Y eso cómo lo sabes? —pregunto, tratando de animarla haciéndola ver que no tiene porqué haber alguien más. Pero después recuerdo como días atrás escuché que estaba con alguien en su habitación y recapacito, dándome cuenta de que Vicky tiene razón.
—Lo sé...
—Pero espera —digo con el ceño fruncido—. Todavía hay un par de cosas que no me cuadran.¿Qué hay de esa frase que dijiste? Sí... esa de que, «a algunas personas se les conquista por el estómago»?
Vicky ríe de nuevo.
—Eso es solo una forma de hablar, Nathan.
—¿Y la marca de tu cuello? Ese morado parece...
—Oh —me interrumpe y posa su mano sobre su cuello—, esto es una picadura de abeja. Soy alérgica, y de hecho es por eso por lo que llevo estos días sin encontrarme del todo bien.
Hiciste bien en no hacerte detective, Nathan. Está claro que esto no es lo tuyo.
Ahora sí que todo tiene sentido.
—Mierda... —murmuro y me llevo las manos a la cabeza—. Lo siento mucho, Vicky.
—¿Qué sientes?
—Todo. Haberme metido donde nadie me llamaba. Haber llegado a conclusiones precipitadas y haberte recordado eso de que...
—¿Lo de que Evan esté enamorado de otra? —Ella me sonríe de boca cerrada—. No te preocupes, ya lo tengo más que asimilado.
—Lo siento... —susurro de nuevo.
—No lo hagas. —Se levanta de la silla—. Me voy a descansar un rato. Si necesitas cualquier cosa, no dudes en llamarme.
Vicky sale de la cocina y yo me siento mal por haberle hecho ese interrogatorio y posiblemente haberla hecho sentir peor de lo que ya lo estaba por la picadura de la maldita abeja.
¡Estúpido, Nathan!
Esta es la última vez que intento hacer de detective.
Cuando termino de desayunar, decido hacer un nuevo intento. He estado toda la noche intentando recordar el número de teléfono de la secretaria de la jefa de Nathaly para así poder conseguir ponerme en contacto con ella. El desayuno me sirve de máxima concentración y por fin, decido recordar la última cifra.
Estoy convencido de que hoy será el día en el que por fin podré hablar con ella; convencerla de que no la he olvidado y disculparme por no poder estar en su cumpleaños. Ya me encargaré de improvisar más motivos por los que no puedo llegar, ahora lo importante, es lograr el objetivo.
Pero una vez que estoy de vuelta arriba, un nuevo problema se me cruza en el camino.
—¿Qué hora es? —dice un despeinado y adormilado Evan saliendo de su habitación con cara de cansancio. Él se frota un ojo mientras mantiene el otro entrecerrado y su camisa negra aún está medio desabotonada.
—No tengo ni idea —le respondo, indiferente. Aunque por dentro le estoy maldiciendo por frustrarme los planes. ¿No decía Vicky que si no se le despertaba podía pasar todo el día durmiendo?
—¿A dónde se supone que vas?
—A... —Vamos Nathan, piensa, piensa—. Voy a... coger un libro de mi habitación para leerlo tranquilamente en el jardín.
Esa ha sido buena. O eso creo. ¿He sonado convincente?
—Entiendo —responde él sin más y termina de colocar los botones de su camisa—. En realidad no me interesa. Voy a desayunar —dice para pasar por mi lado y continuar por el pasillo.
—Vicky está enferma —le informo, haciendo que se de media vuelta para mirarme de lado—. Tendrás que hacerte tú mismo el desayuno.
—No tengo problema con eso.
—Lo sé —respondo y él me mira confundido. Supongo que no tiene ni idea de a dónde quiero llegar y ni si quiera yo mismo sé lo que pretendo—. ¿Es que no piensas ir a ver como se encuentra?
—¿Por qué piensas que ella querría que invada su espacio de privacidad?
—Porque le gustas. —Evan bufa—. Y me temo que tú eso lo sabes.
Evan no dice nada y su cara no parece tener mucha expresión.
—¿No piensas decir nada?
—No sé qué quieres que diga.
Yo suspiro y ruedo los ojos.
—Será mejor que dejemos el tema —digo, dándome media vuelta para dirigirme a mi habitación—. No vamos a llegar a nada... —me susurro a mí mismo.
—Sí —suelta él—. Mejor deja de intentar arreglar situaciones de las que no tienes ni idea.
Entonces me paro en seco.
¿Qué ha querido decir con eso?
Pero cuando me doy de nuevo la vuelta, Evan ya ha desaparecido por las escaleras.
Suspiro y me quedo unos minutos ahí, plantado en el pasillo vacío y silencioso. Esperando a que no aparezca nadie. Y cuando pasa un tiempo que creo suficiente, me adentro silenciosamente en la habitación de Jade y Ryan.
Pero después de un rato intentándolo, caigo en la cuenta de algo: los teléfonos de las oficinas son modernos y este es uno antiguo, ¿cómo diablos pretendo que conecte uno con el otro?
Maldita sea, está claro que todo está en mi contra. Solo puedo comunicarme con Nath con el teléfono antiguo que ella tiene conectado en su apartamento.
Lamentándome, hago lo que hace un rato le dije a Evan que pretendía: agarro un libro y me dirijo al jardín con la esperanza de olvidar lo estúpido que soy y la situación tan injusta en la que me siento. Pero cuando paso por al lado del despacho escucho unas voces provenientes de dentro. Evan ya no está en la cocina, por lo que doy por hecho que ha salido. Sin embargo, hay personas en el despacho y aprovecho que la puerta tiene un hueco por el que poder observar para asomarme por ahí. Es entonces cuando veo a Jade y Ryan. Él está sentado en el escritorio, escribiendo algo con concentración y ella solo lo observa con la cabeza apoyada sobre su hombro y una sonrisa un tanto perversa.
¿Qué estarán tramando esos dos?
¿Y por qué cada vez que los veo juntos me da la sensación de que están pensando maldades?
—Ya está... —dice Ryan cuando termina de escribir. Entonces suelta un suspiro dramático que hace reír a Jade—. Este será nuestro próximo mensaje.
—Me encanta ese tono siniestro que guarda —dice mordiéndose el labio inferior.
—Lo sé. —Ryan suelta una carcajada—. ¿Cuándo vas a mandarla?
—Cuando vea la oportunidad. Tal vez primero debamos esperar a que sufran un poco más.
—Oh, ya lo entiendo. Quieres que se torturen a sí mismos por un tiempo con miles de pensamientos sobre los terribles destinos que ha podido estar sufriendo su hijo, ¿no es así?
Jade le mira y él atrapa su mirada rápidamente.
Pasa un segundo y luego ella contesta:
—Tú me entiendes mejor que nadie.
Ryan sonríe de forma tierna y asiente con su cabeza.
—Aunque ¿quién sabe? A lo mejor me da por enviarla mañana. —Ella se encoge de hombros—. No tenemos nada que temer.
—Sabemos perfectamente que todos los puntos que contamos en la carta son inciertos. Y en caso de que les de por buscar culpables, aquí no nos encontrarían jamás.
—Exacto —dice ella, agarrando la carta de las manos de Ryan y guardándola en un sobre—. Ahora me voy a trabajar. ¿Nos vemos luego?
Ryan sonríe de nuevo y se levanta para besarla.
Yo me aparto lo más rápido que puedo de la puerta y corro rápidamente en dirección al jardín antes de que puedan pillarme ahí.
Y me doy cuenta de las cosas que he sacado en claro de esa conversación: por algún extraño motivo que desconozco, quieren enviar una carta a mis padres contando mentiras que les haga pensar que lo estoy pasando fatal con el objetivo de hacerles sufrir. Y esto solo me trae de vuelta al principio; a cuando Evan comentó que las personas de mi alrededor no hicieron las cosas bien en el pasado.
¿Se refería a ellos?
¿Qué mal han podido hacer mis padres en esta vida para que secuestren a su hijo y les quieran hacer sufrir de la peor manera?
No tengo ni la más mínima idea de nada, pero después de todo, no estoy seguro de si quiero quedarme aquí para descubrirlo. Y si al final consigo escapar, tal vez ellos puedan darme todas las respuestas que estoy buscando.
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