Capítulo 32.
Louis llegó a su departamento con unas ganas de golpearse la cabeza contra la pared por ser tan imbécil.
Pudo haberlo besado, pudo haberlo hecho a pesar de que sonara una puta alarma.
Y había desperdiciado el momento. Era un completo idiota.
Suspiró, necesitaba desahogarse y escribir algo en aquella libreta inservible. Aventó su mochila al sofá y hurgó en ella, buscando la libreta de pasta de cuero.
No la encontró. Suspiró de nuevo, seguramente se había ido hasta abajo.
Le tomaría tiempo encontrarla, su mochila era un asco, era peor que su habitación.
Comenzó a alterarse cuando no la encontró, maldijo una y mil veces hasta que por fin decidió volcar la mochila y tirar su contenido al tapete.
Sándwiches podridos, plumas rotas, tinta por todos lados, papeles, galletas, un cono de helado.
Esperen, ¿ese era un brassiere rosa?
''Llámame; 811462358 Samantha x.'' decía la etiqueta.
''Esa puta...'' gruñó Louis, aventando el brassiere lejos de él, jurándose que lo quemaría más tarde.
Rebuscó y rebuscó. No lo encontró.
''Me lleva la chingada'' gritó, preso del pánico.
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