Capítulo.- 22

Jamás me habia sentido de esta manera...

Me sentía muerta... Tan muerta.

Que ahora podría decir que me costaría respirar, me costaría el moverme, el poder hablar y sobre todo, el confiar en las personas.

Me costaba mucho darme cuenta de cuánto daño me habia hecho Harry, me lastimaba tanto el recordar tantas veces que le suplique porque dejara de hacerme daño que parecía no importarle lo que sintiera.

Estaba temblando en todo ese tiempo que me obligo a tener sexo con él, estuve llorando todo el tiempo y pensando en cosas que me llevaran a otro sitio que no fuera este, pero no... Todo me traía aquí al auto, bajo su cuerpo, mientras me violaba.

Deje de suplicarle cuando me di cuenta que no valía más la pena, deje de decirle que me lastimaba cuando el dolor me lo guardaba para mí misma y no pretendía compartirlo con nadie más.

Me dolía tanto pensar que Harry, habia sido un chico con el cual esperaba llevarme bien, tener una buena amistad... pero siempre supe que me equivoque con él por el simple hecho de que jamás fui de su agrado.

Fue hipocresía, fue un sentimiento tan ajeno a la amistad... pero, viéndolo bien... quedo descartada de todo esto y solo pienso en que le hizo esto a su mejor amigo.

Es lo que pienso, es lo que me lastima... es lo que me lleva a pesar en que mi vida se resume en una puta mierda... Una puta mierda como yo.



Con lágrimas aun cayendo de mí, con ese llanto entrecortado y el nudo en la garganta completamente roto es como me encuentro mientras bajaba de manera moderada la falda escolar. Mi cuerpo seguía en una capa de temblores, seguía en una maldita necesidad de querer derrumbarse bajo los brazos de alguien, que me abrazara, que me hiciera sacar todo el coraje y todo el dolor que he sentido ahora.

Me abrazo a mí misma cuando termino de bajar la falda, con la mirada baja y con las lágrimas cayendo desde mis lagrimales. Empuño mis ojos y mis manos contra mis brazos desnudos mientras que mi cabello cubría la mitad de mi rostro.

¿Por qué, Harry? ─apenas si logro articular mi pregunta atreviéndome a mirarlo, no hay nada más que la serenidad en su mirada, no hay nada más que calma por su parte.

Es como si no le preocupara que haya terminado en mí...

Tomó el suéter negro que seguía en donde él lo habia colocado arrojándolo hacia mi rostro con fuerza. Al quitármelo, su mano derecha tomo con fuerza mi mentón sintiendo sus dedos aferrarse a la carne frágil de mi rostro, mi llanto escapaba, mi llanto no hacía nada más que alterarlo a él y eso lo sabía por la forma tan brusca de tomarme.

─ ¿Ahora me echaras en cara que no lo disfrutaste? ─cierro los ojos─ es lo que hace las putas como tú, Abbout.

─Le has dado a tu amigo, a tu mejor amigo por la espalda, Harry...

─Pues más te vale que no digas nada, Diana... porque aquí entre nos, me atrevería a contradecirte en todo... creo que le creería más al mejor amigo que a la tipa que saco de un prostíbulo ─lo mire directamente a los ojos antes de sentir como me soltaba empujándome un poco con la misma fuerza aplicada─. Y ya cállate.

─...

Y solo lo miraba... miraba a ese hombre que estaba más que cegado por la codicia... esa codicia de poseer todo aquello que Michael tiene ahora, el amor, el dinero que ha ido generando a base de bienes por sus ventas en el muelle, esa maldita codicia de querer siempre lo que Michael tiene.

Coloco mi suéter, repitiendo sus líneas en mi mente, sé que sería capaz de contradecirme si algo llegara a salir de mi boca, sé que Harry se atrevería a llevarme la contraria en todo momento y que Michael preferiría creerle a él antes que a mi...

Porque como bien lo dijo Harry; Michael me saco de un prostíbulo y ahora... conoce mi pasado.











***







Cuando llegamos a los apartamentos, no me importo en lo absoluto que estuviera lloviendo a cantaros, que no haya abrochado mi suéter... Baje del auto dedicándome a abrir la puerta trasera para tomar mis libros e irme casi corriendo hacia las escaleras de aquel edificio.

Nunca habia corrido con tanta desesperación en mi vida, nunca habia deseado llegar hasta la puerta y tocar, y ver a Michael, porque al verlo sabía que al menos estaría segura... Aunque no me hablara, siempre me sentía segura con su sola presencia.

Harry, llega hasta mí y solo para lanzarme una mirada amenazadora, bajo la mirada cuando el coloca la llave en el cerrojo y abre la puerta en un silencio demasiado tenso.

Nuestras miradas chocan con aquellas de esos hombres... Noto la preocupación en el rostro de Michael, me las arreglo para sonreír y comenzar a adentrarme al pasillo escuchado la puerta ser cerrada más la voz de Michael dirigirse a Harry.

Cierro la puerta y arrojo los libros a la cama, uno de ellos cae al piso, azul y pasta gruesa. Camino hasta él y me agacho para tomarlo, me dedico a sentarme sobre la cama guardando toda la compostura posible, no quiero llorar ahora... No ahora que hay personas aquí y sé que montaría un espectáculo si me vieran llorar.

Golpes en la puerta me hacen llevar la mirada al suelo, un punto en específico donde habia una pequeña mancha de suciedad, por el rabillo del ojo veo que se trata de Michael, recargado en el marco de la puerta con su mirada en mí, con todos sus sentidos puestos en mí.

Cuando escucho que cierra la puerta trago saliva con dureza, tomo con más fuerza el libro y por último, suspiro cuando se sienta a mi lado. Tengo miedo... y no sé porque de él, cuando la persona que me violo actuara como si nada hubiera pasado entre ambos.

¿Paso algo, Di? ─su pregunta es tan normal, es un tono de voz nada exaltado, nada molesto... niego un par de veces antes de abrir mis ojos y mirarlo.

─Estoy cansada... Me duele la cabeza ─digo lo más normal que puedo.

¿Quieres que te traiga una pastilla? ─su voz... su voz es tan preocupante de un momento a otro, que me duele hablarle de una manera normal, de una manera seca... Me duele que me vea de la manera que hace cuando yo no puedo mirarlo igual ahora.

─Quiero dormir ─sueno determinante─ solo eso... ¿Podrías dejarme?

Diana

─Solo quiero dormir Michael... solo eso, por favor... sal y déjame dormir por favor.

De acuerdo. Bien, descasa Di.

Se levantó de la cama, lo seguí con la mirada hasta el punto en que se colocó frente a mí, llevando una de sus manos a mi mejilla para brindarme caricias, mismas caricias que rechace y solo, porque no quería tumbarme a llorar como la estúpida que no se sabe defender...

Y el dolor de su mirada, me dijo cuanto le habia dolido mi rechazo, su mirada me dijo lo arrepentido que estaba de haber brindado aquellas caricias a mi mejilla, así tal cual, todos aquellos problemas que ahora más que nada dudaba que tendrían una solución.

Michael... Lo siento tanto.










***









Días después

He terminado de cepillar mi cabello disponiéndome a colocar el cepillo azul sobre el mueble de madera, mi mirada sigue fija en el espejo que está colgado en la pared, rectangular y de un buen tamaño para poder apreciarme mejor... pero una vez más el aprecio por mi persona se desvanece.

Bajo la mirada al piso observando mis zapatos escolares sin ninguna mancha de suciedad, paso mis manos por la falda con la esperanza de que ciertas arrugas poco notarias desaparezcan, giro sobre mis talones tomando el morral de mi cama pasándolo por mi espalda, tiempo después salgo de la habitación en completo silencio.

Cuando llego al final del pasillo, no miro a la sala, ni siquiera a la cocina en donde sé que estan ambos hombres desayunando, solamente abro la puerta que da con la calle y salgo de inmediato cerrandola de un portazo.

Me dedico a bajar las escaleras de manera inmediata, casi corriendo, era como si alguien me estuviera siguiendo... y confirmo, que Michael me estaba siguiendo y lo supe por sus llamados constantes.

¿Hace cuánto que no cruzo palabras con él? ¿Hace cuánto que no hablo con alguien?

Dejo de caminar cuando su mano se envuelve alrededor de mi brazo, cuando hace que me acerque más a él de manera lenta y pausada. Un suspiro se me escapa cuando me hace girar hacia él para encararlo, sin embargo, me atrevo a despistar la mirada hacia un auto que se ha estacionado frente a uno de los apartamentos.

─ ¿No piensas desayunar algo? ─su voz es tan baja que es como si estuviera triste, no digo nada, me cruzo de brazos aun mirando el auto y las personas que han bajado, Andrew Banner y Charlotte estan aquí.

Michael me suelta de apoco tras ver de reojo lo que estaba pasando con aquellas dos personas que comenzaban a caminar hacia nosotros, por otro lado, él no dejaba de mirarme, no dejaba de recorrerme con esa cálida mirada.

Mi atención se va hacia el piso cuando Andrew palmea con un poco de fuerza la espalda de Michael, una sonrisa se le escapa a Charlotte por el saludo de Andrew, sin embargo a Michael no le causa ni la más ligera gracia o alegría de tenerlos aquí.

─ ¿Ibas a dejarla irse sola? ─Banner pregunta, sin embargo ni Michael ni mucho menos yo respondemos─. Puedo llevarla si lo deseas.

─Yo la llevare, Andrew ─por fin responde─. Es solo que la detuve para saber si desayunaría algo.

─ ¿Qué no desayunaras, Walker? ─Andrew pregunta y niego sin siquiera mirarlo─. Mierda, mírate... estas pálida y demasiado delgada, no me sorprendería verte postrada en una puta cama muy pronto muriendo.

─Es mejor irnos, se hace tarde ─Michael habla una vez más─. Harry está arriba, volveré en unos minutos Banner.

─Tomate tú tiempo amigo ─Banner, se dio la vuelta con Charlotte sumergiéndose en una plática, misma de la cual la chica sonreía como una verdadera idiota tras escuchar a Banner.

Michael, me hizo una seña de que caminara hacia su auto, la verdad es que lo dude bastante, no quería que él me llevara, quería irme yo sola como lo he hecho desde hace algunos días.

Pero creo que para él hoy era necesario llevarme si no, Banner regresaría a lanzar su misma propuesta de llevarme y sé, que para Michael eso sería condenarme al mismo infierno una vez más.

Aunque ya no me importaría que daño me hiciera Banner, ni la sociedad en si...

Ni hablar, comencé a caminar hacia el auto de Michael aun con mis brazos cruzados y mi mirada en el piso, ya es tan poca nieve la que hay, va desapareciendo de apoco y todo gracias a los inmensos rayos del sol que hacen de la ciudad un poco más cálida.

Subo al auto y enseguida cierro la puerta, abrocho el cinturón de seguridad y me atrevo a ver por la ventanilla del auto, ignorando todo comentario que Michael piense decirme.













***










Cuando llegamos a la preparatoria, estaciona el auto justo detrás de uno de color blanco, no hay nadie adentro y caigo en cuenta que es de uno de mis profesores con el cual, reprobé la materia... si, mi primera materia reprobada y solo por no haber entregado un proyecto que valía más que mi examen...

Cuando estaba a punto de abrir la puerta, el seguro automático del auto me lo impidió, no podía abrirla, estaba encerrada dentro del auto con Michael. Escuche un suspiro pesado abandonarlo, de la misma manera un suspiro me abandono a mi así como la ansiedad y el nerviosismo que comenzaba a carcomerme de una manera antinatural.

─ ¿Puedes abrir la puerta? ─mi voz es temblorosa y baja, no obtengo respuesta por su parte así, que lentamente voy mirándolo. ─ ¿puedes abrir la puerta, por favor?

─Hace días que no cruzabas ni una palabra conmigo ─dolido y un poco distante es como responde y, de la misma manera me mira─. Incluso desconozco a la chica que vive con nosotros.

─...

─ ¿Qué pasa, Diana?

─N-no pasa nada...

─No me digas que no pasa nada, Diana... por el amor a Dios, mírate... pálida, marchita... no hay más música proveniente de ti, botaste libros a la basura, vendiste el violín.

No serbia de nada.

─ ¿Es por lo que paso entre ambos? ¿Es por eso tu cambio tan abrupto?

─...

─Diana... no pasó nada, amor te lo juro por mi vida.

─ ¿Los mensajes a Elin llegaron por si solos? ─llevo la mirada al frente─. ¿Qué hacían Charlotte y tú tan juntos hace días? Hozier me dijo lo contrario a lo que tú estipulas ─lo vi tomar su celular de su chaqueta, mismo que me ofreció─. Por Dios, no seas infantil...

─No hay nada, Diana ─mencionó un poco irritado─. No hay nada que yo le haya mandado a Elin o a Charlotte y no borre nada porque desde hace tiempo que decidí cortar comunicación con ella, Diana no te voy a negar que las dos fueron al apartamento, pero solo fueron por un jodido pedido que yo llevaría a un cliente de Charlie, el hijo de puta me llamó y me dijo que ellas dos lo llevarían... Diana, juro por mi vida que no pasó nada de lo que tanto se ha dicho.

─... No me importa lo que hagas con tu vida... ¿Puedes abrir la puerta?

─... Diana

Aparte la mirada de él llevándola a la ventanilla, observando a lo lejos a Tristan charlar con uno de sus más cercanos amigos. Sentía un nudo en la garganta, un nudo que estaba rompiéndose con cada segundo que pasaba y solo por estar aquí con él, por cruzar palabras tan secas de sentimientos que desconocía de mí, no habia más emoción al hablarle, ni al mirarlo a los ojos. La calidez apenas si era tenue porque para mí ya se estaba volviendo una mirada fría que pudo ser reconfortante por algunos días y semanas para mí.

Un suspiro cansado brota de los labios de Michael, fue entonces que el seguro automático fue desprendido y mi rapidez para abrir la puerta fue tan grande que salí casi despavorida del auto cerrando de un portazo la puerta.

No mire hacia atrás, seguía caminando hacia al frente decidida a adentrarme a la escuela y poder escurrirme entre los estudiantes para evitar chocar con Tristan y Lavanda, quienes me han estado interrogando en bastantes ocasiones para saber qué es lo que me pasa.

Si, vendí mi violín y tire algunos libros, rompí algunos poemas e historias que estaba escribiendo... Llore como nunca ese día que ambos hombres salieron, grite como nunca antes lo habia hecho por la maldita desesperación, por el jodido dolor que me estaba carcomiendo...

Me grite al espejo cuanto asco y desprecio me tenía, me llame cobarde, me llame estúpida, me llame idiota.

Me hice daño, me lastime constantemente hasta el punto en que mi mente comenzó a divagar, hasta que me mi mente me susurro algo que aún estoy procesando y sé, que si supiera disparar una maldita arma, mi cuerpo hubiese sido sepultado desde el momento en que se cumplieron dos días desde que Harry abuso de mí.

Vivo a muerte lenta... Y ellos no se dan cuenta.













***









La directora me mando a llamar...

El profesor de física cuántica me pidió que fuera a la oficina de la mujer ya que según ella quería hablar conmigo sobre temas importantes. Tuve que dejar mi asiento y salir con mis pertenencias por si no lograba alcanzar las clases e irme a la siguiente aula.

Llevo quince minutos esperando a la mujer que me dijo que volvería en unos minutos. Me ha pesado todo últimamente, las cosas me han comenzado a dar igual en cierto punto y las acciones que hago son cosa del momento.

La puerta de la oficina de la mujer se abre, escucho pasos detrás de mí pero me niego a querer ver quien acompaña a la mujer. No es hasta que veo a dos profesores y a la mujer entrar con grandes rostros de preocupación en ellos. Una cuarta persona entra, una profesora que me dedica una sonrisa cuando esta de frente al escritorio y de mí.

La profesora Raquel, Marc y Arnau estan a un costado de la directora, los tres con carpetas en sus manos y sobre todo con la emoción de hablar más presente que nunca.

─Diana, te mande a llamar porque los profesores presentes estan preocupados por ti... ─la directora suena interesada en el tema, bajo la mirada─. Y, no son los únicos que han notado cambios drásticos en tu personalidad.

─Tu nivel de participación ha disminuido, Diana ─preocupada, la profesora Raquel se dirige a mi─. Hace poco fueron los exámenes... ¿sabes que reprobaste, Diana?

─... ─no dije nada.

─Diana, mi examen no fue el único que has reprobado... tus calificaciones han bajado, tu desempeño ha bajado, te has salido de los eventos culturales y cancelaste el estar presente en el concurso de ciencia ¿ha pasado algo?

─Nada ─esbozo una sonrisa─. Yo amm... tengo muchas cosas en mente solamente...

─Diana ─Arnau habla mirándome─. Si te sucede algo podemos ayudarte.

─En verdad... no sucede nada.

─... Sayer... nos ha dicho que no hablas más con él. Que lo evitas la mayor parte del tiempo y a Lavanda, con quien comenzabas a tener una amistad simplemente la apartaste igual de ti ─Raquel suena determinante, suspiro.

─Nos preocupamos por ti, Diana ─la directora se apoya en el escritorio─. Sabes que estamos dispuestos a apoyarte.

─ ¿Apoyarme? ─la miro al preguntar─ ¿Apoyarme ahora? ¿Por qué ninguno de los cuatro aquí presentes me apoyo desde un principio en el que supieron el daño que me hacían los estudiantes aquí? ¿Por qué nadie de ustedes me apoyo cuando los dos profesores abusaron de mí hasta el maldito cansancio?

─Diana

─ ¡No traten de excusarse! ─grite─. ¡Todos lo sabían y ninguno quiso decir nada, por los putos comentarios de mierda que hacían llegar hacia mí!

─...

─ ¿Me ven lo bastante jodida ahora para comenzar a preocuparse por mí? ¡La preocupación debió hacerse presente desde que vieron el primer abuso por parte de Jakov!

─Admitimos que fue nuestro error, Diana ─Raquel habla─. Pero... nunca es tarde para apoyar.

─... Para ustedes lo fue, porque aquí... parte de mi vida fue arruinada, con su permiso ─me levante de aquella silla en silencio emprendiendo mi camino hacia la salida de aquella oficina─. Tal vez y me dé, de baja ─mire a la directora─. No quiero seguir asistiendo aquí.




Y es así como los sueños se rompen... es así cuando la esperanza se vuelve falsa...

Porque uno llega al límite del daño que ha recibido... porque uno aprende a ver que la vida es una muerte lenta... una muerte que amenaza con acabarte en cualquier jodido momento.

Porque aprendes a soltar las cosas con las que cargaste por tantos años y alguien te hizo soltarlas, porque te matan en cuestión de segundos... por engaños, porque la confianza que les diste la botaron como cualquier basura, porque abusaron de ti aun cuando tú te atreviste a dar tu amabilidad, tu bondad, aun después de todo lo vivido desde tu infancia.

Porque al final, todo eso se convierte en ganas de morir...

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