Capítulo.- 21

Dos semanas después



Inicie clases de nuevo...

Agradezco mucho que las vacaciones hayan terminado y así, poder salir de aquel lugar del que ahora me arrepiento de tocar cada vez que se llega el fin de las jornadas. Nada se ha resuelto, en cambio él se ha dado a la dicha de no hablarme como si hubiese sido yo la del problema.

No engaño a nadie con decir que las cosas van bien, van mal, como lo dije él no me habla y está claro que yo tampoco me daré a la libertad de hablarle, de pedirle "disculpas" si es lo que más quiere.

Sé, que él no me las ofrecerá por más que quisiera, es tan terco, es tan jodidamente orgulloso que para él las disculpas son innecesarias y que el hablar de la nada es la mejor solución. Pero no, en esta ocasión no es ni la mejor solución a los problemas que estamos enfrentando.

He estado pensando el irme a vivir con mi padre y Bastián, pero no quiero que mi padre comience a cuestionarme de más con querer saber el porqué de mi decisión para irme a vivir con ellos.

Hace poco fui de visita y claro, la charla con mi padre estaba muy pendiente y él no dejó pasar la oportunidad para aprovechar ahora que Bastián no estaba.

"Los hombres mayores, piensan diferente que los menores" sus palabras fueron claras cuando me miró directamente a los ojos, jamás olvidare la preocupación de mi padre al decir aquello, en su mirada estaba la angustia, el miedo, la incomodidad de saber lo que tenía con alguien que solo me lleva unos años.

"No quiero que te fuerce a nada después de lo que te ha ocurrido, cariño" y era ahí cuando decidía mirar a otro lado, jamás me forzó a nada, jamás hizó nada que no me gustara cuando teníamos relaciones, porque siempre, siempre estaba cuidando de mí.

"Él, no se ve como la clase de hombre que quiera algo formal" y el sentimiento de tristeza me golpeo tan fuerte que en ese momento me coloque de pie dándole la espalda a mi padre quien estaba sentado en una de las sillas de aquel viejo comedor.

Porque habia golpeado algo que tarde tiempo en darme cuenta que sería verdad... ¿Qué no le agradaba Charlotte? Su acción me dijo lo contrario ¿Qué Elin no significaba nada? Su acción me dijo lo contrario...

Los trabajos que se hacen con ellos son muy diferentes ahora, Harry ha tomado su distancia con ambos pero... en especial con Michael. Pocas veces los veo hablar, a mí me saluda con normalidad, incluso solemos preparar juntos el almuerzo o la cena si alguno de los tres tiene hambre, pero... es hasta ahí.

Es pesado... llegar todas las tardes al apartamento y pensar que volveré a pasar por la misma rutina de incomodidad con Michael.







─ ¿Entonces? ─llevo la mirada a Lavanda, quien mantenía una sonrisa pequeña mientras en sus manos tenía una pajilla roja demasiado delgada─. ¿Tocaras en el auditorio de la escuela en dos meses?

Lo tenía difícil, no quería tocar frente a miles de personas ese día que serían las inauguraciones de los eventos culturales, la mayoría de los estudiantes mostrarían sus mejores talentos a distintas personas que la harán de jueces y solo cinco tendrán la oportunidad de tocar o exponer por primera vez en Broadway sus obras de arte. Canto, baile, actuación, el tocar instrumentos o pintura... cualquiera de esas opciones.

Llevo la mirada al libro que esta sobre la mesa ignorando su comentario, me adentro a la lectura, dos renglones de aquel libro cuando alguien lo cierra con un poco de fuerza, elevo la mirada a la chica quien me mira con interrogante.

─ ¿Ir a Broadway? No es lo que quiero.

─ ¡¿De qué mierda hablas?! ─Tristan se exalta─. Diana, desde que nos conocimos me has dicho que presentarte en Broadway es uno de tus principales sueños.

─Los sueños cambian, Tristan ─lo mire serena dándome cuenta de que él tenía mi libro─. ¿Puedes entregármelo? ─estire la mano, lo dudo por unos segundos antes de entregármelo de mala gana─. Mis sueños y lo que hago siempre han sido una puta bazofia.

No escucho nada más provenir de ellos, abrí el libro y posee mi mirada sobre los párrafos en los que me habia quedado. Escucho como una de las tazas golpea el plato de cerámica, además de conversaciones de otra gente que está en la cafetería de nombre Starbucks. Mi codo esta sobre la mesa mientras mi mano extendida sostiene mi cabeza apoyada en cuanto a mi otra mano está en el extremo de la hoja del libro para cambiarla cuando sea necesario.

El sonido que la puerta del local desprende es una melodía tierna que avisa sobre un nuevo visitante, elevo la mirada para ver la reacción de Lavanda levantar su mano y saludar con una amplia sonrisa al que creo es mi hermano.

En efecto, su saludo al golpear mi cabeza me hace mirarlo de mala gana, él se dedica a saludar a Tristan y a Lavanda con sonrisas amplias, besos de mejilla y buenos comentarios hacia mis amigos.

¿Dónde mierda esta mi amor imposible, Abbout? ─pregunta en tono gracioso, suspiro.

─En el apartamento, supongo ─devuelvo la mirada al libro.

─Tienen problemas, no lo menciones ─Tristan habla.

─ ¿Aun? ─miro a Bastián quien pregunto, asiento lento recargándome por completo en el asiento acolchonado─. Creo que se enamoró de mi ─me hace sonreír un poco─ lo sé, soy irresistible, así como él para mí.

─Hubiera sido fantástico que me dijera que era gay en lugar de enterarme de lo otro ─cierro el libro y de paso tomo la taza con chocolate caliente─ enterarme que estaba follando con mi hermano hubiera sido lo mejor.

─ ¿A qué te refieres? ─el ceño de mi hermano se vio obligado a fruncirse, todos me miraron en un silencio demasiado estremecedor, solo les habia dicho que tenía problemas con él, más nunca les dije cuál fue el problema.

─A nada ─mire a Bastián─ olvídalo.

─Tu hermana esta indecisa en no querer tocar en el auditorio de la preparatoria ─miro a Tristan con molestia por su comentario a Bastián.

─ ¿Cómo qué no? ¿Qué hay de Broadway? Tener tu reputación por ser la excelente violinista de dieciséis años con excelentes notas.

─Quiero pensarlo ─cruce los brazos sobre la mesa, lleve la mirada a la ventana observando que estaba diluviando aun con nieve en la ciudad.

─ ¿Pensar qué? Tienes una jodida habilidad con esa... porquería de instrumento y respondes con un "quiero pensarlo" ─imito mi voz al final, no lo mire, seguí observando por la ventanilla del lugar─ ¿Dónde ha dejado mi hermana sus sueños?

Rasque mi nuca sin la necesidad de mirar a mi hermano, lleve la mirada al otro lado de la calle observando a una mujer que llamo por completo mi atención, estaba frente a una pastelería observando los modelos de pasteles que habia en el lugar, sin embargo, no estaba sola.

Habia una chica abrigada de pies a cabeza que hablaba con aquella mujer, lucia angustiada, sus expresiones me daban toda la respuesta a saber por lo que estaba pasando la mujer.

Cuando la chica se dio la vuelta, dejó a la mujer ahí parada sola aun observando los distintos modelos de pasteles que habia.

─ ¡¿Diana?! ─mire a mi hermano de golpe─ ¡te estoy haciendo preguntas, mierda!

─... Debo irme ─menciono tomando mi suéter color negro del respaldo de la silla, me lo comienzo a colocar aun con la mirada en aquella mujer─. Los veré luego.

─ ¿Y tu cuenta? ─Tristan pregunta cuando tomo mi morral y me lo paso por la espalda.

─Bastián puede pagarla, nos vemos ─y salí casi corriendo del lugar sin importar que en ese momento tuviera la falda escolar.



Hacia tanto jodido frío que me arrepentía en el alma no haberme puesto unas malditas mallas para las piernas, otra desgracia es que mi saco escolar y mi blusa del uniforme no se habían secado cuando las lave, tuve que ponerme una blusa negra y este suéter negro. Ni hablar.

Subo la mirada a la mujer quien luce un abrigo color beige, botines del mismo tono y un pantalón negro, su cabello oscuro está atado en una cola mal hecha y su bolso blanco está siendo sujetado por su brazo izquierdo.

Me abrazo a mí misma cuando llevo la mirada a las distintas direcciones de la carretera, cruzo cuando dos autos que iban en dirección contraria cruzan a toda marcha salpicando a los trasuntes que se apresuraron a pasar.

─ ¡Sra. Collins! ─alzo la voz para que la mujer pueda oírme, gira a distintas direcciones y por ultimo me ve dedicándome una sonrisa corta.

─Oh, Diana... Que sorpresa verte por aquí.

─Lo mismo digo ─le sonrío aún más─. He escuchado que logro salir de los adeudos con Jolson.

─Y lo agradezco mucho ─suspira tranquila.

─ ¿Va a comprar un pastel? ─pregunto mirando los pasteles que estan de muestra a través del cristal.

─Mi hijo cumple años,.. Mi pequeña Lily fue a buscarle su regalo, una figura de acción de Spider-Man, solo espero que sobre para comprarle un pastel pequeño aunque sea, la economía está demasiado dura aun después de haber liquidado todo con Jolson.

─Entiendo ─quite el morral de mi espalda tomándola con mi mano derecha, después, la abrí para sacar mi pequeña cartera dejando caer la mochila en el piso.

La Sra. Collins, estaba tan centrada mirando las diferentes muestras de pasteles que habia, desde el más pequeño hasta el más grande. Me agrado desde que la conocí, se me hizo una mujer bastante humilde a pesar de estar metida por un corto tiempo en los adeudos con Jolson, y hoy que me ha dicho que todo eso ha terminado me siento muy feliz por ella.

Tomo dos billetes haciendo un total de $120.00 dólares, sé que un pastel no cuesta tanto pero, quizás y pueda comprarle algo más a su hijo con el dinero sobrante.

Tomo mi morral pasándolo una vez más por mi espalda cuando la billetera ya estaba dentro de este, le extiendo aquellos dos billetes a la mujer quien al llevar su mirada a mí, comenzó a observarme sin entender nada.

Me acerque aún más a ella para tomar su mano derecha y depositar aquellos dólares en su mano, fue ahí cuando la negación llego a la mujer quien comenzó a renegar para intentar darme los dólares.

─No puedes hacer esto, por favor, toma tu dinero.

─Puedo hacerlo ─me encojo de hombros─. $120.00 solares no me sirven de nada, además... su hijo merece un buen pastel de cumpleaños así como una excelente fiesta.

─No, no, Diana

─Sra. Collins ─la mire con una sonrisa─. Entré y compré el mejor pastel para su hijo ─fue ahí cuando la mujer comenzó a llorar, nadie hace estas obras hoy en día, me gusta ver este tipo de expresiones en las personas y ahora, el imaginarme la cara de ese niño me llena de felicidad─. Cuídese, Sra. Collins, ya nos estaremos viendo por ahí.

Pase a su costado con una amplia sonrisa siguiendo mi camino por la acera sin importarme que me estuviese mojando, con mi mano derecha sobre la correa del morral, con mi mirada en alto y esa bonita satisfacción de haber hecho aquella obra.

─ ¡Diana! ─giro hacia la mujer quien además de estar llorando, estaba sonriendo tan ampliamente que me contagio esa sonrisa─ eres un ángel Diana, gracias.

Asentí, agite mi mano en forma de despedida y volví a girar sobre mis talones emprendiendo el camino hacia la avenida más rápida que podría llevarme a Queens.














***













He acelerado más rápido el paso, el diluvio se convirtió en una lluvia espesa, lo vuelvo a repetir, este clima esta de locos.

Los autos han bajado aún más la velocidad, otros incluso se han decidido estacionar para esperar que la tormenta pase. Me alegra haber llegado a los apartamentos a tiempo. Subo las escaleras con la mirada baja, pero al subirla, me sobresalto al ver a Harry sentado en mitad del camino fumando y con su celular en manos.

─Tarde, Diana ─murmura sin siquiera mirarme.

─Fui al Starbucks ─mencione subiendo las escaleras.

Yo no entraría, si fuera tú ─dice pero ignoro su comentario.

Sigo mi camino hasta llegar a la puerta y al abrirla, las risas que había se detuvieron en seco, las miradas de asombro y los rostros de espanto e impresión aparecieron sustituyendo las risas.

Cierro la puerta con la mirada en aquel hombre que me mira con ceño fruncido y una mueca pequeña, hay botellas de cristal en la mesita de centro así como colillas de cigarro y bolsas de papas fritas, Fred, Dylen suben y bajan la mirada con pena en cuanto a Charlotte, lo único que hace es pegarse a un más a Michael.

Giro hacia el pasillo caminando con lentitud, con la mirada en alto y mis dedos deslizándose por las paredes y entonces... las risas y comentarios vuelven a surgir.

Cuando llego a mi habitación, cierro la puerta de golpe dejado caer el morral al piso, hay desesperación en mi por no poder hacer nada, por no poder poner a Charlotte en su lugar y pedirle a Joe un poco de jodido respeto... o decirle que se vaya a la mierda con todo lo que paso entre nosotros dos.

Me giro tomando el morral para lanzarlo a la cama, me dejo caer boca abajo en está sintiendo mi cabello húmedo cubrir mi rostro, estiro mi brazo derecho al morral tomando mi celular y por supuesto mis auriculares.

Libretas y libros son sacados del morral, lápices y bolígrafos y entonces, me prometo centrarme en mis tareas hasta que ellos se vayan.















***













He terminado mis tareas, incluso, he adelantado un proyecto muy importante que debo entregar la siguiente semana. El proyecto vale más que el examen y a decir verdad quiero terminarlo y poder aprobar la materia.

He estado pensando todo lo que se habló en el Starbucks, no sé si poder participar en los concursos que se han en la escuela, son grandes oportunidades para todo pero para mí... participar en algo como eso fue mi sueño pero hoy, hoy siento que mis ganas de participar en algo como eso no valen la pena.

Quito los auriculares para dedicarme a cerrar mis cuadernos y mis libros, los lápices y bolígrafos ya estan en mi estuche y pronto, todo material escolar en el morral.

Golpes sobre la puerta llaman mi atención y, cuando la veo abrirse solo veo a Harry entrar con una bolsa de golosinas en sus manos, misma bolsa que logre atrapar cuando la lanzo hacia mí.

─ ¿Ya has terminado? ─pregunta y asiento.

─ ¿Ellos siguen en sus conversaciones?

─Si ─suspira llevando la mirada a la ventana─. Ha dejado de llover.

─Genial... ¿Harry?

─ ¿Si?

─Puedes... ¿llevarme a la librería?

─ ¿Otra vez? ─sonríe─. Acabas de ir hace una semana.

─Lo sé pero... necesito libros.

─Mierda, Diana ─golpea con gracia el marco de la puerta─. Bien, anda, vamos antes de que comience a llover de nuevo.

─Gracias.

Me coloco de pie dejando la bolsita de golosinas en la cama, corro hacia mi cajita de ahorros y tomo un par de dólares, cuando camino hacia Harry él me cede el paso para salir de la habitación, agradezco para caminar hacia el pasillo y por último abrir la puerta de la casa.

¿A dónde mierda vas? ─me detengo, hago una mueca y giro con lentitud para encararlo.

─Diana quiere algunos libros ─Harry responde por mi─. La llevare antes de que comience a llover de nuevo.

─Acaba de comprar libros ─Michael resuelve con serenidad.

─Es lectora compulsiva ─miro a Harry─ supongo que debes conocer los gustos de tu novia, Michael.

─...

─No demoraremos ─vuelvo a darme la vuelta cuando Harry responde aquello, escucho algunos comentarios de Charlotte pero me niego a querer escucharla hablar.



Comenzamos a bajar las escaleras a una velocidad apropiada para no resbalar, al llegar al final de las escaleras caminamos hasta el auto de Harry, tomo la manija de la puerta del lado del copiloto.

Antes de subir, tomo la franela que estaba en el tablero del auto pasándola por el parabrisas, la arrojo a Harry que hace el mismo procedimiento de su lado y l final los dos subimos al auto.

Abrochamos los cinturones de seguridad y pronto, Harry emprende camino hacia la librería que acostumbro visitar, la mujer, la ha cambiado a un vecindario más tranquilo con ayuda de su sobrina de veinticuatro años, ya no solo es un local si no también una casa acogedora donde la mujer está en constante compañía con su sobrina.




Cuando llegamos a la librería, le prometí a Harry que no demoraría mucho, ahora me arrepiento de haberle dicho aquello cuando ya llevo metida aquí casi una hora.

Amo conversar con esta mujer, es tan amable conmigo que es como si fuera mi propia abuela la que me recomienda libros e incluso a veces me llega a regalar los más antiguos libros que ya nadie quiere comprar o rentar.

Con su falda negra que le llega debajo de las rodillas, sus zapatos de piso y camisa amarilla es como esta mujer recibe los días, usando blusas de colores alegres, mostrando siempre su amabilidad a las personas y atención necesaria.

Pasa sus dedos por cada uno de los libros poniéndolos en una pila, mientras los chequeaba en la máquina de precios, me conto que su sobrina le explico cómo usarla y vaya que la mujer aprendió a usarla muy rápido.

─No has venido con tu novio, cariño ─me mira con una sonrisa─ ¿Dónde está?

─En casa... hemos tenido algunos conflictos y

─ ¡Oh, el amor juvenil! ─sonreí sonrojándome─. Esto lo veo tan seguido ¿por eso compras este tipo de libros, cariño?

─Hanan ─bajo la mirada succionando mis labios─. Amo estos libros, no puede culparme cuando sé que usted también los ama.

─Tienes razón, los leía con mi esposo cada mañana ─sonríe cuando recibe el dinero, tomo los libros y ella rodea el mostrados para guiarme hacia la puerta─. Te veo feliz con él, nena... traten de hablar ─abro la puerta observando a Harry desde el interior del auto.

─Lo hare ─le sonreí aún más─. Nos vemos, Hanan.

Comencé a caminar hacia el auto de Harry con una larga sonrisa en mi rostro, rodeo el auto para poder entrar al auto en completo silencio, siento a Harry mirarme con gracia cuando coloco los libros sobre mis piernas.

Y sigo preguntándome ¿Qué tanto haces en ese lugar, Di?

─Lo que hace cualquier lector, Harry ─divertida, ruedo los ojos al cielo para volver a mirarlo─ escoger que libros serán buenos para leer.

─Al menos podrías leer uno por semana o dos, no tres o dos libros por semana, Di.

─Harry, si tuvieras buenos gustos por la lectura y cerebro sabría qué es lo bueno de este mundo y que vale la pena desvelarse leyendo un capítulo tras otro.

─Aja, sí y ¿vale la pena nuestros reclamos, Di?

─Cada reclamo, Harry.

Harry, sonríe de manera corta antes de encender el auto, llevo la mirada a mis nuevos libros recorriendo cada uno de los títulos que estos tienen a sus costados y, cuando por fin me decido por uno de esos libros comienzo a apreciar el manuscrito, la perfecta letra que escogieron para este ejemplar.







No hay ninguna conversación en lo que llevamos de recorrido, la velocidad del auto ha sido otra desde hace tiempo a lo cual, me atrevo a lanzar un rápido vistazo por la ventana observando que no estamos en el vecindario, creo que nos alejamos un poco más.

La música clásica es la única que me trae a la relajación y concentración en mi lectura, no importa el tipo, si solo es instrumental o la clásica opera que a la mayoría del mundo le aburre.

Miro el verificador de gasolina, comprendo de inmediato el porqué de la velocidad del auto, Harry ha tratado de ahorrarla y supongo que ahora vamos hacia la gasolinera más cercana.

A unos cuantos kilómetros veo la estación de servicio más cercana, la lluvia ya oscuridad de la noche hacen de ese lugar aún más tétrico por estar un poco apartado de los vecindarios en los que nos encontrábamos, está cerrada, creo que aquí cierran un poco más temprano de lo normal.

Tomo mis libros y los coloco en los asientos traseros, me recargo por un momento en mi asiento en lo que llegamos a la gasolinera y cuando ya estamos en esta, bajo del auto conduciendo mi andar hacia la manguera y conectarla al tanque del auto.

Veo a Harry bajar del auto con unos cuantos dólares, los cuales, los coloca en la cajita donde solo trabajadores de este lugar tienen el derecho de abrir. Retiro la manguera y subo al auto una vez todo procedimiento está terminado.


Las puertas son cerradas, el seguro automático se activa y nuevamente nace el silencio en el auto, no hay más música, solo las gotas de lluvia golpear con todo el auto. Harry, se mueve un poco hasta el momento en que siento su mirada sobre mí, me atrevo a mirarlo y sonrío apenada.

¿Qué? ─la confusión me domina, él sonríe.

─Hace minutos no dejabas de hablar aun leyendo. Después callaste.

─Es solo que... No quiero llegar al apartamento... Sé que ella seguirá allí y el actuara de manera distinta una vez más.

─ ¿Eso te preocupa?

─No me preocupa... me molesta Harry... me molesta que Charlotte sea una persona tan egoísta, tan... Una persona que se cree dueña de todo...

─ ¿Ese es tu coraje? ─frunce su ceño.

─Sabes cuál es mi verdadero coraje ─murmuro al momento en que muerdo mi labio inferior, bajo la mirada soltando un suspiro de fastidio─. No quiero ir al apartamento aun...

Ninguno de los dos volvimos a decir nada, creo que para Harry fue suficiente comprender que de verdad no quería ver a Michael si aun estaría con Charlotte, es decir... sabe perfectamente lo raro que ha estado actuando.

Harry, apagó el auto en su totalidad, no hay luces, no hay sonido de motor, solo la oscuridad externa e interna, apenas si lograba ver su rostro, las expresiones que hacía y los movimientos que estaba haciendo.

Sus manos estaban sobre el volante, dando pequeños golpes que parecían seguir una melodía creada en su mente, soltó un suspiro entrecortado y después, llevo la mirada a mí.

¿Por qué sigues con él, Diana?

Bajo la mirada, me encojo de hombros y succiono mis labios.

A él no le importa lo que tú sientas, lo que pienses... Nada.

─Lo tengo claro, Harry... yo, lo quiero... lo quiero.

Y él ¿te quiere a ti? ─guarde silencio escuchándolo─. Yo estuve en el apartamento el día en que llevo a Charlotte y Elin, Diana.

─...

¿Qué si hubo sexo? Lo hubo.

─... ─lleve la mirada al frente, el dolor que he comenzado a sentir es grande e incómodo, un dolor en el maldito pecho que me hace respirar con dificultad.

Deberías... hacerle lo mismo. Que sienta lo que tú sientes, Diana.

─Jamás me atrevería a hacerle eso, Harry ─respondí con indiferencia, lo vi sonreír.

¿Y él puede hacerlo contigo? ¿Tratarte como una más del montón?

─...

Sé lo que se siente, Diana ─seguía mirándolo─. Ver, saber que la persona que amas ha tenido sexo con alguien más, duele hasta el culo pero... hay que saber devolver el "favor" de hacerte mierda.

Baje la mirada mordiendo mi labio inferior, porque sabía que Harry podía y no podía tener la razón... No era de mí lastimar a Michael, no era de mí hacerle algo como eso después de todo lo que él ha hecho por mí.

Me saco de ese maldito infierno con Banner, me cuido, me dio tantas cosas en tan pocos días que... que me enamore de ese hombre.

Dedos fríos se colocan debajo de mi barbilla haciéndome subir la mirada con suavidad hacia aquel hombre que no hace otra cosa más que analizar mi rostro. Me pone nerviosa... me pone incomoda.

Uno queda con la satisfacción de saber que le hizo lo mismo al otro, Diana. Sé lo que te digo.

El sentir sus labios contra los míos me hizo temblar de pies a cabeza, estaba inmóvil, estaba completamente anonadada con lo que habia hecho porque jamás creí, jamás imagine que Harry haría esto.

Si correspondí... Sentía mi corazón palpitar a un ritmo tan acelerado que podría jurar sufriría un ataque de ansiedad aquí y ahora.

Estaba cada vez más junto a él, cada vez más sintiendo sus manos acariciar mi rostro, deslizarse por mi suéter negro y por ultimo... por mis piernas.

Nunca supe en que momento llegue a colocarme encima de sus piernas, jamás supe en que momento llegue hasta el extremo en permitirme ser tocada de una manera tan urgente en él, de una manera tan exigente y nada compadeciente.

Mi suéter negro fue retirado con tanta rapidez de mí que por ultimo él lo coloco encima del freno de mano, lo segundo que hizo fue comenzar a recostarme sobre el otro asiento.

Pero no podía permitirle esto... No podía permitirme esto y hacerle algo así al único hombre que me ha hecho sentir querida en todo momento.

Su cuerpo estaba entre mis piernas siendo acariciadas por sus manos, el levantamiento de mi falda fue suficiente para que Harry comenzara a propasarse... No lo estaba disfrutando, estaba sintiendo miedo.

Harry... detente ─pedí con voz bastante temblorosa, no obtuve respuesta por su parte porque seguía tocándome con sus manos, seguía besando mi cuello con salvajismo─. ¡Harry, basta ya!

¡¿Por qué, Diana?! ─suena divertido, quiero quitármelo de encima, quiero hacerlo pero él, es más fuerte que yo y lo único que consigo, es que me dé la vuelta de manera violenta colocándome boca abajo.

¡Harry, por favor, no hagas esto! ¡Detente Harry, me estas lastimando!

¿Lastimarte, Walker? ¡Pero si estas acostumbrada a que te folle cualquiera!

Una de sus manos empuño mi cabello con tanta fuerza, que me hizo agachar la cabeza a los asientos... Estaba llorando, suplicándole que... no me hiciera daño.




La resistencia era en vano... porque cada vez que hacía algo... me hacía más daño del ya debido.

Empuñaba mis ojos sintiendo resbalar lágrimas calientes por mis mejillas, sintiendo la maldita soledad del mundo... porque las dos personas en las que podría jurar habia confiado, me lastimaron a tal punto en que sentía la necesidad extensa, de hacer una maldita locura con mi vida.

El mundo me habia dado la espalda de nuevo...

Porque el deseo de dejar de existir, se habia hecho realidad cuando Harry, se atrevió a hacerme daño de esta manera, sin importarle su mejor amigo.






Sin importarle el dolor que causaba al estar abusando de mí.

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