Capítulo.- 03
─ ¡Es imposible que le hayas escupido el café en el rostro y ropa, Diana! ¡¿qué diablos crees que hacías?!
─ ¡Él me estaba tratando de la mierda, Sabrina!
─ ¡¿Y eso es justificación para que le hayas escupido el café, Abbout?! ¡miles de veces les he dicho que si hay algún problema con el cliente me lo hagan saber de inmediato, no que lo escupan de esa manera!
─ ¡Pero si apenas me dejaba respirar! ─digo ya con fastidio─ ¡apenas si el hijo de puta me dejaba hablar!
─ ¡Escúchame bien, Abbout! ¡una más y te vas de este trabajo! ¡estoy cansada de tus actos tan inmaduros, estoy harta de que tengas ese maldito carácter!
─ ¡Pero es que
─ ¡Ya guarda silencio y vuelve a tu trabajo!
Hice una cara de fastidio total, baje la mirada y me encamine hasta la puerta que daba con la entrada del lugar. Sabrina —la gerente— me habia sacado al callejón que daba con la parte trasera del lugar y solo con el simple hecho de que quería hablar conmigo sobre lo ocurrido, no me dejo explicarle nada, ni siquiera se interesó por saber "porqué" habia comenzado la disputa entre ese sujeto y yo.
Me siento demasiado molesta, es decir... tengo que lidiar con personas egoístas todo el tiempo, tengo que lidiar hasta con niños que se la pasan corriendo de un lado a otro sin importar que haya personas caminando con comida por allí, debo liderar con niños que se limpian las manos en los asientos acolchonados o incluso al deslizar sus dedos pegajosos en las paredes, en los cristales del lugar.
Pero hoy, hoy si fue un día en el cual sé que no querré salir de la cocina en un largo tiempo, es vergonzoso que clientes y compañeros de trabajos te vean montando un espectáculo, pero el hijo de puta se lo merecía, al menos conseguiré que no vuelva a entrar a este sitio, es decir... no lo creo tan imbécil como para volver a entrar al mismo sitio dos veces, quizás... su compañero si se atreva a entrar ¡pero vamos! La cosa fue diferente con aquel chico de ojos esmeraldas que con el tipo de color.
Abro la puerta metálica entrando a la cocina de inmediato, por fortuna ahora solo estan aquellas dos personas encargadas de preparar los alimentos, me dirijo hacia el lavabo tomando la botella de jabón líquido para vaciar un poco de este en el refractario plástico donde agua y una esponja se encontraban.
─Diana ─ruedo los ojos al cielo al escuchar la voz de Sabrina, me giro hacia ella encarándola─. El dinero que te ha dado el chico, no lo recibirás como propina,
─ ¿Qué?
─Lo que has escuchado, no esperes una buena parte de las propinas, a trabajar.
Me digne a ver a aquella mujer salir de la cocina con aire exasperante, de verdad que la detesto... Giro sobre mis talones una vez más al lavabo para comenzar a lavar los platos de color blancos y tazas que se encontraban en este.
Creo que no me importaba la manera tan brusca en que los hacia chocar o en como los dejaba caer, lo que menos me importaba ahora era lo que paso, si no que ahora no ganare las ganancias del día de hoy.
Sabrina es una mujer que está atenta en todo, sabe cuándo un cliente te da propina y es que para ella, es "esencial" compartir las propinas con todos los trabajadores y claro, ella se queda con la mejor parte.
─Romperás algo y te lo cobrara, Diana ─Kina suena tranquila, la miro por encima del hombro─. No te culpo, si me tocara atender a un idiota de esa magnitud, también le hubiera escupido el café... fue nuestra culpa, no estaba conectada la cafetera y la conectamos algo tarde.
─Ya no importa ─respondo─. Fue mia por escupirle el café ─digo volviendo a lavar los platos─. Me iré a trabajar a un maldito Starbucks o a un Grumpy, las pagas son mejores y son más gentiles.
─Jaja, pero va gente más refinada ─Hugo entra a la cocina dejando un par de platos a mi costado─. Diana, jamás creí que una víbora como tu escupiera veneno de esa magnitud ─llevó sus manos a su cintura con una enorme sonrisa, simplemente comencé a negar con una sonrisa─ pobre chico... seguramente su novia es una tipa que no sabe qué hacer con él, hoy chocó con una víbora que escupe veneno a larga y corta distancia.
─ ¡Por el amor de Dios, Hugo! ─reí ante sus comentarios.
─Va a volver ─Esme también entra a la cocina mirando hacia atrás─ te puedo apostar las ganancias de hoy o mañana, o dependiendo del día que venga y lo hará para disculparse.
─Que vuelva ─tomo una taza y comienzo a lavarla─ me asegurare de que el café este en su punto de ebullición.
─Bien, ahora si conseguirás que te despidan ─Hugo, coloca algunas cosas en una charola y sale de la cocina una vez más con una pequeña sonrisa, Esme y Kina, me miran con diversión y grandes negaciones en ellas.
Me conocen perfectamente bien, saben que cuando surgen este tipo de conflictos entre los clientes y yo, las cosas se vuelven bastantes serias, han sido ocasiones en las que pasa esto con clientes, y créanme que mi manera de cobrar la forma en la que me hablan va más allá de actuar por inmadurez propia.
Claro que siempre han sido mujeres a excepción de hoy, ha sido el primer sujeto que me habla de esa manera, ha sido el primer tipo que se digna a reclamarme de una manera tan déspota y mal educada que... sé no le importó si yo era mujer, si era estudiante, si era menor de edad.
En fin... por ahora quiero concentrarme en lavar los platos, porque tarde que temprano habrá más gente y será ahí cuando deba salir a atender mesas una vez más...
***
10:23 p. m.
Se me hizo bastante tarde... el tren no quiso recogerme ni a mí ni a otras personas que lo esperábamos, tuvimos que esperar de quince a veinte minutos para que pasara la siguiente línea y bueno... Ahora me encuentro caminando hacia aquella residencia en la que ahora vivimos mi madre y yo.
Mis pies me arden del cansancio y aun debo hacer tarea, el tiempo para sacar un libro en el trabajo apenas si es poco, en mi hora de comida no puedo hacer mucho ya que solo son diez minutos.
Cuando llego al enorme portón de aquel lugar, uno de los hombres que cuidan la entrada me abre la puerta que está a un costado de este, agradezco y entro en completo silencio escuchando detrás de mí la puerta ser cerrada, con mi morral sobre mi espalda, mis pies casi arrastrándose en el piso y mi cabello hecho un nido de aves, camino por el sendero de piedras hasta llegar a la entrada de aquella casa, sin embargo, me detengo en seco para contemplar un auto de color blanco, con cristales polarizados y sobre todo de reciente año.
Llevo mi vista al frente de nuevo ignorando aquel vehículo, mientras tomaba la manija de la puerta para abrirla me imaginaba bajo la ducha tomando un relajante baño para después terminar mis tareas pendientes.
Una vez me adentre a la casa cerré la puerta, iluminada hasta en lo más mínimo, las risas de Brynd y de algunos presentes más llaman mi atención, acomodo mejor el morral sobre mis hombros y me aproximo a caminar por el pasillo de color crema y, al atravesar la principal sala de estar mi mirada viaja hacia los cuatro hombres que estan sentados en los sillones de piel color beige.
Recorro con mi mirada a cada uno de los hombres quienes tenían copas de vino tinto recién servidas por Brynd, quien aún le estaba sirviendo a uno de aquellos hombres.
Brynd, quien habia terminado de servir el vino tinto, elevó su mirada llevándola hasta mi dirección, fue entonces que lentamente frunció su ceño y con una pequeña negación elevó su mano mirando el reloj de muñeca que tenía. Negó en una sonrisa pequeña.
─Son las diez con veintiséis minutos ¿Dónde estabas, Abbout?
─No tengo porque darte explicaciones ─dije y en ese momento volví a dar paso hacia donde estaban las escaleras.
Con un poco de rapidez y con mi mirada en esa zona acelere el paso hasta el punto en que unas manos se colocaron en las raíces de mi cabello haciéndome parar en seco, lleve mis manos hasta las de Brynd quien con brusquedad me dio la vuelta causando que lo encarará.
Recibí una fuerte bofetada de su parte mientras que aún me tenía tomada del pelo, la desesperación y la sensación de malestar, de incomodidad y miedo renació de lo más profundo de mí ser.
─Créeme que no estoy de humor para soportar tus malditas escapaditas de puta, Abbout ─exigente y molesto, casi susurra ante su respuesta.
─Estaba trabajando...
─ ¿Así? Pues que tarde trabajas Diana... escúchame bien, me llamaron hoy del puto colegio Abbout, me han citado mañana temprano, si has hecho una de tus estupideces en la escuela, te juro Abbout, que te moleré a golpes.
─...
─Ve arriba ─me soltó con brusquedad aventándome un poco, simplemente comencé a subir las escaleras corriendo en medio de las pequeñas lagrimas que ya habían escapado de mí.
Le temo a Brynd... me ha golpeado en bastantes ocasiones, me ha pateado, me ha dado puñetazos en el estómago, en el rostro... ha hecho tantas cosas para herirme que a mi madre no le importa que su hija apenas si pueda moverse después de una paliza dada por Brynd... Sé que mañana no me salvare de mucho, sé que lo han llamado por el asunto de Gregori y Tristan.
Cuando llego a mi recamara lo único que hago es encerrarme en esta, arrojando mi mochila a la cama para después caminar hasta esta y tomar el celular entre mis manos, comencé a buscar el contacto de Tristan y al encontrarlo pulse aquella opción de llamada.
Con el aparato en cercas de mi oído, escuchaba el sonido de aquella llamada entrante, hasta que mi mejor amigo respondió con su típica voz ronca y adormilada, lo he despertado al parecer.
─Siento mucho el acabar con tu sueño de belleza, Tristan pero... es urgente que hablemos.
─ ¿Qué pasa, Di?
─ ¿Han citado a tus padres mañana?
─Uff, si ─respondió del otro lado de la línea─. Mi padre esta vuelto un loco ¿llamaron a tu madre?
─A Brynd... el cabron está muy molesto...
─Mierda... pero, tú no tenías nada que ver... Deberás explicar lo que paso mañana Di.
─ ¿Y sacar a luz todo? Brynd me molera a golpes...
─Dios santo... No podemos mentir, han llamado también a los padres de Gregori, el hijo de puta abrirá la boca si mentimos Diana.
─... No sé qué hacer... no ha sido mi día, le escupí el café a un tipo en la cafetería.
─ ¡¿Qué estás loca?! ─gritó.
─Se lo merecía... mañana te cuento los detalles... acabo de llegar del trabajo, quiero ducharme y hacer la tarea, mamá y la puta de Charlotte no estan... Brynd tiene visitas... y vaya visitas.
─ ¿Cuántos son?
─Tres, cuatro contando a Brynd... Tristan... Charlie Jolson está aquí...
─ ¡¿Qué mierda?! ─si no habia conseguido que Tristan se levantara bien, ahora lo habia hecho con decirle que Charlie Jolson estaba en casa.
Charlie Jolson es el mejor postor que esta ciudad ha tenido en mucho tiempo, líder de la mafia en la ciudad, lo tiene todo perfectamente controlado, venta de drogas, armas, asesinatos a todas horas a quien se atreva a faltarle al respeto a él o a su gente, asesina a cualquiera que se meta en sus zonas y sobre todo, a todo aquel que desobedezca sus órdenes.
No he visto a nadie peor que a los Jolson, son una familia entera, hermanos y una sola hermana... pero déjenme decirles que esa tipa, no es nada agradable... Brynd ya los habia traído aquí antes, siempre vienen cuando mamá y Charlotte no estan.
Pero esta vez, me he sorprendido al ver a Jolson acompañado por otra gente ajena a sus hermanos.
─Mierda Diana... ¿crees que Brynd haga algún movimiento con los Jolson?
─No tengo idea... te dejo, te veré mañana.
─Dios mío Diana, solo me has llamado para impedir que vuelva a dormir...
─Lo lamento... te amo imbécil, descansa.
─Descansa Diana.
***
No sé cuánto tiempo ha pasado, después de que tome una ducha me dedique vestirme así como después a hacer mi tarea, llevo mis auriculares puestos mientras que la sinfonía de la música de opera no dejaba de retumbar en mi cabeza, trayéndome la paz y la relajación, me ayuda bastante en concentrarme, me ayuda bastante para no salir de mi rutina de quehaceres.
Son las once con cuarenta y siete minutos, bastante tarde y aun me falta un poco por terminar mi tarea, no tengo sueño y es lo extraño, a estas horas el sueño ya abunda en mí. Pero debo admitir que lo que tengo es demasiada hambre...
Dejo de escribir por unos instantes antes de razonar bien si de verdad debería comer algo a estas horas de la noche, pero bueno creo que el hambre le gano a la razón.
Quito los auriculares y bajo de la cama, descalza, mis pies tocan el frío piso antes de aventurarme hacia la puerta para abrirla y salir de esta, los pantalones de tela que llevo puestos son abrigadores, es del conjunto de la pijama que llevo puesta, pequeños gatitos de colores blancos con sus bolas de estambres en diferentes posiciones, si, lo sé qué infantil soy.
Pero vamos, son hermosos. Claro que si Tristan viera el pijama me odiaría a muerte.
Las risas de los hombres siguen en su máximo volumen, no me detengo a la hora de bajar las escaleras, tampoco a la hora de haber llegado al final de estas mientras me encaminaba hasta la cocina.
Pero al entrar, me detengo en seco tras ver a un hombre beber de un vaso lo que pareciera ser agua que ha tomado de una jarra.
Suspiro de manera profunda y me adentro a esta caminando hacia la enorme nevera la cual, al abrirla llamo la atención del hombre. Siento su mirada recorrerme de pies a cabeza, tomo el bote de cartón donde estaba la leche y lo coloco encima de una barra, poco después rodeo al hombre para dirigirme a la alacena y tomar un vaso de cristal.
─Brynd, no habla mucho de ti ─su voz es ronca y arrastrada, no digo nada, guardo silencio─. Habla más de Charlotte y su esposa, contando a su nuevo hijo que viene en camino.
─No soy de su agrado ─digo sirviendo la leche en el vaso, poco después vuelvo a dirigirme a la nevera colocando en esta el bote de cartón, tomo mi vaso─ buenas noches.
Antes de que pudiera darme la vuelta, el tipo arrebato el vaso de mis manos con fuerza, lo mire con mi ceño completamente fruncido notando sus ojos verdes, con aquella mirada divertida y un poco extraña.
─ ¿Qué edad tienes?
─Que mierda le importa ─respondí y dichosa, gire sobre mis talones con el solo propósito de irme de ese lugar.
Si de algo me habia olvidado por completo, era el mostrarle respeto a esta clase de tipos, me habia olvidado por completo el responder a todo lo que quisieran saber...
Con su mano fría y firme me sostuvo del brazo, mi reacción de ansiedad y de espanto fue simplemente involuntaria al estampar mi mano contra su mejilla, pero no lo detuvo, soltó el vaso dejándolo caer al piso sin importar que este re rompiera en cientos de pedazos.
Colocó una de sus manos en mi barbilla presionando con fuerza mis mejillas mientras me hacía rodear la estancia en la que nos encontrábamos para llevarme a donde estaba aquel comedor.
─Grave error niña ─decía al momento en que presionaba aún más mis mejillas, mientras que mis pasos eran torpes ya que estaba caminando hacia atrás─ muy grave error.
Me puso boca abajo contra la mesa, lo que fue desde mi torso hasta mi cabeza, con fuerza, sujetaba mi cabeza mientras que mis manos hacían un arduo esfuerzo por tratar de huir de ese sitio, pero no podía hacerlo.
─Por favor, no ─suplicaba cuando el cuándo el tipo se pegaba más a mi cuerpo, empuñaba mis ojos cuando su cuerpo estaba casi encima del mío.
─Vas a recordar mi nombre cada momento de tu puta vida niña ─parecía molesto, lucia molesto... yo solo estaba temblando de miedo mientras forcejeaba porque me dejara en paz.
Por un momento se apartó de mí, pero seguía sosteniéndome, hacia algo, estaba haciendo algo hasta que escuche la hebilla de aquel cinturón botar contra el piso.
Sus manos sujetaron las mías mientras el material de cuero de aquel cinturón se hacía presente en mis manos, lo estaba colocando alrededor de mis muñecas mientras estaban contra mi espalda.
Mi corazón late a mil con cada paso que da hacia amarrar mis manos de esta manera, no puedo articular ninguna palabra y solo por el llanto, solo por el espantoso llanto que me ha hecho sofocar.
─ ¡Bry-Brynd! ─grito entrecortadamente, pero lo único que escucho son risas desde la sala─ ¡Brynd!
─Grita todo lo que quieras, creo que esta mas pasado de copas que los otros dos.
─ ¡Brynd! ─una vez más grite con desesperación, pero no habia respuestas por parte de aquel hombre, no habia ni una maldita señal de Brynd.
Deje de sentir sus manos, escuche la bragueta de su pantalón bajar y por último, sus manos volvieron a mi cuerpo, sus manos tomaron cada extremo de aquel pantalón del pijama hasta bajarlo de golpe.
Patalee un poco para impedir que lo quitara por completo, patalee cuando su cuerpo se pegó al mío sintiendo su asquerosa erección sobre mi braga, su aliento a alcohol me da repulsión cuando sus labios besan y lamen mi cuello, me da asco el aroma... me da asco este sujeto...
Sin apartar el peso de su cuerpo del mío, sus manos se aproximan a los extremos de mi braga y entonces la comienza a bajar despacio, mi llanto es fuerte, siento tanto dolor, siento tanta repulsión... siento tanto miedo.
─ ¡Bry-Brynd! ─vuelvo a gritar desesperada, pero no hay nada aun... no hay nadie más atento en esto que el tipo que huele mi cuello y acaricia mi intimidad con sus dedos.
─Ni Brynd te quiere, ni Charlotte, mucho menos tu madre... Dios, apuesto a que Brynd fácilmente te saltaría a mí por una buena suma de dinero.
─ ¡Por favor no! ¡por favor no me hagas nada! ─dije al momento en que gire mi rostro hacia su dirección.
─ ¡Cállate! ─nuevamente empuñó una de sus manos en los mechones de mi cabello para pegarme con fuerza sobre la mesa, solté aún más el llanto por la reacción tan violenta del tipo.
Pero nada me dolió mas, nada me hizo soltar más el llanto que no sentir mi braga cubriéndome.
─Creo que no te he dicho mi nombre ─susurró cuando sentí su peso nuevamente así como su miembro, mientras que una de sus manos estaba sobre mi cabeza, la otra estaba deslizándose por en medio de mis glúteos y su cuerpo.
─Por favor... ─susurre empuñando mis ojos, susurre dejando caer bastantes lágrimas.
─Andrew Banner es mi nombre ─susurro en mi oído y en ese momento me penetro...
En ese momento me sentí una vez más incompleta, en ese momento me sentí una vez más una completa porquería, una completa basura... En ese momento me sentí una mierda.
En el momento en que Andrew Banner, me penetro, sentí todo mi mundo caer, y solo porque me habia recuperado de lo que habia pasado con aquellos dos profesores, solo porque me habia recuperado del chico que abuso de mí en el IGI, solo porque me habia recuperado de todas las veces en las que Gregori abuso de mi cuando yo no quería tener relaciones con él.
De una manera violenta, Banner empuja sus caderas con fuerza hacia mí, chillo por el dolor, chillo por la manera en cómo me ha dejado en completa inmovilidad, chillo por coraje.
Mis manos han dejado de buscar una salida al cinturón que esta tremendamente atado, mis pies ya no se mueven y mis ojos solo mantienen la vista en una sola dirección, mientras que por mi mente se pasaban los buenos momentos que habia pasado con mi padre, las buenas acciones de mi hermano Bastián y la incomparable relación que tenía con Tristan.
Su respiración acelerada me trae a la realidad, poco a poco el peso de su cuerpo se va quitando del mío, sin embargo sus manos me toman con fuerza de mis caderas conduciéndome con violencia hacia las suyas, choques duros, el dolor era insoportable, dolor porque estaba abusando de mi tan violentamente que temía que me lastimara de más.
Sus manos tocaban todo lo que podían de mi cuerpo, sus manos no paraban de moverse por distintas partes, por debajo de mi camisa, por encima de esta, por encima de mis glúteos y por en medio de ellos...
Estaba temblando.
Cuando dejó de penetrarme, me tomó del cabello haciéndome levantar de la mesa, me apunto a la cabeza con una pistola que jamás le llegue a ver, fue entonces que me hizo arrodillarme y me dió la indicación de lo que quería que le hiciera ahora, negaba en medio de las lágrimas y la desesperación.
─ ¡No estoy para putos juegos! ─me abofeteo con fuerza─ y más te vale acostumbrarte ─dijo al momento en que empuñe los ojos, estaba tan asqueada, estaba terriblemente asuntada─ que la oferta que le hare a Brynd, no la dejare pasar.
─...
─ ¡¿Qué mierda esperas para empezar?!
Gritó con furia, fue entonces que empuñe aún más mis ojos y al abrirlos, simplemente obedecí a lo que quería que le hiciera, simplemente con asco y repudio, comencé a practicarle sexo oral.
Te acostumbras poco a poco a toda esta mierda... pero, si has superado de apoco estos problemas, cuando vuelven a surgir te pegan como un golpe en el estómago que te deja un dolor por horas, por días y si fue un golpe demasiado grabe, te acostumbras a los constantes síntomas y enfermedades que se te desarrollaran, así era esto... te desacostumbrabas y de pronto llega alguien que te hace llegar todos tus traumas de un solo golpe.
¿Por qué me toco esta amarga vida? ¿por qué me toco ser tan jodidamente diferente? ¿por qué me tocó a mí sufrir de esta manera?
***
He estado cayada, no eh dicho ni una sola palabra en lo que va de este nuevo día, salí temprano de la casa y solo porque no quería irme con Brynd, Brynd, hombre que discutió fuertemente con mi madre esta mañana debido a que el hombre no dejo de beber hasta altas horas de la noche, según mi madre le recalco esta mañana.
Lo único que quería era que todo saliera bien hoy, lo único que quería era la oportunidad de que este día me hiciera olvidar todo lo que pasó la noche de ayer.
Aun me duele... es como si el peso y el miembro de aquel hombre siguieran torturándome, es como si de alguna manera siguiera penetrándome con la misma violencia que uso aun después de que me obligo a hacerle sexo oral.
Sí, me volvió a violar y de una manera en la que mis gritos solo podían escucharse en esa área, en la que mis suplicas salían pero no llegaban a donde lo pedía...
Me doy tanto asco en estos momentos... me doy tanto, tanto asco.
Desde un principio siento la incomodidad, siento la asfixia, el maldito sofocamiento que me impide seguir moviéndome, los estudiantes murmuran cosas, la mayoría de ellos yace mirando sus celulares con grandes sonrisas, la mayoría de las mujeres simplemente sueltan estruendosas carcajadas que son dignas de ponerme los pelos de punta. Acomodo mejor el morral sobre mis hombros y me apresuro a entrar al colegio, pero nada cambia...
Creí que solo sería fuera de este pero adentro, las cosas son peores... Las miradas que me lanzan y en cómo me recorren me hacen estremecer. Llego hasta mi casillero y comienzo a colocar la clave y una vez colocada lo abro siendo testigo de cómo dos fotografías caían al piso.
La sangre baja de golpe hasta la punta de mis pies, el entumecimiento que hay en mi cuerpo no me permite hacer nada y solo por aquellas dos fotografías en las que claramente son de la fecha donde ambos profesores abusaron de mí...
Gregori...
Cuando por fin reacciono, me inclino un poco hacia adelante sin embargo, unas manos sobre mi cintura y el inclinamiento de otro cuerpo hacia él mío me hicieron pegar un brinco en mi lugar, las risas, las escandalosas, risas que hicieron que me apenara aún más del chico que con una sonrisa estúpida iba a repetir el mismo proceso de pegar su cuerpo junto al mío.
─ ¡Vamos, Diana! ─la risa humorística que tiene el chico hace que mis ojos se cristalicen─ oh ¿es que a fuerzas se debe ser profesor para que folles con uno?
─ ¡Phill Bowie! ─el llamado de la directora borro las sonrisas de todos─ ¡más le vale que se retracte de su comentario! ¡y tu Walker, a mi oficina de inmediato!
Me aparto de la directora así como de los demás, casi corriendo por los pasillos hasta que llegue a la oficina y cuando entre, me congele de inmediato cuando mi madre y Brynd ya estaban allí, sentados... Mierda...
Detrás de mí la directora entra cerrando la puerta, con aquellas dos fotografías que habían caído de mi casillero, fotografías que coloco justo frente a Brynd y mi madre. No sé qué expresiones hay en mi madre y que expresiones hay en el rostro de Brynd, según yo salí temprano de casa y ellos... ellos llegaron mucho antes que yo.
Brynd se levanta enfurecido de la silla y al tomarme de mi brazo con fuerza me obligo a sentarme en la silla.
─ ¿Con dos profesores, Walker? ─la directora habla con repudio total─ ¡y en mi institución!
─ ¡Me obligaron, fui violada, yo no quería hacer eso!
─ ¡Tu maldita cara dice otra cosa, Diana! ─mi madre grita colocándose de pie─ ¡¿es que acaso en todos lados tendrás que comportarte como una puta?!
─ ¡Pero mamá
─ ¡Cállate Diana, cállate! ─ella gritó interrumpiéndome, sin importarle mi situación, sin importarle si lo que decía era verdad o mentira─ ¡no sé qué mierda hacer contigo! ¡estoy harta, cansada de tener una miserable hija como tú que solo piensa en sexo! ¡estas enferma Diana!
─ ¡Pero yo no hice nada! ─grite con cientos de lágrimas caer de mis ojos.
─ ¡Pero como vas a decir eso si ahí estan las malditas fotos, Abbout! ─Brynd pego la palma de su mano constantes veces sobre el escritorio de la directora.
─Lo siento mucho Diana, pero... será mejor que te retires, por una semana a lo mucho, siento que si esto no se arregla no querré verte más en esta institución. Sra. Walker ¿puede quedarse unos minutos más por favor?
Mi madre solo asintió, en cuanto a Brynd volvió a tomarme del brazo con fuerza haciéndome levantar de la silla, me conducía con violencia fuera de la oficina y al salir sus tratos fueron muchos peores. Creo que no le interesaba si habia algunos alumnos en los pasillos, creo que a ellos les alegraba que Brynd me tratará de esa manera.
Estaba llorando, y lo hacía por el simple hecho de que las cosas que vendrían a continuación serian peores.
Como quisiera estar ahora con papá, con Bastián... como quisiera estar ahora en otro sitio que no fuera el auto de Brynd.
***
Mis piernas flaquean al tercer golpe que recibí en mi rostro...
Caigo de rodillas contra el frío piso sintiendo las manos de Brynd sostener mi cabello con fuerza, siento como si estuviera a punto de arrancarlo todo desde la raíz... No sé cuántos golpes me ha proporcionado, no sé ni siquiera cuantos minutos han pasado pero... han sido eternos.
Vuelve a colocarme de pie y en ese intento vuelvo a flaquear, me siento tan mareada y tan adolorida que difícilmente puedo mantenerme de pie, difícilmente puedo visualizar que estamos cercas de las escaleras.
─ ¡¿Te gusta actuar como una maldita puta, Abbout?! ¡¿no puedes dejar tu puta enfermedad a un jodido lado?! ¡¿no puedes ser una maldita mujer decente?!
─ ¡Ya te dije que me violaron! ─grite con desesperación.
─ ¡¿Ahora las putas llaman "violación" a sus actos de porquería?!
Un golpe más en mi rostro fue proporcionado por su puño, golpe que me hizo caer con fuerza hacia las escaleras, se acercó hasta mí una vez más, lo hizo con las manos en aquel cinturón que sujetaba sus pantalones, el dolor que sentía era tan fuerte que apenas si podía arrodillarme.
─ ¡Te doy la educación que tu puto padre de mierda no te dio! ¡¿y a si me lo pagas?! ─el metal del extremo del cinturón hizo contacto con mi piel, grite de dolor una tras otra vez─ ¡por mi tienes lo que tu jodido padre no te dio! ─volvió a pegarme con aquel cinturón.
Una vez quise levantarme y salir corriendo me jaloneo del cabello arrojándome hacia el lado contrario de las escaleras─: ¡Brynd, por favor basta, basta!
Tantos golpes que recibía con su puño derecho, tantos puñetazos que habían logrado sacar más sangre de la ya existente... Tantos gritos desesperados por ayuda que callaron apenas caí al piso cuando Brynd dejo de sujetarme del cabello.
Una dura y profunda patada fue proporcionada en mi estómago, robándose todo e aire que contenía, la sensación de ahogo fue tan inmensa que en tan pocos segundos ya todo me estaba dando vuelta.
Gimo y chillo del dolor, chillo porque sé que si fuera por Brynd me seguiría golpeando... Siento tantos golpes en mi rostro, siento la sangre escurrir de mi nariz, de mi boca, siento una horrible quemazón en todo mi cuerpo.
La paz viene a mi cuando el hombre suelta aquel cinturón y se la vuelta para caminar hacia donde sé, mi madre entro apenas hace unos segundos.
Me vió, y prefirió dejarme a manos de Brynd. Prefirió dejarme agonizar en los golpes de ese hombre antes que ayudarme.
***
8:47 p. m.
Camino a paso lento, y es que el dolor de mi estómago no desaparece por nada...
Si, vine al trabajo... y es que no quería quedarme en casa, no quería hacerlo... Mi padre y Bastián no estan en la ciudad pero prometieron volver lo más pronto posible para poder irme con ellos.
No tolero más vivir en esa casa, no soporto seguir viviendo bajo la sombra de Brynd y su hija. Ya no.
Me he puesto de todo en el rostro para cubrir los golpes, me refiero al maquillaje, no soy una chica que se maquille, me gusta estar al natural, me gusta lucir bien del rostro sin la necesidad de poner cientos de productos que fácilmente lo pueden dañar.
Pero hoy, hoy debía esconder lo hinchado de mi pómulo, el golpe de mi frente en mi lado izquierdo, mi labio partido... claro estaba que la hinchazón no podía esconderla... Mis mejillas tienen pequeños golpes, mis brazos, mis piernas, mi estómago y más, tienen moratones que sé, tardaran semanas en sanar.
No hay mucho movimiento el día de hoy lo cual agradezco, mis compañeros de trabajo e incluso la gerente me han pedido que me vaya a casa, no les conté lo que paso, pero sé que al menos sospechan lo que ocurrió, menos la gerente, quien es a la que nunca le cuento mis problemas.
─Vino Tristan hace horas ─Hugo habla recargándose en la pared─ antes de que llegaras.
No digo nada, me limito a seguir colocando algunas cosas en la charola.
─Que bueno que no volvió a venir, me interrogaría bastante ─respondo con pesadez y dolencia.
─Diana ─Esme me llama, la miro─ ¿Qué paso?
─... Todo está bien ─esmero una sonrisa─ de verdad, solo es lo que les dije.
─Diana, quisiera creer que es verdad lo de las escaleras, pero... con Brynd es difícil hacerlo.
─ ¿Te golpeo acaso? ─Hugo pregunta con su ceño fruncido, la atención de Esme, Hugo, Kina y Fred estan en mi─ Diana... deberías denunciarlo...
─No me gano nada con hacerlo ─tomo la charola─ solo... no ha sido solo Brynd... con su permiso.
A paso lento salgo de la cocina con la charola en mis manos, mi atención está al frente, recorriendo con la mirada las diferentes mesas que habia en el sitio, todas vacías a excepción de dos de las cuales ya estaban comiendo sus pedidos.
Cuando llego hacia la chica que habia ordenado un té y un emparedado, coloco las cosas con calma a cada costado suyo, la campanita que ha avisado que un cliente ha entrado llama mi atención, me tocara atender la mesa a mí por estar aquí.
La chica agradece en un gesto amable a lo cual solo le asiento, saco mi libreta y bolígrafo de apuntes de los bolsillos del mandil y me doy la vuelta con la mirada en aquella libreta, he recorrido hojas y hojas buscando una libre y es hasta que la encuentro que subo la mirada.
Mi atención se vuelca en el hombre que se ha sentado a un costado de la enorme ventana, su cabello rizado está atado en un moño mal hecho dejando caer algunos rizos sobre su rostro, succiona sus labios al momento en que lo veo, sus dedos largos e inquietos dan golpecitos a la mesa, noto también como sus pies de mueven sin parar.
Llevo la mirada hacia la entrada de la cocina, pero no hay nadie, Sabrina, la gerente me mira de reojo, sé que quizás ha dado indicación de que yo debo hacer esto.
Un suspiro profundo y entrecortado me asalta, succiono mis labios y comienzo a caminar hacia la dirección en donde está sentado el hombre.
─ ¿Esperaras a tu compañero? ─pregunto desviando mi mirada hacia otro ángulo.
─No... he venido solo.
─Bien... ¿Qué ordenaras?
─Un café, dos de azúcar.
─ ¿Lo quieres en su punto de ebullición? ─me atreví a mirarlo, medio sonrió y alzo ambas cejas.
─Solo caliente.
─ ¿Algo más?
─Tienes... ¿algún postre?
─Pasteles, gelatinas, galletas, emparedados con chocolate, jalea y macarrones franceses.
─ ¿Qué me recomiendas probar?
─... El pastel de vainilla.
─Bueno pues... será eso.
No dije más ni él tampoco, comencé a caminar hacia la cocina al mismo paso en que salí, las miradas de Hugo y Esme son tan divertidas que por primera vez en todo el día se me escapa una sonrisa.
─Me debes tus propinas, Abbout ─Esme habla.
─No, porque llego cuando yo estaba dejando la comida a la chica.
─Llego desde hace tiempo ─dice Hugo y lo miro─. Pidió que lo atendiera la chica que le escupió el café ayer. Menciono que iría a sacar dinero.
─...
─Se amable ─Esme me quita la charola─ ¿café en su punto máximo de ebullición con dos de azúcar?
─S-solo caliente... y una rebanada de pastel de vainilla.
─Bien... creo que el tipo vino a ofrecerte una disculpa. Trata de controlar tu mal carácter ─solo succiono mi labio inferior mordiéndolo con delicadeza, mientras observaba a Kina y a Fred colocar todo en la charola.
Una vez me entregaron la charola salí con una sensación de miedo en todo mi ser, no sabía porque, es aquella sensación en donde sientes cosquillas en todo tu cuerpo, cosquillas que te causan un malestar hasta el punto en que las náuseas se apoderan de tu sistema.
Salgo de la cocina por completo caminando con la frente en alto hasta la mesa del hombre que ahora tiene su celular en manos, sin embargo al verme ya a pocos pasos de él, decidió guardarlo. Le comencé a servir las cosas en silencio, con mis manos temblando sin parar, con mis manos heladas por el nerviosismo.
─Gracias ─dice y yo solo asiento para darme la vuelta en un silencio estremecedor─ oye... ─pare en seco─ ¿Diana, no?
─Si ─respondí al girar una vez más hacia él─ ¿esta frío el café?
─Jaja, no, no... el café está bien.
─ ¿Entonces? ¿también quieres el pastel a esa temperatura?
─No... creo que se echaría a perder... solo, bueno creo que ayer me excedí contigo, es decir, me comporte muy mal contigo después de todo, no fue culpa tuya que el café estuviera frio.
─ ¿Estas queriéndote disculpar? Sé directo ─ruedo los ojos al cielo.
─Soy directo... Harry tuvo razón, te trate mal y por eso estoy hoy aquí, al menos para emendar lo que pasó.
─Oh mierda... siento que tu novio no haya venido hoy contigo.
─ ¿Nov... ¿qué?
─ ¿Qué? ¿no es tu novio?
─ ¡No! ─exclamó.
─Oh, lo lamento... se veían y hablaban de una manera tan dulce.
─...
─Gracias por tu intento de disculpa, fue bueno mientras duro.
─Diana, de verdad siento que me haya comportado de esa manera.
─ ¿Si? Bueno, no importa... he lidiado con mierdas peores. ¿Ocupas algo más?
─Si... ¿Qué te ha pasado?
─ ¿De qué mierda hablas?
─Tienes pequeños golpes en tu rostro, si no fuera por el maquillaje apuesto se verían más y tus caminados... ¿te duelen el cuerpo?
─... Estoy cansada, con permiso.
Le di un rápido vistazo al hombre quien solo asintió lentamente, volvió a levantar sus cejar soltado un suspiro mientras una de sus manos tomaba el cubierto puntiagudo para llevarlo a la perfecta rebanada de pastel y sumergirlo en este.
Gire sobre mis talones con la charola en mis manos
─Por cierto ─me congele ante su llamado─. Me llamo Michael.
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