Capítulo.- 01
Una vez me dijeron que nunca debía huir de mis problemas.
Me dijeron que debía enfrentarlos dando la cara acorde sucedieran aquellas problemáticas que se hicieran presente en mi vida, sin importar como, sin importar dónde o sin importar quienes fueran las personas destinadas a ser las pruebas para saber enfrentar y vivir la vida.
Creo que ahora lo veía como la cosa más fácil del mundo, claro estaba que habia situaciones en las que la vida me importaba una mierda, es decir... me venía importando un carajo como estuviera, si me hundía en mi propia miseria, si me ahogaba en felicidad y en satisfacción o si lloraba a mares bajo las sabanas con la cabeza pegada a la almohada.
Claro que si de niña me hubieran explicado que tan difícil seria la vida hubiese preferido tragarme todo el pegamento toxico que usaba en el jardín de niños.
Claro que si de niña me hubieran dicho que no siempre se podría huir de los problemas, también hubiese tragado todo el pegamento toxico.
Mi vida de niña se resume en una verdadera miseria, yo no jugué a las princesas mientras lucia vestidos ampones y largos, tampoco fui la niña que jugaba con sus muñecas Barbie o con los bebés que lloraban y una tenía que asumir el papel de madre.
No fui la niña que trepaba arboles hasta la copa y que tras escuchar los gritos de advertencia de los padres, bajará alborotada y asustada por saber que habría un severo castigo.
Tampoco fui la niña que se cayera de la bicicleta y se raspara las rodillas o los brazos, no fui la niña que tuvo una infancia divina y de ensueño, con padres atentos y responsables, con padres que desearan salir un fin de semana a divertirse, o bueno... quizás solo mi padre lo era en cierto sentido.
Veras, mi infancia termino cuando un pariente de mi madre se mudó en la pequeña casa donde vivíamos, casa situada en uno de los barrios más peligrosos de New York y no, no hablo de Bronx porque para mí Bronx ocupa el primer lugar de toda la ciudad tras ser el sitio más peligroso de New York.
Hablo de Bedford, un barrio ubicado en el centro de Brooklyn que conforma los asaltos a plena luz del día, no faltaba quien se drogara a plena luz del día sin importar la presencia de niños como de mi edad o aún más pequeños, niños que simplemente al ver lo que aquellos hombres o mujeres inhalaban entraban en completa curiosidad y... bueno, ya sabrán lo demás.
Después de todo está claro que es el siglo XXI y las cosas han cambiado bastante en las últimas décadas, sigue la homofobia, sigue la pedofilia, siguen los presidentes y gobierno corrupto que no cumple las leyes y normas establecidas por ellos mismo o sus antepasados...
Pero en fin, creo que el punto es hablar un poco de mi vida en la infancia, para que tus dudas sean resueltas a la hora de establecer porque no fui la niña que todo mundo hubiese querido que fuera, o al menos las personas cercanas a mí.
Dije que mi madre habia llevado a un pariente suyo a casa, si, pariente que es su hermano, mi tío Bernart... oh bueno, ese tipo.
Llego a casa un día sábado, día en el que mi hermano Bastián y yo estábamos solos, nunca acostumbramos a abrir la puerta cuando nuestros padres no estaban pero esa vez lo hicimos ya que mi madre nos habia avisado de que llegaría una visita especial, y vaya visita.
Bernart no era de mi agrado, nunca lo fue... su manía por el alcohol era sumamente increíble, no habia día en que no tomará una cerveza de la nevera y la bebiera en tan solo minutos, no la disfrutaba hasta algunas veces me pregunte si al menos conocía ese sabor ya que a mi parecer no lo conocía.
Ese mismo día que mis padres llegaron del trabajo nos explicaron que mi tío Bernart se quería algunos días con nosotros, no nos dieron razones y a decir verdad mi padre era el único inconforme con que Bernart estuviera en la casa y aún más que se quedara por mucho tiempo.
Hubo discusiones por parte de mis padres cuando Bernart no estaba en casa o incluso discutían por las noches, creo que eso fue lo primero que arruino mi infancia, el estar tan centrada a las pláticas de mis padres que simplemente les tome tanta importancia que me hicieron maduran un poco.
Con el paso de los días y las semanas, Bernart era un poco más extraño, extraño en el sentido de que solo quería estar cercas de mi aún más cuando Bastián mi hermano salía a la calle a jugar con sus amigos del barrio.
Era yo quien se quedaba en casa a hacer las tareas que me dejaban en la escuela primaria, tareas sencillas como el recorte de figuras o el llenar figuritas con bolillas de papel de colores.
Sí, yo me quedaba sola con Bernart quien no trabajaba, quien no aportaba nada más que el traer problemas a casa.
Bueno, una tarde cuando estaba acostada en el piso de la sala viendo mi serie favorita, Bernart llego con una cerveza en manos, solo lo vi sentarse en el sofá que estaba detrás de mí, pero... por alguna razón me sentía bastante incomoda, incomoda porque tenía una sensación de malestar, de incomodidad, era una sensación que de niña, no cualquiera puede decir o expresar.
Creo que la primera vez que llore por culpa de Bernart fue ese mismo día cuando sentí sus manos subir por mis piernas, cuando al querer girar y salir corriendo me sujeto con fuerza colocando una de sus manos sobre mi cabeza.
Algo que nunca olvidare fue que tenía miedo, lo que jamás me pudo ocasionar mi mamá o mi papá me lo estaba ocasionando un tipo que era hermano de mi madre.
─ ¡No, tío!
Recuerdo que era lo que le gritaba las veces en las que me ponía boca abajo contra el colchón de aquella cama mientras sus manos golpeaban con tanta fuerza mis glúteos haciéndome llorar por el dolor que sentía, por el ardor...
─ ¡Tío, me lastimas!
Era aquellas palabras que gritaba en medio del llanto cuando ya no solo me golpeaba, si no también me penetraba con tanta fuerza que me hacía gritar por el dolor...
Era la única que no dejaba salir a las calles a jugar, era la única que mantenía encerrada para satisfacerlo sexualmente de todas las maneras posibles.
Sexo oral o anal, sexo que me hacía darle, sexo que él me daba a mí.
Mis padres en ese tiempo no se enteraron de nada y, aunque mi padre me viera diferente jamás me pregunto si estaba bien, si algo malo estaba pasando conmigo, mucho menos mi madre.
Desde mis seis años hasta mis diez años todo esto acabo...
Sus abusos, el sentir sus manos sobre mi cuerpo y su miembro penetrándome sin piedad alguna, el sentir aquellos asquerosos labios sobre mi cuerpo dándome lo que él llamaba "placer"... fue en ese entonces cuando cumplí diez años que todo acabo...
Mi padre habia llegado del trabajo, una falla en la fábrica donde trabajaba lo hizo volver, fue él y mi hermano Bastián quienes vieron la horrible escena que estaba creándose en uno de los sofás de aquella casa, fueron ellos quienes simplemente no se pudieron resistir a acabar con aquel acto tan enfermizo que estaba frente a sus ojos... Mi hermano con quince años era lo bastante fuerte, era lo bastante atrevido para enfrentarse a cualquiera.
Y mi papá, mi papá jamás se pudo perdonar por lo que estaba pasando en aquella casa durante tantos años, jamás se pudo perdonar el haber aceptado de mi madre que ese hombre entrará a nuestras vidas para arruinarlas de esta manera tan trágica.
Fue él la razón por la que mi infancia se fue a la mierda, fue él, el responsable de que no haya podido salir y divertirme, porque siempre estuvo al tanto de lo que hiciera, siempre estuvo al tanto de con quien hablaba... incluso habia días en los cuales no podía ir a la escuela por lo mal que estaba o solo porque él quería tener sexo...
Después de un año de asistir a terapias, la psicóloga que me trataba se cansó de atenderme, creo que no veía mejorías en mí, era verdad, no las habia... si de alguna u otra manera ese tipo habia mal influido en mi vida, lo hizo con el propósito de hacer de mí una preadolescente que buscara sexo cada vez que pudiera...
Porque para mí, tanto tiempo estar bajo la misma rutina desde niña se llegó a convertir en algo que ya era una necesidad en mí. Así como el comer, el dormir, el ir al baño, el sexo era una de las cosas que ya estaba presente en mi a tan temprana edad, que aunque haya sido abusada por tantos años... creo yo se hizo una costumbre diaria.
Mis padres se divorciaron, mi padre vive en una zona tranquila donde no es un barrio ni muy peligroso ni muy seguro, es algo... neutral... Mi madre se casó, se casó con un hombre viudo el cual tiene una hija, piel blanca, cabello rubio, ojos entre verdes y azules, con un humor de la mierda...
Brynd Walker es el nombre del tipo que tiene como a una pendeja inservible a mi madre.
El tipo tiene millones a su disposición, millones y millones que fácilmente gana en uno de sus negocios de metanfetaminas, traficante de armas y un hijo de puta que se las gana apostando con otros mafiosos.
Bastián, mi hermano va y viene cuando quiere, a veces está en casa de mi padre y otras veces en casa de Walker, así como yo... pero... Charlotte, la hija de puta es tan lame testículos con su padre que va y da el "pitazo" avisando de mi completa falta de capacidad para ver las cosas, ya que según yo, no merezco ver a mi padre hasta tener la mayoría de edad, sí, soy menor de edad hasta los veintiún años, según las normas de algunas ciudades de Estados Unidos.
¿Pero qué hay de mí?
Bueno, soy estudiante de preparatoria, con un excelente promedio y excelentes notas, así como partícipe del equipo de porristas, ganadora del premio de ciencias en dos ocasiones, violinista, lectora y a veces escritora de mundos disparejos, sobre naturales, del romanticismo... puedo cantarte alguna canción de The Beatles o incluso de The Rolling Stones, soy algo... especial en las cosas que no me parecen, si, conmigo puede armarse hasta la tercera guerra mundial si algo no me gusta.
Trabajo en una cafetería de nombre IGI, de la cual sé que muy pronto dejaré de trabajar ya sea por el estúpido nuevo esposo de mi madre o por las nuevas reglas que pondrá la gerente de aquel lugar, el que solo hombres estén trabajando en ese sitio ha llenado la cabeza de muchos y es que según el gerente es "necesario" hacer este tipo de cambios por un bien que según ella me beneficiara.
Damián Padilla, chico con el cual habia tenido severos problemas fue la razón de que la gerente quisiera correr a toda mujer de su sitio, es decir a las meseras, ya que desgraciadamente Damián abusó sexualmente de una de mis ex compañeras de trabajo, nadie le creyó a la chica a excepción de mí y de otra más, fue entonces que la mala racha llego a mi cuando en uno de los callejones que da con el restaurante el tipo se aprovechó de que solo estábamos él y yo solos haciéndo la limpieza extrema del lugar a altas horas de la noche y... bueno, quiero omitir más detalles.
─Srta. Diana, sus padres la esperan para almorzar ─hago una mueca cuando la mucama dice la palabra "padres" con una espléndida sonrisa en su rostro, termino de cepillar mi cabello y me aventuro a girar sobre mis talones encarando a la mujer que vestía con un traje de color azul marino mientras que los zapatos de piso hacían un complemento perfecto con aquel traje.
─Solo es mi madre, el otro tipo solo es el sujeto que se casó con mi madre ¿es tan difícil nombrar solo a mi madre?
─Oh, bueno... ambos estan casados y el apellido del Sr. Walker es claro que se lo dio a usted.
─Pues que imbécil fue ─tomo mi morral y lo paso por mi hombro derecho.
Salgo de aquella habitación dejando a la mujer dentro de ella, con las manos a cada costado de mi cuerpo me dedico a caminar por el largo pasillo hasta que llego a la escalera de color blanco que hacia un pequeño espiral, cuadros elegantes en las paredes de pinturas famosas, una que otra original y en su mayoría solo copias que sé Walker querrá comprar muy pronto.
Cuando termino de bajar las escaleras tomo rumbo hacia la cocina, atravesando la pequeña fuente que habia por adorno en la enorme sala de estar, una de las tantas salas que habia teniendo la vista libre al enorme jardín trasero.
Entro a aquel lugar presenciando a mi madre vistiendo como siempre con aquellos regalos caros que Brynd Walker le ha dado desde hace años. El hombre como siempre está vistiendo sus trajes elegantes con aquellos anillos de oro y reloj del mismo material y su hija luciendo lo más anormal posible con todas esas malditas joyas a su alrededor, con todo esa ropa de marca y maquillajes egocéntricos.
Pero también, algo que llama mi atención es ver a mi hermano sentado en una silla de brazos cruzados mientras miraba a mi dirección, mi maldita salvación ha llegado justo cuando más lo necesitaba...
Sus ojos azules dan un rápido vistazo a todo mí al redor, una pequeña sonrisa se plasma en los labios de mi hermano quien me saluda amablemente dándome los buenos días, hago la misma acción cuando camino hasta él para besar una de sus mejillas en completa felicidad.
─ ¿Puedes sentarte ya, Diana? ─llevo la mirada a Brynd quien no deja de mirarme mientras su codo estaba encima de la mesa y su mano sostenía un cubierto─. Suficiente tengo conque ya vayas tarde a la maldita escuela.
─... No voy a desayunar ─digo con la mirada en alto, mi madre me fulmina con la mirada al igual que Brynd─. Voy tarde.
─Diana ─mi madre dice mi nombre con fastidio, simplemente la miro por segundos y solo por querer seguir sosteniéndole la mirada a Brynd─ no molestes a Brynd y ya siéntate.
─Dije que no quiero ─volví a decir acomodando mejor el morral sobre mi hombro, Brynd se colocó de pie acomodando aquella corbata de color gris mientras me miraba con severa molestia─. No me esperen hoy, doblo turno en la cafetería.
Mire a Bastián quien comprendió que era momento de irnos, mi hermano coloca la silla en su lugar y pronto se da paso a querer salir del ambiente incomodo que se formó, giro sobre mis talones comenzando a caminar sobre el piso de azulejo blanco con el solo propósito de alcanzar a Bastián y salir juntos de este lugar de inmediato.
─Te lo volveré a decir, Diana ─paro en seco tras escuchar la voz de Brynd─. O dejas ese maldito trabajo ahora o juro que hare que lo dejes por las malas.
Algo que odio de Brynd Walker es que siempre quiera meterse en mi vida, es decir... trabajo porque me gusta, estudio porque me apasiona y desobedezco sus órdenes mierderas porque lo único que hace es humillarme, es querer hacerme ver que como mujer soy una completa mierda, pero lamento informar que no es así.
Lo ignoro y solo porque me ha dado más razones para desobedecerlo, a paso más veloz logro salir de ese incomodo lugar que me estaba poniendo lo bastante tensa como para afectarme aún más de lo que ya me habia afectado por años.
Donde mi único refugio era esa habitación en la que dormía y me encerraba cada domingo en la espera del día lunes.
***
Es extraño que haya tanto silencio en el auto de mi hermano, normalmente suele cantar a todo volumen las canciones que suenan en la radio y, si no sabe las letras habla en un jodido idioma que sé un día de estos invocara al mismo satanás.
Solo está ahí, callado, concentrado en cada auto que se le cruza por enfrente mientras sus manos sostienen con firmeza el volante de color negro. No sé si está molesto o si tiene algún problema que quizás quiere compartirme pero no se atreve a hacerlo, quizás solo amaneció de mal humor y esperara el momento indicado para mandar a todos al diablo.
Pero... su mirada dice otra cosa, aquella mirada azul solamente esta puesta en un solo fijo y aun así puede expresar muchos sentimientos.
─ ¿Estas bien? ─me atrevo a preguntar cuando giramos por una de las calles, succiona sus labios y niega lentamente─. ¿Paso algo?
─Creí que mamá te lo habia dicho ─suelta en completa sequedad, frunzo mi ceño─. Su embarazo y lo de papá.
─... No le he tomado importancia a su embarazo ─suspiro─ lo de papá, creo que... es mejor darnos cuenta y pensar que pronto estará bien, le he dado de mi dinero para sus medicamentos.
─Y yo igual Diana, pero... comprende que ya no se trata de medicamentos, ya se trata de un maldito asunto más serio... su cáncer avanza con cada paso que da.
─Lo sé... solo, espero juntar más dinero para al menos pagar algunas de sus quimioterapias... iré a visitarlo esta semana.
─Creí que Brynd te lo tenía prohibido.
─Bastián... me paso sus órdenes por el culo y lo sabes.
─Jaja, eres una maldita ignorante Diana... ¿Qué tal tu relación con Charlotte?
─Pésima... es una lame testículos con su padre, la odio.
─No se te nota ─estaciono el auto justo frente a la preparatoria, me miro─. No podre pasar por ti ─mira al frente─. Debo quedarme a limpiar retretes.
─A follar Bastián, se le llama a follar en los baños ─sonreí cuando miraba por los jardines a los estudiantes─. No preguntare con quien, después de todo tu maldita bisexualidad me mata cuando cuentas tus aventuras.
─ ¡Oh, ya cállate! ─dijo al momento en que jalaba mi cabello con fuerza.
Solo reía por las acciones de mi hermano, es un gran chico con un enorme corazón, lo amo más que a nada en este mundo, desgraciadamente él no se toma tan enserio mis palabras, él toma más en cuenta las acciones.
Giro hacia la puerta del auto una vez me suelta del cabello, abro la puerta del auto y coloco un pie fuera de este.
─ ¿No olvidas algo? ─lo miro con mi ceño fruncido y una sonrisa algo irónica. La inflamación de su mejilla por contener el aire me hace reír, sus labios levantados y su dedo índice dando pequeños golpes en sus mejillas me hacen sonreír aún más.
─Mierda ¿es enserio?
─Mi beso de despedida, Abbout.
─ ¡No me jodas, Bastián!
─Dame mi beso ─exige con voz más gruesa, solo sonrió para acercarme hasta él y besar su mejilla después, la muerdo con fuerza apartándome de él de inmediato cuando su mano estaba próxima a meterme un golpe en la cabeza.
De un portazo cierro aquella puerta comenzando a correr una vez sus reclamos ya habían salido a la luz, sé que ha bajado del auto así como sé que si no tuviera prisa me seguiría hasta hacer que le pidiera una disculpa frente a los pocos presentes.
Si, ese es mi hermano mayor, mi maldito héroe desde siempre, aquel chico divertido y tímido a la vez que disfruta de mi compañía y yo de la suya. El ejemplo de hombre que todos deberían tomar en algún momento de él, creo que Bastián y mi padre son las dos personas que más amo sobre la tierra, es decir lo han dado todo por mi aun después de que mi padre se separara de mi madre, desde que Bastián decidió irse a vivir con mi padre y pocas veces ir a la gran residencia de los Walker a visitar, lo curioso es que solo me visita a mí y a mi madre la ha hecho a un lado desde siempre.
¿Qué puedo decir? Mi hermano es rencoroso, mucho más de lo que yo pudiera serlo, creo que aún vive con el recuerdo de la mala madre que llego a ser en un momento, en donde solo se interesaba por verse bien a ella misma sin importar que Bastián y yo no tuviéramos buena ropa para vestir, o buenos cortes de cabello que al menos dieran otro vistazo a nosotros como los niños que éramos antes, afortunadamente supimos ser bastantes dependientes, poco a poco comenzamos a comprar nuestras propias cosas sin ayuda de aquella mujer que sigue siendo igual de arrogante con nosotros, de desinteresada...
Pero solo con Bastián y conmigo es así, ya que Charlotte es como si fuera la hija biológica y preferida de ella, las cosas seguirán cambiando, como lo dijo Bastián, mi madre está embarazada de Walker, tres meses y sigo creyendo que esta pesadilla nunca terminara.
Una vez entre al enorme edificio de la preparatoria, me dirigí a mi casillero, esta mañana me desperté recordando que el saco del uniforme lo habia dejado en mi casillero, los profesores son algo estrictos con hacernos ver que la vestimenta del uniforme es esencial para hacer ver bien a la institución, pero creo que el uniforme es lo menos, la disciplina de los estudiantes —en su mayoría— es la que se debería corregir.
Cuando tomo aquel saco de color negro con los bordes del cuello blanco —así como los bordes de las mangas y de las bolsitas que estaban a cada costado del saco— lo coloco pasándolo de un brazo a otro, al final abotone los tres botones de color plateado, acomodo bien el cuello y por ultimo cierro aquella puerta del casillero comenzando mi camino hasta las escaleras que me llevaban al segundo piso.
Hombres con saco y pantalón del mismo tono que el saco que llevo puesto, corbatas rojas encima de una camisa blanca con cuello y zapatos de vestir bien boleados, es el este tipo de uniforme que usan los hombres de la institución, a nosotras como mujeres han remplazado las corbatas por un moño rojo en medio del cuello de la camisa blanca, una falda a cuadros azul, roja con líneas blancas en cada costado de los cuadros de colores, medias de la misma tonalidad que el saco y por supuesto los zapatos de vestir para mujer, a decir verdad hubiese preferido quedarme en un colegio menos formal como este.
─ ¡Diana! ─giro mi cabeza al momento en que dejo de subir por las escaleras, la sonrisa que se plasma en mi rostro es inmensa y solo por ver a mi mejor amigo correr hacia mi dirección con una sonrisa igual o más grande que la mia.
Tristan Sayer, originario de Inglaterra, hijo único, con padres unidos, cabello largo y ondulado, ojos marrones pequeños, cejas bien delineadas, nariz respingada y una altura perfecta. Ha sido mi mejor amigo desde que cursamos juntos la secundaria y hasta ahora, es una de las personas que nunca me ha fallado.
Cuando llega hasta mí me abraza con fuerza, correspondo a su cálido abrazo en medio de una calurosa sonrisa, su loción de inmediato se adueña de mis fosas nasales, aquella loción amarga con un toque dulce, un olor extraño pero agradable.
Se separa de mí y acomoda mejor el morral que estaba sobre su hombro─: No creí que llegarías tan temprano hoy, normalmente sueles llegar más tarde ─dice cuando nos decidimos a caminar de nuevo.
─Me ha traído Bastián, estaba esta mañana en casa de Brynd y... aproveche.
─Ya decía yo que Charlotte no estuviera contigo ─siento su mirada sobre mí cuando dice eso─. No ha dicho nada ¿o sí?
─Tarde que temprano lo hará Tristan y puedo jurarte que Walker me sacará de este lugar y me esclavizara estando por siempre bajo su techo.
─ ¿No puedes hacer algo?
─ ¿Qué podría hacer? Charlotte se la juega mucho conmigo, no puedo hacerle nada, Brynd me tiene advertida sobre si algo le pasa a su hija. Ganas no me sobran de darle un maldito escarmiento.
Tristan no dice nada, se digna a seguir sonriendo mientras caminaba. La cuestión del problema con Charlotte es que hace dos semanas me grabo haciendo cosas indecentes con un estudiante de la preparatoria, cosas que a decir verdad no sucedieron como Charlotte lo piensa, solo hubo ese toque de "arrimones" algo comprometedores que sé, Charlotte interpreto como que el sexo habia llegado a su fin y solo esto era una "despedida".
Brynd se comporta como su fuera mi padre, no me deja tener novio, no puedo vestir como quiero, simplemente... todo se lo deja a Charlotte y a mí me lo niega.
Charlotte sabe que si le muestra ese video a Brynd me correrá de la casa y según, me llevará a un lugar del cual está seguro que me arrepentiré el resto de mi vida.
Cuando giramos por uno de los pasillos que nos llevaban directo a la planta alta, me quede estática al igual que Tristan ¿la razón? Bueno, hay un chico con el que lleve algo durante unas semanas, desgraciadamente el chico era alguien demasiado violento, era esa clase de hombre al cual le encantaba ser un tanto "masoquista" a la hora de tener sexo, chico que sigue fríamente herido por mi repentino alejamiento a no querer nada mas con él.
Gregori Jakov, la clase de chico que luce terriblemente encantador pero es más una fría mascara que lleva puesta.
Tomo la mano de Tristan decidida a darme la vuelta para evitar más confrontaciones con este tipo, sin embargo antes de que decidiéramos alejarnos aún más, Gregori me hizo parar en seco al momento en que su mano tomo mi brazo con tanta fuerza que el dolor que sentir en ese momento fue algo torturador.
Giro violentamente hacia él desafiándolo con la mirada, pero la sonrisa déspota que está en sus labios me hace saber que si yo me atrevo a hacerle algo, el reaccionará de mala gana sin importarle que estemos en un colegio, sus dos acompañantes, Alexie y Frade miran atentos la escena mientras que Tristan ya se encontraba amenazando a Gregori, chico al que no le importaba ninguna amenaza que mi mejor amigo le hacía llegar.
─Cada día con la falda más corta, Diana... ¿te gusta lucir como una puta acaso? ─dice divertido sin dejar de verme de pies a cabeza.
─Que te importe una mierda, Gregori ─fruncí el ceño al momento en que me zafaba de su agarre.
─Diana, calma tu puto tono de voz conmigo, sabes que detesto que me hables así.
─Puede hablarte como ella quiera ─Tristan se pone frente a mí, lo que menos quería era meterlo a él en esto así que lo tomo del brazo forzándolo a que deje esa discusión que nunca tendría un fin.
─La cosa no es contigo "Tristan" ─Gregori dice el nombre de mi amigo de forma "divertida" según para él y para los otros dos imbécil que ríen por la escena─. Tienes tres segundos para venir acá, Abbout o te juro que no te las acabaras conmigo.
─No tengo nada que hablar contigo, Gregori ─respondí colocándome a un costado de Tristan.
─Yo sí, y si sabes lo que te conviene vendrás ahora... no queremos que... se corra lo que tengo en mi teléfono a toda la escuela ¿verdad?
─... ─y ahí estaba, su maldita amenaza, su maldita manía de hacerme callar y temblar de miedo por lo que ahora podría surgir si no cerraba la boca.
Succione mis labios bajando la mirada al piso llena de pánico, llena de miedo... porque sabía que Gregori era lo mismo o mucho peor que Charlotte, era un hombre que sencillamente podía conseguir lo que él quisiera a costo de amenazas.
A final de cuentas, levante la mirada observándolo con molestia, mirándolo con gran molestia pero sin desafío alguno, mire a Tristan que quien con un asentimiento corto comprendió el asunto que habia aquí, él era de los pocos que lo sabían y tenía bien en claro que lo mejor era ir y "hablar" con Gregori.
Paso desapercibido por los otros dos amigos de Gregori quienes segundos después decidieron seguir a Tristan a un paso lento, no son tipos que se preocupan por la puntualidad en las clases y tampoco si tienen asistencia o no.
─Eres terca, Abbout ─dice Gregori al momento en que ya lo tengo frente a mí, una de sus manos me toma con fuerza de la barbilla al mismo tiempo en que me pegaba a la fría pared blanca, llevo mi mirada a otro extremo tratando de evitar verlo a los ojos─. Sabes que lo tengo en mi celular podría arruinar tu miseria de vida, no sé, tal vez que el director te expulse por haber tenido sexo en una aula de la institución.
─La llevarías conmigo ─dije pero recibí una bofetada del chico, cuando me soltó lo único que pude hacer fue tocar mi mejilla mientras lo miraba directamente a los ojos.
─ ¿A quién le creerán más? ¿al alumno con buenas notas y capitán del equipo de béisbol o a la estudiante que también se fue a follar con dos de los prefectos de esta institución a inicios de año?
─...
─Sabes que tengo las malditas grabaciones Diana, no me sorprendería que perdieras hasta tu empleo por tu rechazo constante a mí.
─... Gregori
─Quiero una confirmación mañana, Diana... y eso implica alejarte de ese tal "amiguito" tuyo. O si no, créeme que todo el mundo conocerá a la perra que se fue a follar con dos prefectos aquí en la institución, te advierto que esos videos podrían llegar a todo internet, y el tuyo y el mío ¡oh Diana! Me encargare de que solo lo vean aquí para hacerte la vida imposible.
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