La angustía del oráculo.

Desde niña el mar siempre me ha provocado una extraña atracción como si yo formará parte de aquel océano. Ahora me encontraba allí, observando con detenimiento el relajante movimiento de las olas, como impactaban contra las rocas una y otra vez, el profundo azul, aunado al radiante sol, me recordó al idiota rubio que solía sacarme de mis casillas. Sonreí con levedad y luego suspiré.

«¿por qué no dejaba de pensar en él?»

— Y ¿Qué ópinas Diana?... ¿No crees que fue buena idea venir?

Di un vistazo a aquella jovencita que portaba un sencillo vestido blanco y joyería dorada, inclusive un hermoso dije que caía sobre su frente. Realmente Elena, daba la impresión de ser alguna diosa griega con todos esos atavíos, y con su carácteristica sonrisa. Sé que era extraño que aceptará su invitación, pero había una importante razón.

Sebastían.

Por alguna extraña razón, desde lo ocurrido en la cabaña con los "Fugitivos de Helios" había pérdido todo contacto con él. Tal vez sólo sea una estúpida paránoia mia, pero me preocupaba enormemente. Por eso cuando Elena me envió ese mensaje no tarde ni un segundo en aceptar.

— Sabes a que vine Elena. Así que dimé ¿Qué sucedé con Sebastían?

Ella me observó y soltó una carcajada aniñada.

— Deberías aprecíar más estos momentos... Uno nunca sabe cuando será la última vez que puedas observar esté paisaje.

Musitó ella pérdida en el azul del mar.

— Por favor Elena. Vivimos a orillas del alcantilado, tú vives en el templo. Tienes está visión a diario.

Expresé con irritación.

— Mejor dimé, ya. Sabes que si no regreso pronto Aiden, lo va a notar.

Aquella negó.

— Ese tonto, está muy distraido jugando con el enemigo...

La observé con impresión.

¿Acaso hablaba de Tabatha?

— Lo mismo que tú desde hace algún tiempo o ¿Me equívoco?

Mi corazón se aceleró ante la veracidad de sus palabras. Elena ya no sonreía.

— Quién diría que la hija del gran arquero, la llave de Selene... La luz que guiaría a nuestro clan, pudiera proferír tal traición... Sería tú ruina si algo así se conociese.

Tomé aire y alcé la vista. ¿Cómo había sido tan idiota para no recordar al oráculo y sus malditas visiones? Ahora, debía asumir las consecuencias de mi estúpides y si era necesario enfrentar al oráculo de la luna. Pero ¿Por qué no me ha retenido el consejo?

— Entonces... ¿Por qué no has ido a hablar con el consejo?

Musité.

Un enorme silencio se hizo sobre nosotras. Elena cruzo ambos brazos y la brisa marina despeino algunos de sus cabellos.

— Lo único que debes saber es que de tí, dependen muchas cosas... De tí y ese chico de cabellos como el sol y ojos de cielo.

Guarde silencio. En total estado de confusión.

— ¿Qué sabes de Elliot?

Ella sonrio misteriosa.

— Es un buen chico. Pero si te cite aqui Diana, es porque algo grave pasa en los terrenos de la luna, algo que no puedo visualizar con totalidad, pero estoy más que segura de que el consejo y algunos mienbros estan interconectados.

— Ya veo.


Bajé la mirada. ¿Elliot tenía razón? ¿Acaso un complot se cernía sobre nosotros?

— No confíes en nadie... Y eso incluye a Sebastían.

Levanté la mirada topandome con sus ojos meláncolicos.

— ¿Bromeas... cierto?

Elena negó.

— Diana, sé bien que Sebastían lo es todo para ti. Pero habeses el cordero se viste de oveja y él aparece en mis visiones siendo parte de aquel nido de serpientes. Podría equivocarme, recuerda que soy apenas una aprendiz en la comprensión de esto. Pero, por favor cuidate.

Era la primera vez que aquella chica odiosa, se mostraba tan angustiada.

— Yo...

Detuvo sus palabras de improvisto y sujeto mis manos, al verla a los ojos estos se tornaron violetas y brillante, ella temblaba y de sus labios surgieron palabras inentendibles. Su voz tenue apenas me dio entender.

"Azfir kriv"

Su respiración se agitó y ella se liberó de mi agarre con brusquedad.

— ¿Elena?

Me observo contrariada y luego musito.

— Vete... Vete Diana, ahora.

— ¿Qué viste?

Desvió la mirada a un lado.

— No hay tiempo... Vete.

Suspiré y luego de unos segundos sentí.

«Joder... ¿Qué paso?»

Comencé a alejarme.

— El sol te resguardara de la oscuridad...

A penas escuché aquel murmuro.

Al girarme, Elena ya no estaba. Mi corazón podía sentir el peso de una terrible angustia ¿Qué estaba sucediendo?

Al salir de allí, siguiendo el puente sobre el mar que conecta hasta el acantilado, me detuvé a las afueras de la reja que cercaban esa área de la playa, puesto que pertenecía a los Terrenos Luna. Dirigí mi vista al acantilado situado a media hora de allí, podía verse el enorme muro de concreto que encerraba como una fortaleza a el clan.

Me quedé allí, abstraida en mis recuerdos.

— No creo que estar por aqui sea muy inteligente de tú parte.

Bufé.

— Lo mismo digo.

Pude percibir su cercanía, detrás de mí e imaginarmelo con su sonrisa arrogante.

— No iba a dejarte venir sola. Sería arriesgado si te atrapasen y no creo que estes dispuesta a enfrentar a los de tú clan... O ¿Me equivoco?

Asentí, dándome la vuelta.

— Gracias por venir Elliot.

La verdad necesitaba mantenerme fuerte. Y teniendo a ese chico rubio a mi lado lograba hacerlo, ¿por qué? No se.

Él se mantuvo en silencio, sonriendo a medio labio. Me hizo una seña y empezamos a caminar lejos de allí.

Últimamente, Elliot y yo nos llevabamos mejor, desde aquel día en la cabaña nuestra "relación de compañerismo" mejoró un poco.

— Y ¿qué te dijo sobre... Tú noviecito?

Rodeé los ojos ante su tono de sarcasmo.

— Sebastían... Se llama se Sebastían.

Él se tenso, parecía irritado con aquella conversación.

— Como sea...

Bajé la mirada al recordar las palabras de Elena.

— Tal vez... Tengas razón Elliot.

— ¿En qué?

Me miró confundido.

— Algo malo pasa con el clan de la luna... Elliot, quizás tambien estén siendo reclutados mienbros de allí por la "Marca de caos".

Así decidimos llamar a los que nos atacaron, puesto que según Aeris, la marca de sus frentes eran el simbolo del caos.

— Y ¿Él tiene algo que ver?

Elliot fijo sus iris azules e intensos sobre mí.

— No.

Mentí. Quería asegurarme de que aquello era falso...
Porque mi Sebas no sería capaz de hacer tal cosa ¿cierto? No. Él era la rectítud en persona.

— Comprendo.

Ambos caminamos metidos en nuestros mundos de pensamientos, o al menos ese era mi caso. Hasta que nos detuvimos frente a una dulceria, Elliot me observo en silencioso meditando hasta que lo ví suspirar.

— ¿Qué pasa?

Arqueé una ceja. De la nada el se acerco a mi llevando algo en sus manos, luego rodeó mi cuello y pude sentir el peso lijero que reposaba sobre mi pecho.

— Esto... Te mantendra a salvo.

Sujeté aquel objeto...

Era su dije.

— Pero Elliot...

Él nego, y con lentitud acomodó un mechon de mi cabello tras la oreja. Sentí mis mejillas arder y el sonrío.

Maldición.

— Debemos irnos, Aeris está sóla. y Andrew debe estar siguiendo a Tabatha y a Aiden.

Asentí.

Elliot, caminaba con las manos en su chaqueta de cuero negro. Di otro vistazo al dije y sonreí.

«Tal vez, Elena tenga razón y Elliot sea una buena persona.»

Buena persona, entonces si Elliot era bueno ¿por qué Sebastían no lo sería? Su recuerdo se dibujo de nuevo en mis mente hacíendo que la angustía volviera.

«Sólo espero que esté equivocada con Sebas.»





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