7-
[Actualidad]
La chica saltó del tren, y aunque esta vez cayó de pie, tuvo que estabilizarse con los brazos para no caer.
— Alex. — le llamó una voz conocida.
Ella se giró rápidamente.
— ¡Hola...! Cuatro... ¡mi instructor favorito! ¿Qué haces aquí a estás horas? — murmuró, tratando de disimular.
— Alex. — repitió. — ¿A dónde has ido?
— No he ido a Erudición, por si te lo estabas planteando. — respondió.
Él negó con la cabeza, serio.
— No deberías hacerlo, Alex. — dijo. — Te están observando en este preciso momento.
— ¿Q-Quién me observa? — le preguntó.
Él no le respondió, si no que la guió hacía su habitación, con los demás iniciados.
Ninguno de los dos dijo nada, aunque Alex quería haber preguntado muchas cosas.
— Ten cuidado, Alex. — le dijo, cuando llegaron a los dormitorios, justo antes de marcharse.
— ¿Por qué debería tener cuidado? — quiso saber, pero su instructor ya estaba demasiado lejos para escucharle.
[Al día siguiente]
— Llevas rara desde ayer. ¿Te pasa algo, Alex? — le preguntó Uriah, en la hora del desayuno.
— Eso. — murmuró Marlene, dándole la razón, mientras mordisqueaba una magdalena.
Alex se encogió de hombros y bostezó. No había dormido mucho esa noche.
— No me pasa nada. — respondió, un tanto molesta, llevándose a la boca una cucharada de cereales. — Sólo tengo sueño.
— Deberías dormir más. Empiezas a parecerte a Lynn... — añadió Marlene, en un susurro.
Los tres soltaron una carcajada.
— Te he oído. — dijo Lynn, sin siquiera moverse.
— No, Alex, creo que Uriah tiene razón. — comentó Marlene. — Es cierto que estás... rara desde ayer.
— ¡Si! — corroboró el chico. — No eres la misma desde que te enseñamos ese periódico.
La rubia solo se encogió de hombros, bajando la mirada.
— Me gustaría hacerme un tatuaje. — comentó, cambiando de tema rápidamente. — ¿Me acompañáis?
— Claro. — dijo Marlene.
— ¿Qué quieres hacerte? — le preguntó Uriah.
— Un diamante. — respondió sin pensárselo.
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