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[Actualidad]

La chica se levantó , con cuidado de no despertar a ninguno de los demás iniciados. Se vistió en silencio y salió sin hacer ningún ruido.

No se cruzó con nadie mientras salía del complejo de Osadía, cosa que agradeció mentalmente.

Subió ágilmente al tren, sorprendida ella misma por la facilidad y recordando la primera vez que lo hizo.

Ya cerca de su destino saltó del tren, aterrizando en la gravilla, pero no le importó el golpe y comenzó a correr hacía el edificio.

Este tenía unos grandes ventanales que ocupaban la mayoría del espacio, lo que asombró a la chica.

No le costó forzar la manilla de la puerta, al parecer en Erudición no se tomaban tan en serio su seguridad, pensó con una sonrisa.

Recorrió los pasillos desiertos, y al llegar al ascensor, entró y marcó el último piso, el de los laboratorios.

Al llegar allí, se dirigió al laboratorio principal, pero se detuvo al ver una figura alta en él.

Esperó a que se fuera y apagara todas las luces para entrar. Rebuscó por toda la habitación, dejándolo todo patas arriba hasta encontrar lo que buscaba.

Guardó los dos collares en el bolsillo de su pantalón y cuando se disponía a marcharse escuchó una voz a sus espaldas.

- ¿Quién anda ahí?

- Mierda. - murmuró para sus adentros.

- ¿Quién eres? - le preguntó un chico de aproximadamente su edad, vestido de azul.

- ¿Quién eres tú? - dijo, alzando ceja.

- ¡Yo te he preguntado antes! - exclamó el chico.

- ¡Te chinchas! - replicó. Él iba a contestar, pero una chica a la cual creía reconocer, entró en el laboratorio, interrumpiéndoles.

- ¿Alejandra? - preguntó la chica.

- ¡Pero cállate! - dijo ella entre dientes. - Y, para tu información, ahora soy Alex.

- ¿La conoces? - le preguntó el chico a la chica, sorprendido.

- Una larga historia. - se limitó a contestar ella.

- En realidad, no es tan larga. - replicó Alex. - ¿Quieres escucharla?

- No. - contestó rápidamente.

- ¿Cuántos años tienes?

- Dieciséis.

- Huy, cómo yo, seguro es el destino. - dijo Alex. - ¿Tienes novia?

- Eso no es de tu incumbencia. - respondió la otra chica por él.

- ¡Uy! - exclamó ella. - ¿Celosa?

Ella rodó los ojos y se dirigió al chico.

- Christopher, yo me encargaré de ella. - dijo, arrastrándola fuera del laboratorio.

- Uy, ¿Christopher? - comentó Alex, mientras andaba.

- ¿Qué coño haces aquí? - le preguntó, cuando llegaron a la puerta.

- ¿Qué tal, Alejandra? ¡Cuánto tiempo! ¿Todo bien, Paula? ¿Con el novio también? - murmuró, sacando de su bolsillo uno de los collares y lanzándoselo. Ella lo cogió al vuelo. - Creo que esto es tuyo.

- ¿Cómo has...? - comenzó Paula.

- Si no me hubieras mentido, no habría tenido porque robar algo que nos pertenece. - le cortó Alex, con de decepción en la voz.

Se iba marchar, pero justo antes de irse se paró en la puerta y añadió

- El mozo de antes, todo tuyo, baby.

Paula no pudo evitar sonreír, pues aquella era la forma en que la solía llamar cuando eran pequeñas.

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