Hora del baño
El sonido del agua de la bañera y el vapor del agua caliente inundaban el baño.
Leonardo tanteó el agua, estaba perfecta para Ryan. Miró a Ryan quien con curiosidad veía como la bañera se llenaba de agua. Al estar llena la bañera, Leo cerró la llave.
- Bien Ryan vamos a quitarte tu pijama. - comentó Leo para ponerse a su altura y ayudarle a quitarse la pijama. Retiró con cuidado las vendas, las heridas de Ryan se estaban cicatrizando.
Una vez listo, Leonardo colocó a Ryan en la bañera.
Ryan al sentir el agua tibia cerró los ojos, una reacción involuntaria. El agua de la tina le llegaba hasta el pecho.
- ¿Esta muy caliente? - Leo estaba preocupado de que el agua hubiera quemado a Ryan.
- No es solo que nunca me había bañado con agua que echara humo - dijo - El agua de la dimensión X estaba fría y a veces olía muy raro. Me gusta más esta agua.
Leonardo sonrió levemente, le daba gusto que Ryan pudiera ser un poco más expresivo qué en la mañana.
Con una esponja y jabón comenzó a bañarlo. Talló suavemente los hombros, con mucho cuidado limpió donde estaban las heridas. Formó espuma.
Ryan estaba algo pensativo, Leo al notar esto con su mano agarra espuma y se la pone en la nariz de Ryan, distrayendolo.
Esto hizo reír al pequeño, también de la espuma qué caía al agua se la lanzó a su papá, paso de ser un baño tranquilo a un baño lleno de risas.
(..)
Leonardo secó con una toalla blanca a Ryan, éste no paraba de reír y moverse pues la toalla le hacía cosquillas.
Era bastante cosquilludo.
- ¡Hey! todavía no termino de secarte - dijo entre risas Leo, su hijo empezó a correr con una gran y tierna sonrisa.
Leonardo fue detrás de él, Ryan era rápido, eso era muy evidente, pues era un niño de 4 años con mucha energía. No era un problema para Leo atraparlo, era un ninja.
Pero escuchar reír a Ryan lo hacía sentir bien, saber que él estaba disfrutando un muy buen momento de padre e hijo, no quería que terminará. Pero tenía que continuar secándolo. Hizo un movimiento falso para engañar a Ryan y funcionó.
- ¡Te tengo! - cubrió a Ryan con la toalla.
- ¡No es justo me engañaste! - dijo entre risas.
- Bueno ya falta poco para que te termine de secarte, ¿Puedes estar sin moverte un segundo? - Ryan asintió.
Era un buen niño.
Leo continuó secando lo que faltaba pero se detuvo al ver la espalda baja justo en el lado derecho de Ryan.
Le miró con mucha atención esa zona, su caparazón estaba con una vieja fractura no era muy grande, la piel de Ryan en esa fractura se notaba.
Leo no la había visto la primera vez que baño a Ryan, en su mente había muchas cosas en que pensar, el monstruo, la llegada de Ryan a la cabaña, el hecho de que se pareciera a él.
No pudo notar esa fractura de caparazón de Ryan.
Quería preguntar a su hijo como fue que se hizo esa fractura, quería saber.
- Ryan..
- ¿Sí? - volteó a ver a su papá sonriendo.
La curiosidad de Leo bajó de golpe, no quería que por hacer la pregunta Ryan se sintiera incómodo y dejará de sonreír tan feliz.
Era un niño, debería de estar riendo, jugando conociendo lo bueno del mundo. No quería arruinar ese momento.
Leonardo por un momento se imaginó preguntando por aquella fractura y imaginando la cara de Ryan de estar sonriendo a estar serio en un segumdo
- ¿Papá...? - la voz de su hijo lo devolvió a la realidad - ¿me querías decir algo?
- ¡Sí!.. - Leo respondió rápido para no preocupar a Ryan. - terminé de secarte.
- Gracias papá - comentó sonriente Ryan.
Leo abrió la puerta del baño, salió con Ryan quien se cubría con la toalla
- Ryan no tienes porque cubrirte - comentó Leo, su tono daba seguridad, quería transmitir esa seguridad a su hijo.
- Es que... No me gusta que se me vean las cicatrices. - comentó apenado Ryan.
- De acuerdo - dijo Leo. - Iré por ropa.
Ryan espero a su papá en el pasillo cerca del baño.
La experiencia de aquel momento de papá e hijo le recordó uno con su mamá, un recuerdo vago.
El ruido de las puertas de la celda se abrieron, un kraang armado entró.
- Los conocidos como R-1 y 8B17 serán llevados para hacer lo conocido como bañarse kraang los llevará atravesando lo conocido como la zona en el tiempo conocido como ahora.
- Vamos Ryan - le dijo su mamá. - Recuerda..
- No separarme de ti - contestó el pequeño.
- Exacto. - dijo la mamá - y mantén la cabeza abajo, no hagas contacto visual con nadie...Nadie.
- Si mamá - Ryan le tomó la mano a su mamá.
Caminaron hacia el kraang quien los escoltaria hasta la zona.
Era un gran patio en el centro en los alrededores había pasillos largos donde se encontraban las celdas, las celdas más cercanas a la zona eran de las más temidas por todos.
La zona podía ser usada desde un lugar para de las peores torturas, debido a que ahí mismo lastimaban a cualquiera que no obedeciera, ese método funcionaba en los presos que estuvieran en las celdas cercanas a la zona.
Estar en esas celdas era una advertencia de que si no obedecías tu ibas a ser el siguiente.
Y escuchar los gritos de aquellos desafortunados a cada hora, en cualquier momento doblegaban a cualquiera, más si eran presos, los kraang solían torturar más a los presos, debido a que estos en su mayoría llegaban con compañeros, desde amigos hasta familias.
Por eso esas celdas cercanas eran las más temidas.
Los kraang eran seres sin piedad, Diana lo sabía por eso ella protegía a Ryan, a pesar de que a ellos no los pondrían en esas celdas, pero no podía decir lo mismo de los golpes o de dejarlos si comer.
También la zona podía ser usada para que "convivieran" todos, era una espada de doble filo. Para todos tanto experimentos y presos no solían convivir, con ver otros seres estaban bien en cierta manera era más llevadero.
Podías hablar, claro pero jamás esperes hablar de temas privados, esos no se podían hablar en la zona.
Al llegar, Ryan se abrazo a su mamá con fuerza, cerró sus ojos mientras so mamá también apretaba su agarre.
Había varias filas, todos estaban formados sin decir nada, sus miradas eran frías y distantes.
El ambiente era inseguro. Caminaron un poco más hasta llegar a su destino.
Había regaderas pero no había ni cortinas ni muros qué pues hubiera privacidad, en el centro del cierto había una enorme piscina en la cual cabían 20 personas, no existía separación a base de si eras hombre o mujer, a los kraang no les importaba eso.
Algo bueno era de que si alguien intentaba lastimar a un compañero los kraang lo detenían, claro solo si les convenía a ellos.
Lo único privado en sí era los jabones. Algo que era bueno. Lo único bueno.
Antes de entrar a la piscina los kraang ordenan a todos quitarse el uniforme qué todos dan, uno blanco, así al puro estilo de una cárcel.
Diana se metió al agua primero, agradeció que no había tantos en la piscina, la mayoría estaban en la regadera, el agua era más llevadera en las regaderas, pero era más peligroso bañarse ahí qué en la piscina.
Diana ayudo a Ryan a entrar en el agua.
- Mamá el agua huele muy feo - susurró Ryan en cuanto su mamá lo cargo. - Y esta fría - comentó en el momento en que su cuerpo tocó el agua. Ryan tembló de frío.
- Lo sé cariño. - dijo Diana susurrando, mirando alrededor - nos bañaremos rápido para no estar mucho tiempo aquí. - Ryan asintió - Te ayudaré a bañarte.
Diana y Ryan se bañaron rápido, Ryan era uno de los pocos niños que había en la dimensión X.
Los niños no duraban mucho sin protección de sus padres, debido aque eran los más frágiles del lugar. Los principales factores eran:
Los experimentos
Hambre
Y otros presos.
Había varias torturas qué les encantaba al kraang usar en sus presos rebeldes, los kraang disfrutaban de la tortura psicológica, más por Kraang Superior.
Uno de estos era dejar sin comer a cualquiera 8 días. Utilizaban una poderosa droga alucinógena.
Al dejar al preso, normalmente eran rebeldes, pasar hambre una vez que los kraang creen que esta lista la persona.
Imyectaban la droga y esperaban qué el hambre las alucinaciones hicieran el trabajo por ellos, cuando los presos qué estaban drogados atacaban a todo aquel que metían en su celda, ya sea adultos o niños.
Los niños eran más fáciles de eliminar, no eran fuertes como para defenderse y con los collares qué inmovilizaban cualquier poder mutante (si es que experimentaron con ellos).
Al terminarse el tiempo tanto la madre como el niño salieron rápido. Se vistieron, los kraang proporcionó ropa blanca a cada preso.
Diana le ayudó a colocar la ropa. Le dedicó una cálida sonrisa a su hijo, Ryan se la devolvió.
Salieron de las duchas para volver a la zona.
El ruido de una puerta de una celda Kraang llamó la atención de todos. Un mutante fuera de control, atacó a los soldados kraang y a todo aquel que estaba en su camino.
Las alarmas fueron activadas, los refuerzos venían en camino.
Los kraang intentaron inmovilizarlo con le collar y los bastones eléctricos pero esto solo lo hacía enojar más.
El pánico y el miedo a poder morir devorado vivo hizo qué los presos huyeran a sus celdas, éste caos hizo que Ryan se separará de su mamá.
Ryan buscaba a su mamá con tanta desesperación, y su madre igual buscaba con desesperación.
Entre tantos empujones Ryan cayó al suelo, se cubrió la cabeza, miro hacia donde estaba el pasillo que llevaba a su celda y vio a su mamá, la mamá buscaba y gritaba el nombre de su hijo.
Ryan al tener una oportunidad se levantó y corrió hacia ella, gritaba para captar la atención de ella cosa que logró.
Pero para su mala suerte entre los empujones un preso aventó a otro que estaba de lado de Ryan haciendo que este se impactará su cabeza con fuerza en la pared metálica.
Aturdido se intentó levantar pero no pudo sintió unas manos que lo cargaron lejos del caos, no sabía quién era.
Antes de desvanecerse en la oscuridad pudo ver como el mutante se devoraba a alguien. Cerró los ojos.
Ya no supo que más paso, perdió el conocimiento.
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