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Al abrir los ojos pudo ver el rostro que tanto amaba. Julian se encontraba observándola mientras sonreía, como hacía cada mañana desde que volvieron a estar juntos, y lo siguiente que hizo fue rodear con un brazo su cintura para atraerla a su cuerpo.
—Buenos días, mi vida —le dijo mientras depositaba un beso sobre la cabeza.
—Te he pedido que me despiertes si tu ya lo hiciste —se queja, pero él rie.
—¿Y perderme la oportunidad de ver las lindas muecas que haces? Ni loco —contesta— Además, estuve demasiado tiempo separado de ti, déjame disfrutar estos pequeños momentos.
Tras escucharlo se sonrojó por completo. Habían pasado un mes desde que volvieron a reencontrarse, pero tenerlo cada mañana a su lado se sentía todavía demasiado irreal.
La sensación de paz que él siempre le proporcionaba se sentía demasiado bien, incluso había momentos donde no podía evitar recordar la visión que Aretusa le había mostrado, y aunque era consciente de que fue una especie de trampa para que pudiera un deseo erróneo, no podía pararse a pensar que en realidad la deidad le había mostrado lo que pasaría si tomaba la decisión correcta.
—Julian, debemos alistarnos —contesta ella mientras siente como él comienza a besarla con más necesidad.
—Pueden esperarnos —respondió con voz grave.
—Llegaremos tarde...
—Pueden esperar un poco más.
Ella sonrió, pero se dejó llevar por el momento. Con tan solo unas cuentas caricias Julian encendía su cuerpo por completo, y ella tenía ese mismo efecto en él, y si bien habían pasado tantos años separados, las ansias de ser uno únicamente se habían acrecentado pese a la distancia.
Para cuando terminaron fue necesario que se dieran un baño con agua fría, Emerald estaba demasiado nerviosa. Desde que era una niña su sueño había sido contraer nupcias con alguien, lógicamente debido a que era una princesa sabía que amar realmente a su esposo sería un lujo, pero por suerte ella había encontrado a una persona que la complementaba en cada aspecto de su vida y no podía evitar sentirse más feliz.
Cuando terminaron cada quien se fue por su lado, Alessa entro a su habitación y la ayudó a vestirse, desde que Emerald había regresado oficialmente había pedido que ella fuera a Navidia, ya que para ella Alessa era su madre al haberla criada de bebé, así que lógicamente quería tenerla cerca pese a que fuera una adulta.
—Se ve hermosa, princesa —dijo la mujer conteniendo las lágrimas—. Diani también se hubiera alegrado de verla de esta forma —ella sonrió con tristeza al recordar a su pequeña amiga.
El vestido que tenía era de color blanco de mangas largas de una hermosa tela que prácticamente brillaba con cada movimiento que daba, era de cuello alto, y Alessa había recogido su largo cabello haciéndole un hermoso peinado que relucía sus facciones y había utilizado el listón que Emerald le regaló a Diani cuando eran niñas con tal de tenerla cerca en ese día tan especial.
Emerald observó su reflejo luego de que Alessa le pusiera algo de maquillaje sobrio y no pudo evitar sonreír, luego sus manos se postraron sobre su vientre y sin que su acompañante se diera cuenta, propició una pequeña caricia disimulada.
Al llegar a la planta baja su hermano ya se encontraba allí acompañado de Denaisa, este la abrazó con fuerza, Denaisa y Silvana se acercaron con prisa para poder entablar una conversación antes de que todo empezara y no podían evitar sentirse muy contentas por lo que le estaba pasando a Emerald en ese momento. Las tres se habían vuelto muy intimas y disfrutaban las tardes paseando por los jardines o tomando alguna merienda por la tarde, y tal y como Emerald siempre supo, Denaisa se volvió una cercana y muy querida amiga.
—Te ves hermosa —escuchó que le dijo Draven cuando aquel par la dejó sola.
—Gracias —respondió ella con una sonrisa— Entonces... Silvana ya me contó la propuesta que fuiste a hacerle a su padre —Emerald lo observó con picardía, Draven se sonrojó luego de escucharla—, estoy muy feliz por ti Draven, es una muy buena chica, lo supe desde que la vi en la escuela, me llena de alegría ver que encontraste alguien que te ame y valore tanto como lo mereces.
—Ey pudiste ser tú —bromeó, ella blanqueó los ojos luego de escucharlo.
—Ni aunque perdiera la memoria te elegiría a ti, Sallow —respondió Julian desde atrás fingiendo indignación—. Un tipo como yo no se encuentra dos veces en la vida.
—Llegó el rey de la nación de la humildad —Draven hizo una reverencia y los tres comenzaron a reír—. Cuídala Ases, porque si la haces llorar vendré a romperte la cara.
—No podrías ganarme ni aunque quisieras —contestó burlón.
—Lo de la última vez fue trampa y lo sabes.
—Gané justamente, acéptalo.
—Bien, bien —respondió él alzando las manos—, pero para que sepas, yo también te llevé la delantera —diciendo esto Draven puso un dedo sobre sus labios y miró a la muchacha que sentía deseos de ahorcarlo.
Julian se quedó pálido en su lugar mientras tornaba la vista entre él y Emerald, ella sostuvo su rostro con ambas manos producto de la vergüenza. Técnicamente Denaisa la había besado primero, pero se le había olvidado por completo decirle a su prometido que Draven también lo había hecho incluso antes que él.
Draven se fue dejando la manzana de la discordia en el campo, Julian se cruzó de brazos mientras enmarcaba una ceja y observaba a Emerald, esta rio nerviosamente.
—Fue una vez, y fue cuando desperté del cristal...
—Pero no me lo dijiste.
—Porque en ese tiempo ustedes se la vivían peleando —se defendió, él suspiró.
Julian caminó hasta ella y le arrebató un beso que se llevó consigo el labial que Alessa le había puesto hace poco, ella se sonrojó a tope porque los demás los habían visto y él rio mientras limpiaba el rastro del labial de sus propios labios.
—Bien, da igual que lo haya hecho —dijo mientras le tendía su brazo para que ella se sujetara—. Al final ganó el mejor y el más guapo.
Emerald blanqueó los ojos luego de escucharlo. Si bien ambos habían dejado las peleas atrás uno nunca dejaba pasar la oportunidad para molestar al otro, aunque si no hicieran eso cada vez que estaban juntos, definitivamente la vida sería demasiado aburrida.
Al llegar al salón de la ceremonia Julian caminó junto a su padre a la parte frontal, Emerald se quedó en la entrada y Diamond no tardó en darle el encuentro.
—¿Te han dicho que te ves hermosa? Y no lo digo porque seas mi gemela.
—Que halagador, rey de Delia.
—Que bien suena escuchar eso de tu boca, reina de Navidia.
Ambos hermanos comenzaron a reír mientras avanzaban por el sendero, luego Diamond se detuvo justo a la altura de Igor que estaba al centro del trayecto.
—Yo te acompañé durante la primera parte de tu vida —dijo, e invitó al anciano a que se acercara—, pero él se encargó de llevarte con bien hasta el final —tras decir esto depositó un beso sobre la mejilla de ella y el anciano continuó con el camino.
En cuanto llegaron a la parte delantera Julian y ella se sostuvieron de las manos, el hechicero en jefe de Navidia tomó una delgada tela y la bordeó para simbolizar la unión de ambos.
—Con la bendición de los dioses iniciamos esta unión, rey Julian, por favor emita sus votos.
—Agradezco al destino por poner a una mujer tan maravillosa en mi camino. Fuiste la luz en medio de ese sendero de penumbra que me encontraba transitando, y no puedo evitar sentirme dichoso de que sea yo la persona que te acompañe hasta que logremos elevarnos con los altos ancestros —diciendo esto Julian generó una honda de magia que provocó que la tela hondeara—, que este manto simbolice mi compromiso hacia ti, ahora y por siempre.
—Agradezco a la vida por haber puesto a una persona tan maravillosa a mi lado, que desde el momento en que apareció, no hizo otra cosa que sanar cada una de las heridas que llevaba conmigo. Fuiste mi compañero en la época más oscura y soy feliz de que lo seas ahora, donde todo es más claro que nunca —Emerald emitió una honda dorada al momento de que recitó y la tela empezó a hondear con más fuerza—. Que este manto simbolice la unión ahora y siempre. Y con este juramento reafirmamos que ambas te amaremos por toda la eternidad.
Al decir esto Julian observó a Emerald mientras entreabría los labios, esta asintió más sonrojada que antes, el hechicero ni siquiera pudo terminar la ceremonia protocolar porque Julian tomó a Emerald y comenzó a besarla mientras ella lloraba.
La celebración de su boda se prolongó por casi una semana debido al anuncio de la nueva princesa que vendría el camino, para cuando todo terminó Emerald se sentía exhausta, pero Julian se encargó personalmente de colmarla de todo tipo de comodidades durante el periodo del embarazo.
La bebé finalmente nació con bien, la pequeña al abrir levemente sus ojos y observar a sus padres esbozó una sonrisa desdentada que encogió el corazón de ambos.
—Esto es malo, no creo que nunca pueda entregarla como esposa a alguien —dijo Julian sosteniendo uno de sus pequeños dedos.
—Bienvenida nuevamente a casa, mi amada Azhia.
Julian besó a su esposa y luego depositó un beso sobre la cabeza de su pequeña hija. Ambos se observaron y no pudieron evitar sonreír mientras la bebé se acurrucaba sobre el pecho de su madre.
Y los dos no pudieron evitar pensar en que la vida nunca había sido más perfecta para ambos.
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