CAPÍTULO XXVI: Colisión de verdades (I)
En cuanto bajó las escaleras vio a Denaisa justo al lado de sus amigos, Julian y Draven, que aparentemente estaban conversando con ella, no traían una cara muy amigable, mientras que Privai y Eugene, ajenos a todo lo que estaba pasando a su alrededor, únicamente escuchaban y asentían cada tanto.
—¿Te sientes bien? —le preguntó a Eugene, este de forma disimulada asintió, aunque se le notaba un poco pálido todavía por el susto que acababa de pasar.
Al darse cuenta de que estaba a su lado, Denaisa volteó a observarla, y si bien no le dijo nada, traía una mueca que le recordó demasiado a su madre cuando estaba molesta.
—Esposo mío —añadió, enfatizando innecesariamente las palabras, lo cual fastidió todavía más a Julian y Draven—. Madre requiere tu presencia, me pidió que viniera a buscarte.
—Iré enseguida —le dijo, ella la observó pero no se movió— ¿Sí?
—Ahora —soltó, y los demás se sorprendieron por su comportamiento—. Me indicó que era algo urgente.
—Discúlpenme —se escusó ella con sus amigos y fue siguiendo a su ahora esposa.
Denaisa apenas caminó unos pasos cuando comenzó a desviarla por otra sección que era poco transitada, pero en cuanto llegaron al lugar no había rastro alguno de su madre por ningún lugar.
—Escucha —le dijo mientras frenaba de forma abrupta, llamando de esta manera su atención. Sus palabras sonaban toscas, y aunque todavía no le había dicho nada, aparentemente ella se encontraba reteniendo las ganas de golpearla—. Entiendo que haya muchas cosas que no quieras compartir conmigo —tras decir esto Emerald se puso ligeramente nerviosa—. Pero ahora soy tu esposa, merezco respeto.
—Si me permites preguntar, esposa mía —preguntó Emerald, fingiendo inocencia, Denaisa dejó escapar un suspiro de frustración— ¿En qué momento te he faltado el respeto? —al terminar de hablar, Denaisa enmarcó todavía más una ceja a la par que se cruzaba de brazos— Hasta donde sé he seguido el protocolo tal y como está escrito.
—Eres perfectamente consciente de en que momento has faltado a los votos, Diamond —por primera vez desde que la conocía Denaisa la estaba observando con profundo resentimiento, aunque detrás de eso ella podía percibir una pizca de decepción—. Nunca dejé que los rumores que abundaban en la escuela entorno a ti me minimizaran, pero desde ya quiero aclararte algo. No busco que te defiendas, ni tampoco espero que me des una explicación. Lo único que te voy a exigir a partir de este momento, es que me des mi lugar, sobre todo cuando esté el príncipe Ases cerca —añadió tajante mientras la observaba, y ahí Emerald entendió la molestia que ella sentia—. He aguantado tus desplantes en más de una ocasión, pero soy ahora soy tu reina, y si veo que algo pone en peligro esta alianza, tomaré acciones de inmediato sin importarme quien salga perjudicado en el proceso.
Tras decir esto Denaisa se fue airosa del lugar, guardando la postura tan característica que había adoptado de su madre.
Emerald se quedó en blanco, ni siquiera había podido responder, o mentir, porque Denaisa había hablado con tanta ira contenida que inclusive ella sintió como si sus palabras fueran dardos. Era consciente de los rumores acerca de sus preferencias, los cuales gran parte habían sido iniciados por Trellonius, pero jamás había dejado que alguien más descubriera el secreto que mantenía con Julian. Era imposible que Denaisa los hubiera visto, ¿o acaso su madre había mandado a seguirlos? No. Eso era completamente descabellado, alguno de los dos se hubiera dado cuenta de inmediato que alguien los estaba siguiendo.
Después de aquel encuentro no pudo regresar con sus amigos, su madre prácticamente la había forzado a interactuar con el resto de los invitados por ser la anfitriona de la noche.
Para cuando dieron las dos de la mañana, los reyes y nobles comenzaron a retirase usando el portal, Denaisa todavía le estaba pisando los talones así que se despidió escuetamente de Julian, y este solo por ver a la nueva reina rabiar todavía más, le propició un abrazo tan fuerte que incluso a ella terminó descolocando.
Tras media hora el castillo nuevamente quedó sumido en silencio, los sirvientes estaban recogiendo algunas cosas y limpiando por encima mientras la reina Agatha los observaba a lo lejos.
—¿Vamos a nuestros aposentos? —preguntó Denaisa mientras sujetaba su brazo. Estaba temblando aunque tratara de disimularlo y traía las mejillas encendidas.
Emerald entendía perfectamente lo que debía pasar en ese momento, pero había dos grandes problemas. Uno, no quería estar junto a ella durante más tiempo. Dos, ella no podía, ni quería, llevar las cosas a otro nivel.
Agatha observaba a ambas desde la distancia, callada, como siempre, Emerald de alguna manera asumió que le diría que tenía que hacer en esa situación, pero la poca paciencia de la reina se había agotado hace mucho, y el encaramiento que habían tenido hace poco terminó por diluir más la ya destruida relación que tenían ambas.
Denaisa comenzó a subir las escaleras, Emerald la seguía desde atrás mientras mantenía el rostro fijo en un punto inexacto al final de los escalones. Al llegar a la planta alta ambas se fueron a la alcoba que hasta ese momento había pertenecido a Denaisa, y una vez allí, se encerraron dentro.
La peliblanca acortó la distancia entre ambas, comenzó a devorar los labios de Emerald pero esta a penas respondía, en lo único que pensaba en ese momento era la manera de huir de esa habitación. De pronto una idea vino a su mente, mientras todavía mantenían sus labios juntos ella dirigió a Denasia al borde de la cama, la observó atenta, y sin que ella pudiera darse cuenta con ayuda de la reliquia terminó sumiéndola en un conjuro mental.
Era consciente de que no debía usar ese objeto importante tan a la ligera, pero no tenía otra salida.
Antes de irse Emerald se aseguró retirar sus prendas dejándolas regadas por el suelo, para plantar falsa evidencia, lógicamente, evitó ver el cuerpo de Denaisa para preservar su intimidad, y tras arroparla salió del cuarto y se fue encerrar a la habitación de su hermano.
Gracias al hechizo Denaisa asumiría que ellas habían consumado el acto, pero Emerald era consciente de que esa solución sería muy momentánea, llegaría el punto donde posiblemente ella se diera cuenta de que todavía conservaba la virginidad y cuando ese momento llegara, debía tener ya en mente otro plan.
***
Debido a unas diligencias del reino, Emerald no pudo regresar a la escuela si no dos días después de su casamiento. A su retorno el ambiente se sentía completamente diferente, más de uno se había acercado a mostrarle sus felicitaciones, pero ella sentía que el trato ahora había cambiado.
Tenía apenas unos quince minutos antes de que la clase con Digoro comenzara, y debía ir a ver a Kaia, que posiblemente estaría furiosa. Se había despedido de ella y le juró que volvería pronto, pero el tiempo se le había escurrido de las manos.
—Lagnes —Lideo, quien acababa de salir del interior de la escuela, le cortó el paso, y con un gesto del dedo, le indicó que le siguiera.
Emerald se dio cuenta de que la estaba dirigiendo al establo y no pudo evitar sentirse nerviosa, hasta ese momento había evitado que su maestro fuera ya que le había dicho que todo estaba bien con Kaia, cosa que no era del todo cierto.
Al llegar al establo Lideo se quedó de pie y abrió la puerta, Emerald no entendía porque no entraba y pensó lo peor. Corrió, las bisagras rechinaron al abrirse, pero al llegar al espacio designado para su amiga, nada. Kaia no estaba por ningún lado.
Al salir Lideo la observaba frunciendo el ceño, aparentemente aguardando que Emerald le dijera algo pero ni siquiera ella sabía que había pasado con ella, le había pedido a Draven que la cuidara y todavía no lo había visto.
De pronto, un aleteo llamó su atención, Emerald observó al cielo y vio a una criatura de aproximadamente dos metros bajar hasta posarse justo frente a ella. Al estar a su altura, la enorme criatura se acercó y emitió un sonido tosco mientras restregaba su pico en su ropa, Emerald la acarició por inercia, pero en cuanto se percató de las plumas color beige y verdes, entendió que ella era Kaia.
—¿K... Kaia? —la criatura asintió mientras movía la cabeza y achinaba los ojos— P... pero —por poco y la mandíbula se le descolgaba, Kaia aleteaba y frotaba su pico contra el cuerpo de Emerald, pero al no medir su fuerza terminó tumbándola al suelo— ¿Qué le pasó? —le preguntó a su maestro en cuanto se puso de pie.
—Es lo mismo que deseo saber —contestó cortante mientras se cruzaba de brazos—. En primer lugar, ella no debería alcanzar esa estatura a menos que cumpla los seis meses, aproximadamente. Está la mitad del tamaño de un adulto. En segundo lugar, ¿desde cuándo tiene ese color verde en las alas? Debiste decirme que había pasado esto con ella desde que te diste cuenta, ¿todavía no entiendes que estás criaturas pueden corromperse según la magia del dueño?
—L... lo lamento, todo esto pasó luego de que tuviera una visión, Kaia por alguna extraña razón aparentemente reaccionó a mi magia, o al menos es lo que entiendo, y con respecto al tamaño... no lo sé, cuando me fui apenas alcanzaba... el metro.
—¿Y aún así no hablaste? —Lideo estaba furioso— ¿Te detuviste a pensar si quiera que hubiera pasado con los demás estudiantes?, si tu criatura mágica se hubiera corrompido hubiera atacado la escuela.
—Lo lamento, enserio lo siento, iba a hablar con usted cuando regresara, pero no esperaba encontrarla de este tamaño.
—Bristol, entiendo tu fastidio —acotó Dindarrium que acababa de llegar—, pero ya hemos examinado a Kaia y todo estaba bien con ella.
—¿Saben porque ha crecido tanto? —estaba vez Emerald, quien estaba genuinamente preocupada dio un paso al frente— Tengo miedo de que mi poder esté lastimándola.
—Justamente es tu poder el que ha ocasionado que crezca de esta forma —contestó el maestro mientras Lideo todavía se mantenía callado—, las Hipermerias tienden a alimentarse de la magia de sus dueños, mientras mayor sea el poder, la fortaleza de estas criaturas aumenta. Ahora, con respecto a las plumas, es la primera vez que veo que una tenga esas tonalidades.
—¿Entonces estará bien? —preguntó ella, Kaia observó a los maestros mientras se acicalaba las plumas.
—Está más que bien —dijo finalmente Lideo quien aún mantenía su postura—. Pero ya no entra en los establos, así que debe quedarse en esta zona del bosque, al ser ya una criatura en periodo de juventud tiene que aprender a encontrar sola su comida, la tienes demasiado mimada.
Esta vez Kaia sintiéndose visiblemente ofendida, alzó algo de tierra con sus plumas y se la tiró a Lideo en toda la cara, quien se quedó en schock al inicio, pero luego su rostro se tornó rojo de la cólera.
—¿Ves a lo que me refiero? —Emerald se puso al frente de su amiga quien tenía una mueca extraña, como si se estuviera riendo— Tenemos que ir donde el director, así que apresúrate —diciendo esto Lideo dio media vuelta mientras se sacudía la tierra del uniforme, Dindarrium, quien estaba reprimiendo una carcajada se quedó esperando a que Emerald se despidiera.
—Escucha, ya oíste al maestro, tienes que quedarte dentro del bosque ¿podrás hacer eso? —Kaia asintió mientras la olfateaba buscando algo— No, no tengo más comida, tienes que buscarla.
Kaia, al ver que no obtendría más simplemente emitió un quejido de molestia y comenzó a batir sus alas para poder adentrarse en el bosque.
***
Para cuando llegó al despacho, Giuseppe se encontraba hablando con Greyslan, el director se veía demasiado cansado, gran parte de su poder le servía a Greyslan, quien todavía requería de una cantidad considerable de almas para poder moverse. Un mago en su posición hubiera muerto hace mucho, pero debido a la maldición a él no le podía pasar eso.
Ambos al darse cuenta de que Emerald acababa de llegar dejaron de conversar, Dindarrium colocó un sello en la puerta para evitar que lo escucharan y una vez dentro Emerald comenzó a narrarles lo que había pasado.
—Esta es la reliquia —dijo ella, mostrando la pequeña joya que había fundido en un collar, similar al que perteneció a Diamond y el que ella usó cuando era pequeña.
—No me da buena espina que los haya dejado irse —añadió Greyslan luego de escucharla—. Es como Emerald dice, no tiene lógica que Diamond se haya espantado por el poder de la lágrima, tiene la flama de Neptys y la reliquia de Azoret.
—¿Quizás él no podía entrar a la cueva? —soltó de pronto Giuseppe y los demás lo observaron— Piénsenlo, queridos amigos, se requería compasión para poder tomarla, Emerald la tuvo, es por eso que el guardián dejó que la tomara.
—¿Pero no sería más difícil para él tomarla ahora? —cuestionó Lideo— sabe que Emerald no estará sola, robarla sería algo muy tonto y arriesgado.
—No debemos olvidarnos de que... Diomedes todavía puede jugar un factor importante en todo esto —soltó Dindarrium—. Las únicas personas que tienen acceso a Emerald son Sallow, quien no posee magia y ha sido sellado por alguien más, y... el príncipe Julian, quien dentro tiene el alma de Diomedes.
—Queramos o no aceptarlo, después de la vinculación que hicieron Julian es un simple huésped en su cuerpo... —añadió Greyslan mientras observaba a Emerald—. Sé que es tu amigo, pero... creo que deberías...
Emerald cortó a Greyslan de golpe y mostró su muñeca, la marca del juramento que Julian y ella compartían quedó visible, los maestros la observaron visiblemente incómodos.
—Hicimos una promesa —continuó ella—. Creo en Julian, y... conozco a Diomedes, soy la que más tiempo ha pasado con ellos.
—Emerald —esta vez Lideo se acercó y sujetó su muñeca para sostenerla en el aire—. Quiero que tengas algo en cuenta, si todo se viene cuesta abajo será tu culpa.
—Lideo... —interrumpió Greyslan desde atrás, pero él pelirrojo lo observó y le ordenó guardar silencio.
—Eres la reina de Delia, únicamente debería importante el bienestar de tu gente y de tus aliados.
—Lideo, estás siendo demasiado severo con ella... es solo una...
—¿Una joven? —bufó— Estamos poniendo nuestras vidas en juego y le estamos confiando la salvación de nuestras tierras a ella —esta vez la observó—. Tu padre no se sacrificó por nada, recuérdalo bien. Si estás segura de afrontar las consecuencias si todo se viene abajo, adelante, continua con lo que haces, pero ten presente que si todo se va cuesta abajo es tu obligación solucionarlo.
Diciendo esto Lideo soltó por fin a Emerald, esta asintió, y luego de despedirse del resto salió del despacho con un nudo en la garganta.
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