CAPÍTULO XVIII: El tormento de Greyslan.
Los tres se quedaron sumidos en un largo silencio durante varios minutos, Greyslan, quien aún se mantenía por los alrededores, al darse cuenta de que todavía estaban despiertos, fue a decirles que debían ir a descansar. Draven y Julian no se opusieron en lo absoluto, tras lo que Emerald acababa de decir, no traían los ánimos suficientes como para dar la contra.
Desde aquel lugar donde ella se encontraba vio como sus amigos se alejaban, lo siguiente que escuchó fue las bisagras rechinar, y tras unos segundos, el sonido del pestillo siendo colocado le indicó que ya se habían encerrado dentro de sus habitaciones.
—Ha sido un día horrible —le dijo a su maestro mientras escondía el rostro entre sus manos.
—Dormir te hará bien —respondió él con voz paternal—. Vamos, te acompañaré a tu cuarto.
—¡Kaia!
—¿Qué tiene tu Hipermeria?
—Me olvidé de recogerla cuando terminaron las clases, por los dioses, debe estar muy molesta.
—Es una criatura mágica... no creo qu...
—No, No, es que no la conoces —afirmó a medida que se ponía de pie—. Tiene un carácter muy complicado. Es testaruda, se pone irritable y se enoja con facilidad.
—Básicamente me estás describiendo a un adolescente —él rio—. ¡Felicidades, ya eres una orgullosa madre! —aunque aquello no hubiera querido hacerle gracia, Emerald terminó riendo un poco—. Voy a traerla, si los cuidadores te ven nos meteremos en graves problemas.
—No creo que a ella le guste mucho la idea...
—Descuida, las criaturas mágicas me adoran, nada malo va a pasar.
—Gracias.
Luego de decirle esto Greyslan se fue en dirección a la puerta, desde donde ella se encontraba logró ver como él sacó una especie de talismán que le colgaba en el cuello, y luego de extenderlo apenas un poco en dirección al escudo protector, este disminuyó ligeramente su brillo, permitiéndole de esta forma cruzar al otro lado. Tenía bastante lógica, Greyslan no podía usar magia, así que esta era una forma de ayudarlo a movilizarse por todos lados sin que dependiera de alguien.
Ella se quedó observando por la ventana mientras veía como las nubes cargadas se juntaban en el cielo. Las gotas de lluvia no tardaron en caer. Una extraña sensación de melancolía comenzó a envolverla a medida que las gotas impactaban en el cristal, y formaban unos pequeños caminos que se perdían en los bordes.
A lo lejos pudo ver como Greyslan comenzó a acercarse, pero en cuanto logró verlo bien se dio cuenta del desastre que Kaia posiblemente había provocado. Su maestro traía el pelo desarreglado, el batón lleno de heno, y un paraguas medianamente torcido hacia un lado. Kaia, que estaba sujeta de mala manera en su brazo izquierdo se removía y trataba de soltarse a como diera lugar, y producto del brusco movimiento, había provocado que Greyslan ya tuviera toda la ropa empapada, pero por la dirección del paraguas ni una sola gota había caído sobre ella.
—Por lo santo y sagrado —dijo apenas entró, Kaia terminó picoteándolo para lograr soltarse y este producto del dolor terminó tirándola al piso—. Endemoniada criatura.
—¿Qué te pasó?
—¿Que, que me pasó? Fue ella —respondió indignado mientras la señalaba—. En cuanto se dio cuenta de que no eras tú comenzó a escarbar con sus patotas el suelo y me tiró todo el heno del corral en la cara.
—¡Kaia!
—¡Pip! —gritó ella indignada.
—Debes enseñarle modales, a este paso hará lo que quiera si no le pones límites.
—Lo siento, en verdad lo siento, no volverá a pasar.
Greyslan suspiró con resignación a medida que se despedía. Podía estar muerto, pero sentía que no le pagaban lo suficiente como para aguantar a una Hipermeria que era de todo menos agradecida.
Emerald terminó observando a Kaia, ella, haciéndose la inocente elevó el pico en el aire y comenzó a caminar en dirección a la habitación, al llegar picoteó la puerta y Emerald no tuvo otra opción que apresurar el paso para evitar que el ruido despertara al resto.
—Greyslan no es malo, es un amigo. No debes tratarlo así —le regañó.
—Pip —contestó, aunque claramente por el tono parecía que no se arrepentía en lo absoluto.
Aparentemente su mascota traía ganas de continuar con el berrinche, pero Emerald en ese punto se encontraba tan cansada que comenzó a quitarse la ropa, se enfundó el pijama y se metió rápidamente debajo del cobertor. La criatura, intuyendo que su ama no se encontraba demasiado bien, optó por acurrucarse a su lado para que de esta forma pudiera brindarle un poco de soporte.
Luego de eso la noche había pasado sin mayores contratiempos, aunque claro, Emerald tenía tantas cosas por repasar en su mente que apenas había podido descansar.
Por la mañana Kaia comenzó a picotear su frente, ella se removió con desgano y se cubrió la cabeza con el cobertor, la criatura chilló indignada y terminó bajándose de la cama.
Al ser consciente de que ya no podría dormir terminó emitiendo un largo suspiro, y colocando el cobertor a la altura de su nariz, observó con atención el techo. Kaía volvió a subir sobre la cama y con sus pequeñas patas se acomodó a su lado mientras observaba en dirección a la puerta.
—Ellos no me harían daño... —masculló a la nada, en respuesta su compañera recostó su pequeña cabeza sobre su pecho.
Si bien en su momento ella y Draven habían tenido sus diferencias cuando fueron niños, todo terminó solucionándose de la mejor forma posible, a esto se le sumaba el hecho de que en parte fue gracias a Draven que ella había sobrevivido al ataque en Navidia.
Y Julian. Bueno, ahora que ambos compartían un vínculo afectivo, la simple idea de que él estuviera a su lado con el único propósito de hacer algo malo, provocaba que su corazón doliera con cada latido.
Kaia, quien estaba a punto de quedarse dormida, alzó la cabeza en dirección a la puerta, y a penas algunos segundos después, Emerald escuchó como alguien desde el otro lado tocaba. Era Greyslan, quien había venido a avisarle que era la única que quedaba en todo el dormitorio y debía ira a desayunar antes de que comiencen las clases.
—Ya voy —respondió ella con prisa mientras se ponía de pie.
—¿Necesitas que lleve a tu amiga?
—¡Pip! —gritó Kaia en respuesta.
—No, lo haré yo, que si no luego no querrá que ni la toque.
—De acuerdo, te espero en la entrada.
Desde el otro lado Emerald escuchó como Greyslan emitió una pequeña risa mientras poco a poco sus pasos fueron alejándose en medio del pasadizo, Kaia, quien veía como Emerald corría de un lado al otro para poder darse prisa, la observaba atenta. Cuando se dio cuenta de que estaba lista aleteó para que ella la cargara, y luego de sujetarla con delicadeza fue a darle el alcance a su maestro.
—Kaia, por favor dime que no creciste más durante la noche —imploró mientras trataba de sujetarla correctamente.
—La pequeña calamidad se ve más grande que ayer —le dijo Greyslan, confirmando lo que Emerald acababa de decir.
—¡Pip! —respondió la nombrada con indignación.
—¿Debería hablar con Bristol respecto a esto? No creo que sea normal que crezca tan rápido, se supone que tiene medio año para tener la mitad del cuerpo de un adulto, pero a este paso me preocupa que ella ya no pueda entrar en los establos si sigue creciendo.
—Dudo que a Bristol le haga mucha gracia que algo le esté pasando a tu pequeña calamidad, pero considero que es la única persona aquí en este momento, que puede decir exactamente que es lo que le está ocurriendo.
—Tengo otro problema...
—Ay no, ¿Cuál? ¿Debo preocuparme? —preguntó él genuinamente mientras detenía su andar.
—Mira —diciendo esto, Emerald removió apenas un poco del tinte amarillo que le había puesto a Kaia en una de sus plumas.
—¿¡Por qué está de ese color!? ¿Qué le diste de comer?
—¡No hice nada! De un momento a otro... cambió —mintió.
—Es probable que Dindarrium y Bristol quieran comenzar hoy con el entrenamiento... yo aprovecharía eso para preguntarle a uno, o ambos, de forma casual "sin ningún interés de por medio" —añadió mientras hacía unas comillas con los dedos en el aire—, que significa que esté pasando esto.
—Dudo mucho que se coman el cuento de que no está pasando algo con ella.
—Buena suerte, creo en ti —le dijo mientras colocaba una mano sobre su hombro y enseñaba un pulgar arriba.
Ambos siguieron caminando y a lo lejos pudieron ver como algunos estudiantes, al igual que ella, llegaban corriendo para no perderse el desayuno, entre ese grupo, resaltando por sobre el resto Emerald logró distinguir a Denaisa, quien caminaba exactamente de la misma forma en la que lo hacia su madre, siendo prácticamente custodiada por tres chicas más.
—Espera, no te muevas —le pidió a Greyslan mientras se escondía a sus espaldas.
Greyslan se quedó quieto, y en cuanto vio de lejos que Denaisa ya había atravesado la puerta le dijo a Emerald que era seguro salir.
—No creo que puedas esconderte para siempre, prácticamente viven en el mismo lugar. Además, debes hablar con la mini Agatha ya sabes respecto a que.
—Lo sé —ella suspiró mientras volvía a sujetar a Kaia correctamente—. ¿Algún consejo?
—Pues... francamente no sabría que decirte, soy malo conquistando a las mujeres —tras decir esto, Greyslan esbozó una triste sonrisa al recordar a Leila—. Las cosas con Leila fueron diferentes. Ella siempre me dio indirectas, claramente yo nunca las entendí.
A esto se le sumaba la gran brecha de edad que ambos teníamos. Nunca se me hubiera cruzado por la cabeza observarla de forma romántica si quiera, pero... ella era tan dulce —suspiró pausadamente mientras colocaba una mano sobre su pecho—. Tenía un carácter fuerte, pero cuando los dos estábamos solos, la mirada se le iluminaba en cuanto me contaba acerca de sus sueños, de que es lo que quería lograr, y de como buscaba que las mujeres tuvieran un rol importante dentro de tareas que durante años, únicamente fueron asignadas a los hombres. Comencé a amarla poco a poco sin darme cuenta. Ambos soñamos con un hermoso futuro por delante, hablamos incluso de cuantos hijos deseábamos tener... pero todo se acabó durante la misión de los wynkros halados.
—¿Exactamente que fue lo que pasó ese día?
—Esa mañana Igna Sallow nos informó que por fin luego de meses, habíamos dado con el paradero de los wynkros halados, posiblemente Dindarrium ya les haya dado las clases acerca de estas criaturas.
—Sí, son seres que habitan en zonas colindantes del abismo, viven en parvadas y tienen una reina que engendra todos los huevecillos. Tengo entendido que hace varios años provocaron que una aldea completa fuera destruida.
—Correcto. Nuestra misión consistía en ir y destruir gran parte del nido para evitar una propagación de estas criaturas.
Yo había sido nombrado hace poco capitán de un escuadrón, escuadrón donde también estaba Leila. Claramente su padre y yo nos opusimos a que fuera porque era demasiado peligroso, pero ella no quiso escuchar y terminó acompañándonos de todas formas.
Al llegar al punto designado todo aparentaba estar bien, el escuadrón de reconocimiento nos había dicho exactamente donde habitaba la reina madre, pero al llegar a la zona donde debería estar, nos dimos cuenta de que no estaba allí.
No había forma de que ellos supieran que nos acercábamos. Lógicamente al ver esto nos preocupamos, pero fue demasiado tarde para cuando nos dimos cuenta de que era una emboscada. Desde la parte trasera vi como una extraña bruma negra comenzaba a introducirse dentro de la cueva, yo y Leila nos encontrábamos al frente de todos, y de un momento a otro sin previo aviso, nuestros camaradas comenzaron a escupir espuma blanca por la boca y comenzaron a atacarse unos a otros.
No fueron los wynkros, ellos no tienen poderes mágicos. Hubo alguien que posiblemente nos observaba desde lejos que fue el que generó ese hechizo.
—¿Qué pasó con Leila?
—Traté de sacarla lo más rápido de allí para que no la lastimaran —tras decir esto su mirada se ensombreció ligeramente mientras recordaba ese fatídico día—. Ambos nos introdujimos cada vez más y más dentro de la cueva mientras escuchábamos como nuestros camaradas, y amigos, se asesinaban unos a otros. Para cuando volteé a ver a Leila ella tomó su espada y comenzó a atacarme, sus ojos estaban inyectados en sangre y de su boca brotaba espuma blanca.
—Por los dioses, que horror...
—Luchar contra alguien que amas definitivamente es algo que no se lo deseo a nadie... y más aún en esas condiciones en las que ambos nos encontrábamos.
—¿Tú... la mataste?
—No... ni aquella vez, ni siquiera ese día en Navidia fui capaz de hacerlo —tras una breve pausa Greyslan observó al cielo—. Leila acabó con mi vida ese día... lo último que vi antes de quedarme atrapado en un limbo oscuro fue que ella caía al suelo mientras gritaba y tiraba de sus cabellos.
—¿Y que pasó con ella?
—No lo sé —respondió él con franqueza—. Al ver que no regresamos de la misión enviaron a un escuadrón donde había gente que usaba magia, entre ellos estaba Lideo, al no ver mi cadáver junto al resto comenzó a recorrer la cueva y me encontró, y aprovechó ese momento para volver a traerme a la vida mientras me daba una parte de su propia alma.
—Entonces asumiste que ella había muerto...
—Correcto. Lideo tampoco encontró el cadáver de Leila, pero algo muy dentro de mí siempre me dijo que ella... estaba atrapada —luego de decir esto Greyslan hizo una mueca—. Al ser el único que "estaba vivo", todos pensaron que por mi culpa mis camaradas habían sido aniquilados, y lógicamente, Igna Sallow pensó que por mi desobediencia Leila había muerto. Después de ese día me dieron de baja en el ejército, pero el director Giuseppe me dio la oportunidad de ser maestro en la escuela, aunque claramente necesitaban que esté aquí para poder continuar con el plan de Cornellius.
—Todo esto es horrible Greyslan...
—Esa noche en Navidia entendí que el anciano tuvo algo que ver en todo esto, ya que él al día de hoy sigue usando a Leila, y aunque trato de no pensar constantemente en eso, la simple idea de que ella aún sigue sufriendo, siendo obligada a vagar por la tierra me llena de ira e impotencia —señaló mientras sujetaba los bordes de su bata—. Únicamente cuando mi amada Leila sea capaz de descansar por fin en paz, será el momento donde yo también me despediré de este mundo para que juntos podamos ir al más allá.
Emerald terminó abrazando a Greyslan, Kaia quedó casi aplastada al medio, pero no emitió ningún tipo de sonido, Greyslan acarició la cabeza de Emerald con gentileza, como siempre había hecho desde que se conocieron, pero antes de que ambos pudieran continuar con ese momento la campana de la torre comenzó a sonar, y esto significaba que las clases ya estaban iniciando. Al separarse observó a Kaia que traía una expresión extraña, posiblemente intuyendo lo que a ella le pasaba, y luego de picotear su mano ligeramente se lanzó a los brazos de Greyslan y este terminó atrapándola a duras penas.
—Pip —dijo, mientras con su cabeza miraba en dirección al establo.
—¿Quieres que Greyslan te lleve? —le preguntó Emerald, ella asintió.
Greyslan, agradeciendo el gesto que había tenido Kaia con él se despidió de Emerald para ir a dejarla a su lugar de descanso. Emerald comenzó a correr a la primera clase, y aunque logró llegar al salón no pudo dejar de darle vueltas a lo que su maestro le había dicho.
«Luchar contra alguien que amas definitivamente es algo que no se lo deseo a nadie...»
Y en verdad, lo que ella más rogaba es que en un futuro ella nunca tuviera que hacerlo.
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