5. Entrenamiento fructuoso

  —¡¿Piedras activadoras?! —Dijimos mi hermano, Ben y yo al unísono.
  —¿Qué es una piedra activadora? —Preguntó Flaere.
  Lo correcto habría sido responderle con una explicación, pero tanto Ben como yo estábamos tan sorprendidos por el caro regalo que no podíamos formular ni una sola palabra.
  Las piedras activadoras no eran un objeto muy común en la región de Thellos, y era preciso importar su mayoría desde Kalos.
  Mi hermano nos miraba sonriente. Él ya sabía que el profesor nos iba a hacer tal obsequio, y parecía gustarle bastante ver nuestras caras de sorpresa y alegría.
  —Pero profesor Aliso... Deben haberle costado un ojo de la cara —... Dijo Ben, admirando aún su broche.
  Yo me colgué el colgante en el cuello, y le sonreí plenamente al profesor. Sólo podía agradecérselo completando la Pokédex con toda la información de los Pokémon de Thellos, pues de Pokémon de otras regiones ya se tenía constancia.
  —¿Pero qué es una piedra activadora? —Insistió Flaere.
  —¿Sabes lo que es la megaevolución? —Le pregunté yo, sin mucha seguridad.
  Flaere hizo una pausa para aclararse la voz, y dijo claramente:
  —La megaevolución es el proceso por el cual ciertos Pokémon experimentan un cambio físico temporal que les produce un incremento de su fuerza. Dicho concepto es usado para los combates, y su efecto sólo dura hasta el final de los mismos.
  Todos menos el profesor Aliso nos quedamos boquiabiertos. ¿Era Flaere el que había dado una definición tan completa de la megaevolución?
  —¿Ben? ¿Eres tú? —Pregunté mientras pellizcaba sin hacer daño una de las mejillas de Flaere.
  Ben, que estaba boquiabierto, se limitó a parpadear varias veces. Mi hermano parecía haberse petrificado, y el profesor miraba sonriente al joven.
  —¿Por qué sino le habría dado una Pokédex a alguien como Flaere? —Nos dijo a los demás entre risas.
  Flaere, que no parecía estar muy interesado en los conceptos científicos de los Pokémon, parecía entenderlos bastante bien, y por el contrario, los combates, que era aquello que le gustaba, se le daban pésimamente mal.
  En ese momento lo único que quería era ver a Ben combatir. Quizás con él ocurriese lo mismo, pero sus conocimientos sobre los Pokémon y la región me decían que no.
  Con un poco de suerte, los combates también se le darían de lujo.
  Pareció ser que mi hermano y yo pensábamos lo mismo en ese instante, y acto seguido Aehr se ofreció a hacer de árbitro otra vez.
  —Salgamos fuera —. Dijo él —. Quiero ver a ese Saurok y a ese Molecple luchar contra mi hermana.
  —¡Pero yo también quiero combatir! — Se quejó Flaere.
  —En tal caso, Ben contra Flaere. Addie, quiero que mientras tanto observes el combate. Además, te quiero decir algo muy importante —Añadió el profesor Aliso, esta última parte en voz baja.

  Una vez estuvimos en la plaza de la ciudad, lugar donde se hacían diversos combates y donde algunos niños jugaban con sus Pokémon, el profesor y yo nos sentamos en uno de los bancos que había cerca desde el que se podía observar toda la plaza, en especial el lugar en el que los dos jóvenes iban a combatir.
  Mi hermano estaba de pie, entre los dos adversarios, que se encontraban mirándose frente a frente a varios metros de distancia en el campo de combate.
  Molecple y Saurok contra Boofle y Bonflick. Estaría interesante. Saurok estaba en desventaja contra Bonflick por ser de tipo planta, pero Molecple lo contrarrestaba al ser agua/eléctrico.
Y en cuanto a Boofle... Boofle sencillamente estaba ahí. Era de tipo normal.
  —¡Que comience el combate! —Dijo mi hermano a voz en grito.
  Ben sacó a Saurok en primer lugar, y Flaere a Boofle. De momento, nada iba demasiado mal para ninguno de los dos.
  —¡Boofle, usa doble bofetón!
  El pequeño Pokémon corrió hacia Saurok y le propinó varios bofetones con su cola en forma de espiral, que Saurok resistió sin ningún problema.
  Saurok, que parecía no haberse inmutado, corrió todo lo rápido que le permitía su tosco cuerpo en dirección a Boofle. Estaba usando placaje.
  Era algo que me extrañaba bastante, pues todos sabíamos que el fuerte de los Saurok no era su velocidad, mientras que hacían gala de una inexorable defensa.
  El profesor Aliso arqueó una ceja. Sabía que no podía ser la única a la que un movimiento como aquel le extrañase.
  Sin sorpresa alguna, Boofle lo esquivó sin problema, saltando por encima de Saurok.
  No podía esperarme que justo cuando Boofle estaba en lo más alto de su salto, Ben ordenase a Saurok usar lluevehojas. Una excelente estrategia para dejarlo justo donde quería, y un lluevehojas que debilitó a su adversario de un sólo golpe si no lo dejó muy malherido. No pensé que con una estrategia de distracción tan sencilla Ben hubiese podido vencer. Ni que fuese tan buen estratega.
  Flaere hizo regresar a su pokéball a Boofle, y sacó a Bonflick. A pesar de estar en desventaja, yo confiaba en los ahora conocidos dotes estratégicos de Ben.
  Bonflick comenzó usando lanzallamas, un lanzallamas que Ben evitó a duras penas con protección.
  Flaere seguía la estrategia de usar una y otra vez el mismo movimiento, hasta que la protección de Saurok no pudo resistirlo más, recibió un golpe directo y se debilitó.
  Era el turno de Molecple. Para ser sincera, ya fuese en vídeo o en vivo, jamás había visto a un Molecple combatir.
  No me entraba en la cabeza la idea de que algo parecido a un gusano enclenque pudiese luchar.
  Sin embargo, sabía que Ben sacaría todo su potencial. Para ser un entrenador primerizo y no tener afición por lo combates, lo hacía muy bien.
  —¡Molecple, usa chispazo!
  El extraño ser ejecutó el movimiento a la perfección, golpeando al Bonflick enemigo.
  Este pareció enfurecerse, y me pareció que en cierto punto del combate hacía caso omiso a Flaere.
  Si no recuerdo mal, recordaba haber leído algo sobre la electricidad y los Bonflick hacía mucho. Un dato curioso sobre ese Pokémon que se me había olvidado con el tiempo. Quizás fuese que se enfurecían al recibir descargas eléctricas, pero, ¿Quién no?
  No paraba de usar puño fuego y lanzallamas a diestro y siniestro; ataques que Molecple esquivaba a la perfección.
  Llegó un momento en el que Bonflick, cegado por la ira, se llegó a quedar confuso. Sin duda, Flaere tenía mucho que mejorar para cambiar una suerte tan nefasta.
  —¡Ahora Molecple, usa pistola agua! —Ordenó Ben, convencido de que sería el golpe de gracia.
  Y así fue. Bonflick cayó al suelo por el golpe crítico, acto por el que Flaere pareció decepcionarse bastante.
  —¡Fin del combate! ¡El ganador es...! —Una intensa luz interrumpió a mi hermano.
  Ben sonreía, y yo me sorprendí. Era francamente increíble ver a un Pokémon evolucionar tan deprisa. Molecple era de crecimiento rápido, pero esto resultaba admirable.
  La luz envolvió por completo el cuerpo del Pokémon, hasta cobrar una intensidad que cegó a todos.
  Poco a poco, esa fuerte luz se fue disipando, dejando ver a un nuevo Pokémon, la forma evolucionada de Molecple, Masolal.
  El Pokémon en cuestión parecía la forma que tendría una corriente eléctrica antes de convertirse en chispas. Su cuerpo ahora era de color lila rosado, y otro anillo se había sumado a su cuerpo.
  Tres esferas parecidas a los dibujos de las moléculas de agua que solía ver en los libros flotaban a su alrededor, indicando, tal y como la entrada de la Pokédex decía, que era el Pokémon molécula.


  Ben parecía ser consciente de que ese cambio se iba a dar tarde o temprano, pues según lo que me dijo horas antes en la mañana mientras desayunábamos, había entrenado un poco.
  Los combates seguían sin ser lo suyo, pero tampoco le generaban la repulsión del principio.
  En cuanto a Flaere, seguía centrado en convertirse en campeón de Thellos, y lo decía con tal ilusión que nadie se atrevía a decirle nada.
  Mientras Flaere y Ben iban hacia el centro Pokémon acompañados por mi hermano, el profesor Aliso se quedó conmigo, por lo que supuse que me contaría aquello que me roía la cabeza durante todo el combate.
  —Addie, ahora que no hay nadie... Quiero decirte una cosa. Ben ya lo sospecha, pero supongo que tú ya te habrás dado cuenta —. Hizo una pausa para tragar saliva y frotarse la frente —Respecto a tu Illbis... Algo muy grave debe estar pasando en el Bosque Oscuro. No sé con certeza qué o quién podrá ser, pero ya me temía esto desde algún tiempo. Según un amigo que tengo cerca de la zona, muchos Pokémon cuyo hábitat estaba comprendido entre la pradera Floral y el Bosque Oscuro están emigrando, cosa que hacía siglos que no ocurría.
  —Lo sé. Profesor, ¿Cree que tiene algo que ver con Catacove?
    —Ya te he dicho que no lo sé con certeza, pero sospecho que sí. Te ruego que no le digas a nadie mis sospechas, y que estés alerta. Sé que puedo confiar en ti. Por si acaso, no os acerquéis mucho a esa zona. Y, si me haces el favor... No les digas nada de esto a Ben y a Flaere. Suficiente habéis esperado ya los tres como para no emprender este viaje. Ben sabe ya algo de esto, pero prefiero que no se preocupe.
  —Pero, ¿Por qué me lo dice a mí?
  —Ahora mismo eres en quien más confío, Addie.
  Cuando Ben y Flaere aparecieron de nuevo en la plaza, el profesor se mantuvo en silencio.
  Entonces yo me preguntaba, ¿Acaso no confiaba en nadie más que en mí? ¿Qué estaba pasando?
 
  Ben, Flaere y mi hermano se acercaron al profesor, que dijo las siguientes palabras:
  —Creo que, tras ver esta demostración de combate, ya puedo decir lo que los tres esperabáis. Addie. Ben. Flaere —. Dijo nuestros nombres mirándonos uno a uno —Que vuestra aventura por la región de Thellos comience.
  Dicho esto, me lanzó una mirada de súplica por la charla anterior, y tras darle un abrazo a mi hermano y despedirme del profesor, emprendí al fin mi aventura.

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