4. Revistas y recuerdos

Me desperté al entrar los primeros rayos solares del día por la ventana. Estaba amaneciendo.
Abrí mi bandolera negra, y busqué mi reloj de bolsillo, hasta darme cuenta de que estaba en la mesilla de noche. Eran las siete y cuarto de la mañana.
Miré a mi hermano, seguía durmiendo plácidamente en su cama. Eso sí, con la almohada en el suelo, de lado y casi destapado totalmente.
Pheromise se posó sobre mi cabeza. Si no me equivoco, las horas en las que más actividad tienen, son los atardeceres y los amaneceres.
Decidí no despertar a mi hermano, y salí silenciosamente de la habitación. Quería dar una vuelta, pero no podía irme así por las buenas sin avisar ni nada, por lo que decidí dejar una nota diciendo que daría una vuelta por los alrededores.

Hacía un buen día, soleado y apacible; y la pequeña ciudad se encontraba en calma.
Al ser primera hora de la mañana de un domingo, apenas había nadie por la calle. Pheromise revoloteaba alegremente, e Hiponea iba en mis brazos. Era normal que le costase andar.
Me dirigí a las afueras de la ciudad, donde había un poco de hierba alta. Quizás encontrase algún Pokémon y podría entrenar un poco.
Bajé la mirada, y en total silencio iba mirando todas las briznas de hierba para ver si alguna se agitaba lo más mínimo.


Una sacudida me hizo ponerme alerta, y sin darme cuenta, un ave había caído sobre mí. Sin duda alguna era un Leafbird.
Era un pequeño pájaro blanco y verde, con hojas en vez de alas y un brote de una flor por cola. Tenía sus característicos mofletes rojos, y un pequeño pico.

Di por hecho que querría combatir, por lo que decidí no capturarlo. Leafbird era de tipo planta y volador, por lo que Hiponea estaba en desventaja. Sin embargo, Pheromise tenía el tipo veneno, por lo que lucharía con él.
-¡Vamos Pheromise! -Indiqué yo.
Leafbird pareció asustarse un poco al ver un Pokémon tan poco visto por esa zona, lo que me dió ventaja.
Decidí comenzar con tóxico, pero Leafbird lanzó una especie de nube rosa perfumada del brote de flor de su cola, que disipó el veneno de Pheromise. Dulce aroma.
Leafbird alzó el vuelo y cayó en picado usando picotazo, pero la gracilidad de Pheromise le permitió esquivarlo echándose hacia la derecha.
No sabía si Pheromise podría usar el movimiento característico de los Illbis, pero le ordené que lo usase igualmente.
-¡Picotazo venenoso! -Ordené, eufórica.
Pheromise parecía saber qué movimiento usar, pues su pico se tornó de un color púrpura, el cual se debía al veneno que ahora lo cubría.
Leafbird comenzó a volar más alto cada vez, intentando esquivar los ataques de Pheromise. El combate se había convertido en una batalla aérea.
Leafbird descendió en picado, y Pheromise lo siguió. Estaba segura de que no sería muy buena idea, pero a pesar de mi corazonada, dejé a Pheromise seguir su caída en picado.
Justo antes de tocar el suelo, el Leafbird salvaje remontó el vuelo, y comenzó a ascender casi con la misma intensidad que anteriormente descendía. Su pico brillaba con fuerza, signo de que estaba usando picotazo.
El impacto era inminente, y no podría hacer nada por Pheromise. Podría haberlo detenido antes, pero no; tenía que dejar que Pheromise descendiese.
Fue entonces cuando se me ocurrió un plan, el de que Pheromise sobrevolase por debajo al Leafbird y entonces, al ascender usase picotazo venenoso.
-¡Pheromise! ¡Esquívalo y sube! ¡Haz lo mismo que hace Leafbird!
Por suerte, Pheromise pudo controlar la velocidad del descenso y logró hacer lo que le pedí. Su pico recubierto de veneno golpeó con fuerza al Leafbird desde abajo cuando se produjo el ascenso, haciendo que cayese al suelo, debilitado.
Estaba muy contenta de haber ganado. Había sido un combate mejor que el anterior.
Dejando de lado la alegría que suponía vencer, reparé en que Pheromise estaba muy cansado. Si la memoria no me fallaba, leí en el mapa que tenía en casa que había un centro Pokémon al principio de la ruta dos.
Guardé a Hiponea, que había estado observando el combate en su Pokéball y cogí a Pheromise en brazos para que descansase.
-Ha sido un gran combate, Pheromise. Te has esforzado mucho.
Entonces, abracé levemente al Pokémon, con cuidado de no hacerle daño.
Una vez llegué al centro Pokémon, decidí sentarme a descansar en una de las sillas que había en una especie de sala de espera mientras Pheromise se reponía.
Había varias revistas sobre una mesa, y decidí coger una en cuya portada venía una imagen del Equipo Oscuro. Era una especie de reportaje sobre el daño que causaron en la región.

Hace unos años todos los fuertes entrenadores de la región se tuvieron que unir para hacer frente a una terrible amenaza: El Equipo Oscuro.
Era una especie de organización criminal que se dedicaba a hacer terribles experimentos con Pokémon. Uno de ellos, era crear un segundo clon de Mew, Mewthree; tal y como hace tiempo se hizo con Mewtwo en una región lejana.
El Equipo Oscuro fue creciendo con los años, hasta cobrar gran fuerza en la región. Costó muchas vidas y bastantes batallas derrotarlos por completo, pero siempre se quedó la duda de si estaba disuelto por completo.
Mi hermano fue uno de esos entrenadores que se enfrentaron al Equipo Oscuro. Pero eso era antes, cuando era entrenador.
Recuerdo que antes de que mi padre desapareciese Aehr tuvo que irse y no volvió en mucho tiempo. Llegué a pensar que le había pasado algo grave.
Me sentí muy aliviada cuando volvió a casa, pero a la vez notaba que algo había cambiado. Lo percibía más distante, como más nervioso y preocupado por algo cuya comprensión se encontraba fuera de mi alcance.
Aún por aquel entonces seguía sin saber qué era lo que había cambiado, pero después de que me contase lo de Illbis la noche anterior estaba segura de que era por eso, ya que en aquel entonces no contó nada a nadie.
Illbis era un Pokémon que pegaba mucho con mi hermano. Antes de que todo lo del Equipo Oscuro pasase, mi hermano quería ser médico forense. Y el Pokémon que todo buen médico forense debe tener es un Illbis y su evolución.
Creo que fue después de volver de derrotar al Equipo Oscuro que cambió su sueño por el de ser profesor Pokémon.
Dejé mis recuerdos de lado, y leí el título del reportaje. "La oscuridad que asoló durante más de dos años la región de Thellos".
Hablaba de cómo la organización había conseguido hacerse con el poder de toda la región. Tras un montón de líneas hablando de lo que ya sabía, llegué a una parte que me pareció interesante. La parte decía así:
"... A lo sumo, en nuestros días aún se desconoce cuál era el objetivo del Equipo Oscuro. ¿Hacerse con el poder de Thellos? ¿Controlar a los Pokémon de toda la región? Fuera como fuese, presentaron una gran amenaza, y..."
Dejé de leer. Nunca me había parado a pensar en eso, pero poco importaba. Por muy buenas que fuesen sus intenciones, el fin no justifica los medios.

-¿Addie Thegt? Tu Illbis ya está curado.
-Muchas gracias enfermera Joy.
Me hizo entrega de la Pokéball de Illbis, pero yo saqué de inmediato a mi Pokémon. Lo dicho, no me gustaba tenerlos en esos tediosos aparatos.
Fabricar un objeto con su funcionamiento requería gran dificultad y muchos estudios, y yo para la ingeniería, no valía.
Sin embargo, siempre llevaba encima un papel con unas complejas instrucciones de su funcionamiento.

Estaba muy tranquila hasta que me di cuenta de que ya había pasado más de una hora, y debía regresar al hotel. Miré mi reloj dorado de bolsillo, y efectivamente, eran las ocho y veinticinco de la mañana.
Debía darme prisa, no soportaba llegar tarde, y para colmo, era la despedida. Por el lado bueno, había registrado a Leafbird en la Pokédex, y eso le restaría importancia al sermón que mi hermano y el profesor Aliso me darían si llegaba tarde.
Así pues, cogí mi bolso y mis pertenecias, y tras darle las gracias a la enfermera Joy, me apresuré para llegar a tiempo al hotel.

Como siempre, Flaere llegana tarde. Y eso teniendo en cuenta que había dormido en la misma habitación que Ben, y él había llegado puntual.
Nos encontrábamos en la entrada del hotel, donde había un pequeño sofá. Mi hermano y Momoroma estaban depié junto a Ben y a mí, y el profesor había vuelto a su habitación para darnos algo de suma importancia.
Al cabo de un rato, oímos unos pasos rápidos bajando las escaleras que llevaban a la planta de las habitaciones. Sin duda alguna, era Flaere, que se acababa de despertar.
-Flaere, llegas tarde otra vez -Dijo Ben.
-No es tan tarde. Sólo son las nueve de la mañana, y seguro que el profesor tampoco se ha despertado todavía.
-Te equivocas, Flaere -. Una voz a su espalda hizo que diese un respingo. El profesor Aliso miraba con desdén a Flaere -. Me estaba planteándome si darte el objeto o no sólo por llegar tarde.
-¿Qué objeto, profesor? -Pregunté yo, curiosa.
El profesor se acercó a la mesa que había en el centro del pequeño rincón de la entrada, y dejó un maletín en el que no había reparado sobre ella.
-Antes de ver lo que hay dentro, me gustaría daros esto. Ben, a ti te doy un broche que puedes poner en el bolsillo de tu bata de laboratorio. Addie, a ti te regalo un colgante; y a ti, Flaere, una pulsera. Haber si te acuerdas de ponértela junto a un reloj o algo que haga que no llegues tarde.
-¿Es lo que creo que...? -Preguntó Ben, mientras observaba más de cerca el broche.
-En efecto. Piedras activadoras -. Confirmó el profesor Aliso.

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