7.- Reencuentro
Yuuri entrecerró los ojos hasta acostumbrarse lo suficiente a la luz para poderlos abrir aunque no del todo, puesto que su vista seguía algo sensible.
Se encontraba en compañía de Phichit, en la superficie de la montaña. Pese a que su amigo pasaba por la misma incomodad, su vena curiosa por descubrir el secreto de Yuuri fue más fuerte y merodeaba por ahí tratando de averiguar de qué se trataba.
-No me culpes si el sol te quema- advirtió Yuuri, haciendo alusión a la piel sensible de su raza, resultado de pasar tanto tiempo bajo tierra.
-Entonces... ¿Qué escondes por aquí?-cuestionó Phichit, asomándose entre unas rocas e ignorándolo por completo. Yuuri rodó los ojos.
Más temprano ese día, se había acercado a su amigo para decirle que tenía algo muy importante que mostrarle y pedirle su consejo. Phichit, siendo Phichit, naturalmente se emocionó por saberse digno de que Yuuri, usualmente serio y reservado, se atreviera a confiar de él a tal punto. Apenas ambos cumplieron con sus respectivas obligaciones, le insistió e insistió hasta que Yuuri se rindió y lo condujo a donde su secreto aguardaba.
-Descarto que se trate de un novio o novia que me quieras presentar porque no los tendrías afuera-comentó casualmente, haciendo que su amigo se sonrojara-O pudiera ser que rompiste alguna de las herramientas y Mari y la ocultaste aquí para que no... ¡Hmp!
Yuuri se apresuró a cubrirle la boca con la mano.
-¿Podrías hacerme el favor de guardar silencio por cinco segundos para que te muestre, en lugar de seguir con tus teorías?-preguntó, alzando la voz y el otro asintió dócil, a la vez que colocaba su mejor mirada inocente que Yuuri no le creyó del todo-Voy a soltarte, recuerda que...
Un ruido llamó su atención y ahora fue el turno de Phichit para silenciarlo con el mismo gesto.
Algo se asomaba por un hueco entre unas rocas altas. Antes que cualquiera tuviera tiempo para reaccionar, un agudo chillido los tomó desprevenidos y la criatura se precipitó hacia ellos con un ágil salto, empujando a Phichit con sus alas y arrojándose sobre Yuuri sin la menor consideración.
El asustado elfo terrenal tan sólo atinó a contemplar la escena petrificado, sintiendo su corazón latirle con fuerza por el miedo. A pesar de su talento con los animales, no estaba acostumbrado a lidiar con bestias salvajes como esa.
-¡Basta! ¡Ya, detente!
No fue sino hasta que escuchó a su amigo quejándose que regresó a la realidad. Desando ayudarlo, tomó una piedra del suelo que poco daño haría, pero que al menos le daría a Yuuri el tiempo necesario para escapar y alejarse, después podría intentar calmar a la criatura y...
-¡N-no!-el reclamo de Yuuri se vio interrumpido por su suave risa-¡Ya entendí, ya entendí! Yo también te extrañé...-dijo en tono suave, apartando suavemente la bestia y poniéndose pie, descubriendo entonces la expresión de total y absoluto desconcierto de Phichit-Ah... pues, la razón por la que te traje, era porque quería tu opinión respecto a él.
-¿Él?-repitió Phichit en automático y finalmente se permitió echar un buen vistazo a la criatura.
La parte inferior de su cuerpo era la de un felino de gran tamaño, resaltando especialmente sus poderosas patas traseras y sus afiladas garras; en tanto que la superior semejaba a un águila, con todo y el pico que bien podría usarse para perforar un cráneo sin problemas y que sin embargo, el animal usaba para despeinar afectuosamente y con sumo cuidado a un nada temeroso Yuuri. Tanto el pelaje como sus plumas eran de un tono café salpicado con blanco en algunas zonas y sus ojos de un hermoso y puro azul celeste.
Phichit demoró unos minutos en salir de su asombro lo suficiente como para conseguir articular palabra.
-Un grifo...-comenzó, todavía víctima de la confusión-¡Tienes un grifo!
Las puntiagudas orejas de la criatura se movieron al escuchar el grito, inquietándolo y Yuuri se apresuró a acariciarle el cuello para distraerlo, lanzándole a su amigo una mirada de advertencia.
-Pero cómo... es decir, tú...-balbuceó Phichit, interrumpiéndose sin completar la frase al percatarse del efecto tranquilizador que Yuuri ejercía sobre la bestia-Lo has domesticado, ¿tienes idea de lo difícil que es eso?
-Um... ¿no?-respondió dudando, centrando su atención en Phichit, a lo que la criatura picoteó su mano con suavidad para que siguiera mimándolo y Yuuri esbozó una sonrisa que se borró por alarmarse ante el cuestionamiento de su amigo-Espera, ¿cómo que lo domestiqué?
Phichit dejó escapar un suspiro y procedió a explicarle: los grifos eran animales que habitaban en lo alto de las montañas, por lo cual no era raro que los elfos terrenales se los toparan de vez en cuando. Incluso había algunos que trataban de domarlos sin mucho éxito. Se trataba de seres sumamente orgullosos que jamás olvidaban y mucho menos perdonaban, por lo que, resentidos ante aquellos que buscaban controlarlos mediante ataduras o demostrar que eran más poderosos, se negaban rotundamente a someterse. Lo que muchos ignoraban era que para domesticar a un grifo, antes de someterlo, se debía de ganar su confianza; un proceso lento y arduo que requería de demasiada paciencia por parte del elfo y el grifo, antes que éste último le permitiera al primero acercarse siquiera.
-¡Oh, no!-negó escandalizado Yuuri-¡De verdad, no fue a propósito!
Phichit arqueo una ceja en señal de incredulidad y se cruzó de brazos, admirando la escena en silencio. Yuuri sacudía la cabeza, rechazando lo que acababa de escuchar en tanto que el grifo se había echado a su lado tranquilamente.
-Lo encontré días después de que Vik... el príncipe y sus amigos se marcharon-rememoró Yuuri-Ocurrió un derrumbe en los túneles superiores y se pensaba que podía tratarse de un animal, así que fui a investigar y entonces que lo vi. Estaba atrapado entre las rocas.
-¿Y no se te ocurrió ir con tu mejor amigo, quien puede hablar y entender a los animales?-inquirió Phichit de forma más severa de lo planeado, arrepintiéndose cuando notó que Yuuri se tensaba y bajaba la mirada.
-Es que... no quería molestarte.
Puesto que conocía bien a Yuuri y la forma en que su mente operaba, aquella respuesta era de esperarse. Su amigo con frecuencia tenía problemas para pedir ayuda, sintiendo que importunaba a los demás y que era mejor resolver sus problemas por su cuenta. Seguramente pasó los últimos días mortificándose, buscando la manera de lidiar con la criatura solo.
-Bueno, pues te aseguro que esto no es ninguna molestia-se encogió de hombros para restarle importancia, notando que el grifo se levantaba y volvía a pasar su pico por el cabello de Yuuri, levantando algunos mechones en un pobre intento de peinado. Disimuló una risita-Entonces... ¿cómo hiciste para traerlo hasta acá?
-Con comida-contestó Yuuri, ya repuesto y tratando de ignorar las muestras de afecto de la criatura-Duró un buen rato inconsciente, y estaba lastimado, así que quitar las rocas y liberarlo no fue difícil. Después pensé que al despertar, podría sentirse nervioso al estar en un sitio desconocido, rodeado por seres que bien podrían ser enemigos potenciales y ponerse agresivo; así que dejé un rastro de comida hasta la salida más cercana, esperando que ya afuera, pudiera volar y volver a su hogar...
-¿Pero?-se anticipó Phichit, inmerso en la historia.
-Una de sus alas estaba herida-señaló Yuuri, sin tomarse a mal la interrupción-No pudo llegar muy lejos.
Phichit asintió en silencio más bien para sí mismo. En efecto, Yuuri tuvo razón en conducirse con prudencia. Era probable que hubieran llamado a algún domador, es decir, a aquellos elfos que poseían la habilidad de comunicarse con los animales, para intentar apaciguar al grifo y que éste en su condición se sintiera acorralado y buscara defenderse instintivamente, conllevando a que soldados y guardias intervinieran y en el mejor de los casos lo sometieran y en el peor, lo eliminaran por el peligro que representaba.
-Lo que no entiendo es cómo hiciste para que confiara en ti-expresó, contemplando al grifo, el que a su vez ladeó la cabeza en un gesto de curiosidad.
-Eso fue lo más complicado-recordó Yuuri, esbozando una pequeña sonrisa-Lo visité para dejarle comida, aunque nunca me atreví a acercarme demasiado para evitar que se sintiera amenazado. Él siempre me veía desde lejos, hasta que un día, simplemente vino a mí.
Phichit estaba impresionado. Dedujo que su amigo se proyectó en la criatura herida y actuó conforme a ello. Yuuri siempre era muy cuidadoso de su espacio personal y no se tomaba bien cuando otros se entrometían o lo presionaban. Al mantener su distancia y no imponerse, hizo sin querer que su contacto con el grifo fuera cordial, lo que le ayudó a domarlo.
-¡Felicidades!-concluyó tras reflexionarlo, dándole un par de suaves palmaditas en el hombro-Ahora tienes una nueva mascota. Sólo trata de que no te siga la ciudad... y que no se coma a mis hamsters-puso especial énfasis en la última parte-Y todo estará bien.
Yuuri no lucía tan convencido.
-¿Qué voy a hacer con un grifo?-preguntó, sin esperar realmente una respuesta-¿En verdad lo domestiqué?-se dirigió a su amigo, quien pareció reconsiderarlo.
-Pues... ¿ya le pusiste un nombre?
-Um... ¿supongo?-asintió sonrojándose y el animal a su lado gorjeó, como intuyendo que se referían a él-E-es decir... lo he llamado de una cierta forma en algunas ocasiones, ¡pero no siempre entiende!
-Porque aún le falta acostumbrarse-aclaró Phichit-Si te hace caso, oficialmente te ha aceptado. Una vez que te ganas la lealtad de un grifo, es para toda la vida, además...-hizo una pausa para reevaluar a la criatura-No tiene el tamaño de un adulto, aunque tampoco es tan pequeño para ser una cría, debe ser bastante joven. Quizás su manada se encontró con una rival y se separó de los suyos. Eso pasa a menudo.
-En ese caso, ¿no sería preferible que buscara a su familia?-intentó de nueva cuenta Yuuri.
-La cuestión que no quieres reconocer es... que ahora tú eres su familia-lo señaló Phichit, y Yuuri se mordió la lengua para no alegar lo contrario-Vamos, ¡tener un grifo es algo bastante genial! Y no requieren muchos cuidados. Puedes tenerlo aquí en las montañas y es capaz de cazar su propia comida. Sólo debes pasar un poco de tiempo con él para demostrarle que sigues al pendiente y cepillar sus plumas de vez en cuando. Si eres paciente, ¡hasta te permitirá montarlo! ¿Te imaginas cómo sería volar?
Yuuri omitió comentar al respecto. Como buen elfo terrenal que se preciaba de serlo, era feliz manteniendo los pies bien plantados en el suelo. Sin embargo, Phichit estaba en lo cierto, tenía una responsabilidad que no podía ignorar.
"Viktor... ¿qué voy a hacer contigo?" se cuestionó mentalmente refiriéndose a su nueva mascota, extendiendo una mano para acariciarla, y el grifo recibió el gesto de buen agrado. De pronto, recordó que quedaba un asunto pendiente.
-Es cierto, quería pedirte un favor...-comenzó, prudente y Phichit asintió, entre expectante y emocionado-Crees que... ¿Podrías cuidarlo unos días?
-¡Claro!-exclamó sin dudar-Deberás presentarme apropiadamente con él para que aprenda a confiar en mí y no haya ningún problema... -la realización le cayó de golpe- ¿Regresarás al bosque?
Yuuri intentó no sonrojarse sin mucho éxito y desvió la mirada, consciente de que antes le contó a su amigo que no tenía contemplado volver dejar la montaña y que se estaba retractando de ello.
-Hice una promesa-musitó tímidamente, esperando que Phichit no supiera de la carta que Viktor le envió junto con la invitación a Minako y su familia para la celebración en honor a la reina, si bien intuía que su amigo cuando menos, debía sospechar. Probablemente soltó a unas de sus mascotas para que fungieran como espías y le contaran sobre el trozo de papel que guardaba bajo su cama y que releía cada noche antes de dormir, con el corazón latiéndole con fuerza y preguntándose porque el príncipe se ofreció a acompañarlo a él en lugar de Mari, por quien Yuuri seguía pensando, Viktor se sentía atraído-Además, mi padre quiere que le ayude a crear otro manantial.
Phichit arquea una ceja en señal de incredulidad y Viktor (el grifo), alterna entre observar a su dueño y al otro elfo.
-Bueno, realmente eres libre de hacer lo que quieras e ir a donde quieras-reconsidera Phichit, no sonando convencido del todo. Por suerte, desconoce la carta, o de lo contrario, la habría mencionado-No soy nadie para prohibírtelo...
-¡No digas eso!-lo sorprende Yuuri, alzando la voz-Eres mi mejor amigo y tu opinión me importa mucho, pero...
-Lo sé-sonríe Phichit, silenciándolo con un ademán-Por eso me preocupo por ti. Recuerda que nadie puede faltarte al respeto. Y si lo hacen, está bien que te defiendas, aún si se trata del príncipe.
A Yuuri le conmovió inmensamente la sinceridad de Phichit. Sabía que siempre podía contar con él y se juró que haría cuanto estuviera a su alcance por compensarlo apenas se presentara la oportunidad.
-Ah, por cierto...-volvió a hablar-No me has dicho cómo lo llamas-indicó al grifo-Necesito saberlo para que confíe en mí.
Yuuri abrió la boca sólo para arrepentirse y volverla a cerrar. Explicar que el grifo y el príncipe de los elfos del bosque tenían el mismo nombre, iba a ser muy complicado.
***
Comparada con la primera visita, la comitiva de recepción es considerablemente más pequeña y a la vez, con muchos menos curiosos.
El rey Alexander y su consejero Yakov se encontraban presentes, al igual que algunos nobles entre los que se contaba a Georgi. Mila estaba ausente, su madre le prohibió asistir, seguramente buscando tenerla controlada luego de su última escapada. Unos pocos médicos aguardaban, en su mayoría se trataba de jóvenes que deseaban instruirse en nuevos tipos de medicina. Algo más apartados se hallaban también sirvientes, listos para asistir a sus visitantes y hasta plebeyos, que simplemente decidieron estar ahí en apoyo a la familia real y como muestra respeto a quienes restauraron la salud de su reina. Aunque sin duda, el más emocionado de todos ellos, era el príncipe.
Su castigo finalmente concluyó y justo a tiempo para recibir a Yuuri. Mentiría si dijera que no estaba ansioso por verlo, y esta vez, las cosas serían muy diferentes. Se encargaría de estar al pendiente de él y cuidaría que nadie lo molestara. Le demostraría lo magnífico que era el bosque, ya lo tenía todo planeado.
Visualizó a Yuuri y resistió el impulso de avanzar directo hacia él, conformándose con seguir el protocolo y esperar a que su padre y Yakov cumplieran con los saludos correspondientes primero a Minako y después a los Katsuki.
-Lamentamos convocarlos tan pronto-se hizo escuchar el rey-Se trata de situaciones extraordinarias...-se abstuvo de mirar a su hijo, sin embargo, Viktor era bien consciente que seguía enfadado con él-A mi esposa le hubiera encantado estar presente, pero consideramos que sería mejor se mantuviera en reposo.
-¡Oh, no se preocupe!-exclamó Hiroko con una rápida reverencia, que su marido imitó-Si están de acuerdo, quisiéramos revisar a la reina cuánto antes.
-Podrán hacerlo luego de instalarse-convino Yakov, y sólo bastó un ademán suyo para que los sirvientes comprendieran y dieran un paso al frente-Se trató de un largo viaje, seguro desean descansar.
Viktor decidió que era su oportunidad perfecta para intervenir y se acercó a un nervioso Yuuri, ofreciéndole su mano para que la estrechara a manera de saludo y experimentando una ligera alegría porque el otro, si bien algo dudoso, le correspondiera el gesto.
-Y una vez que hayas descansado y terminado con tus labores, me encantaría darte un recorrido por aquí-propuso, dirigiéndose exclusivamente a Yuuri-Dado que en tu primera visita no tuviste la oportunidad de conocer el bosque, además, quisiera corresponder la hospitalidad que me tuviste en las montañas.
-Si... si no es molestia...- replicó tímidamente.
Viktor se disponía a decir que en absoluto vería pasar tiempo con Yuuri como una molestia. Ciertamente no habían convivido tanto como a Viktor le gustaría, pero en su corto tiempo juntos logró constatar que Yuuri Katsuki, independientemente de su poder con la tierra o del cambio en su personalidad con el vino de por medio, era bastante accesible y muy interesante. En verdad aspiraba a tener una larga conversación con él. Sin embargo, antes de poder manifestarle su deseo, fue interrumpido bruscamente por Georgi, abriéndose paso hacia ellos y de inmediato adivinó sus intenciones. Tuvo que resistir el impulso de darse un golpe en la frente.
-¡Señorita Mari!-exclamó, ajeno a las miradas cargadas de extrañeza del resto de los presentes, muy ocupado en entregarle a la poco asombrada chica un ramo de flores-Yo también... sería un gran honor si me permitiera fungir como su guía y acompañante.
Mari Katsuki arqueó una ceja y contempló a Minako y a sus padres, como preguntándoles silenciosamente qué hacer y hasta que éstos le indicaron a base de ademanes que estaba bien, se permitió tomar el ramo.
-Pues... supongo que puedes -respondió para deleite de Georgi y fue entonces que Viktor admiró las flores que su amigo le regaló.
"Lirios malvas... ¿en serio?" se mordió la lengua para no preguntar en voz alta, lo que no era necesario. A diferencia de sus contrapartes recién llegadas, los elfos de luz eran bien conscientes del lenguaje de las flores y que aquellas en particular podían significar tanto "tus ojos me enloquecen" como "quiero seducirte".
Pronunciando una rápida disculpa y esforzándose por mantener su mejor sonrisa afable, jaló a Georgi discretamente por la muñeca y lo obligó a apartarse de la chica, fallando en notar la expresión de completa perplejidad de Yuuri por su forma de actuar, y mucho menos que su mente ya estaba generando varias explicaciones a dicho comportamiento.
-Por favor, ¿no podrías ser un poco más obvio?-masculló Viktor sarcástico. Por suerte su padre terminaba de discutir algunos asuntos sobre la fiesta con Minako y los padres de Yuuri y Mari, y no les prestó mucha atención.
-Mira quién habla, hipócrita- murmuró Georgi de mala gana.
-Ustedes dos, dejen de perder el tiempo y hagan algo útil para variar-les ladró Yakov, instándolos a que condujeran a sus huéspedes a sus respectivas habitaciones y concluyendo de manera efectiva su pequeña riña.
***
A pesar de las intenciones de Viktor por convivir con Yuuri, muchos factores conspiraron en su contra.
Luego del éxito al aliviar a la reina de su malestar y una vez que dejaron de lado su escepticismo y desconfianza iniciales, muchos de los elfos del bosque desearon experimentar de primera mano los beneficios que las aguas termales tenían para ofrecer, lo que no era posible puesto que el único manantial en existencia, estaba reservado exclusivamente para el uso de la familia real. Así que en un acto de buena voluntad, los Katsuki accedieron a crear no sólo uno sino dos nuevos que estuvieran disponibles para todos y naturalmente, Yuuri fue requerido para ello; además de que tuvo que ayudar a darle mantenimiento al manantial de la reina, lo que le dejó muy poco tiempo libre.
Con Viktor ocurrió algo similar. A pesar que su castigo terminó, no ocurrió lo mismo con sus labores. Seguía siendo el organizador de la celebración en honor a su madre y por tratarse de un suceso tan esperado, le conllevó más ocupaciones de las que originalmente creyó. Y como si no tuviera suficientes cosas que hacer, al confirmarse la asistencia de los Plisetsky, tuvo que encargarse de preparar todo para su llegada. Hacía años que ambas familias reales no se reunían, por lo que aquello se consideraba como un extraordinario suceso en el que todo debía salir a la perfección.
Y como si no tuviera suficientes preocupaciones, Georgi se rehusaba a dirigirle la palabra, lo que le molestaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Peor era que Mila de hecho le daba la razón a éste.
-Tienes que admitir, que desde su punto de vista es un tanto injusto-quiso explicarle la chica-Lo criticas por buscar a Mari Katsuki siendo que intentas hacer lo mismo con su hermano.
-Esto y eso son muy diferentes-se apresuró a interrumpirla-Al contrario que Georgi, no tengo aspiraciones "románticas..."-marcó las comillas con sus dedos- Es sólo que Yuuri Katsuki me parece muy interesante...- "Y adorable" agregó mentalmente sin atreverse a pronunciarlo en voz alta dada la conversación que sostenían-Como futuros líderes, podríamos aprender mucho uno del otro.
Mila no requirió articular palabra para hacerle notar a Viktor que no le creyó en lo absoluto. Sin embargo, ella guardó silencio, optando por reservarse sus opiniones. Algo pasó entre su amigo y Yuuri Katsuki durante esa noche en el hogar de Minako. Al principio confió en que no se tratara de nada serio, pero no demoró en contemplar la posibilidad de que estaba equivocada. Después del pequeño festejo nocturno, la manera en que Viktor observaba a Yuuri cambió, si bien aparentemente ninguno de los se había dado cuenta aún, lo que podía ser una ventaja. Además, en los últimos días no dejó de escuchar a Viktor charlar sobre los lugares del bosque que ansiaba mostrarle a Yuuri y cada vez que lo mencionaba, sus ojos se iluminaban de una forma que nunca ocurrió con Tatiana o con... otros. Al igual que en el caso de Georgi, la chica podría apostar a que no necesariamente sería pasajero.
-Pues, si es así, entonces no hay de qué preocuparme-plantea una no muy convencida Mila, y su comentario irrita a Viktor.
-Piensa lo que quieras-sentencia el príncipe, manteniendo la calma a pesar de su enojo y dándole la espalda-Si me disculpas, tengo cosas que hacer. Me retiro.
Agradece que ella no intente detenerlo, aunque sí experimenta una ligera punzada de culpabilidad al divisar por el rabillo del ojo el semblante dolido de su amiga. Supone que después se lo compensará, a fin de cuentas no es la primera vez que discuten y siempre se reconcilian, lo mismo con Georgi. De momento, tiene otros asuntos de los que ocuparse. Debe encontrar a Yuuri.
***
Viktor decidió que la suerte estaba de su lado. No bien huyó de su plática con Mila, se topó en los pasillos del palacio justo a quien deseaba ver.
Su expresión cuando casi chocan, acompañada de un gritito de sorpresa, se le antojó sumamente tierna. Yuuri retrocedió instintivamente y tropezó, por lo que Viktor, como el caballero que era, se apresuró a sujetarlo por la cintura para evitar que cayera y se lastimara.
-Justo a tiempo, ¿no te parece?-inquirió con una de sus más cautivadoras sonrisas, luchando por no reír ante el sonrojo delator del otro.
-¡Yo...! Um... s-sí...-balbuceó torpemente, separándose apenas recuperó el equilibrio-Muchas gracias, su alteza...
-Ah, no-lo silenció, colocando un dedo índice sobre sus labios- Ya te lo había dicho, sólo Viktor está bien.
Yuuri se tensó, casi como si estuviera teniendo un intenso debate consigo mismo.
-E-es decir... puesto que estamos en su... tu reino, pensé que lo más apropiado aquí sería...-agacha la mirada, jugando a entrelazar sus manos en un hábito nervioso-No quiero verme irrespetuoso.
Viktor no está de acuerdo. Nunca emplearía "irrespetuoso" para describir a Yuuri, de hecho todo lo contrario. A pesar de su mal comienzo y lo abrupta de su visita a las montañas, éste siempre lo trató con amabilidad. Ya era hora de regresarle el favor.
-Yo jamás pensaría eso de ti-trata de confortarlo. Por más que encontrara adorable su rostro avergonzado, era preferible dejar ese tema por la paz-¿Estás ocupado?
A Yuuri lo confundió la inesperada pregunta y demoró unos instantes en responderle.
-No, no realmente-sacudió la cabeza-Estuve ayudando a mi padre con uno de los manantiales nuevos, pero ya terminamos. Iba a regresar a la habitación para...
-¡Excelente!-soltó sin poder evitarlo, poniendo su entusiasmo de manifiesto y recomponiendo la sonrisa que sabía encantaba a las damas de la corte-¿No te gustaría dar un paseo conmigo?
-Co... ¿Contigo?-repitió, incrédulo, señalando primero a Viktor y luego a sí mismo-Es decir...
-Sí, tú y yo solos-aclaró, disimulando los nervios que las dudas de Yuuri le producían. Al final, estaba convencido que accedería. Después de todo, él era el príncipe e invariablemente se salía con la suya.
Yuuri lo consideró durante un par de minutos que para Viktor semejaron una eternidad antes de asentir en silencio y dejar que Viktor lo tome de la mano y empiece a enlistar en voz alta todos los sitios que pensaba mostrarle.
-Primero vamos al mercado.
Lo conduce a una zona amplia a campo abierto repleta de gente, no muy lejos del palacio.
-Está muy brillante-expresa Yuuri, entornando su mano libre alrededor de sus ojos para tratar de crear algo de sombra.
Viktor recuerda de pronto que los elfos terrenales habitan en el subterráneo y por ende están poco expuestos a la luz solar. Algunos de los libros que estudió durante su castigo los mencionaban como especialmente sensibles e incapaces de ver durante el día. Una ola de temor lo invadió, preocupado de que eso fuera cierto. Yuuri lo intuyó.
-Toma un poco acostumbrarse, pero se está muy bien aquí-se apresura a tranquilizarlo, retirando su mano y cerrando los ojos un momento, permitiendo que la luz le dé de lleno en el rostro-Es muy cálido.
El comentario, efectivamente relajó a Viktor. Probablemente los libros exageraron con la sensibilidad de los elfos terrenales. Además, si Yuuri llegaba a tener alguna molestia, seguro se lo haría saber.
Al principio, su paseo consiste en Viktor conduciéndolo por los puestos, contándole sobre los distintos productos que tienen en exposición y en general, llevando por su cuenta el hilo de la conversación. Sin embargo, conforme pasan más tiempo juntos y Yuuri consigue ignorar las miradas curiosas que le dirigen los comerciantes y transeúntes por igual, se anima a hacer pequeñas aportaciones a su charla y algunas preguntas. Inclusive acepta una bolsita de castañas tostadas que el príncipe le ofrece, no sin que éste ejecutara una ardua labor de convencimiento.
-¿De verdad nunca las habías probado?
-Es que no existen en la montaña-admite apenado, llevándose uno de los diminutos frutos a la boca y saboreándolo. Viktor reprime una risita-Hay un área con nogales y a veces podemos recolectar nueces, pero como está dentro de los límites del bosque, no siempre nos permiten acercarnos. Por lo general, Minako u otro noble necesita negociar un permiso y eso es... complicado-agrega en voz baja-Si ocurre, nos vigilan para que no tomemos más de lo acordado.
Si no lo estuviera escuchando, lo tomaría por mentira. En el bosque era la normal contar con árboles frutales y de todo tipo cuyo acceso les estaba permitido a la población en general. Era la primera vez que se enteraba que un permiso fuera requerido para recolectar unas simples nueces. Lo consideró con cuidado y concluyó que lo mismo pasaba cuando ellos solicitaban metales o gemas preciosas. Los elfos terrenales rara vez les permitían la entrada a sus minas, lo que contribuyó en gran parte a crear el mito de que se trataba de lugares sombríos y tenebrosos. Los acuerdos comerciales entre ambas razas eran muy controlados, lo que en muchas ocasiones, dificultaba realizar negociaciones.
-Eso es injusto-sentenció Viktor, sin especificar a qué se refería.
-Lleva siendo así mucho tiempo-completó Yuuri secamente, y su tono sorprendió al príncipe.
-Bueno, quizás pudiéramos llegar a cambiar las cosas-reflexionó en voz alta-Después de todo, tú eres el heredero de Minako, y yo... -les dirigió un guiño a un grupo de jóvenes elfas que no dejaban de observarlos, exitosamente tomándolas desprevenidas y haciendo que se retiraran a toda prisa, avergonzadas de ser descubiertas-También tengo mis méritos-Yuuri se cubrió la boca con una mano para ocultar una sonrisa-¿Te imaginas todo lo que podríamos lograr juntos?
No cae en cuenta de que sus palabras se podrían interpretar en más de una forma, sino hasta que escucha a Yuuri dar un respingo y casi ahogarse con una de las castañas. Ahora puede agregar "inocente" a la lista de adjetivos que lo describen.
Una vez repuesto, Yuuri, todavía un poco escandalizado, abre la boca para decir algo, si bien se arrepiente y la vuelve a cerrar, contemplando a su alrededor con disimulo. Viktor alcanza a oír cuchicheos y murmullos de curiosos que se cuestionan qué hace el príncipe en el mercado sin escolta y en compañía de un obscuro. Frunce el ceño para poner su desagrado de manifestó y pasa un brazo en torno a la cintura de Yuuri en actitud protectora, ocasionando que el sonrojo en sus ya de por si encendidas mejillas se intensificara.
-Mejor continuemos-le indicó a su acompañante.
***
Su paseo los llevó a un hermoso jardín, a otras tiendas, la plaza y otros sitios concurridos antes de parar a descansar a orillas de un lago. Yuuri no perdió tiempo mojarse los brazos y el rostro, dejando escapar un corto suspiro de alivio.
-Lo siento-se apresuró a excusarse en cuanto recordó que no estaba solo-Es que, hace algo de calor aquí, ¿no crees?
Viktor oculta su confusión lo mejor que puede. Desde su punto de vista, era un día como cualquier otro, con el clima relativamente fresco. Tal vez para Yuuri fuera diferente, por no estar acostumbrado. Se tomó unos instantes para inspeccionarlo: lucía agitado y cansado, y el rubor de su rostro no desaparecía del todo. Rememoró que Yuuri le contó que estuvo trabajando con su padre, quizás ya se sentía fatigado cuando Viktor lo interceptó. Ya llevaban un par de horas en su recorrido, de modo que supuso que lo mejor sería regresar.
-Quería... darte las gracias-musitó Yuuri, devolviéndolo a la realidad-Sinceramente... tenía un poco de miedo de volver aquí, y como no nos habíamos visto hasta hoy, pensé que...-desvió la mirada, claramente avergonzado.
-En verdad tenía muchos deseos de verte-confiesa Viktor, maravillándose por la honestidad inesperada que refleja su voz-Mi intención es compensarte por lo que pasó en tu primera visita y evitar que tuvieras una impresión errónea del bosque, o de mí. Dime si estoy haciendo un buen trabajo-agrega esto último como si se tratara de un secreto.
Viktor se deleita con el ruidito de sorpresa que emite Yuuri y con su expresión. Estaba en lo correcto, es adorable.
-¿Hay alguien que te guste, Yuuri?
El aludido se tensa y suelta un grito ahogado. Viktor lucha para contener la risa, satisfecho de obtener la reacción que esperaba.
-¿P-por qué lo preguntas?-cuestionó en tono ahogado, jugando a estirar los bordes de las mangas de su túnica, buscando cubrir sus manos-Ese es un tema privado.
-Al contrario, es el tipo de cosas que los amigos se cuentan-da un confiado paso hacia él-Porque ya somos amigos, ¿verdad?
Viktor está seguro que puede escuchar los acelerados latidos del corazón de Yuuri. Instintivamente, intenta tomar su mano... y comprende que algo no va bien.
La piel se siente caliente en exceso y entonces se percata del marcado tono rojo no sólo en el rostro, sino también sus manos y la parte descubierta de sus brazos, al igual que su cuello. Pese al descanso, la respiración de Yuuri no se ha normalizado, de hecho, está más acelerada. Nota que por momentos, entrecierra los ojos y que se esfuerza por ocultar un rictus de dolor. La realización le cae cual balde de agua fría al reconocer los síntomas: un golpe de calor.
-Yuuri... ¿por qué no me dijiste?-inquiere, poniendo su preocupación de manifiesto, su mente ideando cómo ayudarlo.
Yuuri jadea pesadamente y trata de responderle, sin embargo ya no es posible. Lo último que escucha antes de desmayarse, es al príncipe gritando su nombre.
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NOTAS FINALES:
Lo sé, soy una mala autora y en verdad siento mucho, muchísimo la demora en actualizar. Básicamente todo se resume en:
Yo: Claro que puedo mantener tres historias al corriente, no es ningún problema.
Also, yo: Y cumplir con las tareas, las exposiciones, buscar artículos y las clases.
Also, yo: Mientras atiendo a mis compromisos extracurriculares y me saco compromisos extras e imprevistos familiares.
Y para variar, also, yo: Y planear otras... muchas historias con varios AUs de fantasía, adaptaciones varias, otros de vampiros y... etc.
Spoiler: no pude.
Así que sí, deshonor en mi vaca. Originalmente, iba a dividir el capítulo en 2 porque me alargué más de lo debido pero al final no lo hice para compensar la tardanza en actualizar. Espero ya no tardarme tanto con lo que sigue.
P.D: Vicchan es un grifo!!!!! Esperen a que salga Makkachin :)
Si leyeron hasta acá, muchas gracias!!!!
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