• Capitulo dos •

Sus recuerdos estaban totalmente distantes mientras sentía como el suero pasaba por vía intravenosa, el tic toc del reloj de la pared solo causaba que sus ganas de salir del lugar crecieran para llegar a su hogar y acurrucarse con sus dos corazones.

Todo estaba hecho un mar de confusión, podía jurar que él había visto a alguien ¡Le había tomado una jodida orden!

Pero todo parecía mentira, Manjiro lo negó e Inupi solo reafirmó la historia del pequeño cocinero.

Nadie había entrado, nunca sonó la campana de la puerta, todas las sillas ya estaban recogidas y lo único que escucharon fue el golpe de sus rodillas contra el suelo — claro también los moretones en ellas afirmaban eso—.

"– Señor Matsuno. — El hombre de bata ingreso a su lado, observando una tabla con lo que suponía eran sus especificaciones — Solo debemos esperar a que el suero se termine y usted de podrá ir a casa.

– Lo entiendo, gracias. — Murmuró dirigiendo la vista hacia la bolsa que estaba colgada al lado de la cama— ¿Falta mucho?

– Diez minutos, ¿Podría hablar con usted de algo personal en ese tiempo?"

Sus grande iris se dirigieron rápidamente al hombre de cabellos azabaches con mechones rubios entre ellos, sus labios estaban en una línea recta y el gafete que lo identificaba colgaba en su cuello.

«Wakasa Imaushi» repitió en su cabeza, antes de dar un pequeño asentimiento con desconfianza.

"– Tu espalda...

– Es de nacimiento, nací con eso. — Aclaró antes de llevar rápidamente su mano hacía el lugar mencionado— No se que significa pero es como un tatuaje.

– Dice Keisuke. — Sus ojos se abrieron con sorpresa antes de volver a darle toda su atención al joven médico— Debes tener cuidado Matsuno.

– ¿Perdón?

– Huye de Baji, créeme."

Un extraño sentimiento de angustia se expandió completamente en todo su cuerpo, era la cuarta vez que escuchaba aquel apellido y lo único que había traído era problemas.

Problemas en la escuela fe Ryu y Kaori, problemas en sus clases y ahora problemas en el hospital.

Era una broma, o más bien debía ser una broma y de esas pesadas que te dejan un nudo en la garganta con ganas de llorar.

"– Huye de la bestia Matsuno, antes de que realmente te encuentre. — Siseó con seguridad el hombre bata antes de retirar la aguja de sus venas— Tiene la idea de dónde estás pero aún hay algo que no lo deja acercarse completamente, solo aléjate.

– Pero ¿Quién es? ¿De qué habla? Por favor no lo entiendo.

– No puedo decirte más, hay personas vigilando y yo no voy a arriesgar lo poco que salve de esos locos. — Podía jurar que la voz de su acompañante se cortó en media oración— Cuídate y cuida lo que amas."

Antes de poder preguntar algo más, Wakasa Imaushi dió media vuelta mientras ignoraba completamente su existencia.

Aún con las nuevas dudas tomo sus pertenencias que se encontraban en la pequeña mesa de la habitación, observando un mensaje nuevo de Takemichi en la pantalla; tal vez Inupi lo había llamado pidiéndole que se quedará con los mellizos.

Abriendo la pequeña notificación, un escalofrío recorrió su columna; la preocupación era exagerada y sus pies se movieron por si solos dejando a un lado la contestación.

«– Hey Yuyu, ¿Por qué no nos dijiste que los niños ya conocían a tu novio? Es una persona bastante amable ¡No puedo creer que no nos lo presentarás! Te vemos en un rato, nos quedaremos a dormir aquí.—» √√

Sentía las miradas sobre él cuando corrió por los pasillos, al igual que los susurros de que estaba arruinando la poca tranquilidad del lugar; también podía jurar que su teléfono estaba vibrando en el bolsillo de su pantalón.

Pero no le importaba.

Le importaba llegar a su casa y ver a ese tal Baji, pedirle, no mas bien exigirle que se alejará de sus hijos y también de él.

Sus pensamientos estaban revueltos al igual que sus emociones, sus piernas solo estaban moviéndose solas al correr para llegar lo más rápido a su destino; su garganta empezaba a arder por dejar entrar el aire frío del Otoño y sus manos dolían por estar hechas puño.

Las calles vacías le podían causar terror y estragos de recuerdos amargos pero, por un momento, no le importaba nada más que llegar al complejo departamental.

La vibración en su teléfono no paraba al igual que la carrera que estaban pegando sus extremidades inferiores, podía ver las farolas en cada esquina y sentía como su corazón estaba a punto de salirse de su pecho.

Cuando menos lo sintió, se encontraba subiendo rápidamente las escaleras del edificio, tropezando en algunos escalones y terminando con más golpes en las piernas.

Con pasos rápidos y sacando las llaves del bolsillo de su chamarra abrió la puerta, haciendo que un gran estruendo resonará por el lugar y que pasos apresurados se escucharán por el pasillo.

"– ¡Papi! — La dulce voz de Ryu lo hizo voltear inmediatamente, quedándose helado al observar al hombre que lo cargaba— ¡Llegaste! La tía Hina está durmiendo con Kaori y el tío Micchi está en mi habitación...

– Me alegro pequeño dragoncito. — Mintió aún con la vista fija en los fuertes brazos que sostenía a su hijo— Ven con papi, quiero un abrazo."

Sin importarle llevar las botas aún puestas entro, arrebatando a su pequeño de los brazos ajenos; aprisionandolo entre su delgado cuerpo y aspirando el olor del cabello azabache.

"– Baji-san nos estuvo cuidando, tuve una pesadilla y me dejó dormir con él en la sala. — Escuchó con atención las pequeñas palabras que salían de la boca del pequeño Matsuno— Estaba muy preocupado papi, pero ya estás aquí.

– Si, por eso Baji-san ya puede irse mi amor. — Siseó dirigiendo la vista por fin hacía el hombre que tenía delante de él— Le agradecemos su atención, pero ya estoy aquí."

Era él.

No había duda alguna que era el mismo hombre que había visto entrar a la cafetería, el mismo que lo hizo perder el conocimiento y ahora se encontraba ahí.

En medio del pasillo, con un pantalón de chandal negro y una simple playera de manga larga gris; con una mirada llena de fiereza y una sonrisa de satisfacción que lo hacía enojar.

¿Quién mierda se creía? Fuera lo que fuera lo quería lejos, de sus hijos y de él.

"– No te preocupes Ryu, yo también debo irme. — La ronca voz lo hizo fruncir el ceño al percatarse que no había escuchado ni una sola palabra de lo que decía su hijo— Mañana los veré después de clases.

– Yako-san irá por ellos. — Aclaró antes de bajar al menor y darle una pequeña palmada en su desastroso cabello— Ryu ve a dormir con el tío Micchi, yo tengo que hablar algo con Baji-san."

Los ojos azules que portaba el infante lo examinaron, como si supiera que algo malo iba a pasar o simplemente lo analizará para volver a verlo en unos cuantos minutos; cuando por fin los grandes ojos idénticos a los suyos se desviaron de su rostro pudo suspirar de alivio.

Esperando a que la corta conversación de su hijo mayor y el desconocido terminara empezó a descalzarse, sintiendo por fin como su cuerpo pesaba y dolía como cada día de su vida.

El choque de puños entre Ryu y Baji llamo completamente su atención, dándole a entender que tal vez ese chico — ahora que lo veía bien— llevaba una muy buena relación con el mellizo mayor.

"– ¿Hablaremos aquí? — La pregunta empapada en burla lo hizo molestarse aún más antes de pasar a un lado del remitente— Bien, aquí no será.

– No voy a correr el riesgo que alguien nos escuche. — Musitó con tranquilidad fingida antes de emprender camino hacia su habitación— Puedo saber ¿Qué haces en mi casa?

– Cuidando a Ryu y Kaori, es algo obvio hasta para ti."

El tono lleno de seguridad lo hizo voltear los ojos antes de abrir la puerta de madera que llevaba a su habitación, dejando, que el desconocido entrará primero tomándose la confianza de acostarse en su cama y usar sus brazos como soporté.

"– Mi error, mas bien dicho ¿Quién mierda eres? — Cuestionó apoyándose en la puerta y manteniendo una mano en el picaporte por si debía correr— Debes de dejar de perseguir a mis hijos.

Son, curiosos. — Dios, podía asegurar que le soltaría un golpe al azabache si seguía con el mismo tono Arrogante— Demasiado felices, es extraño.

– No me contestaste, ¿Quién eres? — Volvió a repetir apretando aún más sus manos— ¿Qué haces aquí?

– Oh vamos, Yukiko te debió haber hablado de mi. — La seriedad que estaba empañando el atractivo rostro lo hizo retener el aire, mientras seguía vigilando al remitente de aquellas palabras— Te vendió conmigo, gatito, eres de mi propiedad.

– No se quién eres, deja de decir estupideces y dime la verdad."

El temblor de su cuerpo empezaba a ser un inconveniente debido que hasta él mismo se había percatado de los espasmos de su cuerpo; los ojos achocolatados no se habían dignado en dirigirle la mirada desde que entraron al lugar y claramente algo no iba bien si su "invitado" — si se podía llamar así— estuviera tan tranquilo.

"– Baji, Baji Keisuke. — Escuchó antes de dar un sonoro jadeó— Puedes decirme cómo se te de la gana, pero ante muchos me conocen como Lucifer."

La intensa mirada que había estado ignorandolo, por fin, se poso sobre él haciendo que su cuerpo dejará de reaccionar.

En los iris cafés, justo en el centro bailaba el color ámbar mientras que una bruma de sentimientos desconocidos empañaban los alargados ojos; podía jurar que aquella mirada era pesada, posesiva, fiera.

Le estaba gritando peligro pero, a su vez lo mantenía tranquilo como si no fuera la primera vez que se cruzará con ella; como si esos ojos fueran un grato recuerdo.

Sin poder mencionar nada, abrió la puerta saliendo rápidamente para llegar a la sala de estar y observar que había una manta en el sofá más grande.

Algo, muy en el fondo, le decía que estaba jodido.

Y sentir la fuerte presión de una mirada en su nuca solo se lo aseguraba...

Siempre que recordaba a Matsuno Yukiko una sonrisa se plasmaba en su rostro, sus hebras rubias — Que él y Kaori habían heredado— siempre estaban bien peinados, sus grandes ojos verdes normalmente estaban llenos de brillo de felicidad y sus acciones que hacía día a día eran recordadas por lo buenas que eran.

Si, toda su vida podría recordar a su madre como un sol.

Pero, justo, en ese momento dónde sentía unos brazos apresando su cintura y una respiración tranquila chocar en la curvatura de su cuello solo podía odiarla.

Los recuerdos sobre cómo había terminado durmiendo al lado del azabache eran borrosos, en realidad, hasta podía asegurar que eran nulos.

Se habían encontrado en la sala y tal vez habían intercambiado palabras — solo él porque Keisuke estaba burlándose—, para después terminar peleando sobre dónde dormiría el invitado indeseado.

Lo demás era un borrón de palabras groseras y contestaciones burlonas, hasta, esa mañana dónde era cubierto por el calor de un cuerpo ajeno.

Su alarma aún no sonaba — o eso esperaba porque no sabía dónde quedó su teléfono—, la luz del sol aún no era tan molesta y ningún ruido se escuchaba por el departamento.

Intentando, no sentirse temeroso, dirigió toda su atención a la persona que estaba dormida sobre su hombro; inspeccionando las facciones del que se hacía llamar el diablo.

Sus facciones eran duras, de eso se estaba seguro, su tez era bronceada como si apenas los rayos del sol hubieran decidido darle un poco de color y sus cejas eran pobladas, con una manera singular que parecía que su ceño estaba fruncido.

Su mandíbula estaba marcada y podía jurar que debajo de esos párpados estaban los ojos más feroces que había visto en su vida.

¡Bendito y santo infierno!

¿Por qué el extraño ser tenía que ser tan condenadamente atractivo?

Molesto con sus pensamientos, intento recordar un poco de todas las viejas conversaciones con su madre; recordaba su dulce voz contándole viejas historias de sus abuelos, también recetas que hasta el momento seguía haciendo cuando sus hijos tenían hambre.

Había miles de recuerdos y anécdotas tan felices, pero ninguna que le aseguraba tener un dueño.

La frustración estaba invadiendo sin permiso hasta, que una pequeña risa en su cuello lo hizo retener el aire.

Mierda, mierda, mierda.

¿Por qué de repente se sentía tan nervioso? Simplemente la noche anterior quería alejarse del azabache y en ese mismo instante deseaba quedarse así.

"– Buen día. — Escuchó, antes de empujar a su acompañante— Oh yo también dormí de maravilla, gatito.

– ¿Por qué no te vas? — Si, mínimamente iba a permanecer necio ante eso — Dices ser el diablo ¿Qué haces aquí?"

En el momento que las últimas palabras fueron pronunciadas un mareo lo atacó rápidamente, haciendo que el mundo se moviera y sus ojos se cerraran.

«De lo único que siempre tienes que tener cuidado, cariño, es del diablo» repetía su pequeña voz interior, cierto, su madre lo decía en su infancia.

Siempre debía ser precavido en especial con ese ser que tanto hablaban en las iglesias, pero, nunca se lo imagino como Baji Keisuke.

Cada vez que mencionaban al ángel caído podía jurar que era alguien con alas grandes y piel rojiza; que adoraba hacer el mal y reír malvadamente cada vez que cumplía con su travesura.

Su progenitora siempre le decía que era el ser más despiadado que cualquiera podía conocer y que por ello debía alejarse.

Pero ¿Cómo iba a hacer eso?

Si llevaba horas de haberlo visto por primera vez y ya sentía que no podía despegarse de él.

Sacudiendo la cabeza, intentando ignorar todos sus desvaríos, salió de la cama para abandonar la habitación.

Necesitaba respirar e investigar; saber realmente con quién estaba tratando y porque se hacía llamar su dueño.

Llegando al pequeño comedor no pudo evitar sorprenderse a ver a los mellizos bien alistados y terminando con su desayuno en compañía de su mejor amigo y la novia del mencionado.

"– Buenos días papi. — Dijeron en coro sus adoraciones al terminar el bocado que mantenían en sus pequeñas bocas— ¿Dormiste bien?

– Si, bebés. — Sonrió antes de chocar el puño con Hanagaki y después depositar sonoros besos en las bonitas mejillas blancas de Ryu y Kaori— Buenos días chicos.

– Hay té y café, Chifuyu. — Ofreció Hina antes de acercarse con un plato que llevaba un omelette— Nosotros ya desayunamos y si quieres podemos pasar a dejar a los niños a la escuela.

– No podría aceptar, ya hicieron mucho con cuidarlos ayer después de que Yako-san se fue. — Murmuró con pena sirviéndose una taza humeante del té de durazno que había— Yo puedo llevarlos."

A sus espaldas pudo escuchar un casi inaudible "déjalo" por parte de Tachibana hacía Takemichi y un suspiro de decepción por parte de sus retoños.

"– Buenos días. — Un ligero quejido se escapó de sus labios al reconocer la nueva voz en el lugar, sintiendo como nuevamente el estrés se acumulaba en sus hombros— Ryu, Kaori.

– Baji-san ¿Durmió bien? — Pregunto con inocencia su dragoncito —

– Dormí bastante bien Ryu, gracias."

Apretando con fuerza la taza que sostenía, se obligó a actuar con tranquilidad, no podía ir gritando por la vida que el desconocido se creía el dueño del infierno o algo parecido.

"– Hay café, ¿Quieres? — Ofreció dándose la vuelta y observando al azabache en una de las sillas del comedor— Yo agarre la última taza de té.

– El café es perfecto, gracias Chifuyu."

Maldita sea, ¿Por qué su nombre tenía que sonar extremadamente bien en la labios contrarios?

Abandonando su té en la barra, tomo otra taza para servir lo último del café que se encontraba en el recipiente; denegando la opción de ponerle azúcar debido a que su cuerpo así lo decidió.

Intentando pasar un desayuno tranquilo, evito participar demasiado en las pláticas; ignorando como los únicos ojos achocolatados lo veían de reojo cada cierto tiempo haciéndolo temblar.

"– Yo llevaré a los niños a la escuela. — Afirmó Keisuke cuando se paró de la mesa— Deberías de descansar un poco más Chifuyu, hoy entras tarde a la escuela.

– ¡No! Digo no, ayer no pase tiempo con ellos y hoy debo llegar temprano a la facultad por un trabajo. — Mintió antes de empezar a caminar hacía la habitación— ¡Tú puedes lavar los platos!"

Dejando las últimas palabras se apresuro a entrar a su único lugar seguro, tomando lo primero que vió y notando que había ropa ajena entre sus ganchos y cajones.

Sin verse al espejo, solo tomo su mochila como estaba el día anterior; ya después se arreglaría con los libros o se los pediría prestados a alguno de sus compañeros.

Saliendo casi corriendo, pudo observar a sus dos pequeñas copias en la puerta despidiéndose de Baji y chocando sus puños; tratando de ignorar todo solo pudo soltar un pequeño adiós antes de calzarse los mismos zapatos del día anterior y tomar a sus hijos de las manos.

Debía llegar rápido a su facultad y encontrar entre los pasillos a su pase directo para ir con la persona que tal vez tenía las respuestas a todo lo que estaba pasando por su cabeza.

Llegando casi corriendo a la escuela de los menores, solo pudo depositar varios besos en sus pequeños rostros antes de dejarlos ir con la promesa de que ese día llegaría temprano a su hogar para cenar juntos.

Cuando la educadora se despidió y perdió de vista a sus pequeños, volvió a correr hacia su escuela; intentado llegar lo más rápido posible entre jadeos, tropezones y una que otra caída.

En el momento que sus pies pisaron el gran terreno de la facultad tomaron camino hacia el edificio de talleres, exactamente al de costura; debía ver al presidente para poder llegar a su objetivo.

Subiendo las escaleras de mármol, fue saludando a la población estudiantil que se encontraba; tratando de mostrar su mejor sonrisa hasta llegar al tercer salón del cuarto piso y deslizar la puerta rápidamente.

"– ¡Mitsuya! — Gritó antes de correr hacia el chico de cabello lila y abrazarlo— Necesito tu ayuda.

– Chifuyu, hoy no tengo mucho tiempo pero claro que puedo ayudarte. — Respondió inmediatamente el presidente del club antes de devolverle el abrazo— ¿Qué necesitas?

– Hablar con el profesor Shiba."

La cara de sorpresa no se hizo esperar en el rostro de Takashi, mientras lo veía con atención; claramente no era normal que él le pudiera ver a su escondida pareja.

Pero, por esa vez, sentía que Taiju Shiba le iba a dar aunque sea un poco de respuestas...

Hola, hola personitas ❤️.

¿Cómo se encuentran el día de hoy? ✨Espero que muy bien.

Bueno, por fin se nos presento nuestro hombre pero aún no hay nada de contexto de él.

¿Ustedes qué creen que pase?

Por otro lado, tengo muchas ideas de estos bebés pero en especial traigo un AU escolar-pandillero desastroso que me está volviendo loca pero no sé si a ustedes les gustaría.

Así que díganme.

Nos vemos en la siguiente actualización 😜.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top