• Baji Keisuke III •
El dolor de su espalda no tenía comparación, el peso de sentir que necesitaba buscar algo — o alguien— no lo estaba dejando vivir con tranquilidad y en definitiva eso le molestaba al sentir que había desperdiciado trescientos años intentando que alguno de sus allegados le explicará acerca del juicio que su mente había olvidado.
Jodida mierda.
Cada vez que intentaba hablar con alguien acerca de ese suceso todos huían despavoridos como si fuera un pecado imperdonable tan solo mencionarlo, hasta el mismísimo Terano se daba el tiempo de mandarlo a volar cada vez que quería tocar el tema.
Maldijo acomodando el traje sastre que Mitsuya se había dado el tiempo de confeccionar, justamente, tenía que dejar que sus dudas salieran el día en el que más prisa tenía.
Suspiro con el molesto corbatín y los tirantes, no entendía como mierda los pequeños humanos se daban la tarea de cambiar la moda como si fuera un hobbie.
Y si esa estupidez no fuera suficiente aquel baile de presentación con los Kudou era una de las tareas más importantes para todos los aposentos.
La era de las divinidades había entrado junto a las nuevas normativas que había puesto el creador, dando, como inicio uno de los cambios más grandes de lo sé podían imaginar.
Ya no podía decir que Takeomi era dios como tal, ahora a su lado se había instalado Senju como la diosa de la sabiduría y South como el dios de la muerta.
Ahora desgraciadamente a él lo habían nombrado dios de la guerra mientras que todos sus cercanos hacían obtenido un nuevo nombre y puesto.
Estúpidos habitantes del mundo terrenal y su puta manía de no poder quedarse quietos.
Sonrío al momento de terminar de acomodar su ropa, al menos, no debía ir vestido como todos suponían que eran por las ilustraciones que les hacían.
¿Cómo mierda iba a usar una sábana para cubrirse? ¿Qué manía iba a tener si se la pasaba de esa manera?
Río para si mismo antes de abandonar el viejo cuarto que se encontraba en las costas cercanas de Skopelos — ya que era lo más cercano a su destino—.
El fuerte aire acompañado de la brisa marina golpeó por completo su rostro, dejando que todos sus malos pensamientos se fueran por completo al dejarse arrullar por el sonido de las olas chocar.
Camino por la fina arena — la cual era escasa en ese entonces— concentrándose en llegar al pequeño portal que se encontraba entre una vieja cantina de la ciudad que lo llevaría a Tesalia.
Posiblemente debía pasar por un regalo, no todos los días se presentaba al nuevo dios del amor que se había esperando durante varios años.
Caminó, a paso firme y con la mirada fija en los pasillos rocosos que empezaban a verse conforme se adentraba a la ciudad, ¿Qué podía llevar?
No sabía en realidad que le gustaría al pequeño dios nuevo, por lo poco que había entendido en la cena de una semana atrás junto a Kazutora el pequeño Kudou sería presentado por cumplir los cinco años y ser la encarnación de amor y adoración.
Estaba seguro que si le llevaba algo a sus padres se vería completamente fuera de lugar, ¿Un juguete? No, mierda era un dios que podía obtener todo con una mirada eso sería lo de menos.
¿Flores tal vez? Tampoco era buena opción, lo más probable es que Kokonoi se encargará de llevarle canastas de las flores más costosas y telas finas para quedar bien.
Un pequeño piquete en la flor de loto que adornaba su ingle empezó a molestar logrando que se detuviera frente a un bazar de la ciudad, haciendo, que sonriera por la atmósfera de diversión.
Los humanos siempre tenían esa pizca de curiosidad por sus nuevos inventos — gastronómicos principalmente para él— y probablemente en esa pequeña ciudad no sería la excepción.
Con pasos lentos se adentró, todos en la vieja Tesalia lo conocían y claramente sabían que la puntualidad no era su fuerte; sonrío aún jugueteando con un anillo de plata que portaba en su anular izquierdo, sintiendo la seguridad de que si estaba incómodo solo con recitar las viejas palabras en latín se encontraría en su infierno nuevamente.
De reojo observó, con cautela, cada uno de los vendedores ambulantes del lugar; juguetes, flores, atuendos, entre otros llamaban su atención pero ciertamente algo le indicaba que nada de eso sería lo correcto.
Un delicioso aroma inundó por completo su sentido del olfato, haciendo, que su estómago se pusiera alerta y sus pies tomarán rumbo solos para llegar al lugar donde venía aquel delicioso olor.
Caminó, rápido, con cautela de no pegarle a ninguna persona mientras sus ojos achocolatados se posaban en su objetivo.
Pudo divisar un pequeño puesto, siendo rodeado por la muchedumbre y una señora mayor sonriendo mientras entregaba finas cajas con listones de colores.
Sonrío.
Un calor en su pecho se instaló cuando vio como una conserva de manzana era puesta en la parte de arriba del postre esponjoso y un pequeño polvo — azúcar glass si no se equivocaba— era cernido para adornar.
No entendía el porque pero, sus pies decidieron esperar como cualquier persona decente y olvidar por un momento que debía asistir a la fiesta para entregarle aquel extraño y particular regalo a un mocoso sin sentido.
No contó el tiempo, tal vez pasaron diez ¿O quince? Minutos en los que pudo divisar la felicidad de cada persona al recibir sus pedidos, él también quería apreciar al dios del amor sonreír por la misma situación.
Nego inmediatamente, tratando de relajarse por aquellos pensamientos.
¿Qué debía importarle la reacción de un niño? Él solo lo estaba haciendo porque todo el mundo era fan de los postres terrenales y estaba seguro que aquel pequeño ser no lo habían dejado consumir el azúcar suficiente en su vida.
"– Buenas muchachito. — Escuchó, en un perfecto griego antes de posar su feroz mirada en el remitente— ¿Cuantas cajas de Baclavá quieres?
– Dos, por favor. — Pidió, tomando un fajo de dinero que había conseguido hace poco por aquella apuesta ganada hacía Hajime— El listón rojo, abuela.
– ¿Para el amor? — Río ante la interrogación antes de recibir ambas cajas blancas.
– Exactamente señora. — Sonrío mitad coqueteando mitad bromeando, extendiendo el par de billetes para el alcance ajeno— Iré a conocer al dios del amor, así que quédese con el cambio y gracias."
Sin pensarlo mucho, apresuró el paso para llegar a su destino.
Su corazón latía como loco y no entendía el porque pero algo muy en el fondo le rogaba apurarse.
Tal vez el destino, karma o simplemente su alma llamando a la otra mitad...
El viento en el Olimpo nunca iba a tener comparación, era una mezcla de varios olores y varias emociones que se situaban en el mismo lugar.
Normalmente la fiesta en el lugar era escandalosa, no había día en el que la música no retumbara y la emoción de estar en el lugar de la diversión eterna se esfumará.
Caminó por el pequeño bosque que cubría el verdadero lugar donde debía llegar, gemidos se escuchaban entre la oscuridad de los árboles y alguno que otro sonido de besos candentes retumbaba sobre los resoplidos de placer.
Mierda, hace años no tenía un buen polvo.
Realmente no lo recordaba pero la última vez que trato de divertirse con Lilith la imagen de alguien entregándose en sus brazos lo hizo parar debido a que terminó en un llanto que ni él pudo comprender.
Todavía si lo recordaba podía sentir el calor entre sus manos y uñas clavándose en su espalda, pequeños suspiros que escapaban con su nombre llegaban a su memoria pero la cara de ese misterioso ser estaba borrosa en todo momento.
Bufó con molestia.
Maldita sea en el momento que empezó a delirar.
Siguió su camino, intentado no poner atención en el ruido de choques de pieles; mientras agredecia no ser el dueño de la lujuria porque en esos momentos hasta Takashi estaría mareado de resivir tanta energía de un golpe.
"– Hey, hey señor. — Gritó, una voz aguda que lo hizo temblar y detener su andar debido a los pequeños pasos que se escuchaban a sus espaldas— ¡Espere un momento por favor!"
Su corazón latía fuertemente, su razón había decidido tomar un paseo lejano en el momento que los pasos de detuvieron a sus espaldas y sus manos hormigueaban para dejar caer el regalo que traía en manos y abrazar por una extraña razón a la persona de aquella voz.
"– Señor ¿Usted está solo? ¿Quiere estar conmigo? ¡Me he aburrido en la fiesta de mis padres y gracias a Yuzuha he podido escapar de ellos! — Maldita sea la vida y su corazón por voltear en cuando volvió a hablar el pequeño niño."
Los ojos azules cian lo veían con atención mientras que la piel blanca como la leche era adornada por un pequeño sonrojó — suponían por el frío— mientras que las pequeñas manos acomodaban el cabello azabache que tenía el menor.
«Precioso.» pensó antes de hincarse para ver mejor al pequeño mocoso que se estaba robando su tiempo y sin poder negarlo su atención.
"– Estoy solo. — Soltó antes de volver a pararse y extender su mano que tenía desocupada— De hecho voy a la misma fiesta de la que huyes ¿Te parece acompañarme a dejarle su regalo al cumpleañero y después salir de ahí?
– ¿Un regalo? ¿Para mí? — Cuestionó con ilusión el azabache mientras tomaba su mano— Nadie me ha traído un regalo ¡Todos son para mamá! Pero el cumpleaños es mío ¡Hoy cumplo cinco años!"
Una pequeña risa escapó, sin permiso y con facilidad al ver las expresiones del menor, el enojo y a la vez la emoción que se plasmaba en el bonito puchero y el ceño fruncido.
Con cuidado extendió ambas cajas que llevaba, mostrandolas con orgullo y con diversión; ver los grandes ojos llenos de curiosidad derritieron su fría barrera que había puesto por ir a conocer a un niño.
"– Es un postre, tiene manzanas en almíbar y canela. — Explicó, caminando lentamente para que el ojiazul siguiera su paso— Es solo tuyo.
– ¿Vamos a comerlo juntos? ¡Usted podría festejar mi cumpleaños también! ¿Cómo se llama? ¿Cuando es su verdadero cumpleaños? ¿Vamos a comerlo en los jardines de atrás?
– Haces demasiadas preguntas mocoso. — Murmuró con burla fingida.
– ¡No soy un mocoso! ¡Me llamo Chifuyu!"
Un pequeño click en su cuerpo lo hizo detenerse, llevando sus iris achocolatadas a su pequeño acompañante.
Mierda.
Las ganas de vomitar estaban impregnandose en su garganta junto al nudo que nacía debido a la retención de las lágrimas, la imagen de un bonito chico con una toga característica de los romanos se dejó plasmar en su realidad.
Ojos azules y cabello rubio, labios apiñonados junto a una piel lechosa que podía jurar tenía algunas marcas visibles — que esperaban fueran de él— pero sin duda una preciosa sonrisa que lo hacía temblar.
"– Baji Keisuke. — Susurró, con cuidado de no dejar salir sus emociones y espantar al pequeño infante que tenía a su lado— Tal vez tus padres me conocen como Ares.
– ¡Es sorprendente señor Baji! ¡Mi tía Senju lo ha mencionado muchas veces!"
Sonrió, escuchando el parloteo del menor mientras caminaba con tranquilidad por todo el Olimpo hasta llegar a su destino.
No podía entender cómo en un par de minutos, el dios del amor le había contado toda su vida — incluyendo un par de efectos especiales que la hicieron más interesante—.
Kudou Chifuyu tenía cinco años de edad, también podía decir que tenía los rasgos finos siendo característicos de la deidad que iba profesar un sentimiento y sin duda alguna su aura podía embelesar a cualquiera por la tranquilidad que sentía.
Era apegado a la dios de sabiduría y a la de la caza, huía de Takeomi cada vez que podía y algo le aseguraba que el pequeño niño le sacaba un par de canas a su padre al igual que a sus cuidadores.
"– Señor Baji...
– Dime, Chifuyu. — Contestó, sentándose en el frío pasto que cubría el jardín donde pensaba degustar los postres con el heredero del lugar— ¿Tienes miedo?
– ¡NO! ¡Usted me da más confianza que todos los de la fiesta!"
«Irónico.» pensó, cuando el infante se sentó a su lado y posó sus expresivos ojos sobre él, en realidad debería de decirle que de todos los que estaban ahí debería de temerle porque era él único que llevaba la marca de un juicio ante el creador.
"– Señor Baji.
– Mhm. — Un sonido de afirmación dejo sus labios mientras abría las cajas y mostraba el pan rellenó de miel y cubierto con manzanas.
– Está vez, no me deje."
Y sin poder evitarlo, dejo de respirar...
Hola, hola personitas ❤️.
¿Cómo se encuentran el día de hoy?
Realmente iba a publicar esto ayer pero la vida de madre me está consumiendo está vez.
Faltan dos • Baji Keisuke • para regresar a la narración de nuestro Fuyu actual.
Así que díganme ¿Qué creen que pase?
Muchas gracias por sus votos y comentarios realmente me dan el ánimo de seguir escribiendo 💫.
Teorías, sugerencias —>
Nos vemos en la siguiente actualización 😘.
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