(𝟑𝟓) · 𝐄𝐥 𝐮𝐦𝐛𝐫𝐚𝐥 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞 ·


El verano anterior, Nyx había pasado las vacaciones con su familia en Grecia. Su piel había adquirido un tono ligeramente tostado bajo el sol, el pelo se le había aclarado por la exposición y se había pasado las noches en la terraza trasera, deleitándose con el canto nocturno de las cigarras. A pesar de que sus vacaciones habían terminado de la manera más extraña, con cantos a la naturaleza bajo la luna, Nyx recordaba aquel verano con una sonrisa cargada de melancolía. Ahora sabe que aquello había sido el claro ejemplo de la calma antes de la tormenta.

Grimmauld Place no tiene nada que ver con la casa de sus abuelos en Makrinitsa. Tienen completamente prohibido salir al exterior, así que, los días en los que hay un poco de sol, como mucho se asoman por la ventana trasera para intentar pillar algún rayo. No hay música griega, ni pastelillos de miel, ni familiares borrachos que animan la fiesta.

Hay cuadros que te juzgan con la mirada, elfos domésticos gruñones y racistas y un permanente olor a humedad y polvo que se te queda enterrado en las fosas nasales. Por alguna razón, además, siempre hace frío en la casa. Nyx tiene que calentar el baño antes de darse cada ducha, porque si no termina tiritando al salir enrollada en su toalla.

Lo que sí es similar a Grecia es el hecho de que siempre está rodeada de gente. Es imposible tener un solo minuto de soledad en aquella casa, y a todos les apetece conversar porque estar en silencio significa pensar, y pensar lleva a actitudes tristes y desanimadas. Lleva a pensamientos de guerra, desesperación y muerte.

A Neville en peligro.

A Harry atrapado en algún lugar. Si es que puede considerarse atrapado y no muerto.

Todo empeora cuando llega el número de El Profeta en el que el Ministerio asegura que la sociedad mágica debe seguir con sus vidas como siempre. Tras un mes de lo ocurrido en el torneo, no se ha encontrado ni un solo indicio de movimiento por parte de los seguidores de Lord Voldemort, ni ningún rumor de que haya regresado. El titular reza algo así como "Cedric Diggory es un maldito mentiroso".

En realidad no pone eso, pero al mencionado le parece leerlo con total claridad. Ni siquiera se concentra en las palabras sobre el papel porque no hace más que leer una desfachatez tras otra.

—Pero eso no tiene ningún sentido. ¡Snape lo vio! ¡Lo dijisteis! —se queja Cedric durante el desayuno, mirando el artículo del periódico con desagrado.

Cedric se está quedando con ellos porque es uno de los protegidos por la Orden. El otro es Neville, pero eso no lo saben todos, solo los que hace falta que lo sepan. Cuanta menos gente esté al tanto de que el chico podría ser una especie de elegido, menos probabilidades hay de que alguien intente atentar contra su vida.

Eso convierte a Cedric en el único enemigo público. Por eso le tiemblan tanto las manos mientras deshace su magdalena sobre el plato del desayuno. Por eso mira a Nyx de reojo, para que le secunde.

No quiere salir de casa.

Fred y George siguen un poco sorprendidos por Cedric Diggory. Lo cierto es que nunca habían hablado demasiado con él; lo conocen de lejos porque era de su curso y sus padres trabajan juntos. A Fred nunca le ha caído del todo bien, le parece un poco creído. A George no le importa demasiado su existencia más allá de que es un rival en el campo de Quidditch o un campeón por el que apostar el curso pasado.

Fuera la que fuera la idea que tenían hecha sobre él, no tiene mucho que ver con el chico tembloroso que se sienta junto a ellos y asegura ser capaz de hablar con Harry. Nunca pensaron que aquel chaval que solía pasearse por los pasillos como si fuera una estrella de cine necesitara buscar refugio en su casa y en su familia. Tampoco pensaron que les ofrecería el dinero del premio porque ese es el único deseo de Harry. Se lo han guardado en secreto porque sus padres no lo aceptarían y porque, para ser sinceros, les cuesta mucho mirar la bolsa llena de galeones sin sentir que está teñida de la sangre de Harry.

—Snape no está por ninguna parte —masculla Sirius, terminando de pelar su manzana—. El muy cobarde ha desaparecido de la faz de la tierra.

—Bueno, ¿y qué hay de mis recuerdos? ¿Por qué no se los muestra Dumbledore al ministro?

Arthur toma asiento. Acaba de llegar a casa, tras pasarse la noche en el Ministerio de reunión en reunión. Molly deja un plato con tostadas frente a él y él le dedica una mirada de agradecimiento antes de contestar.

—Sé de buena mano que Dumbledore se ha reunido con el Ministro, pero parece que no atiende a razones. Con lo paranoico que es, estoy dispuesto a creer que piensa que, de alguna forma, se han alterado esos recuerdos para engañarle.

—¿Se pueden alterar los recuerdos? —pregunta Hermione con curiosidad.

—Sí, se puede —responde Remus, antes de mirar a Cedric—. Requiere mucha habilidad, pero ya habéis visto lo que dice El Profeta: piensan que fue Barty Crouch Jr. quien orquestó la muerte de Harry y confundió a Cedric para que pensara que había visto a Voldemort, y sintiéndolo mucho, es una mentira muy dulce de tragar.

Cedric planta los codos sobre la mesa y esconde la cabeza en el hueco que forma con sus brazos. No se explica cómo el Ministro ha podido inventarse una tontería como esa solo por mantener calmada a toda la comunidad o para convencerse a sí mismo de que no existe el problema. Pronto se saldrá de sus manos, cuando Voldemort aparezca de verdad, y una parte de Cedric, una que mantiene muy oculta porque comprende lo peligroso que es ese pensamiento, está casi deseando que lo haga, para que todos vean que lo que dice es verdad.

Pero Voldemort no ha actuado, y sus secuaces, aquellos que trataron de matarle, están bien escondidos esperando el momento oportuno. Cedric no duerme pensando en que aparecerán de un momento a otro.

—Puede que el ministro no quiera admitir que Voldemort y los suyos han vuelto, Cedric, pero te puedo asegurar que el colegio será seguro, porque va a estar lleno de aurores —explica Remus con lentitud, plegando su servilleta con los dedos.

Nyx agudiza el oído. Esa información es completamente nueva.

—¿Aurores?

—¡Yo! Yo estaré allí, claro que sí.

Es Nymphadora Tonks quien habla. Está buscando algo en los armarios de la cocina, pero la señora Weasley le insta desesperadamente a que le deje hacerlo a ella. Tonks es Aurora y a Nyx le cae genial. Es la clara imagen de todo lo que le gustaría ser, aunque tienen personalidades completamente distintas. Tonks es vibrante y alegre y un poco torpe, y Nyx es bastante más seria y callada, pero las dos son Hufflepuff y las dos tienen el mismo ímpetu por hacer el bien.

—¿Vas a estar todo el curso?

—Estamos preparando unas rotaciones, pero en teoría debe haber un auror en cada piso del castillo y otros tres en los exteriores en todo momento —explica Tonks, retirándose el polvo del pelo cuando saca la cabeza del armario—. Estamos intentando que nos dejen meter a más, pero no tenemos permiso todavía.

—¿Eso significa que el Ministerio va a estar en el colegio, controlando todo lo que hacemos? —remarca Hermione, mirando a Tonks con sospecha.

—Mmm... En teoría, sí, pero no olvides que el Departamento de Aurores no tiene nada que ver con el resto de departamentos, con perdón de Arthur —dice Tonks, sentándose en la mesa y haciendo un gesto en dirección al mencionado—. Moody y yo estamos en ese departamento, y muchos de mis compañeros tienen la misma opinión que nosotros.

—¿Moody?

Nyx mira a Remus para pedirle ayuda, pero él le sonríe con tranquilidad.

—Te aseguro que este es el de verdad.

Nyx no puede creerse que uno de los torturadores de sus padres hubiera pasado nueve meses enteros en el castillo, dándole clases a menores de edad y enseñándoles maldiciones imperdonables y hablando de mortífagos por todas partes, bajo las narices de Dumbledore. No tiene ningunas ganas de volver al colegio porque ya no siente que sea un lugar seguro, aunque pongan cientos de aurores en cada una de las esquinas.

—¿Y si nos negamos a volver?

Los adultos la miran como si se hubiera vuelto loca, pero los gemelos la secundan.

—¡Eso! —interviene Fred, asintiendo sin parar—. Total, no es como si George y yo fuéramos a necesitar terminar de estudiar para...

—Vosotros os calláis —les regaña Molly, tomándolos a cada uno de un hombro y apretando para reñirles—. Vais a volver en septiembre y terminaréis el curso, como todos los demás.

—Pero, ¿cómo vamos a estar ahí en clase si Voldemort está fuera, haciendo de las suyas? —espeta Ron, con molestia. Por fin está reviviendo un poco, tras semanas sin salir demasiado de su habitación—. ¡Es cuestión de tiempo que aparezca! Si mató a Harry, es probable que quiera seguir con sus cosas, ¿no? Terminar lo que empezó hace todos esos años.

Se instaura un silencio mientras todos piensan qué decir. Hace una semana estaban hablando de estrategias de guerra y de guaridas de mortífagos y ahora de repente tienen que ir al Callejón Diagon a por plumas y tinta. No tiene ningún sentido.

Remus es quien decide intervenir al ver las miradas de alarma en los rostros de los más jóvenes.

—Pensamos que es mejor que estéis en el colegio, con Dumbledore y el resto de los profesores y todo el cuerpo de aurores. Es mucho más seguro que estar aquí en el cuartel, porque nosotros tenemos que...

—Tenemos que buscar a Voldemort y a los suyos —termina Sirius, que es mucho más franco que los demás—. Es evidente que está oculto y esperando su momento, así que queremos encontrarlo antes de que pueda atacar.

—¿Porque está enfermo? —pregunta Cedric, alzando una ceja.

—¿Voldemort está enfermo?

La voz de Neville se escucha por toda la mesa. Ha hablado a un volumen más alto del usual porque esa información le parece interesante. Nyx mira a Cedric antes de responder.

—Eso dijo Snape. Que estaba enfermo.

—Y débil —terminó Sirius, asintiendo muy despacio—. Pero no me creo nada de lo que diga ese pardillo que huele a sobaco. ¿Por qué iba a hacerlo? Está desaparecido, igual que él. No me extrañaría que estuvieran juntos y le estuviera lamiendo el culo.

—Dumbledore confía en él —aclara Molly, mirándole con una reprimenda—. Si dejamos de confiar en la palabra de Dumbledore, entonces no podemos fiarnos de nadie.

—Yo no me fío de nadie, entonces —musita Cedric.

Nyx le da un codazo, pero luego junta su pie con el de él bajo la mesa para hacerle saber que ella opina igual. Quiere hacerle entender que es mejor no mostrar su antipatía contra Dumbledore frente a todos. Al fin y al cabo, es quien se supone que tiene que protegerlos en el colegio. Es mejor llevarse bien con él, aunque sea por las apariencias.

—No, es que no entiendo por qué tendría que volver al colegio que me puso en riesgo de muerte —masculla él. La magdalena ha quedado completamente aplastada sobre su servilleta—. Estará lleno de alumnos que piensan que estoy loco o que me dejé hechizar por el impostor ese o que... ¡O que fui yo quien mató a Harry!

Como siempre, la mención de su nombre hace que todos desvíen la mirada. Ron se pone rojo del enfado cada vez que piensa en eso.

—Míralo por el lado bueno, Diggory, puedes decirles de parte de Harry que se vayan a la mierda —ofrece George con una sonrisa encantadora. Las miradas fulminantes de todos hacen que deje de sonreír al instante.

La estancia en Grimmauld Place se ve alterada unos cuantos días después, cuando entran en ella tantas personas que, simplemente, no caben en un espacio tan reducido.

Es debido a que la Orden, junto al cuerpo de Aurores encabezados por Moody, deciden que es mejor tener a tantos alumnos metidos en el ajo como sea posible. Las cartas amenazantes hacia Cedric, tanto las que piensan que mató a Harry como las que piensan que colabora con los seguidores de Voldemort, no dejan de llegar a su casa en Ottery St. Catchpole, acribillando a la pobre Ruth Diggory con lechuzas que tratar de picotear sus rizos. Muchas de las cartas son de padres de alumnos del colegio, algunos amenazando a Cedric de muerte si se atreve a pisar Hogwarts y poner en peligro las vidas de sus hijos.

Su estancia en ese colegio es más segura que en el exterior, según los adultos, pero cada vez queda más claro que el resto de los alumnos puede terminar siendo más un problema que una solución. Los aurores pueden estar pendientes de todo aquel que intente penetrar las paredes del castillo desde el exterior, pero controlar a los alumnos es algo muy distinto.

Los adolescentes son más crueles, más sabios y escurridizos. Sabrían llegar a Cedric y mortificarlo sin que los aurores se dieran cuenta, porque no pueden estar en todas partes. No pueden entrar en la clase, ni en el dormitorio, a no ser que no tengan una buena razón.

Así que Cedric necesita que sus amigos estén de su parte.

Llegan Todd, Philip, Connor, Hina, Astrid y Asher. El último nunca se ha considerado muy amigo de Cedric, pero ante la insistencia de Astrid y de su propio padre, que pertenece a la Orden, está dispuesto a defender a Cedric, si no tiene más remedio. Es posible que la carta llena de amenazas e improperios que le envió Nyx a modo de convencimiento haya servido de algo, pero nunca lo sabremos.

Apenas caben en la mesa de la cocina, así que hacen varios turnos para dar de comer a todos. Por la noche, los más jóvenes son escoltados a sus casas, y ahí es cuando Nyx se entera de que Hina está quedándose en casa de Connor.

—Se ha ido de casa, la muy dramática —cuenta su amigo, cruzándose de brazos.

—¿Perdón? —Nyx mira a su amiga con los ojos bien abiertos—. ¿Por qué no me habías contado nada?

—Bueno, eras ilocalizable —se queja, encogiéndose de hombros—. Además, ha sido hace relativamente poco...

—¿Más o menos cuando empezaste a llevar esas pintas?

Con esas pintas se refiere al pintalabios negro, a la raya del ojo con dibujos de llamas y a los dos moños que lleva encima de la cabeza. También se refiere a la ropa llena de jirones, toda de colores negros, rosa oscuro y morado. Parece sacada de una revista de punk.

—Sí, más o menos —aclara Connor—. Fuimos de compras por Candem, por si había duda.

—¿Qué pasó? ¿Tus padres saben dónde estás?

—Pasó que les dije que si Voldemort había vuelto y nos íbamos a morir todos, prefería que supieran que no pienso meterme a trabajar en el Ministerio ni irme a Japón a ser diplomática ni nada. Quiero escribir libros.

—¿Y qué dijeron?

Primero lo dice en japonés, imitando la voz rasgada de su padre, pero Nyx le da medio empujón para que deje de hacer tonterías. Hina pone la vista en blanco.

—Dijeron que me iba a Japón con mis abuelos. Así que hice las maletas y me fui a casa de Connor, que me cae un poco mejor que ellos.

Nyx niega de un lado para otro, pensando en lo enfadados que estarán los Murakami. Siempre se ha preguntado cómo Hina era capaz de guardar las apariencias con su familia, y había supuesto que algún día ocurriría lo inevitable. Aquel día había llegado, pero a Nyx le parece de lo menos oportuno que sea justo cuando se está gestando una guerra. La casa de una embajadora mágica es mucho más segura que la casa muggle de Connor.

—Yo también me he ido de casa, Murakami —interviene Todd, con una sonrisa de lado—. Si necesitas hablar de ello...

—Lo haré con cualquier persona que no seas tú, exacto —termina Hina, con una sonrisa espléndida.

Todd, lejos de sentirse ofendido, se echa a reír.

—¡Vaya! Y yo que pensaba que eras callada y...

—Créeme, preferirás no haber descubierto esta faceta suya —tercia Asher, ganándose un pisotón de su amiga.

Nyx se siente tranquila con sus amigos cerca. Están todos bien. Provienen del mundo más allá de Grimmauld Place y están vivos, lo que es una muestra de que, de verdad, no está pasando nada. Odiaría que les ocurriera algo. Connor es hijo de muggles, al igual que Philip, y aunque el segundo no es amigo suyo, sí que lo es de Cedric, y no quiere que le pase nada. A nadie. Aunque no sean sus amigos.

—¿Cuándo piensas contarme lo de Diggory?

Nyx alza la mirada hacia Asher. El chico roza el metro noventa y Nyx, aunque es alta, tiene que inclinar la cabeza hacia arriba para lanzarle una mirada asesina. Aprovecha que los demás están bromeando sobre Hina para llevarse a Asher unos metros hacia atrás.

—¿El qué?

—Nyx, no soy tonto. Astrid es mi novia, además.

¿Cedric le ha contado algo a Astrid?

—¿Qué sabes?

—Sé que cuando Astrid fue a ver a Cedric a la enfermería después de... —no termina la frase, pero Nyx ya sabe a qué se refiere—. Él preguntó por ti.

Nyx intenta ocultar el rubor de sus mejillas. Sabe que de poco sirve con Asher: él la conoce muy bien, aunque no suelan hablar de ese tipo de cosas. No lo hacen porque no les hace falta.

—¿Desde cuándo?

—¿Desde cuándo qué?

Asher bufa. Nyx le da un codazo.

—No es nada... no es nada, ¿cómo va a serlo, Asher?

—¿Lo dices porque estamos en guerra o porque es Diggory?

—¿Qué es peor?

Asher se echa a reír. Nyx sonríe ampliamente: hacer reír a Asher Podmore es todo un desafío, pero más desafiante aún es intentar cambiar de tema ahora.

—Lo pregunto porque como está aquí Fred...

—Ni lo menciones —espeta Nyx con un chasquido de su lengua—. Pero le he dado una tregua, no está la cosa como para pelearme con él, la verdad.

Él asiente. Mira de reojo a su amiga y sonríe de lado.

—No es mal tipo, Diggory. Me parece presumido y prepotente, pero parece ser que te va ese rollo...

—No es nada serio. Ni siquiera sé lo que es.

—Cualquier cosa es mejor que Weasley, seguro.

Asher parece satisfecho con la conversación, así que corta su sonrisa y vuelve con el grupo, como si no hubiera pasado nada. Nyx lo vigila desde la distancia y nota cómo observa a Cedric con interés. O se está preguntando qué ha visto Nyx en él o está pensando en cómo asesinarlo si le hace algo malo. Ambas perspectivas le parecen bien a Nyx; no esperaría otra cosa de él.

La conversación se ve interrumpida por el timbre. De todas las personas que Nyx esperaba encontrar en el pasillo de esa casa, jamás hubiera esperado encontrarse a su abuela Thea. Augusta la acompaña, con su habitual gesto de mal humor cada vez que Thea está en el país.

—¿Abuela? ¿Qué...?

—Mi niña, ven, ven que te vea.

—Me viste hace dos meses...

—Es igual, déjame verte.

Nyx pasa el escrutinio de su abuela ante la atenta mirada de todos sus amigos. Odia ese tipo de atenciones, y sabe que luego se burlarán de ella para hacerla rabiar, pero no quiere ser grosera con su abuela Thea.

—Señora Galanis, es un placer conocerla —saluda Hina con una sonrisa enorme—. Soy Hina Murakami.

—Un placer, tesoro. Qué aspecto tan peculiar, ¡me gusta!

Hina parece complacida ante el cumplido de Thea, y pronto se la lleva a la cocina para comenzar a hablar con ella. Nyx se acerca a Augusta para preguntarle qué está haciendo allí, y ella le contesta que estaba preocupada por Neville, cuando lo que realmente quiere decir es que está ahí para molestar.

—Así que tú eres el chico que sobrevivió, ¿eh?

La elección de palabras de Thea para dirigirse a Cedric es la menos acertada. De verdad, jamás hubo unas palabras menos oportunas que esas, pero ella tiene la excusa del idioma. No es posible que conozca los titulares que se referían así a Harry, solo ha llamado así a Cedric porque, verdaderamente, es un chico que sobrevivió.

—¿Cómo te llamabas? ¿Eldric?

—Cedric —se presenta él. Querría sonreír, puesto que es familia de Nyx y quiere caerle bien, pero el apelativo le ha hecho sentirse incómodo—. Diggory.

—Muy bien, Cedric. Qué interesante, ¿no? —musita Thea—. ¿A qué crees que se debe esa habilidad de volver de entre los muertos?

Molly deja de comer. Varios lo hacen, en realidad. Nyx y Neville están más que acostumbrados a la manera de hablar de su abuela, pero los demás todavía no entienden su forma de ser. Augusta, sin embargo, la entiende perfectamente y la mira con la misma intolerancia de siempre hacia su insolencia.

—No es una habilidad.

—Está claro que no vamos a intentar comprobar si sobrevives más de una vez a una de esas, ¿eh?

Cedric abre los ojos por la sorpresa. Sirius, al igual que Connor, está intentando no reírse por lo surrealista de la conversación. Hina mira a Thea con dos estrellas por ojos: nunca ha visto a una persona tan interesante como esa señora de pelo rubio despeinado y sonrisa descarada.

—Abuela, déjalo para otro momento, ¿eh? Estamos comiendo ahora —suplica Nyx. Neville asiente rápidamente, para secundar a su hermana.

—Solo una cosa más —dice Thea, a quien no le importa arruinar la sopa a los demás porque está demasiado ansiosa por saber—. ¿Te notas distinto, desde entonces? ¿Has notado alguna especie de...? ¿Conexión con la muerte?

Ron se atraganta mientras bebe agua y el contenido de su boca sale disparado hacia sus hermanos mayores, que se sientan frente a él. Fred no duda en lanzarle el pan directo a la frente, mientras que George se ríe de los dos después de secarse la cara en el hombro de su gemelo.

Cedric todavía sigue quieto, mirando a Thea Galanis con el pánico evidente en su rostro. Está pensando lo mismo que los demás. Incluso Dumbledore, que ese día come con ellos, observa a Thea mientras su mente trabaja a extrema velocidad.

—Cedric puede hablar con nuestro amigo Harry —anuncia Hermione. No puede guardarse lo que todos están pensando, porque tiene una curiosidad demasiado imperiosa por saber qué es lo que está pasando—. Puede verlo cuando usa su varita.

—¿Tu varita?

—No, la suya... —Cedric saca la varita de Harry de su bolsillo y se la tiende a Thea con manos temblorosas—. La sujetábamos los dos cuando... Le dio el hechizo.

—¿Y si la usas lo ves?

—Como si estuviera aquí conmigo. Y no es un recuerdo, porque...

—¿Es su alma, entonces?

Cedric se encoge de hombros. Es algo que supone, pero nadie puede decirlo con seguridad porque se supone que esta es la primera vez que se registra un caso así.

—¿Piensa que es su alma, señora Galanis? —pregunta Dumbledore, con los ojos entrecerrados—. ¿Se quedó atrapada en su varita?

—Es una posibilidad. Partes de un alma se pueden quedar en un objeto, ¿verdad? —propone, encogiéndose de hombros—. Que el chico pueda verlo ya es menos común, pero tampoco me sorprende tanto que alguien que ha cruzado el umbral de la muerte y regresado pueda ver a alguien que ha muerto.

—Pero no veo a nadie más —asegura Cedric, tragando saliva con fuerza—. He probado con objetos de mis abuelos, que fallecieron, y no...

—¿Pero fallecieron la misma noche que tú? ¿O sujetando la misma varita? ¿O..?

—En mis brazos —susurra Cedric.

Tiene que mirar al techo para no ponerse a llorar delante de todo el mundo. Es difícil, porque todos lo están mirando, como si todo cobrara sentido de repente. Él masculla una disculpa antes de levantarse de la mesa e ir a esconderse a su habitación.

Crucé el umbral de la muerte.

Lleva semanas esperando algo como eso: alguien que le diga con claridad que murió, sin dudarlo o evitar el tema, pero no esperaba sentirse así. Tan raro en su propio cuerpo. Querría arrancarse la piel de los huesos en ese momento. Dejar de ser el chico que sobrevivió.

—Ven un momento, Esleen, cielo.

Nyx sigue a Thea hasta uno de los salones de la casa. Su abuela se marcha a casa de Augusta a dormir, pero quiere hablar con ella después de cenar.

—Quiero que te encuentres conmigo a las 12 de la noche, en la puerta de la casa.

—No puedo salir de casa, abuela, lo sabes.

—Dumbledore te da permiso —dice ella con una sonrisa y un guiño.

—¿Dumbledore sabe...?

—Sí, cielo, es mejor así —responde la anciana, restándole importancia con una mano. Nyx quiere protestar, pero la interrumpe antes de que pueda hacerlo—. Tráete al chico también.

—¿A Nev?

—No, a Cedric.

Nyx casi quiere gritar por el susto, pero su abuela la mira con tranquilidad.

—Déjame adivinar: ese es el chico con el que estuviste la noche del eclipse, ¿a que sí?

Nyx pestañea muy rápido. No entiende cómo su abuela puede saber eso.

—¿Pero cómo...?

—Vamos, Nyx, eres muy lista. Haz cálculos: te bañas bajo un eclipse con un hombre. La luna te protegió una vez de la muerte, ¿no? ¿Por qué no iba a proteger a aquel a quien amas?

Nyx se levanta del sofá.

—Lo siento, abuela, pero se te ha ido la pinza.

—¿Qué hiciste con él, eh? Dime.

—Nada, abuela, nada —responde Nyx, intentando salvarse el bochorno. Se ha puesto tan roja que agradece que la tenue luz de la habitación.

—Me parece precioso, cariño, que vivas tu juventud como te dé la gana, no espero menos de una Galanis, y precisamente por eso me da igual. El pudor es algo que no existe en nuestra familia, Esleen —se ríe Thea—. Lo importante es que tú, que tienes una conexión con la luna, conectaste con otra persona... No diré cómo, si te da vergüenza, pero lo hiciste durante un eclipse. Eso tiene un poder fuertísimo.

—No lo entiendo.

—Lo entenderías si te hubieras quedado este año conmigo en casa, estudiando nuestra magia —aclara, encogiéndose de hombros—. Pero no habría pasado nada de esto si no estuvieras aquí, claro. Ese chico habría muerto.

—¿Cómo lo sabes?

Nyx quiere que su abuela pare de hablar para que todo deje de ser tan surrealista de una vez por todas. No le gusta nada el rumbo que están tomando las cosas. No le gusta eso de que ella pueda tener algo que ver con lo que ocurrió en junio.

—No lo sé —confiesa Thea, con una sonrisa de lo más perturbadora—. Por eso quiero que lo traigas. Es luna llena.

—Ya lo sé. Remus no está.

—¿Quién?

Nyx deja escapar todo el aire fuertemente.

—Creía que los hombres no podían participar en estas cosas, abuela. Que era solo para las mujeres y...

—Si no descubrimos nada, le borraré la memoria —responde, restándole importancia con un movimiento desganado de su mano.

Nyx se alarma todavía más. No se ha dado cuenta de cuándo se le han llenado los ojos de lágrimas.

—¿Quieres al chico, Nyx?

Nyx no responde. Solo mira a su abuela mientras le tiembla el labio inferior por el miedo. Thea sonríe y alarga la mano para darle una caricia en el antebrazo.

—Si descubrimos que sí que pasó algo en el eclipse, solo será la certeza de que le salvaste la vida, Esleen, ¿qué te da tanto miedo?

Ella niega. No sabe por qué está llorando. Siente que era una espectadora en segundo plano de todos los problemas y ahora, de repente, es partícipe. Es la causante de todo lo que está ocurriendo, en cierto modo. Si ella hizo que la luna salvara a Cedric...

—A las 12, ¿vale, cielo? Hazlo por tu vieja abuela.


Está intensa la cosa pero más intensa se pone la semana que viene uouououo. Creo que subiré seguro, y luego otro mini descanso porque me voy de vacaciones :)

He tardado en subir pero me lo perdonáis porque me queréis <3 decid que me perdonáis o me pongo triste.

Gracias por leer y por todos vuestros comentarios. Os quiero mucho y pronto Cedryx que sé que es lo que queréis vosotras <3<3

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