(𝟐𝟕) · 𝐍𝐚𝐝𝐚 ·
¿De verdad no vas a decir nada?
Cedric está junto a Nyx en el aula de Pociones. La chica no ha acudido a ninguna de sus lecciones privadas en toda la semana después del Baile de Navidad. De hecho, se volvió completamente invisible después de lo ocurrido en el baño de los prefectos, y era imposible de encontrar más allá de en los desayunos, las comidas y las cenas en el Gran Comedor.
Si Cedric entraba en la sala común, Nyx se iba corriendo a su dormitorio. Si se cruzaban por un pasillo, ella cambiaba de dirección. Se aseguraba de ir siempre acompañada de alguno de sus amigos para que Cedric no se atreviera a hablar frente a los demás del casi beso.
En realidad, Nyx había rozado sus labios contra los de él. Había sido más bien un beso fantasma, si Cedric lo pensaba detenidamente. Recordaba con tanta claridad aquel momento que se pasaba horas fantaseando con él cuando se perdía en sus pensamientos. Recordaba a Nyx envuelta en la toalla y bailando con él, recostada sobre su pecho. Podía oler todavía el perfume de su pelo. Recordaba lo frías que habían estado sus manos cuando las había tomado al principio y lo cálidas que se habían vuelto mientras se mecían al ritmo de la música.
Ella lo había mirado y Cedric pondría la mano en el fuego por que Nyx estaba deseando besarle más que nada el mundo. Le intentaba decir algo con los ojos y Cedric se imaginaba lo que podía ser, pero como nunca se lo había dicho, nunca llegaba a una buena conclusión. Con Nyx Longbottom podía ser cualquier cosa. Cedric quería que fuera lo mismo que sentía él.
Casi lo besa. Había estado tan cerca que era casi insultante tenerla ahora tan lejos. Era una lejanía más mental que física, porque la tenía a solo medio metro en el pupitre de Pociones, pero la sentía a miles de kilómetros.
—¿Cuál es la Tercera Ley de Golpalott, señorita Longbottom?
Snape siempre tiene que preguntarle a Nyx en primer lugar para tratar de dejarla en ridículo. Tras casi cinco meses de clase, todavía no ha desistido en su intento de demostrar que ella no debería estar allí y que las lecciones están muy por encima de su nivel, pero como la chica siempre termina consiguiendo sacar las pociones —muchas veces, gracias a Cedric— no ha podido echarla de la clase. Además, siempre se toma una poción calmante cuando tiene una clase de tarde con él, para no estar alterada si empieza a tratar de molestarla. Si la clase es a primera hora, sin embargo, está lo suficientemente dormida como para no enterarse de la mitad de las cosas que dice.
—¿La Tercera...?
Cedric abre los ojos y levanta las cejas. Lo han estudiado. Bueno, lo estudiaron justo antes de las vacaciones de Navidad, y se pasaron esa clase hablando del Baile porque ya habían decidido ir juntos. Es muy probable que no se acuerde.
—Bueno, es una ley por la cual... —Nyx mira disimuladamente sus últimos apuntes. Siempre tiene los márgenes llenos de rayajos—. Se utiliza cuando hay que encontrar un antídoto para venenos combinados..
—Mezclados, querrá decir.
Es lo mismo.
—Sí, mezclados. Entonces, juntas todas las pociones... Bueno, todos los antídotos de los venenos que se han mezclado —continúa ella. Mira a Cedric en busca de ayuda y él asiente, diciéndole que va por buen camino—. Y... los juntas todos y deberían formar un solo antídoto...
—Justo cuando parece que avanzas un poco, te caes en picado, Longbottom —sisea Snape, girándose en dirección al resto de alumnos.
Nyx agacha la cabeza con frustración y sigue rayando los márgenes de su pergamino. Cedric chasquea la lengua y se acerca a ella.
—Casi lo tenías: cuando mezclas los antídotos, debes buscar un elemento que convierta esa mezcla en el antídoto final —explica él, con la voz cargada de aliento—. Ni siquiera lo ha explicado en clase, nosotros lo estudiamos porque vi que...
—Vale.
Nyx lo corta antes de que termine y se gira en la otra dirección, fingiendo que lee lo que está escrito en la pizarra. Cedric se echa hacia atrás con reparo y se muerde el labio inferior.
Se ha roto.
Lo que ocurrió en Navidad o lo que fuera que pasó entre ellos esa semana en la que no discutían y solo bailaban y se reían, ha terminado y ni siquiera había empezado de verdad. Cedric tiene hasta ganas de llorar por haberse hecho ilusiones.
Tiene bien grabada la imagen del casi beso, pero la de ella marchándose por la puerta y negando muy despacio le atormenta siempre que puede. Conociendo a Nyx, podría haberse marchado entre risas, burlándose de él por esperar algo así de ella. Eso habría sido incluso mucho menos doloroso, porque significaría que se había creado unas expectativas inalcanzables.
Pero le había dicho que no con los ojos cargados de disculpa. Le había rozado los labios con mucho cuidado, como si se hubiera resistido a la tentación pero hubiera estado a punto de caer en ella. Y eso es una tortura para él, como rozar el cielo con los dedos y caer de nuevo en la mierda del día a día.
Se aventura con su huevo dorado bajo el brazo en dirección al baño de prefectos. Falta poco para la segunda prueba y no ha desvelado todavía sobre qué irá, así que cuando lo ha comentado con el profesor de Defensa, el loco de Alastor Moody, este le ha dicho que quizás debajo del agua obtenga algún resultado, ya que lo que sea que hay dentro no reacciona bien cuando lo abres en el exterior.
Es doloroso entrar en ese lugar sin caer en los recuerdos, pero en algún momento tiene que seguir con su día normal sin pensar en ella todo el tiempo. Las terapias de choque jamás le habían servido con Nyx, pero hasta entonces, Nyx ni siquiera había sido consciente de que a Cedric le gustaba ella. Ahora que lo sabe y huye de él de manera deliberada, tiene que servir para que Cedric se dé cuenta de que no tiene ninguna oportunidad.
Mira el lugar exacto en el que estaban bailando y gira la cabeza hacia otro lado. Se desnuda cuando se asegura de que no hay nadie más en ese lugar y se mete en la piscina de agua caliente con un suspiro muy lento. Cierra los ojos tratando de despejar la mente y olvidarse de todo por unos segundos, pero la puerta se abre poco después.
—¡Diggory! ¡Qué casualidad!
—¿Qué haces aquí, Astrid?
—Bañarme, ¿y tú? ¿He interrumpido algo?
Astrid se desviste rápidamente, tirándolo todo por el suelo, y se lanza hacia la piscina de un salto. Cedric se cubre como puede con la espuma, pero el agua se remueve a su alrededor y es muy difícil conseguir que le cubra todo lo importante.
Astrid saca la cabeza del agua y echa su pelo hacia atrás, y Cedric no puede evitar mirarle los pechos un segundo antes de mirar hacia otro lado y cubrirse todavía más. La chica se da cuenta de lo que ha ocurrido y se echa a reír.
—Oye, ni que nunca las hubieras visto. ¿Te recuerdo que...?
—Las cosas son diferentes ahora...
—Mis tetas son iguales que hace un año, Cedric. ¿Acaso a ti te ha crecido...?
Astrid levanta las cejas y Cedric se cubre todavía más, con las mejillas completamente sonrojadas. La chica, de nuevo entre carcajadas, se sienta a su lado sin importarle su desnudez y toma el huevo dorado entre las manos.
—¿Te lo llevas de paseo o es que tienes miedo de que te lo roben?
—Creo que si lo meto debajo del agua a lo mejor pasa algo.
—¿Que se moja? —bromea ella—. Perdón, qué broma tan mala.
Cedric pone la vista en blanco, sin llegar a reírse del todo.
—Oye, ¿qué ocurre? Últimamente estás decaído y no me cuentas nada.
—Estoy agobiado, eso es todo.
Se quedan en silencio unos segundos. Solo se escucha el agua caer desde los numerosos grifos que vierten más agua caliente en la piscina. Por un segundo, a Cedric le parece que lo único que falta en ese lugar es la música de Neil Young de fondo.
—¿Qué pasó con Nyx en el baile, Cedric? Te juro que no se lo voy a contar a nadie.
—Ya, claro.
—En serio. Mira, Hina tampoco sabe nada, y Asher aún menos.
—¿Asher?
Cuando la mira, ella levanta las cejas y asiente muy despacio.
—Te juro que no voy a contar nada, va —dice levantando la mano y mostrándole su dedo meñique para hacer una promesa.
Cedric no levanta su dedo porque no va a contarle nada. No es porque no se fíe de ella, sino porque todo lo que ocurre entre Nyx y él prefiere que se quede ahí, entre los dos.
—¿La intentaste besar? ¿Hubo algo más...?
—No hubo nada de nada —miente él, mirando hacia otro lado—. Pero te puedo asegurar que no es recíproco en absoluto. Yo no le gusto a ella y ahora ni siquiera me quiere hablar.
—¿Le confesaste que te gustaba?
Cedric se muerde el labio inferior con fuerza y resopla.
—No, pero no creo que haya que ser muy inteligente para saberlo porque no dejé de mirarla en toda la noche y le pedí ir al Baile y...
—Vale, si no se lo contaste, ¿cómo sabes que no le gustas? Te recuerdo que accedió a ir contigo al Baile y hace unos meses ni siquiera te aguantaba.
Cedric niega rápidamente.
—Fue conmigo porque no quería ir sola —masculla. Comienza a hacer dibujos en la espuma con los dedos.
—Os vi bailar, lo pasabais bien, Cedric. No parecía angustiada por estar contigo.
—Astrid, déjalo, por favor. No quiero hablar más del tema, ¿vale? Estoy un poco cansado de esto. Si tuviera algún interés en mí, no habría pasado semanas enteras evitándome, así que déjalo. Ya me he humillado lo suficiente.
Coge el huevo de las manos de Astrid y se prepara para meterse bajo el agua. Su amiga asiente una vez, haciéndole entender que no va a decir nada más, y ambos introducen la cabeza a la misma vez que Cedric abre el huevo. Apenas pueden abrir los ojos para observar lo que esconde el huevo en su interior, pero se puede escuchar con absoluta claridad un coro de voces que entona la siguiente canción:
Donde nuestras voces suenan, ven a buscarnos
Que sobre la tierra no se oyen nuestros cantos
Y estas palabras medita mientras tanto
Pues son importantes, ¡no sabes cuánto!
Nos hemos llevado lo que más valoras
Y para encontrarlo tienes una hora
Pasado este tiempo, ¡negras perspectivas!
Demasiado tarde, ya no habrá salida.
Los dos salen del agua a la vez, tomando aire como pueden porque no esperaban que durara tanto. Cedric se restriega los ojos para quitarse el agua y se echa el pelo hacia atrás.
—¡Sirenas! —chilla Astrid, tosiendo sin parar—. ¡Eran sirenas!
Cedric observa el huevo cerrado entre sus manos y luego mira a su amiga, que ha sido mucho más rápida en darse cuenta que él.
—¿Sirenas?
—¡Sí! ¿No es evidente? Tienes que nadar con las sirenas y... ¡Puaj!
—¿Qué pasa?
—Hay sirenas en el Lago Negro. ¿Os vais a tener que bañar ahí? Qué guarrada.
—¿Por qué dices que...? Ah, vale, ya lo entiendo. Las cañerías del colegio salen hacia el Lago.
Astrid finge que siente un escalofrío y luego se peina como puede con los dedos. Cedric tiene que volver a centrarse en lo que está haciendo porque su amiga ha levantado los brazos y ahora se le ven todavía más los pechos.
—¡Oye!
—¡Están ahí, Astrid! ¡Es muy difícil no mirarlos!
—Si me da igual que los mires, ¡es tu cara lo que me perturba!
—¡¿Qué cara?!
—Te pones rojo, como si no hubieras visto una teta en tu vida —se burla ella, escondiendo el torso de nuevo detrás de la espuma—. Bueno, al lío. Decían que te quitarían...
—Lo que más valoro. Y que tenía que aguantar una hora y si no no habría salida.
Los dos se quedan mirándose unos segundos mientras tratan de descifrar lo que puede querer decir aquello.
—¿Sabes que mi padre habla sireno?
—¿Qué?
Astrid asiente, mostrando todos los dientes con una sonrisa.
—Mi padre creció en un pueblo de pescadores en Noruega y había muchas sirenas, así que aprendió. A mí me ha enseñado un poco.
—¿Crees que tendré que hablar con las sirenas?
—No, pero estoy segura de que tienen algo y tienes que quitárselo.
—¿Tengo que robarle algo a una sirena? Prefiero volver a enfrentarme a un dragón.
—Ya, da un poco de mal rollo —dice Astrid, acariciándole el hombro en forma de consolación—. Creo que tenemos que concentrarnos en dos cosas: ver cómo vas a aguantar una hora debajo del agua y... Cuál te gustaría que fuera la frase de tu lápida, solo por si acaso.
Cedric está congelado sobre la plataforma en medio del Lago Negro. Es consciente de que le están haciendo fotos sin parar para el Profeta, pero en ese momento le da exactamente igual porque está concentrado en sentir los dedos de los pies, que están descalzos encima de la tarima. Va cubierto por un albornoz que en absoluto le protege el cuerpo ante el frío escocés que hace ese veinticuatro de febrero.
—Me he enterado de lo que tenéis que buscar —le susurra Todd al oído, mientras lo abraza por un costado—. He escuchado a Madame Pomfrey decir que cuando los campeones saquen a sus seres queridos del agua tienen que llevarlos a la enfermería directamente.
—¿A mis seres queridos?
Todd asiente.
—Pero creo que no son vuestros padres, porque también ha dicho algo de sus salas comunes, así que...
Nuestros seres queridos.
Lo que más valoramos.
Traga saliva y busca entre la multitud al resto de sus amigos. Philip está en primera fila junto a Asher y Hina, guardándole un hueco a Todd mientras le grita algo a Connor. Y ya está. Nyx no está.
No me jodas.
No, no, no, no, no.
Tiene que ser una broma. No pueden haberse llevado a Nyx como aquello que más valora.
Si lo han hecho, se va a enfadar tanto que no le va a volver a hablar en la vida. Le humillará delante de todos, como si no fuera suficiente humillación fingir que no está cada vez que pasa a su lado o no mencionarle a nadie lo que pasó entre los dos. La antipatía de Nyx es la razón por la que Cedric lleva dos meses enteros alicaído y huraño. Cada día siente menos lástima por sí mismo y más rabia hacia la chica.
Si no te gusto, dilo y ya está. No hace falta que me hagas sentir culpable.
Escucha el pistoletazo de salida y tiene que recordarse tomar una buena bocanada de aire antes de quitarse el albornoz a duras penas y lanzarse al agua con la varita en la mano. Cuando está por fin sumergido, se lanza un encantamiento cascoburbuja y otro para hacer que su piel sea resbaladiza y pueda deslizarse mejor por el agua. Por último, se lanza otro para entrar en calor.
Observa a su alrededor a Fleur utilizando el mismo encantamiento y comenzando a bucear hacia el fondo del Lago. Viktor ya ha desaparecido, probablemente nadando mucho más rápido que los demás. Harry está convulsionando bajo el agua.
Tiene ganas de ir a ayudarle, a pesar de que ya sería la segunda vez que lo haría. En cuanto se había enterado de la prueba, le había contado a Harry lo que ocurría para devolverle el favor de la primera prueba. Sin embargo, el chico para por fin de luchar contra una fuerza invisible y parece que por fin puede respirar, así que Cedric no pierde tiempo.
Mientras bucea con la varita extendida delante de él y alumbrando el camino, se acuerda de lo que Astrid dijo acerca de cómo las cañerías del colegio iban a parar al Lago. Si no fuera porque la profesora Sprout le había dicho que había un encantamiento que limpiaba el agua, Cedric sentiría que cada vez que daba una brazada bajo el agua, nadaba entre excrementos.
No sabe qué le da más miedo en ese momento; si las criaturas que pueda encontrarse nadando a su alrededor o la reprimenda de Nyx como verdaderamente esté en algún lugar en el fondo del Lago y todos sepan que es la persona más valiosa para Cedric. Solo quiere llegar cuanto antes hacia donde esté para terminar de una vez con el martirio.
Tarda unos segundos en esquivar un banco de peces y luego se le queda enrollado el tobillo en unas largas algas de color verde apagado hasta que por fin divisa una especie de ciudad submarina en ruinas. Por la forma en la que están distribuidas las rocas, Cedric sabe que se está acercando a las sirenas, pues ha estado leyendo sobre ellas y conoce el tipo de lugares en los que residen.
Divisa también, por fin, una enorme roca pintada, representado un dibujo de lo que parecen ser sirenas y tritones con motivos de caza. Se acerca para apreciar la pintura, pues jamás ha oído algo así, y por fin es capaz de escuchar el canto de las sirenas que ya había escuchado anteriormente salir del huevo.
Ya ha pasado media hora, así que no nos des largas si no quieres que lo que buscas acabe criando algas...
Cedric no sabe cómo ha podido pasar el tiempo tan rápido, si no ha hecho más que nadar y buscar a su alrededor. Se distrae una vez más cuando encuentra lo que parece ser un pez muy gordo con dos larguísimas patas terminadas en dedos. Le suena mucho de haberlo estudiado en algún momento en tercer año, pero no puede recordar su nombre. No es hasta que el bicho se da cuenta de la presencia de Cedric y se abalanza en dirección a sus pies para morder los dedos que Cedric empieza a nadar más rápido para alejarse.
Sigue el sonido de la melodía mientras se cerciora de que el bicho no le siga, y está tan concentrado en salvar sus pies que casi no ve la sirena que tiene delante. Cuando era pequeño, solía pensar que las sirenas eran bellas y atractivas, con un largo pelo sedoso y el rostro semejante al de un humano pero mil veces más hermoso.
Sin embargo, los libros y las fotos que había sobre sirenas habían terminado por quitarle esa imagen de la cabeza, y ahora que ve una frente a él piensa que jamás ha visto nada tan horrible como eso. La sirena tiene el pelo enmarañado, del mismo color que las algas del fondo del lago, y los ojos medio salidos, de color amarillo enfermizo. Cuando abre la boca para sonreírle con malicia, Cedric percibe unos afilados dientes que sin duda podrían partirle los huesos sin ningún problema.
Cedric esconde la varita para que la sirena no piense que quiere atacarla y ella parece complacida por el gesto, ya que sigue nadando sin prestarle demasiada atención. Cedric entorna la mirada hacia el fondo, donde parece ver, por fin, un resplandor. Se acerca todo lo rápido que puede y descubre una enorme estatua de una sirena, alrededor de la cual cantan otras sirenas de verdad atrayendo la atención de los campeones. De la cola de la estatua salen cuatro cuerdas a las que están atadas las personas más valiosas para los campeones.
Harry ya está allí, discutiendo con una sirena. Cedric niega ante la ignorancia del joven y corre en su dirección.
—No queda mucho —le advierte a Harry, aunque cree que no puede escucharle a través del casco.
Cedric se fija por fin en las personas sumergidas bajo el agua. Con alivio, distingue el rostro dormido de Astrid, con su pelo negro revuelto por encima de su cabeza. Todavía lleva el uniforme puesto, como si la hubieran dormido mientras estuviera en clase. Junto a ella están Hermione, Ron y una niña pequeña que sin duda es la hermana de Fleur.
Saca el cuchillo que le regaló su padre del bolsillo del bañador y corta la cuerda que ata a Astrid. La agarra por la cintura y comienza a patalear para darse el impulso para ir a la superficie. Es mucho más difícil nadar ahora que tiene el peso de Astrid también, así que apunta hacia el suelo y lanza un chorro de aire para avanzar más rápido todavía.
El frío es casi peor cuando sale a la superficie. Astrid vuelve a la vida en el momento en el que respira aire puro y sus ojos se abren de repente mientras trata de dar bocanadas de aire.
—¡Sácame de aquí, Diggory, sácame de aquí! ¡Que no me toque más el agua!
Avanzan a las plataformas entre los vítores de los demás. Ha llegado el primero, por lo que puede observar, así que se ha ganado sin duda los aplausos que le están dedicando en ese momento. Philip y Todd ayudan a subir a Astrid a la plataforma y luego impulsan a Cedric, a quien enrollan enseguida en toallas para intentar inútilmente que entre en calor. Astrid se abalanza otra vez sobre él y lo abraza, llenándole la mejilla de besos.
—¡Eres el mejor, Cedric! ¡Somos los primeros!
Está un poco abrumado porque todo el mundo le está hablando a la vez y él todavía siente que sigue debajo del agua y le cuesta respirar bien del todo porque su cuerpo no se ha acostumbrado a estar en la superficie. Connor está gritándole algo al oído y Cedric asiente sin escucharle, hasta que todos empiezan a chillar y señalar el agua. Cedric se gira para ver a un grupo de tritones sacar el cuerpo lleno de heridas rojizas de Fleur. La chica está viva, por cómo patalea sin parar, pero desde luego, algo ha ocurrido allí abajo.
—¡Mi hegmana! ¡Quiego volveg! ¡Esos guindylows me atacagon!
Madame Pomfrey intenta evaluar sus heridas, pero la chica parece ansiosa por volver al agua en busca de su hermana. Cedric ha recobrado sus sentidos por fin y cuando la profesora Sprout se coloca junto a él, ya puede entender mejor lo que dice.
—Buen trabajo, muchacho, aunque te has pasado un minuto de la hora. Veremos cómo lo evalúan. ¿Te encuentras bien?
Él asiente mientras tirita sin parar. No puede creerse que ya haya terminado por fin la segunda prueba y encima haya sido el primero. Quizás tenga posibilidades de ganar después de todo.
Se siente enormemente observado y no es por la multitud a su alrededor. Cuando mira en dirección al grupo de Hufflepuffs, nota la mirada de Nyx sobre él. Está completamente seca, envuelta en un abrigo gris con cuadros verdes y con un gorro de lana negro tapándole el cabello. Ella lo mira medio segundo antes de volver su atención al lago, del que salen por fin Viktor y Hermione Granger.
—Me ofrecieron a mí bajar al lago —le cuenta Connor, abrazándole de costado para ayudarle a entrar en calor—. Pero Sprout y yo estuvimos de acuerdo en que yo peso demasiado y subirme a la superficie iba a ser muy complicado, así que la cosa estaba entre Philip, Todd o Astrid.
¿Cómo iba a ser Nyx, Cedric? Si nadie sabe que te gusta.
—¿Y por qué Astrid?
—Pensé que le gustaría la atención.
En efecto, Astrid está hablando con sus amigas de Slytherin mientras ellas la abrazan y le cuentan lo felices que están de que esté viva. Cedric aprovecha para acercarse a Viktor y preguntarle por Harry.
—Estaba intentado llevar a amigo y niña a la vez —explica Viktor, mirando hacia el lago.
—¿A la hermana de Fleur?
Ha pasado un buen rato hasta que por fin Harry sale a la superficie. En efecto, lleva a Ron y a la hermana de Fleur con él, y entre los dos la ayudan a nadar hacia la plataforma entre los gritos y los aplausos de los demás.
Cedric tiene sentimientos encontrados. Se alegra de haber llegado el primero, pero ahora se da cuenta de que Harry ha hecho el trabajo de dos él solo. De hecho, él había llegado el primero y se había quedado allí abajo porque no quería dejar a la niña sola. Cedric, sin embargo, había agarrado a Astrid y se la había llevado sin preguntar.
¿Me hace eso una mala persona?
—Yo creo que Potter quería quedar de bueno, pero mira lo que ha conseguido: ha llegado muy tarde. No sé si le calificarán, de hecho —comenta Todd, hablando con Philip.
—Yo creo que lo tendrán en cuenta —opina Philip, que es un poco más positivo que Todd.
Sí que se tienen en cuenta, claro, y al sumar los puntos, Harry y Cedric quedan empatados por el primer puesto. Hay fiesta de nuevo esa noche en la sala común, pero esta vez Cedric aprovecha para desaparecer en cuanto puede e irse a dormir cuando nadie se da cuenta.
Cuando cierra los ojos, ve los dientes afilados de las sirenas delante de él y, a lo lejos, entre las plantas, el cuerpo inerte de Nyx en el fondo del lago. Por más que intenta nadar hacia ella, no avanza ni un solo metro. Cuando extiende la mano para gritar su nombre, solo sale una corriente de burbujas. Nyx desaparece en las profundidades.
🙂
¿Cómo lleváis el hecho de que solo queden TRES capítulos para saber lo que ocurre? Yo, francamente, elijo hacer como que no existen. LALALALALA, ¿qué? Esto no se puede acabar, qué locura es esa.
Ahora sí, son tres capítulos intensitos. Y bastante largos. Y dos de ellos son la semana que viene porque puedo y el siguiente, lo más seguro, el día 20 de mayo.
Capítulo dedicado a JoselynPerez16 porque siempre tiene un comentario bonito que dejarme en esta historia y me anima mucho, muchísimo. Gracias por emocionarte por todo lo que ocurre tanto como yo ❤❤❤
¡Nos leemos la semana que viene! Que este finde estaré ocupada conociendo en persona a esta niña que va a dejar un comentario aquí --->
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