(𝟐𝟓) · ¿𝐘 𝐬𝐢...? ·


—Espero que sepáis bailar, porque yo no os pienso enseñar.

Pomona Sprout finaliza su anuncio con un levantamiento de cejas y los brazos cruzados. Ella considera que ya ha cumplido con su trabajo, que era anunciar a sus alumnos de que tendría lugar un Baile de Navidad y, como su nombre indica, tendrán que bailar. Sabe que McGonagall sí que va a enseñarles los pasos básicos del baile a los Gryffindor, pero ella no tiene tiempo ni ganas de eso. "Ya se buscarán la vida, que se espabilen" piensa ella.

Cuando se marcha, los alumnos comienzan a hablar del evento en murmullos agitados, hasta que poco a poco van subiendo el volumen de su voz y es un griterío ensordecedor. Connor está más que entusiasmado con la perspectiva del baile, Asher no ha movido ni un solo músculo para mostrar si le emociona o no, Hina está gritándole al oído a Nyx y Nyx está pensando en que a ella no se le da bien bailar.

—¡Y tendremos que ir con pareja!

—¿En serio? —pregunta Nyx con fastidio.

—Puedes invitar a Astrid Hansen, que se os veía muy cariñosas el otro día —propone Connor, pasando un brazo alrededor del cuello de su amiga.

—¡Que ya os he dicho que ni siquiera la conozco tan bien! ¡Es Hina la que la conoce!

—Yo la conozco porque es mi amiga, pero no le como la boca. ¿Debería?

—¿Desde cuándo erais amigas? Siempre se me olvida —interviene de nuevo Connor. Asher los sigue por detrás, perdido en sus pensamientos.

—¡Si me hicierais caso cuando hablo y no pensarais siempre que todo lo que digo es broma! —exclama ella, alzando las manos con dramatismo—. ¡Desde el Mundial! Les salvé a ella y a Cedric de una muerte segura y ahora me deben su vida.

Nyx pone la vista en blanco. Desde aquel acontecimiento, Hina no deja de molestarla con que Cedric sería perfecto para ella y que está preparando su próxima novela con ellos dos como protagonistas. Nyx le ha pedido por todos los medios que no lo haga, y ella asegura que cumplirá con sus deseos. Las dos saben que miente.

—Se lo voy a pedir a Viktor —les confiesa esa noche Connor.

Cedric levanta una ceja ante aquella afirmación. Nyx pone la vista en blanco antes de suspirar y colocar una mano sobre el hombro de su amigo. Hina suelta una especie de grito ahogado porque lleva la boca llena de comida. Asher frunce el ceño y mira a su amigo porque piensa que se ha vuelto loco. Philip y Todd no se han enterado, aunque Connor lo había dicho en ese momento de manera deliberada. No necesitaba que todos se enteraran.

—Esa parte en la que dije que Viktor es una especie de armario en el sentido físico y psicológico porque es enorme y no tiene sentimientos, como que no caló, ¿no? —pregunta Cedric con sarcasmo.

—Siento estar de acuerdo con Diggory, pero tiene razón —secunda Asher, mirando de reojo a Cedric—. No creo que Krum...

—Ya he hablado con él en un par de ocasiones —confiesa Connor, estirándose la túnica—. Y es más simpático de lo que creéis. Y tiene un acento sexy en alemán.

—¿Habla alemán? Ay, es que es un hombre tan experimentado... —suspira Hina mientras lo mira desde su asiento.

Nyx se gira también para mirarle. El joven está bebiendo de su copa con la vista fijada en la pared y las cejas completamente rectas. Nunca ha visto a una persona tan inexpresiva como él. Es tan grande que la copa parece ridícula entre sus manazas.

¿De verdad ha hablado Connor con él?

Nyx ni siquiera se ha enterado de eso. Últimamente tiene poco tiempo para preocuparse por la vida amorosa de sus amigos, porque está demasiado ocupada analizando todo lo que lo ocurre cada día para buscarle algún tipo de explicación a través del calendario lunar. Ya no sabe si se lo imagina, pero le da la sensación de que sus mejores y peores días siempre tienen lugar en momentos concretos del mes.

—No te ofendas, Connor, pero, ¿tú crees que Viktor aceptará? A él...

—Creo firmemente que si no le gustaran los hombres no sería jugador de Quidditch.

—¿Qué quiere decir eso? —espetan Cedric y Asher a la vez. Los demás se ríen ante sus expresiones.

—Nada, nada —responde Connor, entre risas—. Teorías mías. Solo sé que Viktor no parece ofendido cuando flirteo con él sin parar.

—¿Pero estás seguro de que te entiende? No creo que sea muy hábil comprendiendo los sentimientos de los demás —murmura Nyx, sin dejar de mirarle. Está intentando pedirle que no se ilusione de más, porque sabe que su amigo se deja llevar fácilmente por cualquier fantasía, igual que Hina.

—Confiad en mí. Uno de nosotros entrará de la mano de un campeón y ese seré yo.

—Si te dice que no, siempre puedes ir conmigo —le anima Cedric, guiñándole el ojo para consolarle.

Todos piensan que el plan de Connor fracasará.

Lo que no saben es que en Hogwarts todo el mundo se entera de todo. En realidad, es que parecen más bien desesperados por enterarse, y lo que empieza siendo un cotilleo sobre quién va con quién o a quién han rechazado, termina siendo una especie de concurso. Los de Ravenclaw son quienes controlan las apuestas, los de Slytherin los que se van enterando de las parejas del Baile que ya están confirmadas, los de Gryffindor los que parecen decididos a gastarse todo su dinero solo por tener razón y los de Hufflepuff los que actúan de casamenteros con el objetivo de conseguir que las apuestas den verdaderos frutos.

Nyx camina con su hermano por los pasillos del colegio esquivando pareja tras pareja. Ya no sabe si de repente solo ve enamorados por todas partes porque llega el Baile, porque hace frío y todos buscan calor o, sencillamente, porque odia verlos y el destino no deja de echárselo en cara. Sea como sea, anda por los corredores con cara de mal genio y fulminando a todo aquel que hace demasiado ruido al besarse.

—¿Y si me animo a invitar a alguien y me dice que no? —lloriquea su hermano. Ha recibido la túnica formal en el correo de esa mañana y no para de comentar las ganas que tiene de bailar y pasarlo bien, pero la perspectiva del Baile en sí parece generarle mucha ansiedad.

Seamus y Ron le han contado a Nyx que Neville baila solo en su habitación y practica los pasos sin parar para no equivocarse. Ella piensa que es adorable, aunque no sabe de dónde ha sacado su habilidad para bailar. Seguramente, el tío Phil le haya enseñado en alguna ocasión.

—¿Por qué te iba alguien a decir que no?

—¡Porque soy torpe y me trabo al hablar y...!

—No eres tan torpe, Nev —se ríe su hermana. Ambos saben que miente, pero Neville aprecia el esfuerzo que hace por animarle—. Bueno, al menos sí que sabes bailar. Yo doy dos pasos y me tropiezo.

—¡Pero eso lo puedes arreglar ensayando! ¡Yo ni siquiera podré demostrar que bailo bien si nadie quiere hacerlo conmigo!

—Bueno, si nadie nos invita, bailaré contigo —le promete su hermana.

—¿No te ha invitado nadie?

Nyx no quiere admitirlo, pero no, no le ha invitado nadie. Es consciente de que con esa cara de mal humor que tiene siempre, es normal que a la gente le dé miedo acercarse a ella. Ella misma no se acercaría. Cuando estaba con Fred era mucho más fácil, porque estaba contenta mucho más a menudo y... Bueno, claro, no necesitaría pareja si siguiera con él.

Pero ahora Fred está con Angelina y pasean tomados de la mano por el colegio y es más que evidente que ellos irán juntos al Baile. Nyx no es ajena a las apuestas y a los rumores que se extienden por ahí. Sabe que alguien ha apostado a que armará algún tipo de escándalo en el Baile al verlos juntos.

—No sé si iré —masculla ella con la cabeza agachada.

Si no me lo pide nadie y yo no me atrevo a pedírselo a nadie en una semana, iré con Asher y se acabó. O con Connor cuando Viktor lo rechace.

Se cruzan con Astrid y Cedric. La primera le sonríe a Nyx con las mejillas sonrojadas. Cedric finge que no la ha visto, pero cuando pasan de largo, se gira para mirar a su amiga con una ceja levantada.

—No lo digas.

—Ya entiendo lo que te gusta de ella —confiesa Astrid, pasándose un mechón de pelo por detrás de la oreja.

—¡Astrid!

—Bueno, es guapa a su manera y tiene... Siempre tiene cara de mal genio, ¿no? Hay algo muy sexy en ese ceño fruncido.

—Me largo de aquí.

Astrid lo agarra de la manga del jersey para que no se vaya, aguantándose la risa.

—¡Oye! ¡Me dijiste que no te molestó que la besara! Es más: ¡tú me animaste a hacerlo!

Eso no es exactamente cierto. Cedric le dijo que él no quería besarla. No dijo nada de que la besara ella en su lugar.

—No me molestó, aunque no hacía falta que le metieras la lengua hasta el esófago.

—Bueno, que no hubiera abierto ella la boca —responde Astrid con un deje de risa, encogiéndose de hombros. Cedric bufa—. ¡Va! Que no pasa nada, es toda tuya, pero si te despistas...

—No es mía.

—Entonces, ¿me puedo liar con ella otra vez? No, ¡mejor aún! ¿La puedo invitar al Baile?

Cedric la fulmina con la mirada y Astrid deja escapar una de sus carcajadas.

—¡Ja! Venga, va, si no la invitas tú, la invito yo.

—¿La quieres invitar? —Cedric abre los ojos como platos. Empieza a temer que las bromas de Astrid tengan poco de sarcasmo y mucho de verdad—. Astrid, ¿te gusta de verdad?

Astrid deja escapar una risita nerviosa antes de codearle.

—Que no, es solo para fastidiarte. Solo quiero animarte a que la invites.

Ahora es Cedric quien se echa a reír sin parar. Le parece tan ridícula esa propuesta que no puede parar ni un segundo a respirar entre carcajada y carcajada. Solo de imaginar la cara de Nyx si la invitara le produce un ataque de risa tras otro.

—¿Te imaginas? —dice mientras se limpia una lágrima—. Yo me estoy riendo, pero a ella le haría todavía más gracia.

—Mira, tú insistes en que no le gustas, pero Hina es su mejor amiga y dice que sí que le gustas.

—Hina dice que iba al colegio montada en un pájaro.

—¿Y quién te dice que no sea cierto? En este lago hay sirenas y un calamar gigante. No estamos para suponer que todo son fantasías. Hacemos magia, Diggory.

Él pone la vista en blanco.

—Bueno, igualmente, me cae bien Hina, pero ya sabes cómo es. No creo que...

—Tú estabas muy preocupado por no besarla el otro día, pero yo le miré a la cara y... No era de asco.

—Era de susto, que es peor.

—¿Seguro que es peor? ¡Va, Diggory! ¿Te imaginas las apuestas si fueras con Nyx? Todos creen que irás con Cho.

—Voy a preguntárselo a Cho, sí.

—¿Qué tiene eso de emocionante? ¡Podríamos ganar una pasta si vas con Nyx!

Cedric frunce el ceño antes de mirar a su amiga.

—¿Has apostado?

Astrid sonríe y mira hacia otro lado.

—¡Vaya, qué tarde es! Creo que me llama alguien por ahí...

—¡Astrid!

Falta una semana para el Baile y Cedric no se ha animado a pedirle a Cho que vaya con él porque no deja de pensar en que quiere ir con Nyx. Además, que él sepa, ella tampoco tiene acompañante, aunque finge demasiado bien que no tiene ningún interés en ir al Baile y que, de ir, iría sola.

Sabe que le diría que no si se lo preguntara. Que se reiría sin parar antes de herir sus sentimientos de la manera más cruel que conoce, pero el y si es de lo más convincente. Lo ha pensado tanto que hasta la escena aparece en su sueños.

Nyx y él bailan en un lugar a solas. Es de noche y ella lleva los labios pintados como aquella vez en su cumpleaños, cuando le llamó Cedric por primera vez. No dicen nada, aunque se ríen el uno del otro con la mirada, como se miran a veces mientras el otro está estudiando y finge que no se da cuenta.

Solo de pensarlo se le revuelve el estómago. Sabe que sería muy sencillo ir con Cho: ella es guapa, agradable y no está dispuesta a pisotearle los pies a propósito solo por hacerle rabiar. Ella le diría que sí y todo sería muy fácil.

Pero Cedric se ha enfrentado a un dragón y pedirle ir al Baile a Nyx Longbottom tendría que ser mucho menos aterrador y, sin embargo, no lo es. Ella le da mucho más miedo.

Se pasa toda la clase a solas con ella mirándola e imaginándose cómo va a reaccionar si se lo dice. No va a hacerlo, pero, ¿y si...?

El silencio del aula se ve interrumpido por la puerta abriéndose estrepitosamente y una pareja de estudiantes besándose como si les fuera la vida en ello. El chico empuja a la chica contra la pared y esconde la cara en su cuello y ella se ríe sonoramente.

—¿Queréis unas velitas y un poco de música también? —les grita Nyx, poniéndose en pie—. ¡¿No veis que el aula está ocupada?!

La pareja se separa al instante y susurran una disculpa apresurada antes de largarse de la mano. Nyx se deja caer sobre su asiento con los ojos en blanco.

—¡Estoy hasta el mismísimo...! —espeta, antes de relajarse—. ¡Están por todas partes! Yo no tenía las hormonas tan revolucionadas a su edad.

Cedric se ríe mientras niega sin parar. Desde luego, el amor es ciego, porque él la veía todo el rato junto a Fred de esa misma guisa. O Nyx ha decidido olvidarlo, o simplemente no se daba cuenta de que lo hacía.

—Es por el Baile. La gente está desesperada por encontrar pareja —comenta él, intentando no levantar la vista de su libro.

La escucha resoplar y trata por todos los medios de no mirarla para ver cuál es su reacción.

—Ya ves tú, por una noche. Además, ¿qué más da tener pareja o no? ¡No necesitas tener pareja para pasarlo bien!

El Cedric de hace un par de años, aquel que no terminaba de comprender sus sentimientos por Nyx, le habría respondido algo como "¿Qué pasa, que como no tienes pareja te da rabia que los demás sí la tengan?". Pero este Cedric es diferente y, sobre todo, no quiere enfadarla por nada del mundo.

—Al menos, no tienes asegurados los miles de ojos que me verán entrar en el Gran Comedor el día del Baile. A mí me toca pasar por delante de todo el mundo.

—Pero si te encanta —bromea ella, ahogando una risa.

Cedric pone la vista en blanco y esta vez sí que la mira. Deja un dedo marcando la página en la que está y ella hace una mueca, alzando una ceja.

—Me encanta a ratos.

—¿También le gusta a la desafortunada que hayas escogido como pareja?

Él deja escapar una risita entre sus dientes antes de pasarse la mano por el cabello. Está intentando ser seductor frente a ella, algo que suele provocar algún tipo de efecto en las otras personas. Pero Nyx no parece en absoluto impresionada, así que de poco le sirve fingir más.

—No he invitado a nadie todavía.

Nyx parece estupefacta ante esa información.

—Pobre Diggory, ¿nadie le ha pedido ir al Baile al campeón de Hogwarts?

—Ah, no, claro que me lo han pedido —se pavonea él, cerrando el bote de tinta con practicada elegancia—. Pero les he dicho que no. Me da la sensación de que todos están pendientes de ver a quién llevo para ver si han ganado algún tipo de apuesta.

Ella pone ahora la vista en blanco y se muerde el labio.

—Han apostado por que montaré un numerito al ver a Fred y a Angelina juntos.

Nyx no sabe por qué se lo ha dicho. Cree que es porque necesita decírselo a alguien, y sus amigos se enfadarían y tratarían de buscar a la fuente de ese rumor. Sabe que Cedric no hará nada porque no le importa lo suficiente.

—La gente es gilipollas.

—Lo es. De todos los momentos en los que les he visto juntos desde junio, ¿por qué la gente piensa que escogería volverme loca justo en el Baile? Menuda estupidez —bufa ella, atándose el pelo en un moño despeinado—. Además, ni que me importara ya. Solo tengo ganas de que llegue el maldito Baile y callarles a todos la boca porque...

Cedric frunce el ceño.

—¿Qué?

—Nada.

—No, termina la frase —pide él. Nyx se muerde el labio, preguntándose por qué ha empezado a confesarse con Cedric.

—También hay apuestas sobre que nadie va a querer invitarme —murmura ella—. ¡Ni que me importara ir sola, ya lo he dicho! Pero...

—No quieres darles la razón.

Nyx hace otra mueca antes de empezar a darle vueltas a su pluma con los dedos. Se está llenando las manos de tinta y ni siquiera se da cuenta porque está demasiado metida en sus pensamientos.

—Qué, ¿no vas a reírte porque nadie me quiera invitar?

—Lo creas o no, Longbottom, pienso en ti mucho menos de lo que imaginas. Mi felicidad no reside en tu desgracia, aunque la tuya sí lo haga en la mía.

Nyx deja escapar una carcajada. Se le caen más mechones del moño conforme mueve la cabeza de delante hacia atrás. Cedric la mira con los labios apretados. Le parece muy guapa cuando está así.

—No reside ahí mi felicidad, Diggory, no eres tan importante —bromea Nyx, poniendo la vista en el techo—. Es solo que haces un gesto muy divertido cuando te enfadas.

Cedric frunce el ceño al escuchar eso. Nyx da un saltito sobre su asiento antes de señalarle la frente con diversión.

—¡Ahí está! Cuando te enfadas arrugas la frente y este mechón que se te cae siempre por el flequillo señala una arruga en particular —explica, ahogando una risa—. Y luego te pones todo rojo. Es divertido hacerte enfadar.

También se pone rojo ahora, pero no hay tanta iluminación en el aula como para que Nyx se dé cuenta. Cedric la escucha comentar algo más, pero se ha puesto tan nervioso por lo que le acaba de decir que es incapaz de hacer otra cosa que asentir ligeramente mientras finge que la escucha.

Se ha fijado en mí.

¿Sería tan suicida pedirle que vaya con él al Baile? ¿De verdad es tan mala idea?

Lo cavila unos minutos más mientras la ve hablar consigo misma. Cedric es inteligente. Cedric es muy bueno haciendo la pelota y siendo encantador con los demás, a pesar de que con Nyx nunca haya funcionado. Sabe montar una estrategia para hacer que los demás digan sí a lo que sea.

La escucha y la ve mover los brazos y escucha palabras como "vestido", "pareja" y "Connor". Está aún hablando del Baile.

Eso es que sí que quiere ir.

Repite algo sobre lo estúpida que es la gente. Cedric está de acuerdo. Él debe ser el más estúpido del colegio, porque se ve capaz de algo que es completamente suicida.

Nyx quiere ir al Baile y quiere ir con pareja.

—¡Nyx! —la interrumpe él, alzando la voz para que ella se calle de una vez.

Los dos se quedan en un silencio de lo más brusco. La ha llamado por su nombre y Nyx le mira como si hubiera dicho una palabra malsonante o hubiera hablado en un idioma extraño. Suena rarísimo en sus labios. Como cuando aprende un hechizo nuevo o Hina se inventa una palabra y hace como que nada ha pasado. Solo le ha escuchado decir su nombre en otra ocasión y recuerda que aquello hizo que se le estrujara el estómago de la manera más extraña. Sus labios hacen un movimiento curioso al mencionarlo. Nyx los mira con estupefacción.

Nyx.

—Nyx, ¿quieres ir conmigo al Baile de Navidad?

Ella abre la boca con desconcierto. Cedric se ha vuelto loco.

—¿Pero tú eres tonto?

Cedric se quiere tirar por la ventana.

—No, no, escúchame —continúa él, antes de flaquear. No se puede creer lo que está haciendo. Esa respuesta de su parte ha sido como una llamarada en la mejilla otra vez. Está yendo terriblemente mal y, si no lo soluciona, puede despedirse de Nyx para siempre—: la gente piensa que vas a ir sola y está esperando a que eso ocurra. La gente está haciendo apuestas sobre con quién iré yo.

—Ya, ¿y?

—Jamás se esperarán que aparezcamos juntos. ¡No nos soportamos! Les callaremos a todos la boca.

Nyx sopesa esa información. No deja de reírse en voz baja mientras niega de un lado a otro, pero Cedric sabe que está pensándolo. Que no es tan descabellado.

Le va tan rápido el corazón que se ve obligado a tragar con fuerza porque cree que le va a salir por la boca si no lo hace. Menea el pie izquierdo sin parar por los nervios. No lo ve, pero el derecho de Nyx también se mueve bajo la mesa.

—¿Qué, no eres capaz de aguantarme una noche entera? —musita él. Le sale temblorosa la voz, pero acompaña la burla con un movimiento de cabeza y no parece tan patético.

—Oye, no, Diggory. Este no es uno de esos momentos en los que me retas a hacer algo y yo acepto porque sé que soy perfectamente capaz, aunque a qué precio... —añade con la boca pequeña—. Esto es serio... Porque es en serio, ¿no?

—Sí lo es. ¡Imagínate las caras de todos!

Imagínanos bailando, cogidos de la mano.

Eso no lo dice en voz alta.

—Pero eso... eso implicaría que me toca bailar delante de todo el mundo.

—Serán solo unos minutos.

—Ya, ni de coña —zanja Nyx. Cierra su libro y lo mete en su mochila—. Prefiero pasar la noche con Myrtle la Llorona antes que pasar por eso.

—O sea que te da más miedo que te mire la gente a tener que bailar conmigo. ¿Bailarías conmigo si no hubiera gente delante?

Cedric, ¿eres tonto o te entrenas para ser la persona más idiota del mundo? ¿Le vas a decir también que llevas dos años enteros babeando por ella?

—No sé bailar —confiesa Nyx. Le da mucha vergüenza esa situación—. Me tropiezo siempre. No...

—Yo sí sé bailar, te puedo enseñar.

—Pero me mirarán...

—También te miran cuando estás en el campo de Quidditch, no hay tanta diferencia —sigue él. No puede creerse que la esté convenciendo—. Además, tampoco te lo creas tanto, Longbottom. Me estarán mirando a mí, que por algo soy el más guapo de los dos.

—Eres idiota.

—Ven conmigo, va. Para pasar la noche con un gilipollas desconocido, pásala con uno que conoces bien.

Ella se ríe, pero intenta esconder la sonrisa mirando hacia otro lado, porque no quiere admitir que le ha hecho gracia. Es la idea más estúpida que ha escuchado en mucho tiempo, y si alguien le preguntara juraría que nada le apetece menos en el mundo que ir a algún lugar junto a Cedric.

Pero quiere decir que sí. Ni siquiera sabe por qué. En el segundo en el que tarda en contestar, se convence de que lo que quiere es no ir sola. Que Cedric es su única oportunidad. Descarta sus otros pensamientos, esos que le dan un poco de miedo desde que lo vio enfrentándose al dragón y temió perderle de vista para siempre. Los deja bien escondidos porque no tienen ningún sentido.

Vas a caer muy bajo, Nyx.

—Nada de toquetearme por encima del vestido, ¿eh?

—Puaj, jamás se me ocurriría. —le tiembla la voz otra vez.

Nyx, con un vestido.

—¿Cómo que no? Estoy buenísima —bufa ella, terminando de recoger sus cosas y levantándose—. A las once y media en la sala común para practicar. Podemos ir a tu habitación, que seguro que tienes muchos espejos para mirarte en ellos.

Joder, joder, joder.

Cedric se muerde la lengua por los nervios.

—¿Eso es que sí?

—Eso es que no te emociones, Diggory. Me esforzaré por hacerte la velada una completa pesadilla.

—No esperaba menos.

Nyx se larga tan apresuradamente que Cedric se piensa que ha sido todo un sueño. No puede ser verdad lo que acaba de ocurrir.

Nyx ha dicho que sí.

Bueno, no ha dicho que sí. Ha aceptado, a su manera.

Por Merlín y por toda su familia. ¡Voy al Baile con Nyx!

Ahora solo hay dos posibilidades. No sabe cuál le da más vertigo:

O bien, se pelean en la pista de Baile porque en el fondo no se soportan y el respeto mutuo que parece que han entablado el último año se rompe y no se vuelven a hablar jamás...

O bien, la noche transcurre sin problemas, bailan muy coordinados y Nyx se da cuenta de que pasar tiempo de manera voluntaria junto a Cedric no es una perspectiva tan mala.

Igual, todo cambia esa noche. Por fin. De momento, tiene un sí.

Nadie sabe que van juntos al Baile. Cuando le preguntan a Cedric, él asegura que es una sorpresa, pero que ha escogido a una acompañante a su altura. Cuando le preguntan a Nyx, ella dice que pasa de ir acompañada, que prefiere ir sola.

Sin quererlo, se convierte en un secreto entre los dos y ninguno se atreve a admitir frente al otro que está nervioso por lo que va a ocurrir. Cedric sigue insistiendo en que, para él, lo mejor será ver la cara de los demás al verlos aparecer juntos. No le dice a Nyx que lo que más le apetece es bailar con ella y pasar toda la noche juntos. Casi se siente mal por no ser completamente honesto con ella, pero espera poder confesárselo en el futuro.

¿Y si la emoción de la noche, las risas, las miradas y las fiestas navideñas despiertan algo nuevo en ella? ¿Y si verlo bailar con su túnica de gala debajo de un muérdago le hace darse cuenta de que es algo más que el niño pijo y presumido que tanto le estorba?

Es lo único en lo que piensa Cedric. No piensa dar ni un solo paso más con ella hasta que Nyx quiera darlo también. No quiere presionarla. Solo quiere estar disponible y frente a sus ojos por si le toca la lotería y algo ocurre por fin.

Nyx, por su parte, está demasiado ansiosa por sentir las miradas de todos encima de ella como para pensar en algo como eso, aunque a veces, cuando está en la habitación mirando su vestido desde la cama, se pone a cavilar sobre lo que ha hecho.

Ha accedido a ir al Baile con Cedric Diggory, su archienemigo.

El niño que dijo esa maldita palabra y le hizo el primer curso insoportable.

Se le olvida desde que lo conoce más. Es como si fueran dos personas completamente diferentes: por un lado está el niño presumido que tanto le molesta y por otro está Cedric, el que le explica seis veces seguidas la misma lección, la hace reír sin quererlo y el que bromea todo el rato porque ya ha comprendido por fin su sentido del humor. Es con él con quien tiene esa especie de relación en la que se meten el uno con el otro y van tirando poco a poco para ver quién se enfada antes, solo que no suelen llegar tan lejos porque saben que necesitan aguantarse unas horas a la semana.

Porque necesito buenas notas, no por otra cosa.

Y porque es un respiro de todo lo demás, aunque nunca se lo cuente a nadie. Fuera del aula de repaso, Nyx tiene que ser dura con los demás para mantener su fachada, evitar mirar todo el rato a la mesa de Gryffindor, asegurarse de que su hermano sea feliz y esté sano, sacar buenas notas y tratar de no volverse loca con Hinna y Connor y sus ocurrencias. En ese aula con Cedric, solo se escucha el rasgar de las plumas y su voz cargada de paciencia explicándole una y otra vez las cosas sin quejarse ni una sola vez, o al menos sin quejarse en serio.

No lo admite, pero la presencia de Cedric es extrañamente relajante. Es de lo más cálido y familiar y no sabe cuándo ha ocurrido eso, pero se siente cómoda junto a él sin necesidad de contarle nada sobre su vida personal o sobre lo que está pensando. Él es capaz de leer su estado de ánimo y cuando Nyx llega de especial mal humor a las clases, no la molesta en exceso. Solo exprime lo que puede para aprovechar el tiempo. Y tanto que lo ha aprovechado.

Una parte muy pequeña de Nyx se queda una de las noches ensimismada mientras él la lleva por su habitación con la música de fondo, muy bajita para no molestar a los demás. Se escucha a tan poco volumen que tienen que estar en completo silencio para poder escuchar el ritmo. Ella le pisa sin querer —casi todas las veces, algunas sí son a propósito— y él cuenta el tiempo en susurros y no pierde el contacto visual.

Ella es incapaz de mirarle a los ojos, pero él no se los quita de encima. Sus pupilas están casi blancas, otra vez, y es de lo más hipnótico. Le recuerda mucho a la otra noche y quiere preguntarle si de verdad ocurrió y ella le pidió que no se muriera, igual que quiere preguntarle si no es un sueño el hecho de que tengan las manos juntas y que la otra repose sobre su cadera. Tiene que ser un sueño. La realidad no es tan suave como las palmas de su mano.

La música les mece esa noche en la que se forja todavía más su secreto. Está a punto de estallar y ponerse en boca de todo el mundo, pero por unos días, Cedric y Nyx son una pareja de baile de incógnito y solo ellos lo saben y se les ponen esos nervios en la boca del estómago por la incertidumbre. Es casi como si no quisieran que nadie más lo supiera, por si se rompe. Si le preguntas a Nyx, te dirá que es por la vergüenza de que la vean junto a él. Si se lo preguntas a Cedric, es porque no quiere que eso se acabe.

Nyx y él. Juntos. A solas. En silencio.

¿Y si fuera siempre así?

Una de las cosas que más me sorprendió al escribir Nyx fue que el objetivo era enamorarse de Cedric, pero creo que esta historia va más de enamorarse de Nyx JAJAJA.

VAN A IR JUNTOS AL BAILE NO ES UN SIMULACRO llamada de emergencia porque a Cedric le va a dar un ataque la semana que viene. Ha tirado un triple y ha encestado. Sabéis que soy una sucker for the Yule Ball 😎👌

Nos leeremos antes, porque toca especial. Lo subiré domingo o lunes, según me venga mejor. ¡Gracias por las 4k y por todo el apoyo! Os tkm 💙

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