(𝟐𝟒) · 𝐇𝐮𝐞𝐯𝐨𝐬 ·
Cedric es incapaz de dormir esa noche. Duda que cualquiera de los otros campeones pueda pegar ojo si saben la misma información que él. Cada vez que los cierra, le parece escuchar los rugidos de las bestias en el exterior del castillo. Mira todo el rato hacia el horizonte desde la ventana, pensando que va a ver unas alas gigantes aparecer entre las nubes.
Todo el mundo le anima y le asegura que todo irá bien en la primera prueba, pero los demás no saben lo del dragón. Piensan que será una tarea normal y corriente; que tendrá que enfrentarse quizás a una criatura como las que ven en Defensa o en Cuidado de las Criaturas. No se esperan que aparezca un dragón.
¿Y si fracasa? ¿Y si no consigue burlarlo? ¿O montarse en él? ¿O dormirlo?
Ha mirado en más de veinte libros para buscar cualquier información acerca de cómo esquivar a la bestia y, aunque ha encontrado hechizos muy útiles y tiene algunos días aún para aprendérselos, no sabe cómo reaccionará una vez esté frente a la bestia. Tal vez se quede paralizado por el pánico.
¿Y si lo chamusca delante de todo el colegio? ¿Y si se pone a llorar? ¿O a gritar delante de todos?
No entiende cómo se supone que tiene que dormir con esa horrible perspectiva frente a él. Solo quiere que pase el tiempo más rápido para que llegue la primera prueba de una vez y se termine ya.
Está releyendo otra vez una página sobre hechizos de defensa cuando escucha que unos golpes muy suaves llaman a la puerta. Son las tres de la madrugada y no espera que nadie vaya a buscarlo, pero piensa que, quizás, sea algún alumno de primer curso que no puede dormir y haya ido en busca del prefecto para que lo ayude.
Se pone la túnica por encima del pijama y acude a abrir la puerta. Primero le cuesta entrever la figura debido a la penumbra del pasillo y a lo oscura que es esa noche porque el cielo está cubierto de nubarrones, pero cuando por fin sus ojos se acostumbran, adivina quién es en menos de un segundo.
Un metro setenta y tres de estatura, pelo oscuro y tez pálida.
Nyx está de pie frente a él. Lleva el mismo pijama morado en el que la vio el año anterior, va descalza y su mirada...
Su mirada es aterradora. Tiene los ojos tan abiertos que parece que se le vayan a salir de las cuencas. Normalmente, son del negro más profundo e inquietante que haya visto jamás, pero esa noche parece que sus pupilas sean blancas y enormes.
No le sale la voz cuando quiere llamarla por su nombre para preguntarle qué hace ahí. Se le queda escondida en la garganta, como si tuviera miedo de salir porque le tiene miedo a ella. Lo único que consigue decir sale a modo de balbuceo y está a medio camino entre una palabra y un gemido.
Es ella quien habla por fin. No ha pestañeado desde que ha llegado. Antes de decir cualquier cosa, avanza un poco y su mano busca la de él en el bolsillo de su túnica. Busca sus dedos con desesperación y los entrelaza con los suyos.
A Cedric le da un vuelco el corazón. Es como estar agarrados de la mano en el compartimento del tren el año anterior, pero esta vez, Nyx no se ha equivocado de mano.
Ha tomado la suya voluntariamente. Cuando se acerca, la voz le sale a modo de súplica.
—Ni se te ocurra morir, Cedric.
Le da un apretón en la mano y la suelta, deslizando su pulgar sobre el dedo índice de él hasta que por fin se separan. Lo mira un segundo más antes de marcharse muy despacio en la penumbra de la noche.
Cuando Cedric reacciona, vuelve a salirle una especie de gemido de lo más gutural. Nyx se ha perdido en la oscuridad y Cedric quiere ir a atraparla y besarla. Por mucho que sus ojos le aterren. Por muy raro que haya sido el encuentro.
Quiere tomarla de los brazos y abrazarla, porque hace demasiado frío para ir solo con un pijama de algodón. Quiere envolver sus pálidas mejillas entre sus manos y acercarse a ella y besarla de una maldita vez. A veces quiere hacerlo para que deje de hablar y de meterse con él. A veces quiere hacerlo porque ella ha sonreído o ha dicho algo muy inteligente y ni siquiera se ha dado cuenta y quiere decirle con un beso que es maravillosa y no sabe cómo hacérselo saber. Quiere besarla más que nada en el mundo.
Pero cree que ella no quiere besarle a él. Así que no va a hacerlo.
Prefiere quedarse con la imagen de Nyx tomándole de la mano y pidiéndole que no se muera en mitad de la noche, cuando nadie les ve. El corazón le retumba fuerte en el pecho y lo mantiene muy despierto. Se convierte en un secreto que no piensa contarle a nadie. Se convierte en un recuerdo tan preciado para él que por fin se duerme sabiendo que ella se preocupa. Que no quiere que le pase nada. Que teme tanto por su vida como para acudir en mitad de la noche a decírselo.
Cedric se duerme y aparece en el desayuno con la sonrisa más grande que haya puesto jamás. Cuando la mira en busca de una señal de que ella quiera reconocer lo ocurrido, ella frunce el ceño y le saca el dedo corazón.
—¿Qué miras, carapán?
¿Fue un sueño?
Nyx avanza hacia el campo de quidditch con sus amigos. Todos parecen emocionados por lo que está a punto de ocurrir. Ya se han corrido los rumores acerca de los dragones y ella no sabe cómo ha aguantado todos esos días sin contárselo a ninguno de sus amigos.
No se lo admitiría a absolutamente nadie si le preguntaran, pero tiene miedo por lo que pueda ocurrir, porque en ese colegio nunca se siente segura. ¿A quién se le ocurre traer dragones? Son chicos de diecisiete años. Harry cumplió los catorce hace pocos meses, un día después que su hermano. Si Neville tuviera que estar en su lugar, Nyx habría movido cielo y tierra por intentar que se cancelara el maldito Torneo. El cáliz puede tener unas reglas, sí, pero el bienestar de los alumnos debe ponerse por delante. Dumbledore es el mejor mago de todos los tiempos, ¿de verdad que no puede hacer nada por romper el contrato mágico? Todos los hechizos se pueden deshacer.
Es un maldito egoísta.
Muy en el fondo, en su mente, por debajo de la supuesta preocupación que siente por Harry, se encuentra un ligero temor por lo que pueda ocurrirle a Cedric. Sabe que el chico estaba muy nervioso. Ha estado estas últimas semanas muy distraído en sus clases y, en una ocasión, Nyx tomó apuntes cuando se dio cuenta de que él no lo estaba haciendo y luego se los compartió.
—Solo por que me interesa que sepas de qué hablan los profesores para que luego me lo cuentes a mí. No te pienses que me importas, Diggory.
—Nunca osaría pensar algo así —se burló él al recibir los apuntes.
Le importa un poco. Le importa porque quiere aprobar sexto y pasar a séptimo y aprobar los ÉXTASIS, nada más.
También porque es su rival y es divertido enfrentarse a él y superarle solo para ver su cara de rabia. La vida sería menos divertida si no pudiera restregarle sus éxitos por la cara.
Por su cara de pan, eso es. Si lo chamuscan no será tan entretenido.
—¡Hagan sus apuestas! ¿Quién tardará menos en vencer a la bestia? ¿Tendremos campeón calcinado de postre? ¡Apuesten sus galeones!
Hace una mueca al escuchar la voz de George frente a ella, porque sabe que Fred no puede andar muy lejos. Tienen que pasar por donde están para llegar a la entrada del estadio, así que Nyx agradece cuando Connor y Asher se colocan a ambos lados de ella para cubrirla, por si acaso.
—¿Apuestas? —dice George al pasar a su lado. Lleva una caja colgando del cuello donde guarda el dinero apostado y las papeletas.
Connor se asegura de que Fred esté lejos cuando le responde.
—Apuesto por Cedric.
—¡Sabia decisión!
Nyx observa cómo Connor deposita un galeón en la caja y retira su papeleta.
—¿Un galeón no te parece demasiado?
Pero es una pregunta estúpida. Connor tiene el suficiente dinero como para hacer una puesta así.
Avanzan hacia el estadio y buscan un lugar en las gradas cerca de otros Hufflepuff. El césped del campo ha sido sustituido por un montón de piedras colocadas estratégicamente para poder esconderse detrás de ellas o subirse encima para divisar el terreno. Hay un huevo dorado enorme encima de una de las piedras.
Tienen que conseguir el huevo. Seguro.
Ludo Bagman se encarga de narrar lo que va a acontecer mientras los campeones se preparan para salir. Hina saca una bolsa con palomitas bañadas en caramelo y otra con varitas de regaliz y se las tiende a sus amigos. Nyx se mete un buen puñado de palomitas en la boca intentando calmar las ansias. Divisa a su hermano unos asientos más hacia delante, junto a sus amigos. Hermione, a su lado, se muerde las uñas sin parar.
Se abre por fin una de las verjas y los domadores de dragones entran sujetando una enorme cadena. La bestia se resiste ligeramente a sus ataduras, pero Charlie Weasley lo calma enseñándole la posición del huevo.
A Nyx se le corta la respiración, igual que al resto de sus compañeros: nunca ha visto un dragón y, por muy grande que imaginara que era, supera con creces sus expectativas.
—Damas y caballeros, ¡comenzamos con la primera prueba del Torneo! El primer valeroso campeón en enfrentarse a este Hocicorto Sueco será nada más y nada menos que uno de los campeones de Hogwarts... ¡Cedric Diggory!
Cedric es el primero.
Connor aplaude entusiasmado junto a los demás al ver salir a Cedric al campo. Lleva una especie de túnica amarilla a medio camino entre el uniforme de Quidditch y una capa deportiva. Está tan serio que es irreconocible por unos segundos.
—¿No deberías estar preocupado por tu mejor amigo? —le pregunta Nyx a Connor, intentando ocultar sus propios nervios.
—Cedric es listo y es ágil. Esta prueba no tendría que suponer ningún problema para él.
—Es ágil buscando una snitch y esquivando bludgers. Un dragón es distinto.
—Es como una bludger un poco más grande —sonríe él—. ¡Mira, ya empieza!
El joven avanza con sumo sigilo entre las rocas. El dragón todavía no lo ha visto, así que Cedric sube a la roca más cercana tratando de no hacer ningún ruido. El estadio está silencioso también, como si todos temieran moverse para alertar al dragón.
Cedric da un par de zancadas más. El huevo está a solo dos pasos. No puede creer que sea tan fácil. Un paso más. Se agacha y extiende la mano. La va estirando lentamente y...
Surge un rugido desde el interior de la garganta de la bestia. Cuando levanta una pata y la deja caer de nuevo para darse impulso, las piedras tiemblan y Cedric se resbala y cae de rodillas.
El público empieza a gritar.
Es un poco difícil reaccionar cuando está escuchando los gritos de todos dándole sugerencias sobre lo que debería hacer, hay un monstruo frente a él dispuesto a comerle de un bocado y está intentando por todos los medios apretar el esfínter para que no ocurra ningún accidente.
Mira medio segundo hacia las gradas en busca de sus amigos. Connor tiene las manos en la cabeza, Todd y Astrid están gritándole que ataque, Philip agarra la barandilla de las gradas como si le fuera la vida en ello y Hina está comiéndose una varita de regaliz mientras lo observa con emoción. Nyx está entre ella y Connor, con la varita en la mano y agitándola delante de ella para que él la vea.
La varita, Cedric, joder.
Cedric saca la varita y le lanza el primer hechizo al dragón, provocando que las gradas estallen en vítores de felicidad. La criatura queda cegada un solo segundo por un rayo de luz y Cedric vuelve a avanzar, pero la cola del Hocicorto está volando por el aire y le golpea en el hombro, lanzándolo al suelo.
—¡Parece que Diggory está bien, damas y caballeros! ¡Ha faltado muy poco!
El dragón ha avanzado hasta el huevo y lo cubre completamente para que Cedric no pueda verlo, así que el chico se aleja todo lo que puede para ganar visibilidad. Por su mente pasan uno tras otro los hechizos que ha estado practicando estos días. ¿Qué va a servirle? ¿Cuál será verdaderamente útil?
Salta por encima de las rocas y lanza un hechizo escudo cuando se acerca una vez más y esta vez el dragón expulsa una llamarada de fuego. Nota el calor penetrando el escudo y la varita le quema contra la palma de la mano, pero no lo deshace por nada del mundo. Aprovecha para mirar a través ahora que el dragón está ocupado intentando quemarle.
El huevo está detrás de la cola del dragón. Tal vez pueda hacer que intente golpearlo con la cola a él y, en el camino, golpee también el huevo.
Aguanta un poco más el escudo y se deja deslizar por la roca hasta que desaparece detrás de ella. No le da demasiado tiempo al dragón para perderle de vista, porque avanza directamente hacia el huevo con decisión.
La cola del dragón se vuelve a mover muy rápido y golpea un poco el huevo, pero este no se mueve del sitio.
Debe estar bien sujeto. A lo mejor solo se mueve cuando lo toca un humano.
—¡Eso ha sido muy arriesgado! —exclama Bagman cuando Cedric salta por encima de la cola para esquivarla.
Vuelve a rodar detrás de una roca mientras ve cómo la cola llega casi hasta la boca del dragón por la fuerza con la que la había sacudido. Y entonces se acuerda de su perro.
Su perro Snitch, que siempre juega a morderse la cola. Snitch no tiene nada que ver con el dragón, pero también tiene cola y juega con él a la pelota.
Solo que Snitch también se pone un poco nervioso cuando Cedric intenta quitarle la pelota. Le gusta más jugar a que Cedric intente quitársela directamente de la boca en lugar de dejársela en el suelo para que la lance. Cedric siempre tiene que distraer a Snitch con un trozo de comida para que deje de pensar en la pelota y mire hacia otro lado.
Cedric calcula la distancia que hay desde la roca hasta el huevo. Cuando observa bien el lugar, percibe que la visión ha empeorado ligeramente desde el comienzo de la prueba: el cielo está amenazando con descargar una fuerte tormenta sobre él si no se da prisa. Las nubes negras se han acumulado sobre el estadio y han tapado el poco sol que había salido aquella mañana cuando se había despertado.
Tengo que darme prisa.
—Avis!
Lanza primero una bandada de pájaros al aire desde el extremo de su varita. El dragón intenta cazar un par de ellos, pero desaparecen tan rápido en el aire que enseguida vuelve a mirar a Cedric.
—¡Vaya, eso ha sido muy astuto! ¡Lástima que no haya servido para nada!
Joder, joder, joder.
Mira de nuevo hacia las gradas. Sus amigos están ahora muy nerviosos, y los ve gritando en su dirección y antes de que se dé cuenta, el dragón ha vuelto a lanzar una llamarada y esta vez no le ha dado tiempo a defenderse, solo a saltar para intentar que no le impacte tan de cerca.
Nota un intenso calor contra su mejilla y luego empieza a arder y no puede evitar gritar, pero su quejido apenas se escucha por encima de los chillidos de la multitud. Cedric tenía miedo de morir achicharrado frente a todos y parece que casi se ha cumplido.
Cedric a la brasa. Así sí que me pondrán en la primera página.
A la brasa.
Se acuerda de la broma de Nyx: de cómo a veces los dragones le traían chuletas a la brasa cuando les lanzaba un cordero.
Tal vez unos pájaros sean demasiado poco para una bestia tan grande. Tiene que conjurar algo que verdaderamente llame la atención del animal. Cedric no sabe transformar una piedra en un cordero porque nunca lo ha hecho, pero sí que sabe imitar a la perfección a Snitch.
Al final sí que me sirve mi perro.
Suplica por todos los dioses que salga bien y apunta a una de las rocas que hay frente al dragón. Deja escapar el aire antes de murmurar el hechizo de transformación.
El perro de mentira ladra frente a los ojos del dragón, haciendo que desvíe la cabeza en su dirección. Snitch es tan parecido a su perro de verdad que a Cedric casi le da pena dejarlo ahí ante las fauces de la bestia, pero le duele demasiado la mejilla y está a punto de desmayarse por el dolor y el olor a carne quemada, así que no pierde tiempo.
Ve por el rabillo del ojo cómo el dragón lanza la llamarada hacia el animal falso y Cedric se sube a la piedra que todavía arde, da tres zancadas y se lanza de lleno sobre el huevo. Solo cuando lo tiene bien sujeto entre las manos escucha por fin de nuevo a la multitud gritando su nombre. Se gira para ver a los domadores volver a aturdir a la bestia para que deje de intentar comerse la piedra que antes era Snitch sin éxito.
Le cuesta un segundo de más ponerse en pie y alzar el huevo para que todos vean que lo ha conseguido porque se le ha quedado el cuerpo agarrotado por el terror. Se da ese segundo para gritarse mentalmente que lo ha conseguido.
Te has enfrentado a un dragón y has sobrevivido.
Quizás puedas sobrevivir a este Torneo después de todo.
Sonríe desde antes de levantar la cabeza para que todos le vean. Extiende los brazos y levanta el huevo como pensaba que levantaría la copa de quidditch el año anterior. El público está eufórico y las gradas gritan su nombre. Ve por primera vez que sus amigos tienen una pancarta amarilla, y en letras negras se puede leer: ¡VIVA CEDRIC DIGGORY, EL MEJOR CAMPEÓN DE HOGWARTS!
—¡Muy pero que muy bien! ¡Veamos las puntuaciones!
Las pancartas del jurado se levantan mostrando la puntuación. Cedric suspira al ver que, aunque no son las más altas, ha conseguido 38 puntos de un total de 40. ¡Y lo ha conseguido en 15 minutos! Para él han sido como cinco horas, pero cuando por fin le escoltan de camino a la enfermería para curarle la herida y dejar que descanse, solo escucha a la multitud aclamar su nombre. Parece que el cielo se despeja ahora que el chico ha terminado su agonía, y se ve por fin el sol brillar entre las nubes.
En la sala común de Hufflepuff no se habla de que Cedric ha conseguido menos puntuación que los demás. Fleur ha dormido a su dragón en 10 minutos y ha conseguido 39 puntos, Viktor lo ha dejado ciego en 8 minutos y ha empatado en 40 puntos con Harry, que ha utilizado su escoba para escapar de la bestia y conseguir el huevo en 5.
Son solo un par de puntos de diferencia y si hay algo que son los Hufflepuff es optimistas: Cedric podría fácilmente ponerse a la cabeza en la siguiente prueba. Así que esa noche hay fiesta para celebrar que su campeón está vivo.
Para ser honestos, Cedric preferiría con creces estar en su cama esa noche descansando, porque lleva semanas sin dormir en condiciones y se siente ridículo con una venda en la mejilla para tapar la herida. Pero quiere disfrutar de la victoria.
Un poco de atención nunca viene mal.
No bebe nada, eso sí. No le apetece en absoluto perder el conocimiento esa noche ni hacer estupideces. En la fiesta del año pasado le había dado un puñetazo a un Gryffindor y se había liado con Astrid y todos se habían enterado. Prefiere no hacer nada de eso hoy.
Los demás, sin embargo, se toman muy en serio lo de la fiesta y hay bebidas volando por todas partes, huele muchísimo a marihuana y es imposible mantener una conversación por encima del sonido de la música. Cedric está sentado en uno de los sillones con un refresco en la mano intentando evitar las ganas de dormir.
—¿Demasiadas emociones por hoy?
Cho Chang lleva el pelo recogido en lo alto de la cabeza y una sombra de color verde a juego con su blusa. Cedric levanta la mirada al escuchar su voz y sonríe con timidez.
Qué guapa es.
—Pues... De poco sirve mentir. Creo que como me quede un solo minuto más sentado me quedaré frito.
Cho se ríe antes de apoyarse sobre el reposabrazos del sillón. Introduce la mano en su bolso y saca unos omniculares.
—Tengo parte de tu prueba aquí grabada —confiesa ella, entregándoselo—. ¿Quieres verlo?
Cedric se observa a través de las lentes. El aparato le permite observar el partido allá hacia donde mueve la cabeza, como si estuviera él mismo sentado en las gradas mirando al campo. Se ve saltar patéticamente sobre las piedras y tratar de defenderse de la criatura.
Lejos de sentir vergüenza cuando el dragón le lanza la llamarada que le quema la mejilla, se sorprende sonriendo cuando lanza por fin el hechizo que transforma la piedra en su perro y se lanza hacia el huevo.
—No ha estado mal, teniendo en cuenta que tenía los huevos de corbata.
Eres idiota, Cedric. Parece que te entrenes.
¿Cómo se te ocurre mencionar tus testículos delante de Cho Chang?
Pero Cho se ríe con las mejillas sonrojadas y se esconde ligeramente detrás de una mano. Cedric se permite sonreír también con alivio al ver que no ha destrozado la interacción.
—¿Quieres bailar?
Le duele la mejilla cada vez que mueve un poco la cabeza, pero se lo pasa muy bien bailando con la chica de Ravenclaw. Es inteligente, es amable y es guapísima. Y parece que ella también siente interés por él.
No suele ocurrir que se fije tanto en una chica que no sea Nyx, así que se pone a buscarla entre la multitud para ver si, mágicamente, se le ha pasado el enamoramiento. Lleva intentando que desaparezca desde que llegó, pero nunca se va.
Nyx está con Connor y otros Hufflepuff jugando a encestar unas pelotas en unos vasos con cerveza. Lleva el pelo suelto y una camisa negra estrecha que marca su figura.
Negra, como sus ojos y su pelo.
Aunque se acuerda de lo siniestra que era su mirada blanca aquella noche en la que fue a pedirle que no se muriera. Estaba casi seguro de que había sido un sueño, pero podía recordar sin problemas el tacto de su piel contra la suya y la desesperación en su voz. Nunca había tenido un sueño tan vívido como aquel.
—¿Jugamos?
Cedric Mira a Cho con inquisición, y ella le señala a Astrid, que está encima de un sofá tratando de llamar la atención de la gente.
—Vamos a jugar a la botella, es muy sencillo: la haces girar y, cuando pare delante de una persona, la tienes que besar.
—¿No se supone que es verdad o atrevimiento? —pregunta Connor entre risas. Los demás asienten.
—No, en Slytherin jugamos a liarnos los unos con los otros. Eso de la verdad es para niños. Quien no quiera jugar, pues que no juegue. ¡Vamos allá!
Cedric está tentado de irse a dormir, pero Astrid y Hina lo arrastran y lo colocan donde ellas estiman adecuado, y luego Hina se lleva a Nyx a otra parte del círculo y la sienta justo donde a ella le parece bien. Astrid, al lado de Cedric, le susurra:
—Ya verás como le tocas a Nyx. Está todo calculado.
Cedric traga saliva.
Se me han vuelto a poner los huevos de corbata.
No quiere que su primer beso con Nyx sea así, delante de todo el mundo, a la fuerza. Siempre ha pensado que sería de otra forma. Tal vez en un lugar romántico. O tal vez en mitad de una de sus discusiones, cuando ninguno de los dos pueda aguantar más la tensión que hay entre los dos. O quizás en el campo de quidditch, celebrando la victoria de Hufflepuff. Tendría que haberla besado la otra noche, cuando nadie les miraba. No ahora.
—Pero yo no quiero besarla, Astrid.
—¿Cómo que no? —masculla ella, mientras observa cómo todos se colocan—. ¡Venga! Zacharias, empiezas tú, a ver si usas esa boquita para otra cosa que no sea dar por culo.
¿Y si ella no me quiere besar a mí?
¿Y si para la botella frente a Nyx y ella se niega a besarme delante de todo el mundo?
Al principio parecen reticentes, pero el hecho de que se vaya pasando una botella de whiskey por el grupo hace que poco a poco a todos les vaya gustando la idea.
Todd se besa con una chica. Philip se besa con Connor, entre risas. Hina finge que se ha quedado dormida cuando un Ravenclaw hace rodar la botella hasta donde está ella, así que evita el beso porque se hace la imposible de despertar.
Es el turno de Cedric de lanzar la botella. Suplica por que no caiga en Nyx.
Aunque, ¿y si ella quiere?
La botella rueda y rueda en el centro del círculo. Le duele tanto la mejilla que no sabe cómo va a besar a nadie si cada vez que mueve la comisura del labio le arde todo.
Para frente a Cho. Cedric suspira.
Se acercan de rodillas a mitad del círculo.
—¿Seguro que quieres? —se asegura él.
Cho asiente con timidez.
Él decide que el momento no tiene por qué alargarse de más, porque todos les están mirando, y alarga la mano para posarla en el cuello de la joven, con el pulgar apoyado en su mejilla, y se acerca para besarla. Escucha los gritos de ánimo de los demás y se atreve a introducir un poco la lengua, pero siente otra punzada de dolor en la mejilla y pone fin al beso por su propio bien. Cuando vuelve a su sitio, está un poco mareado.
Cho gira la botella todavía con las mejillas sonrojadas. Mira de reojo a Cedric mientras gira la botella de vidrio, casi como si quisiera que volviera a frenar frente a él, pero no.
Frena delante de Nyx.
Las dos se quedan mirando un solo instante antes de soltar una risita y encoger los hombros. Nyx se acerca de rodillas a donde está Cho y, al igual que Cedric, le pregunta si está segura, pero Cho vuelve a asentir y pronto juntan los labios.
Es un beso sencillo, aunque dura quizá más de cinco segundos. Se separan entre risas y Nyx hace una fingida reverencia.
—Encantada de conocerte, supongo —bromea ella antes de lanzar la botella con mucha fuerza.
Cedric siente un hormigueo en el estómago. Cedric ha besado a Cho. Cho ha besado a Nyx.
—Tus babas están en las babas de Nyx —le susurra Astrid sin que nadie se entere—. Y en cuanto deje de girar la botella volverán a estarlo.
—Que no quiero, en serio.
—¿No tienes huevos a besarla, Diggory?
—Lo que no quiero es hacerlo aquí y así, Astrid.
Astrid le mira sin comprender. Busca la mirada de Hina y le hace una pequeña señal con la cabeza para que pare de hacer lo que sea que está haciendo. Hina se encoge de hombros y le dice que no.
No puede parar el hechizo mientras se está ejecutando.
Así que la botella va frenando su velocidad frente a sus ojos y Cedric observa cómo se acerca peligrosamente hacia él. Traga saliva al ver que, sin duda, le va a tocar.
Mira a Nyx a ver qué cara pone. Ella observa la botella con temor, como si no supiera qué hacer si ocurre lo que todos piensan que va a ocurrir.
Hasta que Astrid empuja ligeramente a Cedric hacia un lado, lo suficiente como para que la botella pare justo entre los dos.
—¡Me apunta claramente a mí! —exclama—. Que Diggory ya ha tenido su turno, no va a acapararlo todo él, ¿eh?
Nadie dice que no. Empiezan a reírse porque piensan que es una broma. Astrid mira a Cedric con una disculpa antes de acercarse a Nyx.
—¿Quieres?
Nyx sonríe.
Cedric reconoce el modus operandi de Astrid porque ya lo hizo con él. Agarra con una mano la pechera de la camisa de Nyx y la acerca hacia ella, mirándola directamente a los ojos. Nyx posa una mano sobre la cadera de Astrid —eso es nuevo para Cedric— se miran unos segundos antes de mirarse los labios.
Y luego se comen la boca delante de todos en la sala común de Hufflepuff. Cedric no puede cerrar la suya por el asombro.
ESTE ES DE MIS CAPÍTULOS FAVORITOS JAJAJA me lo pasé genial escribiendo. Es más divertido narrar lo que ocurre en la prueba desde el pov del campeón, la verdad, y más con Cedric que por poco no se lo hace encima. No sé qué le da más miedo, si Nyx o un dragón, pero la conclusión siempre es que hay que cuidarlo porque está chiquito <3
¿Qué pensáis que ha pasado con Nyx al principio del capítulo? ¿Se está haciendo la loca o no se acuerda de lo que hizo en mitad de la noche?
Nos leemos este jueves con el capítulo 25. No sé si sois conscientes de que no queda NADA para el 30. No puc més, la verdad.
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