Cedric pasa los últimos meses de curso estresado por los TIMO. Si es completamente sincero, ni siquiera sabe qué quiere hacer después de salir de Hogwarts. Le encantaría tenerlo tan claro como sus amigos, pero no es así en absoluto.
Todd quiere trabajar en el hotel de sus padres. Su familia regenta un hotel para magos cerca de Liverpool y él quiere seguir con el legado familiar, igual que han hecho sus dos hermanos mayores. Philip, por su parte, es muy bueno en herbología y le gustaría entrar a trabajar en el Jardín Botánico Mágico de Londres, una construcción a las afueras de la ciudad en la que se conservan plantas, flores y árboles mágicos de todo tipo. Finalmente, Connor quiere trabajar como rompemaldiciones, aunque es cierto que el joven cambia de parecer con bastante frecuencia. Además, no es como si sus padres le fueran a dar demasiada libertad para elegir.
Astrid quiere entrar en el Ministerio, en el departamento de Educación, porque considera que es un sistema repleto de fallos que podrían solucionarse fácilmente con un poco de sentido común. Incluso Nyx tiene claro desde siempre que quiere ser Aurora.
Pero Cedric no lo ha decidido. Sí, le gusta mucho el Quidditch, pero no sabe si es lo que más le gusta. Podría trabajar como su padre en el Ministerio, algo que a él le llenaría de orgullo, pero no se ve toda su vida metido en una oficina y pidiendo favor tras favor. Cedric es bueno en Transformaciones y Encantamientos, sí, pero, ¿qué gana con eso?
No lo sabe. Solo sabe que no puede resignarse a un trabajo mediocre y de poca reputación, porque esa sería una gran decepción para todo el mundo y él odiaría decepcionar a los suyos. Todos esperan grandes cosas de él y esas expectativas le comen por dentro.
Así que estudia y pretende aprobar todo con buena nota para poder seguir estudiando todas las asignaturas hasta que decida qué hacer con su vida. Y por eso apenas sale de la Biblioteca, porque se pasa las horas estudiando y comiéndose las uñas por la ansiedad. Solo para cuando van a entrenar, porque aunque ya hayan perdido, no pueden perder el ritmo para el año que viene, o cuando va a darle clase a Nyx, que en realidad le sirve para repasar lo estudiado.
Así que eso es lo que hace hasta poco antes de los exámenes finales. De hecho, está tan nervioso por todo lo que tiene que estudiar que incluso, a veces, cuando no puede dormir, decide aprovechar el tiempo estudiando que dando vueltas en su cama, así que se baja a la sala común a repasar bajo la luz de las velas.
Durante unos minutos, solo se escucha el pergamino rasgándose ligeramente cada vez que traza una letra con su pluma, hasta que escucha unos toquecitos indecisos contra la puerta de la sala común. Lo que escucha justo después es un cubo de vinagre volcándose sobre la persona que se ha atrevido a intentar entrar.
Sale corriendo en dirección a la puerta, en parte porque, como prefecto, tiene que reñir a la persona que ha intentado entrar sin saber la contraseña, y en parte porque está tan nervioso que necesita moverse o hacer algo para calmar sus ansias.
Encuentra a Neville Longbottom empapado en vinagre, los ojos cerrados para evitar el escozor y la boca abierta con una mueca de asco.
—¿Qué estás haciendo aquí? ¡Es la una de la madrugada! ¡Y esta no es tu sala común!
El chico parece estar a punto de llorar, así que Cedric, que tiene el corazón demasiado blando para echarle la bronca a alguien que claramente no tiene nada de maldad, le invita a pasar después de limpiarle todo el vinagre con un golpe de varita. Neville entra con ligera reticencia, observando a su alrededor, por primera vez, la sala común de Hufflepuff.
—¿No habías entrado nunca?
Neville niega tímidamente. Se queda con la vista fijada en las plantas que decoran las paredes, algunas de las cuales ni siquiera están en el Invernadero porque son demasiado especiales para la profesora Sprout. Cedric sonríe de lado.
—¿Te gusta la herbología, Neville?
—¿Te sabes mi nombre?
Claro, eres el hermano de Nyx. ¿Cómo no lo voy a saber?
—Soy prefecto. Me sé casi todos los nombres —dice en su lugar—. Además, viniste a mi casa las navidades pasadas. Era esa con la decoración hortera.
Neville todavía parece estupefacto por el hecho de que Cedric Diggory sepa quién es, y eso alimenta el ego de Cedric un poco más.
—Bueno, ¿qué estás haciendo aquí en mitad de la noche? Sabes que está prohibido salir de tu dormitorio a estas horas.
—¡No me quites puntos, por favor! —suplica el joven, juntando las manos—. ¡Solo buscaba a mi hermana!
Cedric sonríe ligeramente. Él no tiene hermanos, aunque le habría encantado tener uno. Ve cuánto se preocupa Nyx por su hermano, o incluso sus amigos que sí tienen hermanos, como Todd y Philip, y siente una ligera envidia.
—Estará durmiendo, Neville. Y no puedo dejarte subir al dormitorio de las chicas, como comprenderás. Sabes que es físicamente imposible.
Las escaleras se convierten en un tobogán cuando un chico intenta subir a un dormitorio de las chicas, igual que pasa en el resto de las salas comunes. Neville parece completamente desmotivado tras darse cuenta de aquella obviedad, y se da cuenta de que se ha adentrado en la oscuridad de la noche para nada.
—¿No puede esperar a mañana?
—Mañana tengo examen de Pociones —confiesa el joven, dejándose caer sobre una de las sillas y pasando las manos por su cabello—. Snape me odia. Sé que suena a excusa, pero es la verdad: me odia y me deja en ridículo siempre. Me va a suspender haga lo que haga y...
—Tu hermana tampoco es su alumna favorita, por si te consuela.
—Ya, ya lo sé —suspira Neville—. Creo que tendremos que hacer un antídoto para venenos comunes, pero a mí me sale fatal siempre y llevo toda la noche intentándolo y no quiero volver a molestar a Hermione —continúa él, desesperado—. Hermione es mi amiga.
—Sí, sí, Hermione Granger.
—Ella me ayuda, pero Snape también le tiene manía y nos quita puntos si ve que me indica lo que tengo que hacer, así que...
—Cuéntame cómo haces la poción.
Neville se queda mirándolo como si hubiera dicho que los cerdos crían pelo. Cedric, por su parte, se sienta en la silla que hay frente a él y lo observa con paciencia.
—Yo ayudo a tu hermana con sus clases, ¿sabes? —dice, intentando calmarle—. Se me dan muy bien las pociones, así que puedo ayudarte y así no tenemos que arriesgarnos a que te caigas por las escaleras y que despiertes a todas las chicas de Hufflepuff. Así no habrás hecho toda la caminata en vano, ¿qué te parece?
Neville se repone poco a poco de la sorpresa y termina por pedirle un trozo de pergamino.
—Me sale mejor si lo escribo.
—Adelante.
—Vale, pues... De ingredientes, necesitamos bezoar...
—¿Cuántos?
—Uno —escribe Neville, marcando la cantidad en la lista.
—Es importante que especifiques, así te ayudará a recordarlo mejor mañana, porque a lo mejor te pones nervioso y lo confundes. Ver el número 1 bien marcado también te ayuda a memorizar.
Neville asiente. Continúa escribiendo.
—Ingrediente estándar.
—¿Cantidades?
—Dos medidas.
Cedric observa cómo el chico sigue apuntando. Se parece mucho a su hermana, aunque a la vez no se parecen en nada. Nyx tiene el pelo negro, mientras que Neville es rubio. Nyx es muy alta, Neville es más bien bajito, aunque seguramente aún le quede un estirón pendiente. Tiene los ojos marrones, mientras que Nyx los tiene completamente negros.
Pero tienen el mismo tono de piel pálido y los mismos dientes ligeramente prominentes. Observan el pergamino como si no estuvieran entendiendo nada de lo que leen, aunque Cedric sabe que sí que saben lo que pone, solo que lo piensan demasiado porque tienen miedo a equivocarse.
—Cuernos de unicornio. Una medida porque solo necesitaremos la mitad, pero mejor preparar un poco más, por si se esparce sin querer antes de tiempo —explica el chico, buscando la aprobación de Cedric, que asiente con una sonrisa—. Eso me lo explicó Hermione.
—Hermione tiene razón.
—Dos bayas de muérdago. Y ya está.
—Muy bien. Ahora explícame el proceso.
Neville se sabe de memoria el proceso. Lo tiene bien estudiado.
—Pero no me sale. Se queda de un color más bien grisáceo, y se supone que tiene que ser verde. Cuando lo hago con Hermione me sale, pero sin ella delante siempre hago algo mal.
Cedric se queda unos segundos pensativo, mientras observa al chico.
—Bueno, no podemos prepararla juntos ahora porque tiene que reposar un buen rato, así que... ¿Por qué no finges que la haces? Quiero ver cómo mueves la varita y cómo remueves los ingredientes.
Al principio es un poco incómodo, pero al final Neville se pone a fingir delante de Cedric que tritura un bezoar en un mortero imaginario y vierte el ingrediente estándar en el caldero ante su atenta mirada. Pasan unos cuantos minutos hasta que Cedric da una palmada.
—Creo que no estás removiendo bien la poción.
—Pero es primero en el sentido de las agujas del reloj y...
—Sí, sí, pero no remueves la poción entera. Solo estás moviendo el centro, tu cuchara tiene que remover toda la poción. Así.
Cedric hace un dibujo del fondo del caldero sobre el pergamino y le enseña a Neville por dónde tiene que pasar la cuchara.
—¿Pero eso importa?
—¡Claro que importa! El ingrediente estándar y las bayas flotan, pero el bezoar se pega siempre al fondo del caldero. Si solo remueves por el centro, no levantas el bezoar del fondo y no termina de integrarse con el resto de la poción. Por eso se queda gris, porque lo que se queda al fondo se te quema.
Neville no sale de su asombro, porque eso que dice Cedric tiene todo el sentido del mundo y encima es una tontería. No significa que sea un inepto para las Pociones, como dice Snape, o que le cueste un poquito más, como dice Hermione. Significa que no había entendido exactamente una instrucción porque no sabía para qué servía. Y ahora sí.
—¡Muchas gracias, Cedric!
El chico se abalanza a abrazarle, y Cedric corresponde el abrazo con alegría por haber podido ayudar al joven desesperado, aunque se separa rápidamente cuando observa a Nyx, de brazos cruzados, mirándoles desde la puerta.
—¿Qué haces aquí, Nev?
—¡Nyx! ¡Cedric es el mejor!
El chico se levanta de su asiento para contarle a su hermana lo que Cedric ha hecho por él, mientras el segundo se dedica a guardar los trozos de pergamino poco a poco y limpiar la tinta de la punta de la pluma. Nyx felicita a Neville por haber conseguido descubrir el error en la poción, y seguidamente le regaña por escaparse de la Torre de Gryffindor en mitad de la noche.
—¿Cómo se supone que vas a volver ahora, eh?
—Yo le acompañaré, no pasa nada —asegura Cedric, tocando su insignia de prefecto.
Nyx pone la vista en blanco. Cedric piensa que va a decir algo borde, pero la chica termina pasando el brazo alrededor de los hombros de su hermano.
—Pues yo también voy. Necesito despejarme.
Nyx no piensa inmediatamente, al contrario que Cedric, que si les acompaña hasta la sala común de Gryffindor, luego tendrá que volverse a solas con él. No lo piensa para nada porque solo piensa en que se ha despertado en mitad de la noche después de soñar con algo que la había puesto muy nerviosa pero ya no recuerda qué era. Solo quiere despejarse un poco y ver si se le pasa el susto caminando por el castillo en mitad de la noche.
Al principio, van en sumo silencio, pero Neville se atreve a veces a hacer preguntas en susurros a su hermana y a su nuevo amigo. Nyx le pide que se calle y que le haga las preguntas al día siguiente, pero Cedric le responde bajando el volumen al máximo y dedicándole siempre una sonrisa. Llegan por fin a la sala común de Gryffindor y Nyx susurra la contraseña para que Neville pueda entrar. Se despiden de él y le desean suerte para su examen antes de girar sobre sus talones y bajar las escaleras en dirección a su sala común.
Mientras esperan a que las escaleras se conecten otra vez, Nyx se gira y suelta un bufido.
—No te basta con ayudarme a mí, también tienes que ayudar a mi hermano, ¿eh?
—¿Acaso te molesta?
Nyx le mira de arriba abajo y al final ahoga una risa.
—No. Supongo que tendría que darte las gracias.
Comienzan a bajar las escaleras y Nyx no dice nada más hasta pasado un segundo.
—No te las voy a dar, que luego te lo crees demasiado.
Cedric ahoga también una carcajada y sigue bajando mientras niega de un lado a otro. Nyx, desde luego, tiene un orgullo demasiado grande. Llegan por fin al terreno firme y comienzan a cruzar el pasillo en dirección al vestíbulo, desde el cual se accede a las otras escaleras que llevan al subterráneo, donde se encuentra su sala común.
Pero se encuentran de pleno con la varita encendida de Remus Lupin, que les apunta para descubrir su identidad.
—¡Disculpa, profesor! He escoltado a Nyx a la Enfermería.
Nyx le mira de reojo. ¿Acaso tenía ya la excusa preparada por si se cruzaban con un profesor?
supuesto que sí. Cedric es el alumno perfecto por esa misma razón.
—¿Te encuentras bien?
Nyx da un respingo cuando se da cuenta de que el profesor le está hablando directamente a ella, después de haberla evitando de manera evidente durante todo el curso.
—Sí, era un poco de dolor de estómago. Me ha sentado mal la cena.
Remus asiente mientras los vuelve a observar. Parece que quiere echarse a reír ante sus caras de susto, pero guarda bien lo que sea que va a decir.
—Bien, regresad a vuestros dormitorios, que es muy tarde.
Nyx y Cedric desaparecen lo más rápido que pueden. Cedric está todo alterado por el encontronazo y Nyx se ríe por lo bajo.
—¿De qué te ríes?
—De ti —susurra ella, escondiendo su sonrisa tras su mano—. Te falta poco para temblar.
—Qué va —responde él, poniéndose recto.
—¡Lo siento, profesor! —le imita ella, poniendo una voz que no suena en absoluto como la de Cedric.
—Encima que te he salvado el culo...
Nyx abre los ojos y se gira en su dirección.
No acabas de decir eso.
Cedric piensa lo mismo.
No acabo de decir eso.
—¡No quería decir eso!
—Eres un idiota, Diggory. Un idiota tan grande que no sé cómo te cabe el ego por la puerta.
Nyx golpea el barril que abre la puerta de la sala común, hecha una furia. Cedric la sigue con desesperación, porque de todas las palabras que podía decirle a Nyx, tenía que ser la palabra que hizo de su nombre el hazmerreír de todo el colegio.
—¡Ha sido sin querer! ¡Es una expresión!
—Ya, claro. Nunca es solo una expresión, no...
Cedric consigue detenerla. La agarra de la manga del pijama y se acerca a ella mientras intenta zafarse.
—Nyx.
Ella se para ante la mención de su nombre. Siempre se llaman el uno al otro por su apellido.
—Nyx —repite él, más seguro de sí mismo ahora que sabe que tiene toda su atención—. Tú me ridiculizas sin parar, te ríes de mí muchas veces y nunca me enfado. Digo una palabra sin querer y de repente soy la peor persona del mundo. Eso no es justo.
Ella frunce el ceño. Parece no comprender lo que está ocurriendo. Como si Cedric hubiera dicho un secreto que nunca hay que decir en voz alta pero que ambos sabían que existía en silencio. No entiende por qué lo dice en voz alta. Le parece inadmisible poner palabras a algo que no las necesita.
—No te ridiculizo, Diggory. Siempre nos hablamos así.
—No, tú me hablas así y yo te respondo. No es lo mismo.
Nyx le mira de arriba abajo. Lleva el jersey del uniforme puesto por encima del pijama, que consiste en una camiseta de manga larga blanca y unos pantalones grises a cuadros. Lleva el pelo despeinado —él siempre lo lleva muy bien arreglado— y tiene la vista cansada. Tiene el gesto torcido en una mueca de frustración y ligero enfado.
Le queda tan bien el jersey.
Ese pensamiento con la voz de Hina inunda la mente de Nyx por primera vez en su vida. Le queda muy bien el jersey, menuda tontería.
Menuda tontería cuando lo que le queda bien es decir su nombre con seriedad, enfrentándose por fin a ella mientras la sujeta de la muñeca. Mostrando carácter.
Qué bien le sienta decir su nombre, ¿no? Qué bien le sienta no ser un capullo, sino un chico que se queda hasta las tres de la mañana ayudando a su hermano a aprobar Pociones.
Qué horror de pensamiento.
Nyx se pone nerviosa frente a Cedric por primera vez en su vida y le horroriza.
—¿Acaso te vas a poner a llorar porque me burlo de ti? —responde ella.
¿Por qué eres tan borde, estúpida?
—Te encantaría que me pusiera a llorar, Nyx.
Cedric le dice eso acercándose demasiado a ella, mirándola directamente a los ojos. Le dice que se acuerda de su cumpleaños. De cuando fue ella quien rompió el pacto de llamarse por el apellido y le llamó por su nombre. De cuando fue amable con él por primera vez.
Cedric es consciente de todo lo que ocurre a su alrededor porque no quiere olvidarse de la primera vez que ha dejado a Nyx Longbottom sin palabras. Están a principios de junio, son las tres y media de la madrugada, Nyx lleva un pijama morado con una chaqueta deportiva negra y el pelo suelto y peinado porque se ha duchado antes de dormir.
Sus ojos son igual de oscuros que el cielo nocturno que se aprecia desde la ventana. Su garganta traga saliva cuando Cedric se aleja por fin de ella y se marcha escaleras arriba. Se la escucha respirar por fin cuando él cierra la puerta.
Nyx se ha quedado sin palabras. Cedric duerme con una sonrisa de satisfacción.
Nyx está nerviosa el nueve de junio, frente al tablón de anuncios de la sala común de Hufflepuff, donde se anuncia que el examen de Adivinación de los TIMO tendrá lugar a la semana siguiente y no esta, como había afirmado la profesora Trelawney desde hacía meses. A nadie le cuadraba que ese examen tuviera lugar una semana antes que el resto de los exámenes, y ahora resulta que se debía a un fallo de la profesora.
Nyx está intentando no pensar en cómo soñó con eso, en cómo todos le decían que tuviera cuidado ese nueve de junio. Recordaba a la profesora dibujando una línea partida por la mitad en la pizarra. Recordaba a Fred observando su taza, con los posos del té dibujando un sol, y diciéndole que tuviera cuidado.
Así que Nyx no sabe de qué tiene que tener cuidado si no es con el examen de Adivinación, para el que había estudiado lo mínimo el día anterior. No le hace falta aprobar esa asignatura para ser Aurora, y sabe que puede aprobarla echándole cuento, pero Hina había insistido en prepararse.
—¡Por las cejas de Merlín! —maldice Hina, que aún no se le dan demasiado bien las expresiones inglesas y se las inventa como le viene en gana—. ¡Ya podría haber avisado antes, tan vidente que es! ¡Me pasé la tarde memorizando el libro!
—Nadie te pidió que lo hicieras —interviene Connor, pasando un brazo por sus hombros—. Nadie debería hacerlo, en realidad.
—¡Tú calla! —exclama la chica, tirando de las mangas de su túnica—. Menuda pérdida de tiempo, en serio. ¡Pues nada! Tendré que dejar de dormir para enfocarme en Historia de la Magia, que la llevo peor.
Nyx mira a Asher y a Connor con una risita. Saben que, por muy inteligente que es Hina y por muy estudiosa que finge ser, en realidad, estudiar, estudia poco. Lo hace todo el día de antes porque tiene la capacidad de memorizarlo todo y vomitarlo en el examen, porque su inteligencia se basa mucho más en la práctica que en la teoría.
Van a clase y discuten con Trelawney, que asegura que tenía muy, muy claro que ese día iba a tener lugar una prueba de lo más importante, y luego pasan el resto de la mañana repasando con otros profesores para los TIMO.
Nyx no se junta con Cedric porque no han vuelto a hablar demasiado después del encontronazo en la sala común de madrugada. Quedaron para estudiar el día anterior y habían hecho precisamente eso, estudiar, aunque Cedric había tenido la audacia de mencionar que debía buscar otra varita si quería tener suerte en los exámenes. Y Nyx había fingido que no le había escuchado.
La otra vez le había pedido la varita a Fred, y le había funcionado, más o menos. Si bien no había sido tan rápida en reaccionar como la de Cedric, le había servido para aprobar, lo cual era un milagro teniendo en cuenta sus intentos anteriores. Piensa hacer lo mismo esta vez, pero no necesita decirle a Cedric que tiene razón. Prefiere fingir que él se ha equivocado con su teoría sobre la varita.
—Oye, Nyx, ¿vamos fuera un rato?
La voz de Fred saca a Nyx de su concentración. Deja una marca por la página de historia que estaba revisando y avisa a sus amigos de que volverá en un rato. Sale del aula de estudio junto a Fred, feliz por poder distraerse un momento junto a él.
Salen al jardín, en el que ya hace una muy buena temperatura porque están en junio, y observa cómo Fred se enciende un cigarrillo frente a ella. A Nyx le repugna el olor y el sabor a tabaco, pero Fred piensa que fumar le hace parecer más mayor y, además, solo la gente verdaderamente interesante fuma.
Él tose un par de veces tras dar la primera calada y luego le ofrece de su cigarrillo, pero ella lo declina con una mueca.
—¿Cómo llevas los exámenes?
Fred se encoge de hombros. No ha empezado a estudiar y no pretende hacerlo en algún momento próximo.
—Podrías unirte a nosotros. Hina tiene unos apuntes buenísimos...
—Tenemos que hablar, Nyx.
A ella se le corta el aliento. No ha visto demasiadas películas —prácticamente ninguna, en realidad—, pero sabe que esa frase no significa algo bueno, generalmente. Cuando su abuela le ha dicho algo así, le ha comentado seguidamente con mucha seriedad que tiene que hacer algo por mejorar sus notas. O le ha contado algo oscuro sobre el pasado de la familia. O le ha dicho con qué apellidos tiene que tener cuidado en el colegio.
Fred nunca tiene que hablar. Fred habla. Sin más. No lo anuncia. No hace de ello un acontecimiento ni pone esa expresión que hace que sus cejas se tensen sobre su frente y sus labios se aprieten en una línea recta.
—¿De qué quieres hablar?
Su voz suena como un quejido, y carraspea justo después para intentar que su voz no suene así la próxima vez que hable. Piensa que, si se nota débil, a lo mejor ocurre lo que está pensando que va a ocurrir. Quizás, si finge que no está ocurriendo nada, no tiene por qué pasar.
—Oye, Nyx... —empieza Fred, mientras deja escapar todo el humo lentamente. Esta vez, le sale mucho mejor que la anterior.
El chico no sabe por dónde empezar y eso es aún peor para Nyx, que lo observa detenidamente, intentando suplicarle con la mirada que no haga lo que piensa que va a hacer. Pasa medio minuto. Le parece que tiene frente a ella a una persona que no es Fred, porque él siempre está contento y siempre dice todo lo que piensa sin darle demasiadas vueltas.
—Dilo de una vez, Fred, por Morgana.
—Lo siento, Nyx. Lo siento, pero creo que...
—No me jodas.
Fred levanta la cabeza con culpabilidad, mientras ella niega sin parar, con una mezcla de decepción y desesperación.
—Nyx, sabes que me encanta pasar tiempo contigo y que tú me encantas, pero...
—¿Pero qué? —espeta ella, empezando a enfadarse. No puede decir eso y soltar un "pero" después, porque entonces no sirve para nada.
Fred vuelve a callarse, sacando de quicio a Nyx.
—¿Es por Angelina, a que sí?
—No, Nyx, no, Angie no tiene nada que ver, ¿eh? —Ahora es él quien se altera, dejando caer el cigarrillo al suelo y pisándolo para apagarlo—. ¡Es precisamente por lo que has dicho! ¡Porque tienes celos y...!
Nyx se ríe con sarcasmo.
—¿Por mis celos? —responde con incredulidad, al borde de la risa histérica—. ¡Una vez, Fred! ¡Una vez te pregunté qué te traías con ella y en cuanto me dijiste que no había nada te creí! ¡No te he vuelto a decir nada!
Fred se calla otra vez, porque Nyx tiene razón. Él no tiene ni idea de cómo se ha comido ella la cabeza sin parar o de las veces que sus amigos han intentado advertirle de que su relación con Angelina era demasiado cercana para ser solo de amistad. A Nyx le da la risa porque, de verdad, él no sabe ni la mitad de la historia y encima tiene la cara de ponerlo de excusa.
—Bueno, pero últimamente estás diferente, Nyx, y yo tampoco soy la misma persona. Tú estás centrada en estudiar y yo estoy haciendo planes muy distintos con mi hermano.
—Estás perdiendo el tiempo en lugar de estudiar, querrás decir —le recrimina Nyx, cruzándose de brazos.
—¿Ves? No me apoyas.
—¿Cómo te voy a apoyar si quieres romper conmigo, Fred? Y encima de repente, sin previo aviso. No...
No quiere ponerse a llorar, así que mira hacia el cielo para que no se le caigan las lágrimas. No quiere mostrarse débil frente a él, igual que no se muestra débil ante nadie. Fred se acerca a ella para intentar consolarla, porque por mucho que se queje de que no le apoya, llevan un año saliendo juntos y la aprecia.
Pero ella se aleja.
—Déjame, Fred.
—No, no quiero que rompamos así. También eres mi amiga además de mi novia.
Nyx le saca el dedo corazón.
—Exnovia, querrás decir, imbécil.
—¡No te pongas así! Olvida lo que he dicho, no es por los celos, porque sé que no tienes ningunos. Es porque soy idiota y no sé pensar antes de hablar.
—Antes de exámenes, ¿eh? No podías esperarte una puta semana a que hiciéramos los TIMO, joder. Tenías que fastidiarme lo poco de estudio que queda.
—No, ahora tendrás más tiempo para estudiar y...
—¿Cómo voy a estudiar después de que rompas conmigo, Fred? ¿Es que no entiendes que yo te quiero? ¿Que eso no se olvida de un día para otro? Es que no me lo puedo creer.
Fred se siente como la mayor mierda del universo y encima el sentimiento empeora porque es incapaz de decir algo que consuele a Nyx, que está haciendo demasiados esfuerzos por no llorar y tiene los ojos rojos. Pensaba que estaba haciendo lo correcto al cortar con ella, pero no había pensado bien en lo que iba a decir y había dicho tontería tras tontería.
—Yo también te quiero, Nyx, pero no puedo estar contigo ahora porque creo que no nos queremos de la misma forma.
A Nyx se le cae una lágrima cuando escucha eso, porque es lo primero que ha dicho que tiene un poco de sentido y encima es terriblemente doloroso. Se aleja otra vez y se limpia la lágrima con el dorso de la mano.
—¿Cuánto? ¿Cuánto tiempo hace que lo sabes, Fred? ¿Desde mi cumpleaños?
Él se encoge de hombros. No puede decirle cuánto porque no lo sabe.
—No me odies, Nyx, por favor. Sé que soy un idiota, pero no quería hacerte daño.
—Tarde.
Nyx abandona el patio y se atreve a llorar una vez cruza las puertas del castillo y se cerciora de que nadie la está mirando. Después, huye a su habitación y se esconde bajo las sábanas para llorar aún más, suplicando por que no suba nadie a consolarla, maldiciendo el nombre de Fred una y otra vez. Repite la conversación en su cabeza hasta que deja de tener sentido.
Yo avisé de que se venía intensito el capítulo.
Sé que teníais ganas de que esto ocurriera y sé que, seguramente, no queríais que ocurriera así. Queríais que Nyx cortara con él, pero a veces una persona depende tanto de otra que deja pasar todos sus fallos y se aferra porque sabe que necesita tenerla en su vida. Por supuesto, de los errores se aprende (:
Capítulo dedicado a justalilithsad porque quiero, porque ayer fue su cumpleaños (FELICITADLA OS OBLIGO), porque escribe una historia maravillosa que me ha hecho llorar mucho hace una hora y porque tenía muchas ganas de que Nyx y Fred cortaran. Id a leerla porque es una escritora de 10 <3
Por mí subiría el siguiente capítulo ya porque POR DIOS me encanta. Encima es el 15. Haced lo que queráis con esa información.
Nos leemos el jueves que viene y, de verdad, no me creo el apoyo que tiene esta historia. Os quiero tantísimo que AHHH. Os deseo solo cosas buenas <3
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