·.· 𝐓𝐫𝐞𝐬 𝐚𝐝𝐣𝐞𝐭𝐢𝐯𝐨𝐬 ·.·


—¿Y si no voy?

—Oye, Philip, no has estado como tres años babeando por Hina para echarte atrás en el último momento. Tienes que ir —determina Connor, cruzándose de brazos. Lo mira de arriba abajo antes de fruncir el ceño—. Pero hazlo con el jersey azul, que te resalta los ojos. Ese beige que llevas te hace juego con el pelo y pareces una magdalena gigante.

Philip se mira en el espejo. Lleva toda la semana pensando en ponerse ese jersey, y no tenía planes de llevar ningún otro. Abre el armario y rebusca en el montón de ropa sucia, intentando encontrar el jersey por el tacto. Cuando estira de él, salen también otras cuantas prendas de ropa, que caen al suelo formando una pila. Cuando se gira para mirar a Connor, le dedica una sonrisa tímida.

Su amigo pone la vista en blanco. Después, le recoge el montón con un movimiento de varita.

Connor es ordenado, responsable y elocuente. Tiene una personalidad de lo más definida, según piensa Philip, y siempre le admira por lo sencillo que le es decir la verdad, sin tapujos, cuando corresponde decirla. Por eso, confía en él cuando le dice que tiene que ponerse un jersey azul, igual que siempre se ha fiado cuando le ha recordado los deberes o le ha dado cualquier consejo. Sobre cualquier cosa. Para Philip, lo que dice Connor, va a misa.

No se siente seguro sin sus amigos. Pasa casi todo su tiempo con ellos, así que tiene opiniones formadas acerca de ellos igual que la tiene sobre Connor.

Todd tiene todos los huevos que le faltan a él, según su opinión. Es descarado, ágil y capaz de tener siempre la última palabra. Se desvive por llamar la atención de los demás, aunque a veces no sea de la mejor forma. Philip sabe que Todd, a veces, se pasa de listo, pero se sentiría perdido sin él, pues es quien siempre le acompaña a todas partes. Últimamente, está distraído con otras cosas, y por eso no está con él mientras se prepara para la cita más esperada de toda su adolescencia.

Y luego está Cedric, que también parece perdido últimamente, aunque tiene todos los motivos para estarlo. Philip siempre se ha sentido seguro con Cedric porque tiene ese tipo de personalidad que te hace sentir en calma, escuchado. Siempre ha sido esa persona del grupo que le miraba para que continuara contando su anécdota a pesar de que otros comenzaran a hablar por encima de él, o quien rompía la formación de grupo cuando había un pasillo estrecho y se quedaba atrás con él para que no tuviera que quedarse solo. También era quien siempre se esperaba al final de la clase a que él terminara de recoger todas sus cosas. Cedric, a pesar de ser popular, siempre tenía un minuto de paciencia para él, como cuando se pasó toda la noche en vela el primer día de curso para contarles a él y a Connor todo acerca de la magia para que no se sintieran tan perdidos al día siguiente.

Eso piensa Philip de sus amigos; que Connor es el responsable, Todd es el extrovertido y Cedric es el bondadoso.

También sabe decir que la mesa es de madera, el jersey de lana y su chaqueta es vaquera, pero no sabría definirse a sí mismo. Su tío se lo dijo una vez: tienes que espabilarte, Philip. Estás siempre en las nubes, si es que estás en alguna parte.

Su madre lo defiende porque dice que es taciturno y reservado, pero no son adjetivos que a Philip le gusten. Querría tener una personalidad fuerte y marcada como sus amigos, así que se dedica a imitarlos para parecerse un poco, pero siempre le sale mal la jugada. Nadie le presta nunca demasiada atención. Es difícil, cuando Connor es encantador y Todd y Cedric se llevan todas las miradas.

Sabe que, por mucho que lo intente, siempre será el eslabón débil del grupo, así que ya ha dejado de intentarlo. Le gustaba Hina porque parecía reservada como él, en un grupo de personas que se destacaban por su fuerte carácter como lo son Connor, Nyx y Asher, pero ahora resulta que esa chica no tiene nada que ver con lo que se esperaba.

Así que está acojonado.

Ha quedado con ella en la entrada de Hogsmeade, y cuando la ve desde lejos siente que le sudan las manos y que no se acuerda del todo de cómo se camina como una persona normal. Dedica una rapidísima mirada a Connor, que camina unos cuantos metros por delante, y empieza a imitar la elegancia de sus pasos.

Hina lleva dos largas trenzas con coleteros rosas llenos de purpurina, los labios pintados de negro y dos corazones morados justo encima del rabillo que se ha pintado junto a los ojos. La ropa queda oculta bajo un enorme abrigo negro, pero imagina que debajo de él, su ropa debe ser igual de estrafalaria.

—Hola —saluda Hina. No sonríe, así que Philip se atraganta con su propia saliva por el susto.

Muy buena primera impresión, Philip. Felicidades.

—Hina.

La chica le observa con una ceja arqueada. Masca un chicle de manera bastante ruidosa, lo cual solo acrecienta la ansiedad de Philip.

—Sí, así me llamo. —Hina pestañea varias veces, mientras lo mira con poca convicción—. Significa luz diurna, ¿lo sabías?

Philip mueve la cabeza de un lado a otro para negar. Piensa en qué diría cualquiera de sus tres amigos para salir de esa situación. Elige la respuesta que daría Cedric.

—Es un nombre muy bonito.

Hina parece complacida, ya que asiente y sonríe. Philip deja escapar el aire con alivio. A lo mejor, puede salir airoso de esa cita. Le propone ir a tomar algo a las Tres Escobas, con la esperanza de intentar pedir algo con alcohol para ver si así se le quita la vergüenza, pero ella prefiere ir a Madame Pudipié porque dice que le gustan los pasteles.

—¿Cuál es tu contexto?

—¿Mi...? ¿Contexto?

Hina asiente, mientras desenvuelve tres terrones de azúcar y los lanza en fila hacia su té. Como ve que no responde, deja escapar todo el aire con exasperación.

—Soy escritora, Philip —le cuenta, comenzando a remover el azúcar. Philip no puede evitar imaginarse la montaña de azúcar que debe haber ahora mismo en el fondo de la taza y lo mucho que costará que se disuelva. Se queda perdido en ese pensamiento un segundo más del necesario, y cuando sale de su estupor, se da cuenta de que no ha escuchado casi nada de lo que le ha dicho Hina—. Entonces, ¿cuál es tu contexto? ¿Cómo te definiría tu escritor favorito de tener que introducirte como personaje?

Tiene que ser una broma.

Le ha hecho una pregunta de lo más complicada. Odia definirse.

—No tengo demasiada personalidad.

Hina frunce el ceño con evidente fastidio. Philip siente que la cita está yendo fatal, porque encima se ha pedido un café porque se ha puesto nervioso a la hora de pedir y ni siquiera le gusta. Coge una magdalena y trata de hundirla en el líquido marrón para ver si así sabe menos, pero cuando la saca, se deshace por completo y se cae por todo el platito de color rosa. Se le han quedado los dedos pringados de café y restos de bizcocho, y quiere limpiarlos con la servilleta de tela, pero es de color blanco y seguro que la ensucia.

—¿Siempre eres así de torpe? —pregunta Hina, con genuina curiosidad.

Philip se muerde la lengua. Taciturno, reservado y torpe. Lo que le faltaba. Chasquea la lengua y la mira con derrota.

—Lo siento, Hina, no soy nada interesante y no tengo ningún tema de conversación apasionante para ti. Si quieres terminar con la cita y...

La chica lo mira, entrecerrando los ojos. Está analizándole, y Philip solo quiere hundirse en la silla.

—¿Qué música te gusta?

Ah, de eso sí sé.

—Me gusta el rock alternativo —explica, con un carraspeo—. Oasis, Blur... Se supone que no te pueden gustar los dos a la vez, pero a mí me gustan.

Hina sonríe. Sus dientes quedan enmarcados por sus labios pintados de negro y, por primera vez en toda la cita, a Philip no le parece aterrador. Le parece que tiene una sonrisa de lo más peculiar.

—¿Te gusta la música muggle? —pregunta él con reticencia, aprovechando para limpiarse las manos en el mantel cuando Hina no mira.

—Ah, sí, sí. Me gusta el metal.

Philip alza las cejas. No debería sorprenderle, con el aspecto que trae, pero sonríe de igual manera.

—Me gustaría ir a algún concierto —comenta Hina, introduciendo la cuchara en el té para sacar el azúcar del fondo y llevársela directa a la boca. La mastica mientras lo mira—. Pero a mis amigos no les gusta, entonces...

—Te puedo acompañar algún día, si quieres.

Hina mastica el azúcar contra sus dientes y lo mira con curiosidad, como si quisiera imaginarse lo que sería ir a un concierto con él antes de dar una respuesta.. Asiente antes de atacar una magdalena.

—¿Sabes, Philip? Yo sí tengo una definición para ti.

Philip se tensa sobre el asiento. Querría darle un sorbo a su café solo por hacer algo con las manos, pero está lleno de trozos flotantes de bizcocho empapado y le da asco, así que las esconde bajo sus piernas.

—Diría algo como... —Hina carraspea y mira al techo, como buscando inspiración—: Philip Quill pasa desapercibido en un grupo de personas que trata constantemente de destacar. Si lo miras durante varios segundos y le preguntas algo tan sencillo como la hora, te responderá con palabras pequeñas y miradas dubitativas. Si le das un jarrón, lo romperá y esconderá los restos bajo la alfombra solo por no molestar —añade, mirando de soslayo el mantel donde se ha limpiado las manos—, y si le gusta una chica, se pasará años mirándola desde lejos sin llegar a decírselo nunca, imaginándose cómo sería si tan solo se atreviera a hacerlo. Dinos, Philip, ¿qué se siente al intercambiar por fin palabras con la chica de tus sueños?

Philip se queda completamente anonadado mirándola. Le parece increíble cuando las personas consiguen formular frases así de largas sin pensarlas durante demasiado tiempo, y le gusta cuando lo hace Hina, porque ella tiene un ligerísimo acento y es de lo más atrayente. Sabe que le ha hecho una pregunta, y sabe que tiene que responder algo impresionante si quiere captar su atención, así que la mira con los ojos bien abiertos y se pregunta qué haría cualquiera de los otros.

Todd diría algo subido de tono.

Cedric diría algo tierno.

Connor respondería con una pregunta aún más difícil.

Pero las palabras de Hina le han hecho pensar y, si ella puede no ser callada y reservada y tener esa capacidad para hablar sin parar, ¿por qué no puede ser él digno de destacar? ¿Por qué tiene que relegarse a ser secundario, cuando puede ser protagonista?

Además, ya sabe que le gusta y aún así ha accedido a tener una cita con él. No tiene nada que perder.

—Ven.

Deja unas monedas encima de la mesa y la toma del brazo. Cuando salen de la tienda, salen corriendo en dirección al colegio, y aunque Hina insiste en preguntar, Philip no le da respuesta. Le pide que espere.

Es al Invernadero a donde la lleva. Se ponen batas protectoras, gafas y guantes y la mira con advertencia, susurrando.

—Esto solo lo sabemos los mejores alumnos de Sprout —explica él, con la voz cargada de emoción. No sabe de dónde está saliendo esa valentía, pero solo espera que funcione con Hina. No cree que vaya a tener una segunda oportunidad—. Así que debes prometerme que guardarás el secreto.

Hina parece emocionada. Asiente con fervor y junta las manos para dar un insonoro aplauso con sus guantes.

Philip aparta el escritorio de Sprout y deja ver una trampilla oculta en el suelo. Murmura el hechizo que abre el candado y abre la puertecilla antes de hacerle un gesto a Hina para que entre.

La chica ahoga un grito de emoción al descender al subsuelo. Philip cierra la trampilla por encima de sus cabezas y mira con satisfacción al invernadero subterráneo, el secreto mejor guardado de Sprout. Es secreto porque las plantas que se guardan ahí no pueden recibir ni un mínimo rayo de sol, y porque algunas son ligeramente ilegales. Las que Hina mira entusiasmada son plantas fluorescentes, con preciosas flores moradas y azules que brillan en la oscuridad y decoran el techo y las paredes.

—¿Te gustan?

—¿Qué son? —pregunta ella, prácticamente boquiabierta.

—Vienen de Camboya —explica él, acariciando un tallo con su dedo enguantado—. No debes quitarte los guantes bajo ningún concepto, pues están recubiertas de un vello que se adhiere a la piel y es casi imposible de eliminar. Tendrían que retirarte una capa entera de piel para ello y...

—Qué guay —concede Hina, con una sonrisa macabra—. ¿Y por qué brillan?

—Su clorofila es fluorescente —continúa Philip con satisfacción—. Eso sí, si les da un mínimo rayo de sol, mueren. Son plantas completamente nocturnas. Su luz es impresionante, capaz de iluminar hasta la noche más oscura. Hay leyendas sobre ellas, y todo. Se creía que era un mito, pero resultó que eran flores reales.

Hina asiente, absolutamente fascinada. Le pregunta por todas y cada una de las plantas que hay ocultas en ese sótano. También sobre sus abonos, sus semillas y su cuidado. Philip responde con paciencia y emoción a todos esos datos. Hina solo ha visto a otras dos personas hablar así de las plantas: a Sprout y a Neville, pero ninguno de los dos lo hace con tanta dedicación como Philip. Habla de ellas como Hina habla de sus personajes.

Se tumban en el suelo a observar el techo decorado por las plantas fluorescentes. Philip ha encendido el radiocasette muggle de Connor y ha puesto Cast No Shadow, de Oasis. Hina busca su mano, y Philip siente que se le tensa el cuerpo ante su tacto. Y entonces, Hina determina por fin su opinión acerca de Philip:

—Philip Quill sabe todo acerca de las plantas. Habla con tanto cariño y fascinación de ellas que... Casi te hace querer ser una flor para que te mire con la misma seguridad con la que las mira a ellas.

Philip gira la cara para mirar bien a Hina. Le brillan los dientes por el reflejo de las flores. Se le atora la respiración porque Hina es la primera persona que escucha con tantísima atención su monólogo incesante acerca de las plantas sin quejarse ni una sola vez. Deja de darle miedo tocar su mano, responder a sus preguntas y ser el objetivo de su mirada. Decide que, aunque no sea callada y tímida, como siempre había pensado, le gusta esa Hina que habla sobre narrativa, personajes y heavy metal. Le parece que es un poco extraña, como él. Difícil de definir.

—¿Sabes, Hina? Tú me pareces igual de interesante que todas estas plantas.

Ella sonríe y arruga la nariz. Philip no puede creerse que le guste ese intento patético de piropo, pero se siente de lo más aliviado cuando ella le mira el rostro desde las cejas a la barbilla y luego le mira a los ojos con alegría.

—Tú me pareces un personaje principal de lo más entretenido, Philip. Eres inteligente, curioso y considerado.

Esos tres adjetivos son nuevos. Philip sonríe, mostrando todos sus dientes. Se siente aliviado un segundo más, hasta que Hina suelta la bomba:

—Y ahora, ¿vas a meterme la lengua en la boca o no?

¿Es Hina mi mejor personaje jamás creado? Os dejo responder a vosotras.

Y también, ¿qué tres objetivos os definen? Yo no sabría decir los míos (: 

Solo sé que Hina y Philip son super cute y que menudos huevos tiene Philip, porque no sabe dónde se está metiendo JAJAJAJA. Las buenas noticias de este día son que este mes tendréis capítulo tooooooodas las semanas. Feliz navidad 🎇

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