Capitulo XXXVIII
-Ayato, disculpame. —Lo seguía desde el pasillo de la mansion
- No quiero escucharte. —Camina más rápido.
- Pero yo necesito que me escuche bien, no podemos continuar de esta manera. —Lo toma del brazo para jalarlo y hacerlo que voltearse.
- Ya entendí, tienes mi atención que quieres.
- Hice mal lo que hice con Kamura.
- Enserio. —Contestó con sarcasmo, rodando los ojos y cruzando los brazos.
- Se que no soy el mejor hermano, y no hemos tenido un gran lazo entre nosotros, pero quiero que sepas que muy en el fondo te quiero Ayato.
- Se rasca la parte de la nuca al sentirse conmovido por sus palabras sinceras. — Perdoname por haberte golpeado de esa manera.
- Me lo tenia muy merecido y mas...—Se soba el brazo. —Prometo portarme mejor con Kamura.
- No puedo enfadarme contigo, si lo dices así y más eres mi hermano al fin de cuentas, no tienes la culpa de ser esta manera. —Dice. —La educación que nos dio esa mujer no fue la mejor y más afectado fuiste tu.
- Entonces todo bien como antes. —Estirando su brazo.
- Claro. —Estrechando las manos haciendo las paces.
Más tarde entre las calles de Tokio caminaba a lo lejos vio una figura muy familiar que dejó perplejo un pelirrojo casi como si estuviera viendo un fantasma, acercándose camino hacia a él.
- Se detuvo quedando unos centímetros lejos del chico . —Me alegro de verte. —Una sonrisa se dibujo en sus labios, para que el tiempo se detuviera y la gente estuviera quietas como estatuas.
-Luna... -Pero no paso un rato que recibiera un puñetazo en el costado del estomago a lo que se quejo de dolor abriendo su boca y cayendo de rodillas.
- Estamos a manos.-Dijo con enojo.
-¿Que dices Luna?
-Cree que no me enteraría que casaste a mi hermana.-Escupiendo sus palabras con rabia apretando su nudillos.-Para que le arrebatara su pureza.-Lo toma del cuello de la camisa.-¡Maldito bastardo ! ¡ Promestistes que la protegerías de quien fuera! ¡DONDE QUEDO ESE GRAN QUE LE TENIAS A MI HERMANA! ¡DONDE!. -Repitió a lo que Ayato, no le pareció que juzgara era la menos indicada para echarle la culpa cuando se esfumo de sus vidas, sin importarles como se sintieran.
Soltando del agarre la empuja.
-¡Quien te crees que eres para recriminarme! ¡Te fuiste valiendote la vida de tu hermana!-Exclamo furioso sacando esas palabras que quería sacar de su pecho.- No hice nada para impedirlo y no creas, me siento el peor, me confié lo admito pero nunca la abandone como lo hiciste tu.-Dejando su orgullo aun lado, mirándola fijamente con esos ojos verdes reflejarla como si fuera un espejo.
-Tienes razón.-Contesta apretando sus labios.-Nunca debí irme de esa manera, pero pensé que seria lo mejor.
-Se comienza a carcajear Ayato.-Para quien seria lo mejor ¡Para ti! no me hagas reír.-Acercándose.
-Todo para ti lo tomas como si fuera un juego no ves la gravedad de la situación imbécil.
-Pudiste confiar en mi, en decir la verdad.
-Lo hubieras aceptado, en ser la asesina de tus hermanos.-Le pregunta esperando una respuesta que dejo callado.- No era fácil revelarlo, tenia miedo que me rechazaras.
-¡Esa era mi decisión! si seguía a tu lado.-Le contesta desconcertado , dolido. bajando la cabeza, era demasiado para el.-¿Para que regresaste?
-Quería ver a Kamura y a ti...-Dijo rodeando sus brazos a si misma reconfortarse.
-¿Te iras de nuevo?-A lo que asiente.-Ya ve vistes, pero a Kamura no te atrevas acercarte, solo la ilusionaras, y no quiera ver la triste mas de lo que esta preguntando si volveremos estar juntos como antes los tres.
-Perdón...pero no puedo.-Agachando su mirada haciendo que volviera a la normalidad , la gente seguía su curso lo que desaprecio entre ellos.
[...]
Al caminar por los corredores de la mansión, escucho una gran melodía. Siguiendo el sonido hasta llevarla a una habitación que se encontraba media abierta. Se acerco para ver hacia adentro donde se ve a Laito tocando una extraña caja, lo que le aprecio curioso lo que se acerca más.
- Genial. —Dijo con un brillo en los ojos haciendo que Laito le sorprendiera verla ahí.
- Te gusta.
- Si. —Asiente. —Como se llama lo que hiciste ese sonido de la caja. —Se ríe al ver como desconocía Kamura de muchas cosas y les llamaba de otro modo.
- la caja se le llama piano y lo que toque se llaman teclas, al tocar la música.
- Que hermoso.
- Nunca habías escuchado algo así.— Mueve la cabeza con una ternura si se trata de una niña.
- ¿Quieres que te enseñe a tocar?
- Seras rudo conmigo. —Imaginando otra cosa como de ese día.
- No malinterpretes, me refiero a esto. —Refiriéndose al piano.
-¿ Ah? Si... —Acercándose a el.
- Toma asiento. —Le dice, a lo que se sienta en el banco. —Mira lo que hago. —Observando atentamente los movimientos que hace con sus manos al tocar las teclas.
-Waaa... —Dijo con emoción.
- Ahora tu.
Tocando con temor las teclas haciendo que sonarán.
https://youtu.be/uJQqugAEV18
Dejandose llevar por la melodia toco las teclas Laito, como si ambos estuvieran sincronizados. Viniendo sus memorias del pasado, oyendo la voz de su hermana mayor quien le enseñó tocarla esta hermosa canción cuando era un niño.
Contando una historia sobre una Reina, que su luz era tan fuerte que podía desaparecer cualquier oscuridad, a lo que todo ser maligno deseaba poseer su poder.
Atrayente de la malicia, ocultada de todo ser, protectora del mal.
Absorbe cada obscuridad, dando un poco de su luz.
"Reina de la inocencia" tu amor debe de ser todos, prohibido sentir solo de una persona.
Sin entender el porqué, obedecía las órdenes de madre del tiempo.
Gran tesoro de las dimensión y futura madre de los mundos tu deber es protegerlos de la maldad.
El egoísmo no era para ella a lo que le llevó a la soledad, paseando por las praderas, conoció aquel ser que pronto se ganaría su amor, pero no pasó por mucho, para que fuera destruido.
Llenos de celos los demonios lo asesinaron sin piedad, por primera vez sintió la oscuridad rodear su alma, inundandola completamente, la mitad de ella se apoderó cambiando su lugar.
Apareciendo una nueva identidad nunca vista, cegada en el dolor acabó destruyendo cada demonio con su arma dejando manchado de sangre carmesí las hermosas flores.
Lo que madre apareció ante ella, peleando contra su propia hija, sellando a ese ser, para evitar hacer daño de nuevo.
Viendo a su pequeña inconsiente, culpandose a sí misma por no darse cuenta que tenía otro lado por tanta oscuridad que absorbía, se creó la otra mitad, que debía ser detenido a toda consta.
Sellando su alma para siempre en la inocencia, alejando la de la malicia antes que volviera a pasar.
Al ritmo se dejaron llevar. Pasando de largo noto a Kamura con Laito, Subaru lo que vio ese brillo en sus ojos que no veía hace mucho tiempo podría que estuviera surgiendo algo en su hermano mayor por la chica. Retirándose en silencio dejando a la pareja a solas.
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Al termino, observaba desde lugar a la chica que tocaba las teclas como una niña descubriendo un mundo maravilloso, esa sonrisa de esos labios rosado que beso muchas veces, costaría en hacerlo nuevamente por el daño que ocasiono a su persona. Pero que estaba diciendo, se maldijo al pasarle por la mente, en tener compasión, era otras mas del montón, que se acostaba, pero últimamente desde que se casaron a rechazado a muchas por querer estar con Kamura, lo que llevo la lujuria primero. Una vez que pasaron junto al pacer, fue como si olvidara la forma de vida que llevaba, debía volver a ser el mismo.
-Es maravilloso, me gusto tocar el piano.-Dijo muy contenta que le dedico, lo que se quedo mirándola unos segundo.-¿Que sucede Laito?-Le pregunto preocupada, pero el no podía aguantar mas, lo que se abalanza sobre de ella, casi acostandola en el banco, atrapando sus labios lo que deseaba con tanta necesidad. se odiaba a si mismo decía una cosa pero por otro lado, lo confundía demasiado que era difícil de explicarse. Esperando que negara y lo rechazara, lo que ella no lo aparto, al contrario le correspondió, sus besos eran diferente, el modo de actuar era distinto.
Una vez le explico su hermana sobre en como los humanos se enamoraban a lo que era distinto entre vampiros y demonios en la vida amorosa. Entre Vampiros la muerte era una gran acto de amor verdadero. Entre Demonios es entregar su vida entera a la primera y única persona declarando un amor eterno aunque la muerte los haya separado se permanecía el uno al otro por siempre. Entre humanos podían permanecerse o no había opciones estar con la misma o con otra, era curioso su amor, a lo que le gustaba mas el amor entre Demonios porque solo permanecía a una persona, lo que Luna Sakamaki deseaba algo asi, una soñadora lo que se entero Laito, su hermana tenia un amorío con Licantropo, lo que no aceptaron sus padres, lo que la obligaron a casarse con alguien de su misma raza, quien la traba mal llegando a los golpes , pero el Rey de los Vampiros al saberlo, lo asesino enseguida, deseaba lo mejor para su hija.
Ahora el sólo verla le causaba que el calor subiera, exigiendo en poseerla, pero era demasiado pronto y no quería que se asustara. Pero esas manos traviesas eran mas fuertes que recorrieron por sus piernas, disfrutando la suavidad de su piel, cada roze causaba en mano una electricidad recorrer por sus cuerpos, ansiosos de tenerse el uno al otro.
-Demonios.—murmuró para sí mismo Reiji, mientras caminaba por los pasillos de la mansión, maldiciéndose, creyendo que tenia todo a la mano y se le había olvidado el papel donde tenia escrito los nombres de los invitados y tenia que volver a su habitación.
Pero de paso, escucho un sonido muy familiar, que quiso ignorarlo porque no tenia tiempo para perderlo, pero se hacia mas grande mientras avanzaba, lo que fue investigar de donde provenía. donde lo llevo a la habitación de música donde estaba el piano de...Un escalofrió de miedo le invadió lo que no se quería imaginar lo que estaba pensando , quería darse la vuelta y irse de inmediato, pero...
-Silencia.-No hagas ruido o nos descubrirán.-Esa voz venia de Laito, se asomo con pavor lo que casi le da un paro cardíaco y si fuera Ayato creo que seria peor que acabaría con la vida de su hermano, lo primero que le dicen y hace lo contrario. Viendo a la chica recostada en el suelo casi semidesnuda, su blusa color rosa pastel desabotonada completamente, siendo tocada por aquel su pecho que gozaba su cuello mientras lamia y tapaba con la otra su boca de Kamura para que no gritara, al ser embestida por el disfrutándolo ambos. Lo que no la culpaba era demasiado ingenua en caer en las perversidades de Laito, no sabia si entrar y casi quitárselo de encima, pero eso le haría un pervertido, pero si hacia un escandolo escucharían los demás y eso llamaría la atencion y si estaba Ayato, se pondría muy malo, esta entre la espada y la pared. Lo que se le ocurrió es hacer el menos ruido posible cerrando la puerta, ni siquiera se darían cuenta estaba muy metidos en lo suyo.
Esa noche sin esperar mas, mando a llamar al laboratorio a Laito, quien no tenia la remota idea para que lo quería.
-Tu quieres que te maten verdad.- Le dice inmediato, sin que tuviera una idea de que hablaba.
-¿No entiendo?
-¡Laito!-Casi echando llamas en los ojos le explico lo que vio esa tarde.-Sabes lo que podría pasar si te hubiera visto.
-Eh, si...-Dijo nervioso de solo imaginárselo.
-Entonces, que pasa por tu cabeza la gravedad.
- Somos esposos eso hacen tener intimidad no.
-Ese no es el punto.-Ganas de darle una paliza para que entrara en razón.-bueno ya no importa ya lo hiciste, solo te pido que si van hacerlo se un poco mas precavido.
-¿Es enserio?
-¿Porque te sorprende?
-Pensaba que vendrías con tus sermones.
-Ahora no tengo cabeza para nada, y menos lo que paso ese dia.
-¿Que sucedió?-Lo que recordó que no diría nada sobre de ver a su hermano resucitado lo que le hacia muy feliz por primera vez.
-Nada, solo es el cansancio por los preparativos de la boda.
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