Capitulo XXXIV

En el hombro derecho una marca sobre su piel forma de un pétalo, símbolo de la resurrección del clan de los cuervos, que cuando acaba su existencia de la primera alma, se transfiere a su segundo cuerpo tomando posesión de este.

[...]

El sonido de la música se dejaba llevar, durante en la caminata, escuchando con aquellos auriculares res que alguna vez fueron de su anterior dueño y fueron dados a ella, cuidandolos como la posesión muy preciada que la hacía sentir muy cerca de él. Oyendo repetidamente, como si fuera una loca la grabación que grabo Shu la última vez que pasaron juntos esa voz que la hacía estremecer le dolía el pecho y sus labios temblaban evitando las ganas de llorar en medio de la calle, disimulando esa seriedad suya, como diría Laito la haría ver como una pervertida, pero era su único recuerdo.

A su mente venía todas esa imágenes como si se tratara de una película, como deseaba que estuviera a su lado poderlo abrazarlo y decir cuando lo quería. Lo que sus pensamientos fueron interrumpidos por la vibracion de su teléfono que llevaba dentro de su bolsillo de su suéter.

- tomándolo y al prenderlo la pantalla se mostró el nombre de la persona que la llamaba a lo que rodó sus ojos, de ala gana se quito un audífono. — Bueno. —Contesta con un tono serio.

- Kikuo. —Dijo con esa voz chillona de emoción pero sabía a que venía tanta alegría.

- ¿Que quieres ahora? —Le pregunta molesta.

-Kikuo-san porque eres tan mala conmigo.

- Orami, no te pudiste esperar a que llegue a casa.

- Es que tu y yo tenemos diferentes horarios, cuando yo llegue estarás dormida.

-Exacto.

- Haz pensado un poco lo que hablamos.

-Respira hondo para poder calmar sus nervios. — Continuas con eso.

- Llevas casi dos meses de luto, me agobia verte de esa manera, cuando pase el tiempo, te vea vieja amargada y un montón de gatos.

- Ya será mi problema mía si tengo un monto de gatos, aparte a mi me gustan.

- Anda. —Le súplica. —Acepta una cita, una sola.

- ¡Que no! Entienden di una vez que yo aquí en amo es a ¡SHU! y tu ni nadie podrá arrebartarme su recuerdo. — Llena de rabia cuelga.

A lo lejos caminaba Shuki,metido en su mundo a lo que al alzar su mirada ve a Kikuo aparentando con fuerza su celular, lo que no acaba acostumbrarse ver ese tipo de escenas que hacia la chica.

Continuó su camino,  lo usual de él era ignorarlo, pero verla de esa manera, con aquella noche tan indefensa pidiendo entre gritos que esto se acabará este sufrimiento.

- ¿Estas bien? —Le pregunta tocando su hombro.

- Claro que estoy bien, no lo vez. — Dice en un tono molesto. —Que pregunta tan estúpida haces.

- Tampoco hay razones para sonar tan grosera, entendí el mensaje. —Desvíando la mirada se pasó de lado. Dándose cuenta de su actitud, tomó mano.

- Lo siento, tu no tienes la culpa de nada, lo que me pasa, solo que..... —Apretando sus labios. —Estoy harta, que traten hacerme olvidarlo como si fuera tan facil.

- No tienes que hacerlo. —Le dice. — Digo olvidarlo, puedes recordarlo, pero si hacer un esfuerzo de salir adelante, si sigues estancandote acabarás muy mal y no creo que el haya querido verte así.

- Lo sé, pero hacer mi vida con alguien más, sería como si lo estuviera...

- Traicionado...

- Exacto. —se dispuso a responderle a lo que prefirió quedarse en silencio.
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En unas horas se llevaría a acabo la ceremonia de la boda de Laito y Kamura, a lo que no estaba tan segura si estaba bien en haber aceptado, pero Ayato, lo tranquiliza en cierto modo, y no quería darle más molestias al pelirrojo, sabiendo que su mente estaba en otro lado, sin tener noticias de su hermana le afligida demasiado, lo que más desariaes tener aquí a su lado junto a su hermano, reír como solían hacerlo, solo deseaba volverla a ver y que este bien.

- Se ve hermosa mi señorita.

- Gracias. — Una media sonrisa se dibujo en sus labios con una faceta triste.

- ¿Yo se que no tengo derecho de interponer me en la decisiones de mis niños pero esta segura de casarse con Laito?—Viendo que siendo una casi niña no sabia mucho de la vida y solo hacía para hacer feliz a su niño Ayato.

Bajando la cabeza se quedo pensativa.

-Ayato-niichan a hecho mucha cosas por mi, seria muy egoísta de mi parte, en rechazar a su hermano, a lo que pienso que con el paso del tiempo aprenderemos a sentir algo el uno para el otro.

- Forzar un sentimiento es imposible pero si así piensa usted la apoyare en su decisión.

El ruido de las copas al chocar, entre los cinco hermanos celebrando la gran ceremonia que se realizó.

- Felicidades Laito. —Dijo Ayato con una sonrisa para su hermano mayor.

- Quién lo diría el pervertido se caso. — Hablo Kanato.

- Ya lo vez, es bueno sentar cabeza. —Dijo con un guiño.

Por otro lado Subaru al observar a Kamura quien estaba sentada sola con una faceta perdida, se aparto un poco de sus hermano para dirigirse hacia la menor.

- No pareces muy feliz. —Le dice en un tono bajo, que asusto a la chica.

-Voltea topandose con esos ojos rojizos y mirada seria. —¿Subaru-kun? Yo....

-Oh, me equivoco.

- Claro que lo estoy. —Apretando sus manos sobre la parte baja de su vestido. —Sólo que estoy algo nerviosa.

- Puedes engañar a los demás pero a mi no, conozco bien Ayato. —Mirando de reojo al mayor riendo. —Esta muy cambiado bastante, eso fue gracias a ustedes. —Le agradece.

-Quiero mucho a Ayato-niichan.

-Y el a ti , viendo las cosas, el no haría algo que te lastimara, pero muy dentro de tu ser aceptaste para no verlo estresado al ser escogido como sucesor ¿o me equivoco?

- Aprenderemos amarnos con el tiempo. —Le responde con una media sonrisa.

- Laito, no es una santa paloma, pero ambos lo hacen por el gran cariño hacia Ayato y pienso que estan cometiendo un grave erro aparte no quiero que ese idiota se aproveche por como eres.

-¿ Como soy? —Dijo sin entender.

-Pasa algo... —Pregunta Laito, quien se  acerco a los jóvenes que se quedaron en silencio.

- No nada, le decía a Kamura que estoy muy contento que sea parte de la familia.

- Es bueno que se estén empezando a llevar bien entre cuñados. —Dicho esto Subaru, se retira, sin antes de poner su mano en el hombro de su hermano mayor, lo que Laito, le sonrió.

- ¿Esta todo bien? —Le pregunta.

- Son los nervios es todo. —Le responde.

- Ya no deberías ponerte nerviosa ya paso. —Le dice tomándola del mentón. —Disculpa si te e dejado muy sola.

- Se que tu también tienes cosas importantes que hacer.

-Te pareces si vamos a fuera. —Le da la mano.

-¿Que dirá tu padre y los invitados?

- Al viejo no le importara que nos desparescamos, el casamiento se realizó después de todo. — Kamura le correponde al tomarlo y luego ponerse de pie, para retirarse junto a Laito.

Llevando hacia al lago al caminar le susurra al oído. —Kamura te necesito. — Rodeando sus brazos hacia cuerpo y con sus manos acariciaba la espalda de la chica deslizando hacia abajo.

-Estoy aquí. —Respondió inocente.

-Me refiero a esto. —Robándole su primer beso de la chica que quedó impactada al sentir como la lengua de este se introducía en su boca abriéndole tan repentino, lo que no sabía que hacer.

-Lo empuja apartando lo poniendo sus manos a su pecho. - ¿Que haces?

-Besandote, eres ahora mi mujer y me perteneces y para que lo nuestro funciones debemos conectarnos. —Tocando sus labios con su pulgar rozando los con delicadeza. —Se muy bien que nos vemos con otros ojos pero hagamos el intento de que esto funcione y no sea tan dificil para ambos. —Diciéndole tan cerca casi sus labios rozandolos, que no pudo evitar unirlos a los de ella con cuidado al modo de no asustarla, despacio y suave, que con torpeza diciéndole que  imitarla como lo hacia, para cortar el beso. - Entregarte completamente a mi.

- ¿Eso como se hace? —Preguntó sin entender lo que quería decirle.

- Yo te enseñaré como. —Dice recargando su frente con la suya. — Yo se que no lo entenderás ahora, pero con el paso de los días te acabarás acostumbrando te prometo ser sutil contigo.

- Esta bien—Le sonríe. —Así que enséñame. —Dándole su permiso a él prosiguió, besando su mejilla en medio de la noche junto la luna llena.

- Ese Laito es el colmo con el. —Mirando su reloj de bolsillo Reiji quién estaba molesto por desaparecer en su propia fiesta.

- Yo los vi salir. —Dice Subaru.

- Tal vez quisieron tenér un poco de privacidad. —Dijo con una sonrisa llena de malicia Kanato a lo que entendieron el mensaje, por lo que Ayato, olvidó ese detalle que casi como una balde de agua, cegado por el amor se la entregó a la persona menos indicada ya era demasiado tarde para arrepentirse, esperaba encontrarla lo antes posible a lo que se va a buscarla.

Agudos gemidos se escuchaban de la joven que no podía evitar que salieran esos ruidos de sus labios, al sentir esa sensación tan extraña, que entraba y salía de su intimidad al momento que la penetraba el castaño, estando ella en una posición que estaba boca abajo y sus brazos y piernas recargaba estando en cuatro, que con sus manos apretaba el césped con fuerza.

Nunca se le pasó en su mente estar así con ella, solo acepto por reproche por el odio que sentía por obtener un cariño, que ni ellos siendo sus hermanos de sangre, casi daba su vida. Pero al ver a esa chica semidesnuda, el impulso como hombre deseaba mirándola con lujuria, al principio fue raro no la veía como mujer, pero podía sentir y el calor subía cada vez que iban subiendo el tono de las caricias. Laito que la guiaba, ardía, y poco a poco le quitaba cada prenda viendo que ese cuerpo lo estaba enloqueciendo en poseerla, lo que había pasado desde la muerte de su hermana, y de Shu, la culpaba a la menor por todo, quien ni siquiera tenía nada que ver es esto, sin fijarse que ocasionaría problemas en un futuro, no sólo a el, casándose con Kamura en cuidarla y protegerla, quería hacerle daño, que sufriera  pero sin darse cuenta que el era el menos apropiado al decir eso, porque casi forzó esto y ahora estaba uniéndose como pareja, entregándole su pureza siendo su primer hombre en su vida a lo que debía responderle bien de alguna manera.

Dejándose llevar un buen rato sin importa que pasó con la fiesta, ambos estaban ya vestidos, la joven llevaba el saco negro de Laito, mientras ambos estaban sentados en la orilla del lago admirando la noche.

- No te lastime.

-No. —Le responde con una sonrisa.

-Disculpame si casi te forze hacerlo. Fingiendo preocupación.

-No lo hiciste.

- Pero no quiero que lo hagas por hacerme feliz, también quiero que estes agusta, no solo yo, entiendes.—Le dice haciendo un puchero.

- A mi me gusto estar contigo. —Contesta con firmeza lo que le sorprendió verla tomarlo con seriedad. —aunque fue extraño y sigo sin entender que hicimos, yo quiero que estés bien y si tu lo deseas podemos continuar. —Dijo con un color rojo en sus mejillas. Tomándola del mentó  para que lo mirarse.

- Me das permiso de tocarte. —Asiente.

Tragando saliva Laito, no era desagradable en intimar, deseaba esto, acercando su mano para posesionarse en su pierna de la muchacha y subir deslizándose suavemente provocando que temblar a su cuerpo.

-Te gusta. —Le susurra al oído a lo que responde moviendo su cabeza. No se negó hacerlo de nuevo, debía admitir que le gustó estar con ella, a lo que también pedía por más, subiendo más tono del ambiente entre metiéndose hacia dentro como si fuera un niño traviesos buscando hacer travesuras.

Con la llemas de sus dedos acariciaba la parte de la tela de su ropa interior de la joven, lentamente comenzó a mojarse, lo que sonrió satisfactorio, sin dudarlo, haciendo aún lado la tela para entremeterse, hiendo hacia la parte más interesante que era la entrada.

Apretando sus labios al sentir como éste metía sus dedos dentro, moviendolo en su interior, arqueado su espalda y poco a poco separando sus piernas. Este ritmo hacia que la parte de su pantalón palpitara pidiendo a ruegos sentirla. Rápidamente la acostó, desabrochando su botón y bajando el cierre para bajarse el pantalón junto al bóxer y de una estancada meterse lo, para moverse brusco como un animal en celo.

-¡Ah! —Grito rodeando sus piernas a su cadera del chico su cuerpo reaccionaba por si solo sin saber que estaba haciendo. —Laito... —Llamándolo por su nombre la besa con desesperación, mientras la embestida y disfrutaba su noche de bodas a la luz d la luna.
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Tomando su mano, llevándola a otro sitio lejos de los invitados.

-¿A donde me llevas Reiji?

- No hables y sígueme. Le dice lo que inflo los cachetes en modo molesta.

Llevándola hacia el jardín donde estaba rodeados de rosas blancas.

- Este lugar será el más indicado.

-¿ Indicado para que? —Le preguntar sin saber lo que decía.

-Para hacer esto. —Se inca, para sacar algo de su bolsillo de su saco, un estuche rojo terciopelo y al abrir ante sus ojos de Millouri, que quedó sin palabras. —Te quieres casar conmigo.

Sus labios temblaban de las ganas de llorar de emoción, pero sabía lo que conllevaría un matrimomioy el riesgo que su futuro esposo debería tomar al toma posesión al cargo como el Rey tiritero, sería que dejara todo, hasta ser vampiro, para convertirse completamente en demonio dejar su mundo a sus hermanos, no podía hacerle esto y menos ahora que Shu se había ido, era demasiado rápido que actuará así tan precipitado por el dolor.

- No. —Le responde con seriedad.

- Que dijiste. —Dijo sorprendido.

- Reiji esto es una locura, no está pensando claramente.

- Si no lo estuviera, no te estaría pidiendo esto y me incaria viéndote como un idiota.

- A pasado dos meses que se fue Shu, y tu estas actuando raro últimamente.

- Es verdad, pero me hizo pensar que no tenemos la vida comprada, lo que vi en la relación de mi hermano, es que se dejaron llevar por el pasado y no se dieron cuenta cuenta que estaban destinados estar juntos siempre.

- Reiji...

- Yo no quiero que suceda lo mismo con nosotros.

- Pero sabes lo que conlleva ser mi esposo, abandorias tu vida de vampiro por...

- ¡Lo sé! —La interrumpe a gritos. —Se lo que lleva ser tu marido, y lo haría por estar a tu lado. —Se para la acercarse y rodear su brazo a su cintura de la chica que hizo que se ruborizara.

- Pero yo no puedo ser egoísta, tus hermano te necesitan. —Reiji se dio cuenta que pasaría con sus hermanos si se iba estarían bien, lo que perder a Shu luego el ya no tendría mucho tiempo estar en este mundo al convertirse en demonio no sabría cuando los volvería a verlos.

-Bitchan no te preocupes por nosotros. —Hablo una voz muy familiar a lo que voltean por el presente que escucho y venía con otros dos.

- Estamos grandes para cuidarnos solos. —Dijo Subaru estando cruzados de brazos.

- Se que oyera raro que lo diga yo. —Dijo Kantao abrazando su peluche. — Reiji, aunque tu llegaras a convertirte  en un demonio siempre serás nuestro hermano, donde vayas siempre estaremos aqui. —Dicha palabras sus ojos se españaron provocando esto que llamaban los humanos felicidad.

- Prometo que haré lo posible para estar al pendiente de ustedes.
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Recargando su espalda en la pared, mientras oía la música sentado sobre su cama, no podía dejar de pensar lo que había pasado esta tarde con Kikuo. No era un experto en el amor porque nunca a llegado a enamorarse o tener novia pero imaginaba que era doloroso perder alguien cercano a ti.

Sus ojos azules observaba desde la ventana el cielo azul oscuro rodeado de brillantes estrellas.

-Tocando la puerta. —Shuki, ya está la cena. —Le dice su hermano desde el otro lado.

-¡Voy enseguida! ––respondió tranquilo, quitándose los auriculares y apagando su reproductor poniendo pausa.

Se pone de pie de la cama para dirigirse a la puerta, al abrir escucha murmullos, lo que salió sigilosamente evitando no ser visto.

- Iras a la cita con Yuma.

- Que terca eres.

- Anda. —Le súplica juntando sus manos. —Porque no le das una oportunidad, feo no es, es gruñón si, pero buen mozo.

-¡Orami que no! Por décima vez.

- Dale una oportunidad si. —Con ojitos de perro.

- Porque lo haces ver tan complicado, para hacerte entender que no.

-Porque no puedes.

- Porque ella y yo estamos saliendo. —Dice Shuki rodeando su brazo en la cintura de Kikuo que la dejó en shock.

Dejando boca abierta a Orami.

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