Capitulo XXXIII
La conversación de los adultos desde el pasillo se oía con la puerta media abierta que alumbraba un poco la habitación, mientras el chico descansaba en la cama sin despertar.
- Yo creo que es mejor cambiar de entorno. -Le comenta el médico a la mujer.
- Pero es que yo no tengo dinero para mudarnos y tampoco dónde ir. -Le explica. -Con lo que gano apenas me alcanza.
- Entiendo su situación señora Shion, pero debemos pensar en la salud de Shu...-Dice refiriendo al muchacho de cabellos cortos, quebradizo y tono blanco, ojos azules, piel blanca como la nieve. -Podría empeorar más y eso lo sabe.
- Lo sé. -Respondió bajando la mirada.
-Una vez me comento que tenía un hermano, que vivía en la ciudad de Shanghái.-Dice haciendo memoria el doctor Takashi.- Porque no le comenta situación.
-Siendo sincera doctor Takashi, mi hermano y yo éramos muy unidos en el pasado, pero después...
-¡Tanto que sacrifique para que me pagaras de esa manera Shion!-Dice el muchacho alzando su voz que agarraba lo que estaba en su camino y lo aventaba hacia la pared mientras la joven, estaba en el suelo y haciendo bolita y cubriéndose los oídos.-Mañana iremos a que te saquen esa aberración.
-¡Eso no hermano!
-Te sientes muy valientes enfrentándome y protegiendo esa cosa, entonces.-Quejidos y gritos se escuchaba en el departamento, lo que los vecinos miraban pero no decían nada pasaban de largo, cuando la puerta se abrió y de jalone la aventó hacia afuera a la muchacha, entre sollozos.- ¡Desde ahora, Para ti estoy muerto!-Cerrando de portazo la puerta,
-Un suspiro salió de sus labios.-Es verdad pero ha pasado tiempo que no la veo, no creo que quiera verme, después lo que paso la última vez. -Comento con tristeza.
-Bueno pero por algo, su cuñada contacto con usted.
-Su mujer era un ángel eso debo admitir y siempre quiso que mi hermano nos reconciliáramos, pero el...-Haciendo una pausa.
-Creo es el mejor momento para que suceda Shion.-Dijo poniendo su mano en el hombro de la mujer que tenía en sus ojos azules el lagrimeo.
- Usted cree que nos deje quedarnos.
- No puede dejarle de hablarle toda la vida o sí.
- Sí, tiene razón, le llamare a ver que dice. -Dijo con emoción.
[...]
Más tarde estaban empezaban empacar metiendo en cajas las cosas.
- Esto es muy laborioso. -Se quejó el muchacho de cabellos blancos y ojos castaños.
- Es por el bien de Shu. -Le recuerda su hermana, una muchacha de cabello largo quebradizo que lo llevaba atado de media cola, ojos castaños, piel morena.
- Ya lo sé. -Contesta.
- Todo cambiará, ya verán, encontraré un trabajo y la salud de su hermano mejorará, hasta podríamos comprarnos una casita.-Dijo muy animada.
-Si me dejaras trabajar, podríamos juntar más rápido el dinero.-Habla el chico.
-No pienso que unos de mis hijos deje los estudios.
-¡Mama, debes ser consiente! Ese tipo no nos tolera por mucho tiempo, y sabes porque.-Comenta a lo que baja la mirada la morena sabiendo la razón.
-Shinji, si tu tío nos acepto es por algo.
-Para hacernos la vida imposible, el siempre odio a nuestro, que te dijo cuándo falleció.
-¡Ya basta!-Dice Shuki, recargado en la pared y teniendo puesto un pijama azul, comenzó a toser, a lo que fue enseguida la mujer hacia el menor.-Esto es mi culpa.
-No digas eso.
-Si no fuera tan delicado, no estarían haciendo esto por mí, debería yo...
-¡No lo digas!-Dijo abrazando a su hijo.-Ni siquiera se te ocurra decirlo.
-Perdón a todos, me estoy volviendo igual que ese sujeto.
-Eso no es verdad, tu eres mejor, solo estas asustado como nosotros pero mientras estemos juntos nada nos faltara, y nadie nos separa.-Dice Shion a lo que sus dos jóvenes se unen y se dan un abrazo grupal.
El transcurso del camino fue largo gracias a la ayuda del doctor que fue muy amable llevarlos, Shuki solo observaba por la ventana el mar, moviéndose las olas golpeteando entre las rocas.
-Como se sientes chicos-Les preguntó el hombre mayor.
-Pues extraño.-Responde Shinji.
-Es algo nuevo para nosotros, hemos vivido toda nuestra vida en ese lugar, es como si dejáramos una parte ahí.
-Es comprensible pero tómenlo como un nuevo ciclo de su vida y tal vez hasta sea mejor.
-Eso si no nos corre antes de tiempo.-Rodando los ojos Shinji.
-No empieces.-Lo regaña Shurami.
Traspasando los minutos el cielo comenzó a oscurecerse, y al llegar una animada mujer de cabellos oscuros, escuchando el auto estacionarse.
-¡Ya llegaron!-Dijo muy entusiasmada, levantándose del sofá, a lo que el hombre suspiro, a lo que también fue a seguirla con una pereza, y los dos jóvenes se miraron entre sí, mientras una estaba muy atenta leyendo un libro desde su habitación encerrada recostada en la cama.
Saliendo de la casa y atrás el perro con apariencia de lobo, en tono blanco, movía su cola de felicidad y ladraba, a lo que bajaron del auto, el que la mujer abrazo a Shion dándole la bienvenida.
-Qué alegría, que ya estén aquí.
-Buenas noches.-Dijo el hombre apareciendo.
-Buenas noches.-Respondieron los presentes.
-Espero que el viaje no haya sido muy pesado.
-En absoluto, fue entretenido o no chicos.
-Si.-Respondieron los hermanos de mala gana.
A lo que salieron un chico y una joven de cabellos castaños.
-¡Vengan niños! Saluden a sus primos.-Los llama la mujer, a lo que se acercan.-Ella es su tía Shion.
-Es un placer conocerla.-Hacen una reverencia el chico.-Yo soy Akami.
-El gusto es mío.
-Orami, es gusto de conocerla tía.-Dice la muchacha de cabellos castaños, para que saliera una risa muy curiosa, que espanto a los presentes.
-Ya se acostumbraran.-Dice la pelinegra.
-¿Y Kikuo?-Les pregunto el padre de los jóvenes.
-Sigue encerrada en su cuarto.-Le comento su hijo en susurro.
-Creo que se llevaran muy bien nuestros hijos, más diría los seis.
-¿Seis?-dijo Shurami solo ver que solo habían cinco.
-Disculpen a mi hija no se ha sentido muy bien a lo que se la pasa más de lo normal encerrada en su habitación, espero que la conozcan muy pronto.
-Los jóvenes así son, les gusta tener su propio espacio.
-Ni me lo digas.-Se rieron las dos mujeres
-Shion.-Le habla
-¿Shuko?-Baja la mirada a lo que camina hacia ella y la abraza repentinamente.-Her...mano...
-Espero que algún día puedas perdonarme, por todo el daño que te hecho.
-Lo estás diciendo enserio.
-Sí, fui un tonto al haberte corrido, me deje llevar por el enojo, espero que me perdones.
-No tengo nada que perdonarte, eres mi hermano y seas como seas yo te quiero.-Dice dulcemente.
-Uh! Que tierno papa se hablando mucho desde que llego mi hermanita bebe.-dice Orami con una sonrisa.-Bueno es mejor que nos metamos la cosas antes que se haga más tarde.
-Es verdad.-Dice el hombre.
Pasando la noche, ya las cosas en las habitaciones donde compartirían los chicos el mismo dormitorio y Shurami su propio espacio, siendo hospedados, y el doctor se retiró. Ya dormidos en el hogar, una joven de cabellos oscuros se levantó de la cama porque le dio sed, al pararse de mala gana se encamino hacia la puerta para abrir, hiendo disgusta, por el pasillo, siguiendo adormilada no podía bien a su alrededor, a lo que no se fijó a su paso, que acabo chocando contra algo, haciendo cayera, pero fue tomaba de la muñeca y jalándola hacia adelante deteniendo la caída.
-¿Estas bien?-Una voz masculina de un chico le preguntaba, a lo que ella alzo la mirada y se topó con un expresión seria que la hacía tener un sentimiento extraño, a lo que se apartó enseguida.
-Que estás haciendo.-dijo enfadada.
-¿Ayudarte?
-Nadie te la pidió tonto.
-Que ruidosa eres.-Le dice a lo que su faceta cambio al oír esa frase que solo una persona se lo decía, un rubio, que fijamente la hacía que lo viese a los ojos, esos mismo color, su voz, sus caricias, sus abrazos. A lo que no pudo contener que las lágrimas salieran de esos ojos oscuros, los sollozos se hacía presentes y se podía escuchar.- Tu estas... ¿Llorando?
Casi en la oscuridad no se podía ver muy bien, pero si la figura pequeña.
-Sh...shu...-Temblando su voz rompiendo en mil pedazos, se acercó, recargando su frente a su pecho.
-E...es...espera, un momento.-Ya nervioso sin entender lo que estaba pasando
-Kikuo, ¿eres tú?-Pregunto una adormilada castaña que abría la puerta que estaba ahí frente de los dos jóvenes.
-Sh...Shu...-Repitió con dolor, hasta rodear sus brazos en el cuerpo del joven que estaba en shock.
-Kikuo.-Hasta que salió en su mundo de los sueños cuando Kikuo, alzo la voz más fuerte gritando el nombre de su amado, con tanto dolor que le causaba.
Que causo que despertara a los miembros de la familia, las luces se prendieron, y enseguida levantándose el hombre al oír a la chica desvaneciendo en el sufrimiento vio cómo se aferraba a su sobrino que estaba como que no sabía que sucedía, repitiendo el nombre con tanta agonía que podía romperte el corazón.
-Kikuo, tranquilízate.-Dice intentando que se apartara de él, pero se negó.
-¡PERDONAME SHU! ¡PROMETO QUEDARME A TU LADO! ¡PERO NO ME DEJES! ¡LLEVAME CONTIGO!-Enloquecida del dolor ya no sabían cómo ayudarla, a lo que Orami aunque quisiera parecía que su poder lo botaba, lo intento cada día borrarle de su mente aquel vampiro, pero se aferraba, el amor que lo unía a él, era más fuerte, como si el mismo Sakamaki estuviera convida y no permitiera que la alejaran de su lado.
A lo que Shuki, en un acto acaricio su cabeza con ternura.
-Todo estará bien.-Para luego abrazarla
Apretando sus labios Kikuo y sus ojos cerrando.
-Nunca debí haberme ido...-Su cuerpo comenzó a desplomarse haciendo que se desmayara en los brazos del chico.
-Kikuo.-dice la mujer al ver a su hija en ese estado.
-Lamento por esto, continúen descansando.-Les dice aquel hombre llevándose entre sus brazos a Kikuo, para luego alejarse junto a su esposa, que volvieron a la habitación.
Dejando confundido a Shuki, quien en segundo volviendo a la cama, se quedó pensativo a lo que el sueño le gano, imágenes venían de un hombre de cabellos largos y rubio ojos azules lloraba desconsolado en medio del fuego, entre sus brazos el cuerpo sin vida de una mujer de cabellos oscuros, cambiando de escena, un muchacho de cabellos corto quebradizo, color rubio ojos azules, estaba mirándose en el espejo, con una expresión seria y de un golpe rompe los cristales mostrando la mitad de él, y abriendo su mano derecho observo los anillos de compromiso, cerrando su quijada con fuerza comenzó alterarse y gritar como loco.
-¡KIKUO!
-¿Quién eres?
-Eso tendrás que descubrirlo tú mismo.
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