Capitulo XXVIII

Al llegar a la ciudad de Osaka en un casa rústica y casi antigua y acogedora se podía apreciar cuando se estación en frente el carro.

-Espero que estés cómoda hija.-dice la mujer muy emocionada abriendo la puerta dejando paso a la chica de cabellos oscuros, que observaba a su alrededor.

-¡Hola!-Saluda emocionada una joven de cabellos ondulados y castaños y ojos azules que vestía con una playera de manga larga muy pegada que se apreciaba su buena figura de grandes pechos.

Kikuo se hace así atrás, pero esta la abraza con mucha confianza.

-Es Orami espero que se lleven  muy bien.

-Claro que lo haremos siempre e querido una hermana menor.

-Si.-Responde sin tomarlo con mucha importancia.

En un rato la llevan a la habitación donde le muestran su cuarto.

-No se cuales sean tus gustos , pero si quieres hacerle un cambio puedes hacerlo.-Le comenta la mujer que venia acompañada de los dos adolescentes de cabello castaño.-Bueno te dejaremos un momento que te acoples.-Retirándose

Un suspiro salió de sus labios, observando la luna que estaba en el cielo, se acercó a la ventana. Abriéndola mira alrededor del vecindario estaba lejos de todo, creo que estaría bien por ahora, quisiera admitirlo pensaba en el Sakamaki.
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[...]

En la mansión un muchacho de cabellos rubios estaba sentado en una banca de piedra, mirando unos anillos de bodas  que jugaba con sus manos.

Viniendo le a su mente pedazos de sus recuerdos, las argollas que pertenecían a su anterior el con su esposa con quien vivió cosas buenas pero a la vez malas. Una mujer cariñosa pero a la vez dura como el hielo. Podía escucharla decir esas palabras...

-Es mejor que tengas concubinas.—Le comenta mientras se ponía el camisón a lo que dejó perplejo pensando que era una broma.

- ¡Pero está mal de tu cabeza , como me pides algo así !—-Le contesta furioso.

- No lo estoy y es algo natural en nuestro mundo que los reyes tengas amantes.—Le comenta sin hacer una exageración a lo que decia.— No fuistes tu que sugirió tener una amante.

- Si, pero...no lo...

- Te estoy dando gusto en algo que quieres y te pones de esa manera tan irritante.—Contesta enojada.— No dices que soy una mala mujer porque no te cumplo tus necesidades, te estoy dando opciones.

- Si eso te hace feliz, lo haré.—Contesta enfadado.

- Es lo mejor para nuestro matrimonio, estaré fuera por las guerras por nuestros reinos y el consejo, así que no tendré tiempo para ti.

-¿Cuando tienes tiempo para mí?

- No estoy de humor para discutir, te estoy cumpliendo como buena esposa. —Se acuesta a la cama.

-¡Bien! Luego no me reclames.

- No pasará.—Murmuró en silencio cubriéndose en la sábanas dándole la espalda, dónde una lágrima resbalaba en su mejilla.

Al retomar ese derecho se le fue de las manos, pero su vida estaba como si nada hubiera cambiando entre ellos cuando podían reían juntos teniendo sus momentos, fue un milagro que concibiera,   y sin darse cuenta nunca  le pregunto cómo se sentía en realidad, esas palabras retumbaban de la Kikuo de ahora, fue un mal esposo al final, cumplía sus caprichos, la lastimo, no era fácil verlo con otras mujeres, desde niña tomo el reino viviendo guerras, constantes de ver las muertes no saber cómo reaccionar ahora, no saber que se estaba agobiando de tanta responsabilidad, para que diera su vida para salvarlo una muestra de amor para los vampiros pero fue la causa de su maldición, que  perdiera la cabeza enloqueciendo de dolor, la perdió una vez dejando un vacío.

Miro ahora su anillo que llevaba consigo con la Akisha, podría remendar sus acciones del pasado. Sin dudarlo aventó las argollas al lago, si debía soltar su pasado aunque sus memorias no estuvieran aún completas su imágenes de su historia de amor juntos, jugando haciendo de las suyas esa sonrisa que lo cautivaba, su hermana dándole consejos.

Lágrimas cayeron al suelo, apretando sus nudillos.

- Te amo y siempre lo haré, pero es hora que te suelte.—Un abrazo cálido rodeando en su cuerpo.

- Ya no se mortifique más , no le hará bien.—Le dice la ama de llaves.

- No fui un buen compañero la dejé todo el cargó, mientras yo.

- Ambos no hicieron lo correcto, pero  nadie es más o menos culpable, pero no me cabe duda que lo amaba bastante era su vida entera, por eso está vivo.

- Y ella la mía, pero nunca debí irme de su lado.

- Usted nunca se fue, siempre permaneció con ella cuando las llamas se esparcieron de la mansión.

-¿Que dice Kozami?

- Su padre quería que eso pensara cuando recuperará la memoria, no quería que siguiera agobiando.

- Eso quiere decir.

- Lo que le salvó fue el escudo de la señora Hiromi, desgraciadamente no podíamos hacer mucho por ella.—Le comenta.—Cuando los encontramos en los escombros estaba junto a usted tomado de la mano, como solía hacerlo cuando eran niños.

- Fui débil no supe cuidarla, deje que se sacrificara sola, yo era su pareja el rey y me comporte como el más egoísta no pensé en el reino , ni los habitantes, ni en mi familia deje que arriesgará la vida de nuestro hijo.

- Joven Shu...

- Kikuo tienen razón no la quiero a ella si no a su actual yo, así que es mejor que la deje ir.

-¿Pero, que está diciendo? ¿Dijo que si la quería y deseaba hacer bien las cosas?

- Yo amo a Hiromi esa es la verdad.

- Se enfrentó a la señora  para nada.—Dijo enfadada.

- No sabía lo que hacía es muy confuso esto.

- Acaba tirar las argollas a lo tonto.—Abre su palma mostrando los anillos.—Si no le importa nada la señorita tíralo.—Señalando su anillo de bodas que lleva puesto.

- Aún no me separó de ella.

- Y eso qué.—Le responde.—Dice amar alguien más, y quiere dejarla ir tirelo, no tiene ningún significado.

- N..no...puedo.

- Deje de hacer berrinche yo lo haré por usted.—Tomando su mano para quitárselo.

- ¿Es...pera?—La intenta apartar pero era demasiado tarde ya se lo había quitado.

- Para que lo quiere solo estorba.

-¡No lo hagas!

-Acabemos con esto.—Lo avienta.

-¡¿Porque lo hicistes?!—La toma de los brazos.

- Yo igual que usted adore mucho a la señorita Miromi.—Le dice.—Conviví su ciclo de vida, la extraño como usted y me duele que se haya ido, pero también le tengo un gran cariño a Akisha, no quiero verla sufrir porque usted no pone sus sentimientos en orden y más usted lo dijo.

- Si lo dije, pero tampoco quieras que me desaga de las cosas así de fácil.

-¿ Que significa para usted la señorita Kikuo?

- La quiero, la necesito.

- ¿De quién persona estamos hablando?

- Está Kikuo, quiero estar con ella ¡feliz!—Se va hacia al lago, a lo que se dibuja una sonrisa a la castaña.

-Se va a resfriar.—Le dice

- No me importa.—La voltea a ver con enojo pero cambia su expresión al ver su anillo en las manos de la mujer.—¿Tu?

- Si su deseo no es dejarla ir aun.—La avienta el objeto a sus manos.— Suelte su pasado para que no afecte su presente.

-Gracias Zokami.

- De nada...—Se retirá dejándolo sólo.

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