CAPÍTULO XLVI

Había pasado dos días y la llegada inesperada de cierto pingüino, que no tenía opciones debía acostumbrarse el uno al otro lo que se notaba su odio entre ellos pero por el bebé que los unía ambos debía tolerarse.

No había podido dormir sus ojeras se veían más visibles que nunca, adivinando lo que deseaba, arrullandolo entre sus brazos, las discusiones entre el pingüino, que lo hacía mal, ya lo tenía harto, pero parecía aumentar los llantos al sentir el ambiente pesado, lo que intentaban mantener la calma y aguantar su rabia lejos de él, dándole el biberon, golpeando su espaldita sacando el aire, pero nada,  el cambio de pañal.

-Quieres ayudar, cambialo. —Le avienta el pañar al rostro del pingüino.

-Echando humo. —In... feliz... - Dijo evitando enojarse frente al bebé, que lo miraba fijamente, lo que no tuvo opción, al hacerle el cambio, este parecía más relajado. —Quien lo diría eso es lo que le incomodaba.

- Ahora vamos a dormir, que dentro de un rato debo irme al instuto. — Lo que el bebé tembló sus labios como i entendiera lo que decía Kanato, lo que percataron ambos y este explotó en un mar de lágrimas .

-¡Idiota! —Le dice furioso. — Como le dices eso.

- Y que quiere que haga, le mienta.

- Me alegro que haya heredado inteligencia de mi señora, porque si fuera de ti no se como habría acabado ese niño.-Una gran vena se apareció lado de su frente al ser insultado.

-Mira pajarraco, si pudiera, ya te habría acabado. —Apretando los dientes junto aun richinido. —Pero a mi hijo le simpatías para mi suerte.

- Estamos de acuerdo desde cuando tu y yo nos hubiéramos destruido, pero fue peticiones de Siumiri, lo que tenemos prohibido hacerlo. —Dijeron furiosos pero melancólicos al recordarla.

Aún les costaba acostumbrarse a los cambios, y tener un bebé de dos días era un trabajo muy laborioso aunque se fuera al instituto Zokami se encargaba en cuidarlo mientras no estaba y gracias a Kamura hablandando el corazón de su padre casi en ruegos ya que Kanato pensaba en irse  de casa lo que los demás lo seguían en hacerlo lo mismo, en que no le quedó otra a Karl Heinz en aceptar que su hijo y nieto se quedarán, aunque este sigue sin aceptarlo como miembro de la familia. Pasando los minutos, se quedó completamente dormido y el modo de que se quedara quieto era estar envuelto con su suéter del uniforme que llevaba el aroma de Kanato, viendo que era hora de irse, llevándose lo a la habitación de la menor, teletransportandose.

- Apareciendo, Kamura, estaba despierta, quien vestía un camisón grueso y color melocoton, estirando sus brazos. —Me voy. —Dijo en voz baja, dándoselo, el bebé seguía dormido.

- Vete tranquilo, yo lo cuidare. —Le dice viendo con ternura a su sobrino.

- Ya vámonos Kanato-kun que se llegaremos tarde. —Dice Laito, atrás de Kanato. —Lo veras en la mañana.

-  Ya lo se. —Dice empezandose a enojar, pero le era complicado separarse de su hijo ya estaba encariñado con el y tenia miedo que algo malo le sucediera.

Obligatoriamente se  tenia que retirar siendo llevado casi arrastras por Laito. 

En el instituto caminaba por los pasillos llevando en brazos al pingüino, como acabo así, de teddy en lugar de su enemigo del alma, que fue hacia un aula, mirando de reojo de que no hubiera nadie cerca, abrió la puerta, al entrar, cerró al modo que no se escuchara.

-Aventandolo con fuerza pero esto lo impulso para que se regresar y le diera un golpe en el rostro y lo hiciera caer al suelo. - ¡Maldito pajarraco ahora si veras! —Quitándose lo de encima.

-¡ Te odio!

-¡Yo también te odio!

.
.
.

Entrando a la oficina del Rey de los Vampiros Kamura, llevando en brazos al pequeño que jugaba con teddy quien todavía no podía sostenerlo por sí mismo.

-¿Que sucede? —Preguntó alzando la vista y ver a ese niño aún cuando no se pareciera a su abuelo parte materno, era la viva imagen de su hijo, no podía evitar que le disgustada llevaba la misma sangre que ese hombre.

- Vine a verte.

- Agradezco tu visita. —Le sonríe. —¿Pensé que irías a clases?

- Me quede dormida con el bebé. —Salió una risa nerviosa, lo que suspiro aquel hombre.

-Señorita Kamura, Zokami-sama, llamó a la intutriz para sus clases que perdió . —Apareciendo una de las sirvientas de la mansión.

- Está bien iré enseguida. —Le respondió, lo que acabo retirando del lugar desapareciendo, mirando a su sobrino no podía llevárselo con ella y Zokami estaba muy ocupada con los preparativos e la boda de Luna, lo que  sonrió muy contenta acercándose a su escritorio. —Se lo encargo. —Dándoselo sin previo aviso en sus brazos al bebé, que quedaron sorprendidos al acto.

-¡¿Espera Kamura?! - Dijo en shock, llevándose de su asiento junto a la criatura en brazos.

- Tengo que ir clases, Kamura, regresará pronto, mientras se lo encargo mucho por favor.

-¡No espera Kamura yo no puedo...! —Demasiado tarde se había ido, lo que observó la puerta cerrada y al bbee que solo jugaba con el oso. — Eso no significa que me agrade solo lo haré porque me lo pidió ella me entendiste.

Al voltearlo y ponerlo en su hombro, lo que no esperaba que en unos segundos estuviera húmedo por la saliva del niño, lo aparto con molestia, su saco estaba mojado, maldiciendo y casi explotando de furia, comenzó hacer ruiditos extraño y luego hacer bombas de saliva y explotaban y se carcajeaba. Lo que le hizo recordar una experiencia similar.

Una pequeña de Cabellos oscuros, ojos color esmeraldas reía a la sonrisa de ese hombre al ser cargada por el Rey de Vampiros, ese lado que solo provocaba su hija, ese inmenso amor paternal, era su adoración, su mundo enteró.

-Porqué , porque. —Dijo repetidamente. —Tienes que hacerme esto. —El bebé le sonríe, viendo en el a su pequeña hija. —Sabes el odio profundo que les tengo y debes causar este, tipo de acciones.

- Papa, porque no olvidas tu odio y permites que entre ess corazón sin latir a este pequeño, no tiene la culpa. —Su alma de la azabache le habla con cariño mientras lo abrazaba por atrás.

- Por su culpa tu estas muerta. —Dijo con rabia. — Crujiendo los dientes. —Y eso no te hará volver.

Entre lágrimas caían en sus mejillas de la joven de cabellos oscuros, llena de tristeza al ver como su padre, sufrir aun llevando tiempo de fallecida.

-Hazlo por mi.

-No me pidas eso.

-Es tu nieto, lleva la sangre Sakamaki, solo los tiene a ustedes, al igual que yo solo los tenia a ti y a Zokami, después llegaron mis hermanos fue muy feliz mientras duró, no culpes a un persona inocente por los errores de los demás. —Desvaneciendose su alma, lo que dejó pensativo.

-En el auto manejaba Shu junto a Kikuo, que había recogido al apartamento donde vivían ambos. —Pensé que estaría ocupado. —Le dijo.

- Tuve unas horas libres antes de que regrese al trabajo.

- Pensé que después de la universidad te irías a la oficina.

- Si así es, pero quise hacer un cambio de planes.

- ¿Podemos ir haber al bebé?—Le pregunta Kikuo.

- Veo que simpatizo el hijo de Kanato.

- Aunque nunca e tratado a tu hermano, la verdad es extraño la sensación que emite el bebé.

-Es verdad hasta da ganas de tener uno propio. —Se ruborizo al oír a decir eso.

- S-si... - Sonrojada de las mejillas, pero intranquila por el caos que tenían con los enemigos, pone su mano en las suyas.

-Tranquila, no digo que en este mismo instante, tal vez dentro de unos años, cuando hayamos resuelto los problemas que tenemos del pasado.

- Sería lindo tener un mini vaguito que se quede dormido en todos lados. —Entre risas de la pareja, disfrutando de ese rato juntos.

Unos minutos más tarde, llegando a la mansión Shu y Kikuo, se encontraron con Luna secciorandose de los preparativos.

- Que gusto verlos. —Dice con una sonrisa luna acercándose.

- Lo mismo digo. — Responde Kikuo.

-¿Y Zokami? —Preguntó Shu a su cuñada.

- Está hecha una furia, hasta parece que la que se va a casar es ella, anda teniendo a todos apurados, moviendo aquí y allá. — Se ríen, oyendo los gritos aterradores de la ama de llaves y las sirvientas espantada del miedo que no sabían que hacer.

-¿El bebé? —Preguntando por el hijo de Kanato.

- Lo tiene mi hermana con el, que les parece si vamos. —Asiente, lo que caminaron hacia adentro de la mansión.

En transcurso del camino fueron a la habitación de la chica que no había nadie, lo que los llevó a la sala de música donde estaba practicando con intutriz, lo que los dejó en silencio, si el bebé no estaba con ella, ¿con quien?

-Kamura... —Hablo en voz baja.

-Hermana. —Respondió emocionada al ver a su hermana mayor y los demás lo que sin tomar importancia se fue corriendo hacia allá.

- Kamura-san, tenga cuidado sus modales no olvide. —Acomodándose los anteojos la mujer de edad mayor.

-Abrazando a su hermana. —Hola—Saludo.

-Kamura, ¿sabes donde esta el bebe? —Le pregunto mientras acariciaba su cabeza este Shu.

- Está con papá. —Refiriéndose con Karl Heinz, lo que los dejó en una semblante oscuro y poniéndose pálidos, que no lo pensaron mil veces y corrieron hacia la oficina de aquel hombre.

-¿Que dije? —Preguntó sin entender nada, la mujer mayor quedó igual que Kamura.

Al llegar como si se tratara de una carrera abrieron la puerta de golpe, encontrándose con una escena inesperado.

- ¿Y a ustedes que les pasa? —Dijo el hombre meciendo a su nieto con el brazo izquierdo mientras con la otra escribía el papeleo que tenía.

Parpadearon sin creerlo.

-Venimos a ver al bebé. - Dijo Kikuo rompiendo el hielo.

- Al fin, ya no sabía si aventar lo o tirarlo al fuego. — Levantándose de su asiento y dirigiéndose Kikuo, que inmediato tomó al bebé, en modo sobreprotector. —Ya lo tienen largo. —Casi corriendo los. —Que perdí mi preciado tiempo por este mocoso. —Sacándolo de la oficina, cerrando la puerta de golpe.

-El bebé sin soltar a Teddy, mientras chupaba su pulgar. — Lo que crees capas de hacer algo así. —Dice Kikuo.

- Lo creo capas de todo, pero esta acción se vio me dio extraño.

-Lo mismo pienso.

-No le digamos nada a Kanato lo que pasó aquí. —Dice Luna. —Se preocupara.

- Conociendolo hará un escándalo a nuestro padre. —Dando un suspiro Shu, lo que se fueron apartándose de ahí.

Ya estaba amaneciendo y la limusina estacionada a la entrada de la mansión que Laito salió primero pero fue empujado por  Kanato fue  saliendo como loco, que acabo pisando a su hermano, que quedó boca abajo, con cara de molesto estando en suelo observó a este adentrándose y echo una carcajada Ayato.

-Mi hijo, mi hijo. —Preguntando por el como desquiciado, lo que apareció Kikuo con el bebé en brazos, lo que casi se abalanza a su cuñada, ella con temor estirando sus brazos, dándose lo, lo que el lo toma como si se tratara de un oso de felpa. —Te extrañe, tu igual me extrañastes . —Abrazando lo de manera dulce.

-Shu, vio tercer hijo entrando como si fuera aplastado por algo o por alguien. —¿A ti quien te atropelló ? —Con una mala cara Laito que se sacudía el polvo en sus ropas, señalando al pelila, disfrutaba a su pequeño.

Bostezando el bebé se acurruco en su pecho de Kanato.

- Es hora de tu siesta. —Dijo, retirándose.

-¡Ni una maldita disculpa! —Grito eufórico Laito.

-Laito. —Llamandole la atención. —Cuida tu boca frente de mi hijo entendistes, no quiero que aprenda de tu mal ejemplo. — Aturdido y en shock, se reio Ayato, y una sonrisa sunsurrona apareció en Subaru.

- ¡Escucharon! —Dijo atónito. —Que soy un mal ejemplo para mi sobrino, cuando es el menos indicado para decirlo.

- Se refiere cuando le dijiste al bebé que cuando creciera lo llevarías a un burdel, estoy de acuerdo con el que eres un mal ejemplo. —Contesta Luna.

Llegando a su cuarto abriendo la puerta, viniendo tra suyo el pingüino, aventando para cerrar haciendo que golpeé, casi echando humo en su cabezota, por aquel vampiro. Kanato se sentó en la orilla de cama sin soltar al niño, comenzando a cantarle que si no sabía si sería apta para el, pero lo hizo de todos modos.


Recordarlo esta misma melodia cuando conoció por primera a Siumiri en ese lugar.

-Disculpe si fui muy importuna. —Se disculpó enseguida viéndolo con esos ojos color verdes limón.

-Es de mala educación interrumpir a las personas.

- Yo no quería. —Avergonzada. —Yq no lo momestare .

- Espera. —Le dice apareciendo frente de ella tomándola de la muñeca. —Ya que me interrumpistes, deberías hacer algo para que te perdone.

-¿Como puedo hacer eso? —Le pregunta.

- Harías eso por un desconocido.

- Si.

- Entonces entregarte a mi.

-¿Eh? —Robándole un beso, al principió solo era un juego, después de enterrarse de quien se trataba, quería venganza por la muerte de su hermana mayor, pero al final acabó,  fue enamorándose lentamente sin darse cuenta, profundamente cegandose por su dulzura. Por un amor prohibido, que no tenían la culpa de nada, entregándose completamente, sin importarles se sus padres fueron enemigos, se amaban.

-Lo que acabó creándose un nueva vida por su amor. — Te quiero. —Le dijo a su hijo que sus ojitos estaban cerrados estando en el mundo de los sueños.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top