Capitulo XLI
Karlheinz estaba checando el gran papeleo que tenia sobre su escritorio.
- Tocan. —Adelante. —Se abre la puerta, pasando un muchacho de cabellos rojizos ojos esmeraldas.
-¿Que sucede Ayato?
- Necesito hablar con usted de algo importante.
- Dime.
-Vengo darle aviso, que voy dar cancelado mi compromiso con Luna, por un tiempo. —Sin esperar esa noticia dejó lo que hacía.
- ¿Van cancelarlo? —Estaba sorprendido el porque tan repentino cambio brusco.
-La veo rara últimamente, me imagino que los preparativos de la boda la trae haci.
-Razonable y hasta entendible, con razón su actitud cuando me pidió hablar pero como tenia una reunión, no pude atenderla.
-¿Quería hablar contigo? —No sabía que decirle y una faceta de sorprendido que era muy visible para que lo notará su padre.
- También puse la misma cara que tu, pero imagino que quería darme aviso de su boda. —Le comenta, lo que le pareció extraño que su padre fuera razonable aún cuando hubo discusiones sobre su matrimonio con un Licantropo, a cierta formas su clan asesino a su hija era evidente que siguiera con él resentimiento, pero con la bondan de Kamura que hablando ese ese corazón muerto de Karlheinz, le dio una oportunidad. — Pero ya lo hiciste tu, así que me siento algo tranquilo, no debe ser fácil. —Le dice. —La responsabilidad que llevara como la esposa del Rey vampiro, no es una tarea fácil.
-No es el único que me lo dice. Recordando las misma palabras que le decía su padre, le dijo Subaru.
- Podría aprender, pero llevara tiempo así tenle paciencia. —El cambio radical que hacía su pequeña hermana a los demás menos en uno que era Laito, lo que se arrepentida, haberla casado con su hermano sin pensarmo, no había un segundo que por su desesperacion en protegerla la pusiera en las manos incorrectas, fue la peor decisión pero el hecho esta y la parte buena que la tenía vigilada Subaru o Kanato, hasta Reiji junto Millouri o Zokami que se encariño rápidamente de la menor, mientras ellos no estaban en la mansión podían estar más tranquilos.
En el comedor Zokami le enseñaba los modales en la mesa, a lo que Kamura tenía una cara de temor, había muchos cubiertos sobre la mesa, que todos tenían su uso de cada platillo. Parecía la más agobiada porque le costaba memorizar lo, cuando iba a tomar alguno se arrepentida y negaba con la cabeza, y sus ojos rodaba hacia el lado izquierdo esperando ser el correcto, con miedo. Comenzó los sollozos.
-Zokami, espanta a la reacción de Kamura, la intentaba tranquilizarla pero era inútil sus esfuerzos. —Dejemos lo por hoy.
Desde la puerta media abierta observaba Subaru, cauteloso sin ser visto, a la pequeña como sufría por aprender pero hacia su intento su pequeña cuñada en ser perfecta esposa. Cuando se dirigían hacia la salía, se desaparece el chico de cabellos blancos en silencio, con lágrimas, la castaña se sentía terrible por ella y se dura con una persona que daba tanta ternura, ya se había hablandado y ganado su cariño tan rápido, su ingenuidad y inocencia sin llena de malicia. Sus cuñados Kanato y Laito siendo quienes son se blandaron al conocerla, hasta Subaru y Reiji quien le enseñaba los modales de como caminar le tenía paciencia y era raro en él.
- Mañana seguiremos con las prácticas poco a poco que le parece señorita.
- Pero dentro de unos días será la fiesta para dar anuncio del cargo de Ayato-niisan, y lo único que ocasionare es dejarlo en ridículo. —Dicha palabras la dejaron perpleja, como sabía tales palabras a lo que debieron haberle dicho eso.
-¿Donde escucho eso?
- ¿eh? Es que cuando vinieron las esposas de los condes, me los presento papá. —Dijo refiriendo al padre de Ayato. —Dijo que debía socializar con más gente, pero me comentaron que siento tan joven y ser de un puesto bajo, no tenia mucha practica sobre los modales de la clase alta, podría dejarlo en ridículo, yo no sabía que se referían pero el modo como le dijieron no parecía nada bueno. —Con más fuerza lloro, a lo que le destrozó el alma Zokami y le dio coraje sabia que las mujeres de clase alta eran crueles, recordándole a Cordelia-sama que era de las peores. La abrazo consolandola.
- No les haga caso, tienen envidia de lo afortunada al es estar casada con mi niño Laito. —A lo que se le vino en mente que casi la mitad de esas tipas se metió, palidecio. Se sintió tan mal que podía explicarle porque actuaban tan despiadado con Kamura, porque no lo entendería.
- ¿Eso es bueno?—Le pregunto, mientras se acurucaba en su pecho.
- Claro que lo es, cada mujer envidiaría tener un esposo como el. Diciendo para calmarla a lo que sabía que eran celos por todas esas mujeres que se metió aveces quisiera cortarse lo para que dejara de hacerlo y mantuviera esos pantalones puesto pero por desgracia así lo educó Cordelia-sama enseñándole esa vida.
-Es verdad Laito-kun es muy lindo, al igual que Ayato-niichan, por eso quiero que ese día se sienta orgullosa de mi y no lo avergüenze.
-El al tenerla es feliz de la vida...—Le comenta. —Cuando era un niño Laito siempre estuvo rodeado de obligaciones estrictas, por Cordelia-sama, quien deseaba que sus hijos fueran los mejores en todo, a lo que mi querido niño fue restringido de muchas cosas, no pudo vivir una infancia feliz, y más como una madre como esa, le enseñó cosas que no debía hacer acabando o creyendo que eso era vida. —Le contaba la historia de su esposo—Pero es bueno mi niño, solo que le cuesta demostrarlo, aparte tiene un gran talento en el piano.
-¿Te refieres a la caja que toca?
-Así es, y cuando tengan a sus hijos amenlos con toda su vida.
-¿Hijos?
- Son como nosotros pero en pequeño y adorable que dan ganas abrazarlos y no soltarlos nunca. —Viniendo a su mente cuando tuvo en sus brazos a la primogénita de Karlheinz. — Pueden parecerse a cualquiera de ustedes, podría sus ojos, su personalidad, y en sus venas recorrera la sangre de ambos, que crecera algún día, llevandolos en su panzita durante nueve meses. —Le dice.
- Le brillaron sus ojos al escucharlo que le parecía algo lindo. —Gracias Zokami, ya me siento mejor.
-Le sonríe. —Me alegro que le haya sido de ayuda. —Ambas se apartan. —Ya es tarde, y debe descansar.
- Si. —Se va enseguida.
- Que niña. —Le parecio tierno verla tan conténta.
- Crees que fue buena idea hablarle de ese tema tan delicado. —Habla Subaru, estando recargado en la pared y cruzando de brazos.
- No le dije nada malo, son temas que debe saber.
- Ya vistes la actitud que tiene, es como una niña pequeña que todo le parece como un juego. — Le dice. —no se te paso un segundo que podría... —De tan solo decirlo se ponía rojo.
- Ni lo digas.—Lo regaña. —Laito-kun, no seria capas de hacer esas cosas con Kamura.
- Como si no lo conocieras. —Lo que la castaña parpadeo retumban do esas palabras en su cabeza que casi palidecio.
Luna, se quitaba la ropa para poderse la pijama, sintió unos brazos rodearla.
- Como sigues.—Le pregunta escondiendo su rostro a su hombro de la chica.
- Algo cansada pero estaré. —Le responde con una risilla.
- Me alegro escucharlo. —Ayato se sentía extraño cuando estaba a lado de la chica, las obstáculos que pasaron y debieron afrontar valieron la pena, lo que anhelaba era tenerla a su lado siempre, no dejaba pensar en ella, y solo contaba las horas para volver y estar abrazados o acurrucados acostados.
-Sabes... —Le dice muy dulce. — Me gustaría tener un hijo.—Luna, no era de mencionar ese tipos de cosas pero le hacía ilusión como sería tener uno, lo que Ayato no había captado el mensaje por lo exhausto que se encontraba.
- Sería lindo. —Le responde con mucha tranquilidad.
- Verdad que si...
- Hagamos un hijo entonces. —Le sugirió con emoción.
-Me parece... —Cuando iba a responderle, captando lo que le estaba hablando y el diciendo que si en todo, trago saliva cuando Luna quería un hijo de los dos, cuando se conocieron ambos no pensaban en niños, ni tenerlos.—Lu-lu- na... Es mejor que nos vayamos a dormir. - Apartándose enseguida de la chica comenzando a desabrocharse la camisa.
- ¿Eh..? no quieres. —Dijo en un tono triste.
- No es eso solo que un hijo ahora. —Ocultando su sonrojo, pero sentía raro que se lo propusiera lo hacía sentir feliz pero nervioso al mismo tiempo.
- Está bien. —Le dice, sin entender porque le dolió el pecho al oírlo , a lo que Ayato voltea. — Sabes hoy quiero dormir sola.
-¿Porque? —Le pregunga
-No se. —Ni ella misma sabia la razón pero su persona no quería tenerlo cerca que con su camisa se cubría el rostro intentando contener esta sensación que le dolía. —Sólo que no quiero estar cera de ti.
- Si fue lo que dije, deja explicarlo.
-Negandolo con la cabeza y cubriéndose los oídos. — No quiero escucharte! —Empañandose sus ojos brotaba sus lágrimas en esos ojos color ambar.
- Que tienes porque lloras. - Se intenta acercarse pero se lo impide que se acerque a ella.
-¡Me duele, me duele! —Grita enfadada.
- Te sientes mal.
- No me toques—Le da un manotazo en la mano.
-¿Porque estas reac...? —Cuando se da cuenta que Luna, estaba sufriendo por el, por su comportamiento era el tema de los hijos. — Luna...
-No quiero oirte.—Se aparece a su lado abrazandola con fuerzas. — No quiero. - Lo intenta apartarlo pero no lo consigue.
- Deja de hacer berrinches, y escucha. —Le dice a lo que deja de moverse y atentame te lo ve. — Tal vez más adelante lo hagamos pero hasta que no resolvemos lo de tu abuelo, y haya tranquilidad no podremos hacerlo, sería injusto por nuestros que vida una vida de guerras y sufrimiento lo crees justo.
-No... - Le responde viendo claro, su niñez no fue agradable y pensando que un hijo pase por lo mismo sería cruel de su parte.
-Para tener un bebé,lo que me gustaría que siguieramos disfrutando un poco de la vida junto a mi.
- ¿Tu y yo...?
- No hecho un buen trabajo en cuidarte y protegerte pero hago mi mejor esfuerzo para que esté os bien. —Recarga su mentón en la cabeza de la chica. — En un futuro podríamos pensar en tener un hijo, pero no ahora hasta que sea más responsable y maduro para cuidarlos mejor. —Palpitaba su corazón lo que estaba contenta al oírlo, lo abraza.
- Si. —Le responde con más ánimos.
-Seria lindo tener un mini Oresama.-Dijo con orgullo, cuando lo alumbra un flash a lo lejos.
-Que tierno mi hermanito quiere un mini ayato.-Dijo con burla Laito desde la puerta que se encontraba abierta junto a Kanato.
-Pobre bebe, y mi cuñadita que lidiar con ayato todo el tiempo hasta una mini versión de el.-Una vena se le apareció al sentirse ofendido por sus hermanos, a lo que la chica parpadeo sin saber lo que decían.
-La volverán loca.-Dijo Laito sacudiendo la cabeza.
-¡Y a ustedes quien les pregunto!-Contesta hecho una furia ya estando frente a ellos que palidecieron.
-Acomodando los anteojos.-¿Porque tanto escandolo?-Les pregunta junto a Millouri.
-Que quiere un mini Ayatito.-Dice haciendo un puchero Kanato, mientras lo señalaba.
-¡Par de idiotas! porque tienen que contarles al mundo nuestras intimidades.
-Le brillaron sus ojos a la chica de cabellos rubios.- Eso significa que Luna...
-¡No!-Respondió inmediato.
-Que lastima.-Suspira Millouri.-Seria lindo tener un mini Reiji.-Menciona , a lo que provoca que se ruborizó.
- ¿Estas segura?-Le dice Ayato.
-Mejor piénsalo, antes que cometas el peor error de tu vida.-Le dice Laito, lo que no le pareció gracioso y les dio un golpe en la cabeza a los dos hermanos.
-No tienen respeto por nadie.-Dijo, a lo que toma de la cintura a Millouri.-¿Estas segura en tengamos uno?-Le pregunta a lo que ella asiente.-En un movimiento la carga en su hombro.
-¡¿Espera, que estas haciendo Reiji?!-Los trillizos se quedaron perplejos.
-Es mejor comenzar lo antes posible.
-Es-Es-pera...yo no dije que....-Pero desparecen del lugar dejándolos sin palabras.
-Eso fue rápido.-Dijo Laito.
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