Capitulo 25: Bessie Coleman

Elizabeth “Bessie” Coleman (Atlanta, Texas, 26 de enero de 1892 – Jacksonville, Florida, 30 de abril de 1926) fue una aviadora civil estadounidense. Fue la primera mujer afroamericana piloto y la primera mujer de ascendencia nativa americana de la historia y la primera persona de ascendencia afroestadounidense y nativa americana que obtuvo una licencia internacional de piloto.

Coleman nació el 26 de enero de 1892 en Atlanta, Texas, como la décima de los trece hijos de los granjeros George y Susan Coleman. Su madre era negra y su padre tenía ascendencia cheroqui. Coleman comenzó la escuela a los seis años de edad, en un establecimiento para alumnos afroamericanos de una sola habitación; tenía que caminar casi seis kilómetros y medio cada día para llegar. Aunque a veces no tenía los útiles escolares básicos, como tiza y lápices, Coleman era una alumna excelente. Le encantaba leer y se destacaba en matemáticas, lo que la llevó a graduarse tras haber completado ocho años de educación escolar. Cada año, su rutina, que consistía en ir a la escuela, a la iglesia y ayudar en las tareas hogareñas, se interrumpía por la cosecha del algodón.

En 1901, la vida de Coleman dio un giro dramático: George Coleman abandonó a su familia, harto de las barreras raciales en Texas. Regresó a Oklahoma, en ese momento territorio aborigen, para mejorar su calidad de vida, pero Susan y los niños no lo acompañaron.

Cuando tenía doce años de edad, Coleman fue aceptada en la Iglesia Baptista Misionera. Cuando cumplió dieciocho años, reunió todos sus ahorros y se inscribió en la Universidad Colored Agricultural and Normal (en la actualidad llamada Universidad Langston) en Langston, Oklahoma. Completó un solo curso, ya que el dinero se le terminó muy pronto y debió regresar a su hogar. Coleman sabía que no tendría futuro en su pueblo natal, por lo que se mudó con dos de sus hermanos a Chicago, donde inició la búsqueda de un empleo.

En 1915, cuando tenía veintitrés años, Coleman se mudó con sus hermanos a Chicago, Illinois, donde trabajó en la peluquería White Sox como manicura. Allí, pasaba el tiempo escuchando a los pilotos que habían vuelto de la Primera Guerra Mundial, quienes relataban sus aventuras por el mundo durante la guerra. Pero las escuelas de vuelo norteamericanas no admitían mujeres ni negros. Sin embargo, Robert S. Abbott, fundador y editor del Chicago Defender, la retó a intentarlo en el extranjero. Coleman recibió ayuda de su viejo amigo Jesse Binga del Defender, que hizo hincapié en su personalidad extravagante y en su belleza para promover su causa.

Coleman tomó clases de francés en la Escuela Berlitz en Chicago, y el 20 de noviembre de 1920 partió rumbo a París. En Francia, aprendió a volar en un biplano Nieuport Tipo 82, con "un sistema de control que consistía en una barra vertical del grosor de un bate de béisbol delante del piloto y una barra-timón bajo los pies del aviador". El 15 de junio de 1921, Coleman se convirtió no sólo en la primera mujer afroamericana en obtener una licencia de aviación internacional por parte de la Fédération Aéronautique Internationale, sino también en la primera afroamericana en el mundo en obtener una licencia de piloto de aviación. Decidida a mejorar sus habilidades, Coleman pasó los dos meses siguientes tomando lecciones de un piloto francés cerca de París, y en septiembre partió rumbo a Nueva York.

Coleman se dio cuenta rápidamente que para ganarse la vida como piloto civil (la era de los vuelos comerciales no llegaría hasta por lo menos diez años después) tendría que dedicarse a las exhibiciones aéreas para el entretenimiento y actuar para un público. Sin embargo, para tener éxito en un campo tan competitivo, necesitaba clases avanzadas y un repertorio más extenso. Después de regresar a Chicago, descubrió que nadie estaba dispuesto a enseñarle, por lo que en febrero de 1922 partió nuevamente hacia Europa. Pasó los dos meses siguientes en Francia, donde tomó cursos avanzados de aviación; después visitó los Países Bajos para encontrarse con Anthony Fokker, uno de los diseñadores de aeronaves más distinguidos del mundo. También viajó a Alemania, donde visitó la Corporación Fokker y recibió entrenamiento adicional por parte de uno de los principales pilotos de la compañía. Regresó a los Estados Unidos con la confianza y el entusiasmo que necesitaba para lanzar su carrera en el vuelo de exhibición.

En septiembre de 1921, se convirtió en una sensación de los medios cuando regresó a su país. "Queen Bess" ("la Reina Bess"), como era conocida, fue muy popular durante los cinco años siguientes. Invitada a eventos importantes y entrevistada muy a menudo por los periódicos, era admirada tanto por los afroamericanos como por los blancos. Los aviones que solía volar eran los biplanos Curtiss JN-4 "Jenny" y otras aeronaves de guerra, que habían quedado de la Primera Guerra Mundial. El 22 de febrero de 1922, en Los Ángeles, California, se quebró una pierna y tres costillas cuando su avión se atascó y se estrelló. Hizo su primera aparición en una exhibición de vuelo en los Estados Unidos el 3 de septiembre del mismo año, en un evento organizado para honrar a los veteranos del Regimiento de Infantería número 369, compuesto en su totalidad por afroamericanos, llevado a cabo en Long Island, cerca de la ciudad de Nueva York y patrocinado por su amigo Abbott y por los editores del periódico Chicago Defender. En el espectáculo, Coleman fue presentada como "la aviadora más grande del mundo" ​ e incluyó exhibiciones aéreas de otros ocho pilotos estadounidenses, y un salto en paracaídas de Hubert Julian. Seis semanas más tarde, regresó a Chicago para realizar una demostración de maniobras temerarias, incluyendo figuras, vueltas y vuelos a ras del suelo ante un público entusiasta y numeroso en el Aeródromo Checkerboard (en la actualidad, el Aeropuerto Internacional Midway).

El 30 de abril de 1926, Coleman, de treinta y cuatro años de edad, se encontraba en Jacksonville, Florida. Había comprado un Curtiss JN-4 (Jenny) hacía poco tiempo en Dallas, Texas y lo había llevado a Jacksonville para prepararse para una exhibición aérea; sus amigos y familia no consideraban seguro el avión y le habían suplicado que no lo volara. Su mecánico y agente publicitario, William Willis, viajaba en el avión con Coleman como copiloto. Coleman no se puso el cinturón de seguridad porque planeaba lanzarse en paracaídas al día siguiente y quería echar un vistazo completo a la cabina para examinar el terreno. Aproximadamente diez minutos después del despegue, el avión no respondió como se esperaba y realizó una barrena, que causó que Coleman saliese disparada de la aeronave a ciento cincuenta metros de distancia, donde golpeó la tierra y falleció al instante. William Wills no logró controlar la aeronave y falleció al estrellarse y explotar el avión. Aunque los restos del aparato que quedaron estaban muy quemados, más tarde se descubrió que una llave que se usaba para reparar el motor se había deslizado dentro de la caja reductora y la había atascado.

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