Epílogo
Un pequeño limón para disfrutar ese final ¿no?
—Ahhhh!!!— meliodas se despertó sudando frío y la respiración agitada nuevamente a mitad de la noche, dirigió su mirada esmeralda a la pequeña cuna justo donde reposaba su bebé dormido aún con lágrimas en los ojos y luego aún algo asustado dirigió su mirada hacia la albina recostada completamente desnuda a su lado cubierta por las sábanas, soltó un suspiro ante esto mientras volvía a recostarse sobre la cómoda cama cerrando los ojos con fuerza cubriendo su cara con las manos...todo había sido un simple mal sueño
—Cariño...¿Otra vez el mismo sueño?— la suave voz de la albina fue suficiente para que meliodas quitara las manos de su cabeza volteando su mirada esmeralda hacia Elizabeth la cual solo se levantó un poco permitiendo que la sabana cayera descubriendo sus grandes senos despertando algo más de la anatomía de el rubio, ella lo sabía bien, conocía esa pesadilla que no dejaba de atormentarlo sin embargo solo era eso, un sueño
—S-si...no dejó de soñar con ese día — apenas había pasado una semana desde la muerte de Melia y todo el mundo cercano a aquel rubio estaba reviviendo recuerdo preciados junto a él momento en el que este soltó su último suspiro, no podía superar esa muerte, lo tuvo abrazado durante sus últimos minutos llorando sin olvidar cuando le dijo que lo quería y que cuidara a Tristán, su gemelo, la persona que era idéntica a él había muerto justo frente a sus ojos y no pudo soportarlo mucho sin embargo lo que lo hizo llorar aún más fue cuando Tristán empezó a llorar su primera palabra, lo había confundido pero pobre de su pequeño bebé, justamente un día después de su cumpleaños su verdadero padre o su tío había fallecido —Me siento perdido Elizabeth, perdí a mi hermano para siempre, ya nunca podré volver a verlo, escucharlo hablar, mirar como me sonreía o como me saludaba, cuando me molestaba, ya no habrá ningún cumpleaños juntos...estoy solo— meliodas no pudo soportarlo más tiempo, el dolor en su pecho y corazón era de ansiado fuerte como para sobrellevarlo
—Mi amor no estás solo—
—¿Que voy a hacer sin el Elizabeth?— el silencio de la oscuridad se vio interrumpido por el suave llanto de aquel rubio adolorido, la pérdida de su gemelo nunca la iba a superar y eso la albina lo sabía bien, lo único que podía hacer era apoyarlo en lo que pudiera, recuerda a su hermoso restroom en el funeral y en su entierro, meliodas no había dejado de llorar, no durmió y aunque cuando regresaron a casa lo obligó a tomar un baño y recostarse a dormir había empezado a tener sueños con su hermano que lo hacían despertarse en la noche justo como en ese momento —Lo eh perdido y no puedo hacer nada para recuperarlo—le dolía ver demasiado a su amado así, le dolía saber que no podía hacer nada para reparar su corazón adolorido a menos que...antes de que pudiera reaccionar la albina se subió justo sobre él rozando la punta de su miembro algo erecto justo sobre su entrada con una sonrisa —Eli...—
—Solo déjalo salir— susurró su bella albina contra su oído al mismo tiempo que empezaba a frotarse descaradamente contra el cuerpo de su amado para conseguir lubricarse y poder ayudarse mutuamente, sabía bien que hacer el amor ayudaba a relajarse, quitar el estrés e incluso a sanar un corazón partido y adolorido, claramente a pesar de su pena y dolor apenas los roces comenzaron el rubio empezó a retorcerse de la deliciosa sensación mientras sentía sus ojos llenarse de lágrimas y los gemidos a nada de salir—mngh...meliodas —
— Elizabeth ahh...—la sensación era demasiado adictiva, no lo iba a negar estar en su interior nuevamente haría que se sintiera al menos un poco más pleno, podría llorar con cada embestida o besarla hasta que su corazón estuviera sano, no podía soportarlo mucho tiempo más, su sensible humedad estaba calmando su dolor y aumentando su lujurias, sus manos viajaron hasta sus grandes senos para presionarlos con fuerza gimiendo ante su suavidad solo para después mirarla a los ojos —Ngh ahhh ahh—
—Deja salir tú dolor —
—Elizabeth!!!— ya no pudo aguantar más tiempo estando solo quieto, con una fuerza increíble que la albina conocía bien su amado rubio la volteó en la cama quedando sobre ella con velocidad y sin dejar de ver esos ojos bicolores llenos de luz se adentró en su interior con rapidez quedándose quieto al instante —Ahhh —
—M-meliodas...—apenas ese suave gemido salió de sus labios y él nuevamente se aseguró que Tristán seguía profundamente dormido empezaron las embestidas, lentas, delicadas pero con intensidad, tocando su punto generándole espasmos y empezando esa sensación de fuego por todo su cuerpo iniciando la tan deliciosa excitacion—ahhh mmm...—
—Mi amor—
—Mi cielo—
—Cariño mío grr ah— no podían evitar la dulzura menos justo cuando estaban haciendo el amor suavemente para poder reparar sus corazones, Elizabeth no había perdonado a Melia ni en sus últimos momentos pero lo había recibido, lo había tratado bien todo por qué meliodas estuviera feliz los últimos meses de vida de su hermano a su lado, liz aún no se iba de la casa, dijo que su camión salía en unos días por loq une mientras se estaría quedando ahí, por esa misma situación debían controlar muy bien sus gemidos para que la pelirroja no se despertara —Ngh Eli...lo extraño, lo extraño demasiado ahhh!!!—justo como la albina lo sospechaba estaba sacando todo su sentir, meliodas hizo la cabeza hacia atrás debido a el placer tan incontrolable que sentía tratando de sanar su adolorido corazón, sus fuertes manos apretaban sus senos cremosos dándole una placentera sensación, bajaron hasta su vientre para acariciarlo y cómo si de una maravilla se tratase se inclinó para besar justamente la cicatriz de su cesárea con cariño
—Ahhh meliodas...calma mi amor yo estaré contigo siempre mm ahh—
—¿Siempre? — dijo esté aumentando el ritmo de sus embestidas deleitándose con la forma frenética en la que sus pechos rebotaban a el compás de los golpes de cadera y completamente embobado con sus ojos de lujuria, no pudo evitar tomarla fuertemente de el mentón obligándola a que sus ojos chocaran — mírame mi amor grrr ahhh quiero que me mires mientras te hago el amor—murmuro este en voz baja sin dejarle desviar la mirada y entrelazando sus dedos con su otra mano sintiendo altos que su cuerpo de meliodas le daba más placer sentir sus manos contra su cuerpo que tocarla como un anímale gustaba tomarla de la mano y besos que estrujarla como si fuera un loco
—Siemrpe...ahhhh...incluso muerta estaré a tu lado Ngh ahhh ahhh—esas palabras hicieron que las lágrimas de el rubio aumentarán aún más, no quería, si ella moria no podría salir adelante nunca, era su razón de serlo su propósito en esa vida si su bella mujer llegaba a morir estaba seguro que a las semanas él moriria de igual forma debido a el dolor y la pena —Yo siempre te amaré ahhh ahhh— estaban siendo demasiado silenciosos la verdad, gemían y hablaban pero sabían bien que no era lo suficientemente audible, habían aprendido bien a controlar sus gemidos cuando vivían con sus amigas y ello debían de descubrir sus encuentros apasionados
—No digas eso...grrr...yo sin ti me muero Elizabeth —las embestidas habían subido de intensidad a tal punto que incluso se sentían de los golpes de cadera eran frenéticos, sus suaves paredes carnosas los apretaban con demasiada fuerza mientras que su miembro palpitaba como loco en su interior, tan cálido y húmedo que sentía que iba estaba por correrse en cualquier momento —Elizabeth...Elizabeth—
—Meli...meliodas!!! Ahhhh ahhh—
—Shhhhh— no tuvo de otra opción más que callarla con la boca, en un acto para que no se escucharán sus gemidos y gritos, sus bocas se fusionaron en una sola callando lo más podían de esos sonidos incontrolables que salían de sus labios cua canción de ángeles, su vista estaba nublada por lágrimas de placer y dolor, su interior se contrajo con fuerza al mismo tiempo que aquel beso desenfrenado se volvía aguas intenso y ante el temblor de sus cuerpo ambos se dejaron ir en un orgasmo que sano sus corazones y sus mentes, apenas sintieron como cada gota de su existencia se liberaba de su ser se separaron de aquel beso con la respiración agitada mirándose a los ojos —Extraño demasiado a mi hermano—
—Oh mi amor...— susurro está alzando una de sus manos hasta que esta quedara justo a la altura de su pecho acariciandolo con lentitud sintiendo su palpitar bajo su agarre—Nunca dejarás de extrañarlo y nunca dejará de dólar muerte pero tendrás que aprender a vivir con asi—
—Te amo demasiado Elizabeth, por favor tú no me abandones—
—No te dejare nunca, incluso muerta yo estaré siempre a tu lado —él ya no pudo hablar más, solo se recostó nuevamente en su cama abrazando la delgada cintura de su enamorada recargando la cara entre sus enormes senos sin dejar de sollozar, sus cabellos rubios eran acariciados por las pálidas manos de su mujer y solo de esa forma consiguió volver a quedarse dormido, sin pesadillas o sueños que lo atormenten simplemente con esa sensación de calidez que solo Elizabeth podía darle
* 5 años después *
Meliodas llevaba a su pequeño Tristán de la menos mientras se bajaban de su automóvil, hacía ya un tiempo que había conseguido comprar uno y ahora iba a todos lados con su pequeño Niño cada que quería algo, el rubio y el albino caminaban por el cementerio con unas mini sonrisas en sus rostros completamente vestidos de negro por la ocasión y con unas hermosas flores frescas de color blanco que les recordaba a cierta persona que ambos amaban, se dirigían a aquella tumba que visitaban cada cierto tiempo y cada que podían ir puesto que era seguro y obvio que tenían que visitar a alguien importante apenas se encontraron frente a la lápida meliodas no pudo evitar soltar lágrimas amargas de sus ojos esmeralda dejando que esas gotas de diamante regaran el suelo a sus pies, no podía evitar que tantos recuerdos buenos al lado de esa persona llegaran a su mente
—Oye padre...—murmuró el pequeño niño jalando de la camisa negra de su padre para llamar su atención, claramente al sentir el tirón meliodas solo sonrió con ternura y cargo a su hijo sin dejar de ver la tumba—¿Donde está mamá?— susurro Tristán dirigiendo su mirada a la lápida de piedra queriendo llorar a el instante, apenas estaba aprendiendo a leer por lo que no podía distinguir bien el nombre en la tumba pero sabía bien de quien se trataba
—¿Mamá?— susurro de igual manera el rubio abrazando a su pequeño con fuerza para impedirse a su mismo a a are en el vacía una vez más sin dejar soltar lágrimas, solo suspiro profundo, se hincó sin soltar a su pequeño Tristán dejando esas flores blancas sobre la tumba y apenas se levantó al fin despegó la mirada de la lápida con una sonrisa—Mama está con Melia mi amor...—
—Hum...padre—
—¿Que sucede tris?—
—¿Por que mamá quiere más a mi hermano Melia que a mi? ¿Es por qué él es hijo tuyo y yo soy hijo de el tío Melia?—el rubio se quedó completamente mudo ante esas palabras de su pequeño ¿como mierda es que sabía eso? Nunca ninguno de los dos le habían dicho eso ese detalle pues quedaron en que no se lo iban a decir nunca, sigo, aún estaba pequeño seguro lo olvidaba con los años pero ¿como era que se había enterado? Quizá por accidente escucho a los hablando con Eli o con Zaneri, sip, la mismísima Zaneri ahora era amiga de la albina y la pelirroja, ella tenía su propia familia con alguien que conoció en su trabajo y ahora estaba casada al igual que meliodas y Elizabeth
—Mi amor tú madre no quiere más a tu hermanito, tú eres hijo mío al igual que de tu madre y te amamos por igual —
—P-pero a él siempre lo tiene cargado—
—Aun es un bebé, cuando tú eras un bebé también siempre te teníamos cargado— Tristán pareció caer un pequeño puchero de vergüenza ante aquellas palabras tan tonadas que había dicho y justo antes de seguir dirigió su mirada hacia la tumba frente a ellos
—Entonces ¿No es por que soy hijo de él tío Melia?—
—No Tristán, tú eres mi hijo ¿si? Y créeme que tú madre te ama tanto como a tu hermano, pero como él aún es un bebé necesita un poco más de atención —el pequeño Niño asintió con una sonrisa en su rostro, claro que él era hijo de meliodas de todas formas solo tenía pequeñas fotos con su tío Melia cuando era un bebé, era su primer cumpleaños y al parecer estaba enfermo por que se veía muy decaído, cansado, con ojeras y una sonrisa de dolor y pena —Ya deja de pensar tonterías hijo, mejor vayamos con mamá seguro nos espera junto a la tía liz—
—Siii vamos — ya no dijeron nada más, meliodas solo dirigió una última mirada hacia la turba de su hermano gemelo y tras sonreír una última vez le dio un beso en la mejilla a su hijo y empezó a caminar sin saber que el tranquilo espíritu de su gemelo siempre cuidaba de ellos dos
*
El rubio ya había llegado a su casa de la mano con su pequeño hijo, este ya tenía un mejor ánimo se había quitado la idea de que Melia era su padre y que Elizabeth quería más a su hermanito, ambos sabían que eso iba a ser difícil al tener a su nuevo hijo, la felicidad al saber que ella estaba embarazada le hizo llorar durante mucho tiempo en su pecho, cuando les dijeron que iba a ser hombre meliodas quiso ponerle el nombre de su hermano gemelo y aunque al principio Elizabeth se negó terminó aceptando con la condición de que si llegaban a tener una hija la llamaran "melissa"
—Cariño ya llegamos!!!—
— ¿Como les fue?— la hermosa albina y esposa de el rubio salió de entre la cocina con algo de comida para bebé en sus manos para llevársela a su pequeño hijo el cual era cuidado por la pelirroja, liz al enterarse de el nombre que le pondrían pidió ser su madrina de bautizo para tener al menos un recuerdo de el que fue el amor de su vida y justo como lo había pedido lo fue, Melia tenía el cabello rubio como su padre y los ojos igual de azules que su madre, este no había salido con heterocromia como Tristán y los amaba a ambos —¿Como está mi otro bebé?— dijo Elizabeth justamente cuando miró a su pequeño Tristán correr hacia ella, claramente no tardó ni un segundo en abrazarlo contra su pecho sonreír
—Mami!!! Pues nos fue muy bien, papá lloro como siempre y le dejamos sus flores a el tío Melia — la albina solo se rio levemente ante esa declaración tierna y resumida de lo que había sucedido en el cementerio, cuando tenía tiempo ella también iba a apoyar a su marido pero en esa ocasión tuvo que quedarse a cuidar de su pequeño Melia, aún no se acostumbraba a el hecho de llamar a su segundo hijo como aquel rubio pero no le importaba, fue alguien importante en su vida aunque al final consiguió todo su odio los buenos recuerdos siempre quedaban —¿Como esta mi hermanito?—
—Feliz, se ah comido muy bien su comida— en esa ocasión fue la pelirroja la que le respondió a su pequeño a el que consideraba su sobrino y le extendió una cuchara con papilla a el nuevo bebé de la casa para que esté comiera, claramente no dudo ni un segundo en hacerlo, meliodas solo sonríe con ternura ante esto, recordaba que Elizabeth le dijo que no quería ese nombre para su hijo pues no quería que se obsesionara con la idea de recuperar a su gemelo sin embargo sabía bien que nunca iba a volver a verlo y ya se había acostumbrado a ese dolor, aveces lloraba pero tenía una familia por la cual seguir adelante y a ese bebé le quiso poner su nombre solo como un acto de cariño, cómo una memoria que nunca se perdiera —Abre la boca— cualquiera que lo viera incluso diría que el verdadero Melia había reencarnado en ese pequeño Niño con la diferencia de ojos
—¿Como les fue cariño?— susurró la albina mirando cómo sus dos hijos dejaban de ponerles atención solo para abalanzarse contra su esposo quedando ella arriba de él sentados en el sofá más alejados —¿Ningún problema?—
—Nishishishi no Eli, pero Tristán cree que quieres más a Melia por ser hijo mío— ante esa revelación la albina solo alzó una ceja confundida mirando hacia las hermosas esmeraldas de meliodas, tan brillantes que la dejaban aún más enamorada de él— Él me dijo que querías más a su hermano por ser hijo mío que a él por ser hijo de Melia —
—Pero yo los quiero por igual solo ya sabes cómo son los bebés — dijo está riendo levemente pero a la vez algo adolorida por lo que había dicho su pequeño, ella de verdad lo adoraba como nunca pero los bebés necesitaban más atención al menos hasta que crecieran, era una cadena sin fin que debían de seguir — ¿Y como es que sabe que es hijo de...él?— a Elizabeth le costaba decir un poco su nombre solo por el hecho de que ahora su hijo llevaba su nombre y se confundía un poco aunque no se lo esperaba
—No lo se, quizá nos escuchó hablar o escucho hablar a alguien más—
—Pero ¿Lo sigue creyendo?—
—No aún así me alegra que le tenga cariño a mi hermano, aveces lo eh encontrado mirando su foto de su primer cumpleaños— la albina solo sonrió ante eso, debía de admitir que durante esa fiesta se la pasó demasiado bien con el fallecido Melia, fue como si nunca hubiera pasado su relación de tres o todos los problemas, recordaba que se abrazaban, bailaban algo lento debido a que este no tenía fuerzas, jugo con Tristán demasiado tiempo e incluso lo escucho hablarle durante casi todo el rato como esperando ansioso a que este dijera algo — Aunque fue por muy poco tiempo Tristán lo quiso mucho—
—Si, me parece correcto que esté en su vida aunque ya esté muerto—
—¿Ya lo has perdonado?—susurro el rubio tentando los carnosos labios rosas de su bella mujer la cual solo se rio levemente, aún podía recordar cuando esos dos hermanos se la pasaban a cortejándola esperando ser solo uno el vencedor y desde entonces empezó toda una aventura, su reto entre ellos, cuando vino su madre, su relación de tres, esos momentos juntos tan felices en el que amaba verlos compartiendo, el problema, la fiesta y al final su pequeño Tristán, seguramente sería algo que agradecería haber vivido pues encontró el verdadero amor y fue feliz al final sin embargo en momentos de conciencia le hubiera gustado poder ayudar más a fondo a el difunto, quizá haberse enterado antes aunque fuera imposible hacerlo pero claramente no era posible
—No...pero ya no le tengo el mismo rencor, debo aprender a soltar y dejar de envenenar mi corazón— meliodas solo sonrió ante esa respuesta, era cierto, lo que le hizo a su Elizabeth era imperdonable pero con el pasar de el tiempo sería capaz de al menos poder disminuir un poco ese odio y rencor que tenia hacia su gemelo muerto —Ahora mejor bésame antes de que Tristán venga— eso ya no lo dudó, dejo de torturarla solo para unir sus labios en un beso desenfrenado lleno de pasión y lujuria, su manos viajaron a la cabeza contraria solo para acariciar sus cabellos y colocar las manos en sus cuellos para poder hacerlo más intenso, se amaban, se deseaban pero por sobre otras cosas estaban felices de el presente en el que vivían
—Papá!!! Deja de hacer eso estás dejando a mamá sin aire!!!— apenas ese grito sonó a los lejos el rubio se separó de la boca de Elizabeth dejando solo un pequeño hilo de saliva que los unía, no pudieron evitar reírse con fuerza levantándose de esa pose comprometedora encontrando la mirada enojada de Tristán, la picara de Liz y a el pequeño bebé que no podía ver nada pues la mano de la pelirroja le impedía ver lo que sucedía—Tranquila mami yo te voy a proteger de ese demonio—
—Calma mi amor no me estaba haciendo nada malo —
*
La familia entera se disponía en salir a comer para no dejar su amistad en el olvido y claramente para que el día de la muerte de Melia no fuera tan lúgubre, querían recordar a ese rubio desastroso como se debía y como estaban seguros que a él le gustaría que lo recordaran, riendo y burlándose en vez de estar llorando deprimidos, todos estarían ahí, la familia, los amigos todos quienes conocían y amaban a su gemelo...
Como si de una ironía se tratase llevaba puesto el mismo conjunto que el primer día en el que conoció a la albina, llevaba un jeans azul marino, una camisa negra por la ocaciones y sobre esa camisa llevaba un suéter rojo exactamente igual a el que utilizó aquel día, solo se rio por lo bajo y se dio la vuelta al instante mirando su reflejo a el espejo
—Pareces un dragón de peluche meliodas — el rubio solo se quedó helado ante aquella voz conocida mirando que en aquel espejo se reflejaba alguien más que solo él, al parecer si cumplía su promesa de que los iba a estar cuidando tanto a él como a Tristán, meliodas no pudo evitar reírse demasiado fuerte mientras las lágrimas caían de sus ojos esmeralda, todo era como ese día en el que empezó todo, el de ojos jade solo miro a el espejo dándose cuenta de cómo ese rubio idéntico a él estaba de espaldas riendo de la misma cosa de la que él se reía, no pudo evitar seguirle el juego
—Y tú un stripper Melia...— una sola sonrisa por parte de el fantasma fue suficiente para que el rubio empezara a llorar aún más fuerte entre risas, su hermano se veía demasiado bien, se veía descansado sin esas ojeras negras que lo hacían ver enfermo, ya no estaba tan delgado como cuando falleció, no temblaba y su cabello volvía a ser igual que siempre, esa apariencia tan feliz que mostraba su gemelo al estar descansado y no sufrir más fue suficiente para que este hundiera las manos en su rostro si dejarse de soltar lágrimas ignorando cómo su esposa había entrado preocupada a la habitación
—Cariño ¿Por que lloras?—
—No es nada mi amor solo recordé algo— Elizabeth solo sonrió con ternura ante esas alabes, le quito las lágrimas de sus ojos haciéndolo sonrojar levemente y luego para tratar calmarlo le dio un pequeño pero placentero beso en los labios
—Es bueno recordar cariño, ahora hay que irnos que tú madre nos espera— ya no dijeron nada más, meliodas volteó su mirada de nueva cuenta hacia el espejo dándose cuenta de que aquel espíritu ya no se encontraba ahí, al menos no ahí pues estaba seguro de que su querido hermano siempre estaría en el corazón de todos los que lo conocieron
Espero les haya gustado, no tienen idea de lo que yo disfrute escribir esta historia, me invente miles de finales que ahora que ya acabo puedo decirles
En uno (el cual le conté a algunas personas) Melia no moria y regresaba para visitar a sus padres encontrándose con la sorpresa de que su gemelo estaba ahí y justo cuando estaba por decirle que ese bebé no era suyo Elizabeth bajaba con un viente de embarazo perteneciente a meliodas
En otro elizabeth perdonaba a Melia y dejaba solo a meliodas mientras se iba con aquel rubio que la había abandonadoa cuidar de su familia (me iban a linchar en este)
En otro melia tendría Cáncer de corazón y para salvarlo meliodas decide darle el suyo
Y en el último Melia nunca volvía y él formaba su propia vida lejos con Liz de todos hablando con su hermano solo por teléfono y Elizabeth y meliodas se la pasaban juntos y felices
Espero les haya gustado esta historia, si es si voten y comenten p, disculpen las faltas de ortografía y nos veremos en alguna otra historia ^w^/
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