capítulo dos

CAPÍTULO DOS.       TE DETESTO



El invierno había llegado a la gran ciudad, y con ello el frío escalofriante helaba las calles. Brianna hacía resonar sus tacones negros por todo el pasillo, llamando la atención de los reclusos y demás presentes en el centro.

Las sesiones habían avanzado durante apenas unas pocas semanas. Poco a poco, la morena conseguía sonsacarle información, a pesar de mantenerse indiferente al principio y no responder a ninguna de sus preguntas.

— Buenos días, señorita Santos. — voceaban los pacientes tras sus rejas, inspeccionando la figura de la morena ladear de un lado a otro frente a ellos.

Brianna hizo caso omiso de los comentarios obscenos y las miradas fijas en su cintura, caminando con seguridad y confianza en sí misma hacia el cuarto del hombre del que más tarde o temprano, se convertiría en su perdición.

Abrió la puerta con cuidado de no hacer mucho ruido, adentrándose en la habitación blanca.

— Buenos días, morena.

— Al fin, un poco de educación en este centro. — Brianna se colocó sus gafas y deshizo su coleta, soltando su cabello que ondeaba por sus hombros.

Jude se levantó, acercándose a la morena. De pronto, una corriente eléctrica recorrió el cuerpo del moreno, haciendo una mueca de dolor.

— Joder, puto controlador de mierda. — Jude maldijo, centrando su mirada en su tobillo derecho.

Aquel dispositivo estaba diseñado para guardar distancias con el personal, causa de sus anteriores intentos de agresión hacia los trabajadores.

— Deja de quejarte y agradece que esa cosa pueda controlar que me des un puñetazo, o acabaré dándotelo yo.

Brianna desafió al moreno con la mirada.

— Más quisieras que me acercase yo a ti, terapeuta.

— Un respeto hacia tus mayores, señor Bellingham.

Ambos se sentaron en sus respectivos asientos.

— Bien, respecto a lo comentado el día anterior.
Me gustaría conocerle un poco más. Hábleme de usted.

Jude observó a la morena con cierta diversión en sus ojos, sonriendo de lado.

— Bueno, ¿por dónde podría empezar? Nací en Birmingham, una ciudad inglesa ubicada en Inglaterra. Tengo un hermano menor muy parecido a mí. Quizás podría interesarla. — Jude alzó una ceja divertido.

— Déjese de tonterías y prosiga. — Brianna no se andaba con rodeos.

— Bien, a la edad de los 17 años, debuté en el equipo alemán de Dortmund y tres años
más tarde, me ficharon para ser centrocampista en el Real Madrid Fútbol Club, uno de los mayores equipos del mundo. Y bueno, podríamos decir que el resto ya es historia.

— ¿A usted le interesa el fútbol, doctora? — preguntó el moreno.

— Eso es información confidencial. — Brianna anotó todo cuanto dijo Jude, sin alzar la vista de su cuaderno.

— Oh vamos, no sea así de estirada. Cuénteme
de usted.

—Bueno, fui jugadora hace unos años pero me lesioné y dejé del deporte. Tras mi lesión, comencé la universidad y terminé mis estudios
de psiquiatría.

— Con que fuiste jugadora, ¿eh? — el moreno rascó su barbilla. — Seguro eras muy mala.

— Eso no es de tu incumbencia, pero te equivocas. Quisieron ficharme para el Barcelona
y el Real Madrid, pero tras mi lesión, tuve que retirarme.

— Interesante. — declaró el moreno.

Ambos se quedaron en silencio durante varios minutos. Jude lucía un semblante pensativo.

— ¿Tiene buena relación con sus padres, doctora? — cuestionó.

— ¿Acaso debe importarle, Bellingham?

— Bueno, ya que nos vamos a estar viendo todos los días, me interesa saber de usted, ¿no cree?

Brianna sonrió, pero no era una sonrisa dulce.
Se asemejaba más a una sonrisa de odio, odio que por minutos iba acumulando cada vez que el moreno abría la boca.

— He vivido con mi madre y mis hermanos toda mi vida. En cambio a mi padre apenas lo he visto desde que era una niña, pero no tengo mala relación con ninguno de los dos. ¿Qué me dice de usted? — Brianna se inclinó hacia el moreno.

— Bueno, al convertirme en jugador profesional he tenido que distanciarme algo de mi familia, pero siempre me he considerado una persona cercana y unida a los míos. Desde que ingresé aquí, apenas he podido verlos ya que viven en Inglaterra. No importa cuándo o cómo, pero lo más pronto que salga de este agujero, más pronto podré estar con ellos.

La mirada de Jude contenía una mezcla de nostalgia y melancolía. Sus ojos se tornaron sinceros, contemplando a la morena sin quitar
la vista de encima.

A pesar de ser una persona odiosa y arrogante, Brianna admiraba la sinceridad de Jude y la facilidad con la que había abierto su corazón hacia ella a pesar de haber pasado dos semanas sin mostrar ningún resultado. Sin embargo, los trabajadores la habían avisado acerca de su aparente amabilidad y se mantuvo alerta en todo momento.

— ¿Usted quiere hijos? — preguntó el moreno
sin tapujos.

— No es algo que esté en mi mente en estos momentos. — respondió.

— No tendría ningún problema en darle uno a usted, señorita Santos. Estoy seguro de que saldrían preciosos, gracias a mí, por supuesto. — Y ahí apareció aquella faceta arrogante y odiosa que tanto lo caracterizaba, Brianna se preguntaba cuánto tardaría en salir, pero no pareció tomarle demasiado tiempo.

A pesar de mostrarse encantador frente a las cámaras y los medios, Brianna era una de las pocas personas que había conocido y presenciado la verdadera personalidad de Jude.

— Oh por dios, admiro su humildad y honestidad, señor Bellingham.

Jude alzó su postura y se inclinó hacia la morena, quedando a escasos centímetros sobre ella, sin que el dispositivo de su pierna pudiese detectarlo.

— ¿Por qué no nos vamos tú y yo fuera de este pozo sin salida a hacer el amor?

Brianna hizo lo posible por mantener su postura. Aquella pregunta la tomó por sorpresa.

— ¿Y por qué no se calla usted la puta boca? — lo desafió con la mirada.

— Oh vamos, Santos. ¿Acaso cree que no me he dado cuenta de cómo me mira? Sé que me detesta tanto como yo la detesto a usted, es más, la aborrezco. Con ese aspecto de terapeuta profesional y esa bata blanca tan aburrida.
Pero sé que en el muy fondo de su pequeño y delicado corazón, me desea más que a nadie.

Centímetro a centímetro, Jude iba acortando cada vez más la distancia que había entre ambos.

— Dígame a la cara que no me tiene ganas. Vamos, escúpelo morena. — susurró en un
escaso hilo de voz a poca distancia de sus labios, observándolos con atención.

La mente de Brianna se nubló por unos
instantes. El ángel de su hombro la alertaba mientras que el demonio de su otro costado la aclamaba a más no poder.

— Lo que le tengo es más asco que ganas. Le aborrezco tanto que tengo que respirar y exhalar aire fuertemente antes de ver su estúpida cara. Lo odio a más no poder, Bellingham.

La tensión rodeaba el ambiente. Jude observaba los labios carnosos de la morena y su rostro alzó una pequeña sonrisa divertida.

— Eso era justo lo que quería escuchar de usted, morena.


del odio al amor solo hay un paso, con eso lo digo todo. espero que os haya gustado el capítulo, nos vemos en el siguiente, un besazo!

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