Capítulo 30

Después de aquello Vergil se marchó, se le veía incluso asustado de estar conmigo cuando cayera la noche. Me sorprendía cómo pasaba de amenazante a intranquilo en cuestión de minutos.

Y luego estaba el tema de la amenaza hacia V. No sabía cómo tomarme aquello, si como algo que simplemente había dicho a causa del celo o como una amenaza real. Me lo tomase como me lo tomase no dejaba de ser una amenaza hacia mi mejor amigo, además de que se le veía muy capaz de acabar con la vida de la pantera y también con la del moreno.

Definitivamente tenía una seria charla pendiente con Vergil.

Un rato después decidí volver al apartamento de V, necesitaba hablar con él en profundidad, y ese era un muy buen momento ya que estaríamos a solas.

—Espero que no tengas otro contrato con algún otro demonio —V negó, riendo.

—Shadow es el único —respondió él —. ¿Te importa si le dejo salir? Está pidiendo permiso —miré confundida a mi amigo, ¿para qué quería la pantera materializarse de nuevo?

—Bueno, mientras no me quiera hacer nada, por mi bien —acepté.

Y acto seguido el pequeño gato se acercó a nosotros mientras una nube color ceniza flotaba hasta él, dando paso a la negra pantera demoníaca que debía admitir que era preciosa.

—¿Y bien? —Pregunté, mirando al demonio mientras se sentaba.

—Dice que quería admirar más de cerca a la humana capaz de controlar a ese híbrido tan fuerte —habló mi amigo.

—¿Sólo puede hablar contigo? —V asintió. —¿Qué intenciones tienes con mi amigo? —Me preocupaba que en realidad ese demonio estuviera engañando a V para obtener algo de él.

—Simple protección y supervivencia —contestó V tras un instante.

—Define supervivencia —miré fijamente al animal.

—Su poder se estaba agotando para cuando me conoció, y era establecer un contrato o quedarse en forma de gato común para el resto de su vida —explicó el moreno.

—Entiendo... Escucha Shadow, Vergil no es una amenaza para V, así que no hace falta que salgas enloquecido cuando notes su presencia, ¿vale? —Le dije.

—Dice que lo intentará, pero que es algo que forma parte de su instinto, como un impulso irracional que le obliga a reaccionar de esa forma cuando nota una presencia mucho más poderosa que él cerca —volvió a explicar mi amigo.

—Bueno... —Menos daba una piedra, y pese a que el demonio no me había garantizado que se controlaría, al menos dijo que lo intentaría.

Tras un rato allí decidí volver a mi apartamento, ya se había hecho de noche, y la verdad era que no sabía si hablarle o no a Dante. Por un lado quería hablar con él para saber cómo estaba Vergil, pero por otro sabía que si el mayor de los gemelos se enteraba de que estaba hablando con el menor la cosa podría ponerse fea, así que me aguanté las ganas y decidí que lo mejor sería esperar a mañana para hablar con Vergil directamente.

Esa noche no fue de las mejores de mi vida. Fue muy difícil conciliar el sueño, y después de eso me desperté sobresaltada en dos ocasiones, con la sensación de estar siendo observada. ¿Podría ser que Vergil...? Negué con la cabeza y fui a la ventana, descorriendo las cortinas sin encontrar nada ni nadie fuera. Suspiré y me metí de nuevo en la cama, conciliando el sueño tras un largo y tedioso rato.

Afortunadamente no tenía que ir a cuidar de Nero al día siguiente, así que me tomé la libertad de quedarme en la cama hasta el mediodía, llamando a Vergil después de desayunar:

—¿Cómo estás? ¿Te encuentras mejor? —Le pregunté yo.

—Sí, hoy estoy mucho más tranquilo, ¿tú qué tal estás? —Y no mentía, era increíble, pero su voz sonaba hasta distinta.

—Bien, ha sido una noche rara, pero bien —admití.

Vergil guardó silencio por unos instantes, y eso me dio que pensar, ¿y si realmente él sí había ido a verme mientras dormía? ¿Y si después de todo la sensación de estar siendo observada era debido a que él sí estaba allí?

—Define rara —habló él por fin.

—Me costó quedarme dormida, y encima me desperté un par de veces. No sé, suele pasarme de cuando en cuando —le dije, y no era del todo una mentira.

—Bueno, seguro que esta noche logras dormir mejor —comentó tras unos instantes.

—Eso espero —dije yo.

Pude escuchar la voz de Nero de fondo, preguntándole a su padre que si estaba hablando conmigo. El pequeño le pidió verme, pero Vergil se lo negó, alegando que yo no me encontraba muy bien.

—Tampoco hacía falta que le mintieras.

—Es lo mejor, no puedo explicarle toda la situación —intuí que Dante había conseguido entretener a Nero.

—Sí quieres puedo ir por él y llevarle de paseo un rato —Propuse, sabía que Vergil quería evitar el contacto conmigo, pero eso no tenía por qué significar que su hijo no pudiera verme.

—¿Segura? —Yo insistí y él suspiró, derrotado —. Siempre tiene que salirse con la suya.

—Es un niño. Además, fuiste tu quien dijo que darías lo que fuera por verle feliz, ¿no es así? —Recordé.

—Eso no significa cumplirle todos y cada uno de sus caprichos —replicó él, intentando justificarse.

—Eres esclavo de tus palabras, asume las consecuencias de ello, sean buenas o malas —reí.

—Bien... —cedió finalmente —. Iré por ti ya mismo.

—Perfecto —sonreí. 

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