{Corto 1}
El cielo era de un tono naranjo y rojizo, la tarde cernía sobre la ciudad. Un auto de color plateado, pasaba por una calle, deteniéndose en un semáforo. Dentro de este auto, se encontraba el trío demoniaco.
—Hmm...¿Cuánto falta para llegar? —cuestiona la de coletas, mientras mantenía su cabeza apoyada en su hombro. Veía a los demás autos pasar, a través de la ventana.
—Llevas preguntando eso, desde hace una calle atrás. —contesta, en un tono aburrido, el de cabellos amarrados.
—No falta mucho, 12 calles más y llegaremos a la mansión de Emma. —dice el de cabello rubio cenizo, y también tenía lentes de sol implementados. —Ya compramos lo que nos pidió, aunque se me hace algo curioso, que está vez haya pedido helado de fresa. —dijo con una ligera sonrisa.
—Irá a ver a Dante... Creo que lo está consintiendo demasiado para ser un aliado. —dijo sin muchos ánimos.
—Recuerda que es alguien muy poderoso, así que es importante ganarse su confianza de alguna manera. Así se apresuran las cosas. —explicó el de cabellos cenizos. —Aunque tienes razón, lo consiente demasiado.
—Ay, el amor. —suspira alegre la de coletas, luego mira a ambos.— ¿Seguros que no olvidamos nada?
—Es imposible, Ragen y yo nos encargamos de casi todas las compras.
—Exacto, y te encargamos que compres el helado de fresa. Por cierto, ¿Lo tienes? —voltea a verla.
Salem quedó algo helada por un segundo, se había olvidado de ese detalle. Rie nerviosamente, haciendo como que todo está en orden.
—Oigan, ¿Cómo que hace mucho calor aquí, eh? Mejor abro la ventana. —iba a jalar la manija para abrir la ventana del auto. Sin embargo, Ragen ya estaba un paso adelante.
—Ah no señorita, nada de escaparse. —dijo mientras ponía una flecha, mediante un espacio en su izquierda del asiento. La flecha al tocar la manija, lo congeló al instante. —De todas las cosas, esa estaba en la lista importante.
La fémina intento que la congelación no detuviera su escape. No obstante, solo le quedó afrontar las consecuencias. Dejo de intentar escaparse y se cruzó de brazos.
—No me culpen por esto. ¡Ni siquiera sabía que estaba en la lista importante! —ella se quejó.
—Tenemos dos opciones, una, asumimos las consecuencias y nos enfrentamos a una Emma enojada. O dos...alguno de nosotros se tiene que sacrificar.
Las opciones que estaba proponiendo Ragen eran aterradoras, al menos para Salem, ya que Kaege se mostraba neutro ante la idea de sacrificarse.
—¡Esta difícil lo que pones! ¡Debe haber otra opción más relajante! —refunfuñó la de coletas. —Esa diadema estaba bonita de todas formas.
—Salem, hermanita, acepta las consecuencias por esta vez y ve a comprar lo que se te olvidó.
—¡No! ¡Ni soñarlo! ¡Hay una cola enorme!
—Iré yo, después de todo, si ella va, se distraerá de nuevo. —dijo ya medio harto el de cabello oscuro.
—¡Gracias por tomar mi lugar! —dijo Salem muy contenta.
—No te acostumbres.
Kaege salió del auto, por suerte aún estaban en rojo. Decidió usar su velocidad, para terminar con esto de una vez por todas. Ante esto, se fue en un destello carmesí.
—Ya estoy dudando, ¿Crees que lo vaya a lograr? —cuestiona la fémina.
—Emma suele contar el tiempo en cada cosa que se hace. Así que, si nos atrasamos, va a sospechar que algo salió mal. —una vez vio que el semáforo estaba en verde, arrancó el auto a una velocidad prudente. —Asi que solo queda depositar nuestra confianza en Kaege.
Dijo con un tono casi despreocupado, pero en eso, recordó una cosa que Salem había dicho hace un rato.
—¿Que tan larga era la cola?
—Por eso no compre la diadema... —respondió con miedo al recordar ese momento.
Al momento de llegar a la tienda, Kaege caminó de manera rápida para ganar tiempo. Agarró el pote de helado, de la nevera.
Ya estaba de camino a la cola para pagar, pero en eso, vió una diadema de color rosa. Solo fue cuestión de segundos de mirar a ambos lados, para luego agarrarlo y ahora sí, ir a pagar lo comprado.
Lo que vio después, hizo que casi decidiera irse sin pagar, la cola era súper larga. Se armó de valor y en un suspiro pesado, se formó en la fila.
Pasaron unos cuantos minutos, que parecían una eternidad. Sentía que no avanzaba y estaba a nada de usar su supervelocidad, pero debía contenerse. Detrás de él, escucho algo.
—Orejas largas. —le dijo un niño, mientras le apuntaba con el dedo.
Kaege simplemente lo vió de reojo, pero no dijo nada y siguió esperando.
Fue en cuestión de minutos, que ya se encontraba, finalmente, pagando por su compra. Luego de eso, caminó rápido hacia la salida, dispuesto a usar su velocidad para llegar a tiempo.
A la mitad de camino, se topó con algunos demonios que andaban merodeando en su camino.
—Malditos... —de su brazo aparece una cuchilla roja—Voy a llegar a tiempo, les guste o no...
Mientras en dicho carro
Ragen y Salem ya habían llegado a casa, estaban estacionándose fuera de la mansión de Emma.
—¡Hemos llegado! —dice la rubia emocionada, saliendo sale del auto.
Ambos salen del auto y llegan a la puerta principal de la residencia. Pero en eso, les abre Kaege, dejándolos atónitos.
—¿Tanto se tardaron? —les preguntó este con una apenas visible sonrisa.
—Ohh, eres un... Vale, por esta vez ganas. —Ragen dijo mientras ingresaba a la mansión.
—Por cierto, toma esto. —el de cabellos oscuros le entregó la diadema a Salem, haciendo que está última sonria muy feliz.
—¡Oh, gracias! —ella le agradeció mientras ingresaba a la casa.
Salem al entrar, lo vió de reojo, y notó que este en su espalda tenía manchas de sangre de otros demonios. Decidió preguntar que pasó.
—¿Y eso? —preguntó la fémina mientras señalaba su espalda.
—Cucarachas... —respondió rápido mientras se iba adentro de la mansión.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top