Capítulo 7
8:05 pm, 6 de agosto, en un lugar cerca de la mansión de Emma.
Habían varios demonios, en camino hacia la mansión de Emma, donde harían la emboscada. Sin embargo, una moto de color roja pasó a la par. Quien conducía esa moto, era una mujer de cabello azabache corto y ojos de distinto color, la cuál portaba pistolas.
-Genial, lo que me faltaba. Recuerden que solo los estoy eliminando de paso, por interrumpir mi misión principal.
Aquella persona no dudó mucho y disparó con destreza a cada demonio que estaba en su camino, logrando eliminar a varios de ellos.
No obstante, los demonios no tenían como principal objetivo la mujer, sino, seguir su camino. Ella detuvo su moto, al ver que estos no tenían interés en confrontarla.
-¡Que descarados! Encima que una les da atención. -ella comenta con ironía, mientras recarga sus armas. -«Pero, esto es raro... Todos se van a una dirección en específico...» -Se dispuso a seguirlos, al menos para averiguar de que se trataba todo esto.
Pero en eso, oyó unos cuantos disparos y a lo lejos, múltiples balas fueron hacia ella. Actuó al instante y arrancó la moto, escapando de dichas balas.
Hubiera sido una situación que hubiera comprendido al instante, de no ser por el detalle de que las balas no iban de manera recta como siempre. Era como si tuviesen un objetivo y lo sigan en líneas rectas.
-Carajo, esto no pinta nada bien. -murmuró con fastidio. Escapaba de las balas como podía, intentando desviarlas en varias ocasiones, mediante intersecciones en la pista.
Le había costado bastante, finalmente logró evadir todas las balas. Decidió ya no entrometerse mucho, puesto que se había quedado sin municiones.
Mientras se iba, arriba de uno de los edificios, logró captar a la mujer de traje militar. Solo fue por un breve instante, ya que desapareció en cuestión de un parpadeo.
-Esta tipa, definitivamente debe ser una demonio con un manejo de balas rarísimo. -comentó para sí misma. -Ni siquiera Trish hacía eso...
Luego de eso, la mujer decidió ir hacia aquel local, esperando que cierto peliblanco sepa lo que sucede.
9:00 pm, 6 de agosto, mientras en la mansión.
Emma regresaba a su escritorio, viendo como todo en la mansión estaba algo alborotado. Sin embargo, la preocupación se hizo a un lado cuando sus 3 perros Doberman comenzaron a ordenar lo que podían.
-Esos malditos...-ella murmuró irritada de manera leve, recordando a los demonios y aquella mujer de uniforme militar oscuro.
Ella volvió a su escritorio, viendo que nada más se descolocó, además de la ventana rota. Dejó el Silver Strike a un lado, para poder sentarse de piernas cruzadas. Ahora que la amenaza a su mansión había medio finalizado, se podía dar su merecido descanso de 3 minutos.
-¡Oiga! -llamó el joven de cabellos blancos.
Y justo ahí terminaba su descanso de 3 minutos, el cuál no fueron más de 30 segundos.
-¿Qué son esos cadáveres en tu sótano? -cuestionó Nero, el cuál venía sin los tres demonios restantes.
Emma lo miró un tanto extrañada, tratando de recordar a que se refería. Luego de un milisegundo de mostrarse algo atónita, se recompuso para decir lo siguiente.
-En lo que respecta a los cadáveres, hace unos días, unos individuos se metieron a robar. En ese momento estaba afuera, y mis perros no tuvieron más opción que recurrir a la violencia. -ella hizo una pausa. Las palabras al respecto, eran dichas con sumo cuidado. -Se me olvidó deshacerme de los cadáveres cuando volví. Ahí tienes tu respuesta. -ella finalizó, mirándolo sin titubear. - ¡Ah! Y si te preguntas por qué no llame a las autoridades, me gusta hacer todo por mi cuenta.
El peliblanco solo la miró con más dudas. Lo que dijo sonaba bastante creíble, sin embargo, todavía había ese algo que no lo terminaba de convencer. El chico la miró de manera intimidante. Dió unos pasos hacia adelante, solo para darle una ligera advertencia.
-Bonita historia...¿Sabe algo? He oído bastantes cosas, muchas buenas, de parte de sus compañeros. Espero siga así...
-Escucha, niño...No creo que sea buena idea meterte con alguien, que no tendrá reparo en hacerte saber quién está a cargo... -ella dijo, ahora con un tono más amenazante e intimidante.
La tensión macabra en el ambiente empezaba a aumentar. Nero estaba por sacar su pistola de manera discreta, y hubiese disparado para acabar con ella, por la amenaza.
Lo que no se esperó, fue que ella se echó a reír de la nada, burlándose de la situación. Mantuvo su mano en el mango de la pistola, aún alerta.
-¡Vaya situación! Sin rencores, no te obligaré a confiar en mí. -ella dice de manera respetuosa, luego de reírse de ese momento tétrico. -En fin...tenemos asuntos más importantes que atender. Esa francotiradora aún sigue suelta, y no es recomendable pelearnos entre sí. ¿Quedó claro?
Ella tenía razón, era un desperdicio intentar matarse, sobre todo si hay más problemas encima. A pesar de lo desconfiado que estaba de esa mujer, hizo un esfuerzo para soltar la pistola.
-Ellos confían en usted...bastante, de hecho. -él le dijo, refiriéndose a sus tres compañeros. -Tuve que ocultarselos para no arruinarlo, pero... No esperes mucho de mí. -dicho esto, él se fue. Trataría de seguirles la corriente, pero no pudo evitar seguir sus instintos. Algo le olía mal en todo esto.
Emma simplemente se quedó sentada, ahora sí podía tener su descanso de tres minutos.
-Que chico más interesante... -ella reconoció, luego de un periodo de tiempo. Su tono de voz no vacilaba. Por un momento, su cabello estaba corto y su sonrisa era amplia.
10:00 am, 7 de agosto, de camino a Devil May Cry.
El auto en el que iban los cinco, estaba en total silencio. La incomodidad estaba en el aire y solo se podía oír el sonido leve del motor. En eso, Salem decide romper el silencio.
-¿Quieren? -ella cuestiona, ofreciendo una papita de la bolsa de papas que tenía.
A excepción de Emma, los demás agarraron una papita cada uno.
-Esto definitivamente, es una buena patata. -Ragen dijo, luego de darle un mordisco a la papita. Con el fin de intentar romper el ambiente tan denso.
-Emma...-Kaege la llamó, luego de unos segundos. -Recuerda decirle todo sobre la situación en la que estamos todos.
El no quería decirlo, pero deseaba hablar de más, ella se sentía bastante distante, ahora que sucedió lo de su doble personalidad.
En la mente de la propia Emma, mientras conducía, todavía máquina a sobre todo lo que procede a continuación. Ella sabe que no puede ocultar todo...al mismo tiempo, habían cosas que eran mejor callar.
-«Hasta ahora la verdadera Swan no se hace presente. Si sigue así, no habrá ningún estorbo.» -Emma no podía estar mas que agradecida de que su otra personalidad no interfiera en absoluto. Se ahorraría bastante las preguntas que le caigan.
Todavía había un asunto pendiente. Aquella persona misteriosa que los atacó días anteriores, estaba lejos de ser una simple humana. Anteriormente la ha podido lastimar.
Aunque Salem hubiera tratado su herida, todavía no estaba contenta. Una desconocida trató de atacarla y dañarla en el proceso, y eso no lo iba a permitir como la gran Emma Swan.
Además de todo, justo el reciente integrante a su equipo, sospechaba de ella y no confiaba en absoluto.
Varias cosas estaban en desorden, lo último que podría desear para su rutina diaria.
Al cabo de unos minutos, llegaron a Devil May Cry, el local en dónde Dante estaba. Ya llegó el momento de notificarle al peliblanco, sobre lo que estaba sucediendo.
-Quédense aquí, yo hablaré con él. -Emma indicó mientras apagaba el motor del auto. -Si algo sucede, Kaege está a cargo. -dice con una leve sonrisa, para luego, salir del auto.
-¿Eh? ¡Oye no es justo! ¡Siempre lo dejas a cargo! -Ragen protestó junto con su hermana.
-¿Y si se callan y la esperamos tranquilitos como los demonios pacientes que somos? -sugirió Kaege de manera sarcástica, mientras se ponía en el asiento del conductor y agarraba las llaves del auto.
-Bueno, en eso que la esperamos. ¿Quieren jugar a las cartas? -Ragen se pasa al asiento del copiloto.
-Ni que fuera a tardar tanto. -replicó el de cabellos oscuros.
-O tal vez si se tarde... -Kaege miró a su compañero con el ceño fruncido. Ante esto, Ragen niega con una leve risa. -¡Estoy bromeando! No tardará tanto.
Dentro de aquel local, la mujer de cabellos azabaches cortos, cuyo nombre es Lady, le informaba a Dante. De paso, quería cobrarle lo que le debe.
-Tengo un dejá vu de esto. -comentó Dante, al mismo tiempo que hablaba con Lady, mantenía los pies sobre su escritorio, mientras leía algunas revistas eróticas.
-Por segunda vez, no se parece en nada a como conocí a Trish. Esta vez, la mujer parecía militar, y sus balas no iban de manera recta.
-En ese caso, tal vez esa mujer me pueda enseñar sus trucos con las balas. -Bromeó, aunque parecía restarle importancia al asunto.
-¡No me digas que ya la conoces! De ser así, no perdonaré que me estés tomando el pelo de nuevo. Y lo añadiré a lo que me debes. -Lady no tenía ningún reparo en cobrarle. Por otro lado, estaba aquí por que la francotiradora, es un potencial peligro.
Dante iba a refutar en cuanto oyó sobre las deudas. Enseguida, cierta mujer elegante rubia de lentes y con el mismo traje que la conoció, cruzó la puerta. Inmediatamente, guardó la revista que estaba leyendo, cosa que incluso sorprendió a Lady.
-Buenos días a ambos. -ella saluda cortésmente. Viendo la oficina de Dante, era bastante diferente a lo que podría ser un lugar en orden. -Vaya oficina, diría que tiene tu toque personal.
-Es un gusto verte, preciosa. -Dante dice con una sonrisa ladina y algo coqueta. Cosa que tampoco pasó desapercibido por la pelinegra.
-¿Interrumpo algo importante? -Emma preguntó, de manera educada, cuando estuvo a algunos pasos de ellos.
-¿Y ella quién es? -Lady le preguntó a Dante, esperando alguna respuesta. Sin embargo, la rubia estaba un paso adelante y se presentó, estrechando su mano con la de ella.
-Mucho gusto conocerla señorita. Soy Emma Swan, detective, espía y cazadora de demonios. -ella se presentó de manera cortés, con elegancia y encanto, sonriendo de manera leve.
-Ay caray. Detective, espía y cazadora de demonios. ¿No son muchos trabajos? -cuestionó consternada, aunque era un gusto conocer a alguien refinada. Después de unos segundos, vió bien su rostro, lo cuál le hizo recordar algo. -Espera, ¡¿Eres la de las revistas de moda?!
-Vaya, entonces si me conoces. Si, soy la misma. -ella sonrie leve, confirmando su identidad.
-Un placer entonces, yo soy Lady. -ella se presentó, con una sonrisa sutil. -Santo cielo, jamás pensé que te vería en persona. ¡Y mírate! ¡Incluso de cazadora de demonios, tienes estilo!
-Oh, muchas gracias estimada Lady. Y tú manera de vestir, si me permites decirlo, se ve bastante genial.
Mientras ambas conversaban, Dante estaba en segundo plano. Cosa que nunca antes pensó que pasaría, mucho menos con dos mujeres en su presencia.
Simplemente miró hacia otro lado y tosió un poco. Fue ahí cuando Emma y Lady se acordaron de que estaban en su local.
-¡Oh, mil disculpas! Me perdí en la conversación.
-¿Que dices? Mientras hablaban de cosas de chicas, estaba a punto de pedir una pizza. -el refutó, cruzado de brazos.
-No sería tan cortés no presentarme ante alguien nuevo. -ella miró a Lady. -En fin, ¿Me he perdido de algo?
-Espero que tú si me tomes encerio.
-¿Acaso el caballero aquí, no la tomó encerio? -ella cuestiona, mirando de reojo a Dante con una sonrisa leve.
-No sabes lo difícil que es cuando no presta atención. -ella suspira y niega.
-¿Quien dice que no presto atención? -Dante dice, dispuesto a defenderse de que lo hayan delatado. -Dices que había una mujer extraña de uniforme militar y encima controlaba demonios.
Al oír eso, Emma se puso alerta, de manera discreta. No podía sobresaltarse, la profesionalidad ante todo. Se limitó a cruzarse de brazos y mirar a ambos con seriedad.
-Justamente, tuve un incidente con ella. Ayer en la noche... -No podía decirles su teoría, por qué tenía una idea de dónde provenía está misteriosa cazadora.
Los dos restantes quedaron extrañados, puesto que entonces ayer en la noche, la mujer estaba cazándola. Aunque la rubia, aún no les decía lo realmente peligroso que era todo el asunto.
A la par, afuera en el auto. Los cuatro andaban algo impacientes. Puesto que Emma se estaba tardando bastante. A lo cuál, el de cabellos oscuros, decidió ir a ver qué sucedía.
-Iré. -él dijo, sin embargo, Ragen lo jaló de nuevo al asiento de conductor.
-Ah no, nos regañará si la interrumpimos. Dale tiempo.
En los asientos de atrás estaban Nero y Salem. Está última, notando que él había estado algo callado durante toda la trayectoria.
-Oye... -ella lo vió, y al instante supo que algo no andaba bien. -¿Que sucede?
El de cabellos blancos solo suspiró, no sabía cómo decirles a ninguno de los presentes sus sospechas y desconfianza. Luego de unos segundos en silencio, habló.
-No puedo confiar en ella. -la vió a los ojos, siendo totalmente sincero. -Simplemente, estoy aquí por ti y por ellos.
-Entonces era eso... -ella tomó su mano, acariciándolo con seguridad. -Está bien, no estás obligado a nada. ¿Qué tal esto? Acabaremos con todo esto, y podremos volver a la rutina de cazar demonios y proteger a los humanos. ¿Qué dices? -ella le da una sonrisa reconfortante. A lo cuál, el contrario, se calma un poco en cuanto a pensamientos.
-No suena tan mal. -dice, aún con su mirada fija en ella, mientras una sonrisa leve se trazaba por sus labios. Luego de eso, se reclinó en el asiento y miró hacia afuera, exactamente al local de Dante.
Salem por su lado, mientras veía que Ragen trataba de mantener a Kaege dentro del auto. Todavía pensaba en lo que le dijo Nero, y a pesar de tener varias razones para desconfiar, no lo culpaba. Habían pasado muchas cosas hace un año.
Por un instante, sus sentidos se agudizaron y sus orejas puntiagudas se pusieron en total alerta. No supo que era, pero algo andaba mal.
-¡Arranca el auto! ¡Rápido! -ella agitó rápidamente el hombro de Kaege. Este último se irritó un poco, pero al recordar de que ella poseía un instinto demoníaco agudizado, procedió a hacer lo dicho.
-¡¿Y ahora que cosa nos persigue?! -pregunta exaltado, el de cabellos rubios cenizo, mientras invocaba su arco de manera inmediata.
-¡Carajo! -Nero miró por la ventana de atrás, y habían múltiples balas dirigiéndose a toda velocidad hacia ellos. Sacó su pistola, Blue Rose, y mientras se asomaba por la ventana de su costado, procedió a dispararle a las balas.
Salem procedió a hacer lo mismo de su lado, las cuchillas demoníacas rojas que hacia aparecer en su mano, las dirigía directamente a las balas que se le escapaban a Nero. Destruyéndolas al instante.
Ragen vió por el retrovisor y habían demonios persiguiendolos, pero estos eran diferentes. Llevaban un equipamiento que disparaba balas en automático, mientras los perseguían.
-¿Ahora los demonios llevan armas de fuego?
-Esto no es bueno... -Kaege estaba conduciendo lo más rápido que podía, por suerte, la calle estaba despejada. -¡Escuchenme con atención! Ustedes encarguense de eliminar a los demonios. De igual forma, esperemos que no sea otra trampa como la última vez...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top