Capitulo 11
19: 20 pm, 7 de Agosto, en la mansión "Devil Nest".
Emma se estaba arreglando frente a un espejo, llevaba un vestido negro elegante. Estaba cepillándose su cabello rubio sedoso, enfocada en cualquier otro pensamiento.
-¿Por qué no le dices la verdad? -cuestiona la silueta invisible de la Emma con pelo lacio, sentada desde la cama.
-¿Sobre?
-Sobre que no estamos...Ya sabes, no es normal nada de esto. Tu y yo compartiendo cuerpo, y-... -Ella fue callada por una garra demoniaca escamosa de tonos violetas.
La rubia iba a voltear para refutar eso, pero no la encontró. Se le hizo raro que desapareciera así de la nada, puesto que Swan podía aparecer de frente de ella cuando quiera.
No le dió tantas vueltas y siguió arreglándose.
Emma odiaba no tener el control absoluto de las cosas, sentía una sensación de miedo ante el mero hecho de no tener el conocimiento de que las cosas estarán bien. Esta noche, ella le iba a explicar el plan a detalle.
21:30 pm, 7 de agosto.
Dante estaba de pie fuera de la mansión. Pensó que sería alguna especie de local, pero era una mansión muy grande de mármol. "Ella debe tener mucho dinero" pensó.
-Asi que esto es "Devil Nest".... de humilde no tiene nada. -reflexionó de manera irónica. Aunque en cierto modo ya debió intuirlo con su presentación en aquella tarjeta dorada.
El estaba a nada de tocar el portón, no obstante, se abrió solo. No se le hizo tan raro, había visto bastantes cosas como para impresionarse por un portón que se abre.
Inmediatamente, tres perros Doberman saltaron sobre él. El hombre estaba por defenderse, sin embargo, se detuvo al último segundo. Los perros solo querían olfatearlo. Debían ser el sistema de seguridad de Emma.
Aquellos perros lo olfatearon y con un ladrido aprobaron la presencia de Dante. Debía admitir que eran un sistema de seguridad curioso.
Se adentró a lo que era la mansión, y vió a Emma, sentada en una mesa con velas, todo tenía pinta de una cena romántica y no a una charla de esas serías.
-Te ves bien en ese vestido. -El peliblanco comenta con una sonrisa levemente ladina.
-Te lo agradezco... -Ella le dice con una leve sonrisa. Y le indica que tome asiento. -Sientete como en casa.
Dante deja su espada que llevaba en la espalda, a un lado de la silla, y se sienta. Era la primera vez que estaba sentado en una silla de esas costosas.
Tal y como ella le indicó, se sintió como en casa y se recostó a su gusto.
-Se ve como una cita.
-¿Tu crees? -la rubia cuestiona, divirtiéndose con el hecho de que realmente parecía una cita.
Justo en ese momento, alguien se les presenta, como una especie de mesero. El les coloco las copas y los cubiertos.
-¿Que pedirán para esta noche?
Dante levantó la cabeza para mirarlo, y se llevó una leve sorpresa al ver a Nero como mesero. No pudo evitar reírse por lo serio que se veía.
-¡Hey, niño! Cuánto tiempo. ¿No jaló lo de ser cazador de demonios? -cuestionó en broma.
-Una palabra más sobre esto y te volveré a enterrar una espada. -el le murmuró, dándole una mirada de que si se seguía burlando, definitivamente le iba a lanzar algo en la cara.
Mientras tanto, en la cocina, los tres demonios trataban de coordinarse entre sí para cocinar. Y inmediatamente Nero llegó con la orden.
-¡Una pizza mediana con helado de fresa y un volcán de chocolate con helado encima! ...Encerio, esto apesta. -deja el papelito en una mesa. Luego mira al de cabellos castaño oscuro. -¿Kae, no prefieres hacerlo tú?
-No estoy...particularmente cómodo con esa idea. -Kaege responde, un tanto cohibido.
-Descuida, ya pasamos por esto, y eso no es lo más raro. -Ragen saca la masa de pizza y la empieza a amasar.
-Ya sé, pero una cosa son las misiones y otra es esta reverenda mierda de "trabajos". -el peliblanco se cruza de brazos, refunfuñando.
Mientras los veía cocinar, Nero no pudo evitar preguntarse sobre lo que querían decirle anteriormente.
-Oigan... continúen con lo de antes. Decían algo sobre Emma-
-Ella tenía una hermana. -menciona Kaege sin rodeos, mientras corta el queso y peperonni. -Su nombre era Griselda. "Zelda" es como la solía llamar. -El dice, de todas aquellas veces que ellos tres, pudieron escuchar a Emma hablar en sueños.
-Entiendo, una hermana... ¿Y no me digan, está muerta o algo así, pero luego resulta que no?
-Eso mismo pensamos, con todo lo que está pasando...Ya podemos ir esperando que resulte lo contrario. -Ragen dice en un tono medio sarcástico.
-Vamos chicos, estoy segura de que Emma tuvo sus razones para ocultarlo. -intenta calmar la de trenzas, haciendo el postre que Emma pidió.
«Así como ella ocultó los cadáveres.» Nero piensa para sí mismo. Habían muchas cosas raras en esa mujer, pero tenía en mente que ellos le tenían ciertas esperanzas para salir del apuro que conllevaba ser perseguidos.
Él no pudo evitar recordar la última vez que vió a alguien cegado por las promesas de alguien más, lo cuál no terminó nada bien. Por ello, él se aseguraría de que pase lo que pase, iba a estar ahí para ellos.
Afuera, mientras Dante y Emma esperaban sus pedidos, finalmente pudieron hablar de la misión en general.
-Esto es original, la mayoría de mis clientes vienen al local o llaman. ¡Servicio de 5 estrellas! -él comenta con una sonrisa divertida, para aligerar el ambiente bastante fuera de lugar para él.
Nunca se había imaginado en una mansión, con una mujer hermosa, a Nero de mesero y probablemente los demonios, de aquella vez, de cocineros.
-Entonces, requieres mi ayuda para derrocar un clan de semidemonios mimados en dinero y poder...¿Correcto?
-Es un buen resumen. -Ella sonrie sutilmente.
-Tenían que ser millonarios. ¿Por qué siempre son malos? -el hombre niega y suspira, cruzándose de brazos. -¿Y a tí te molestan por...?
-A ellos no les caen bien los cazadores de demonios. Tiene sentido, con los demonios que suelen monitorear. Sobre todo tú, y eso se explica por sí solo.
-Oye, ¿te puedo preguntar algo? -Dante la miró a los ojos. -Hace unas horas, me encontré a una demonio con cuernos bastante particular, y me robó algo muy personal. ¿Tienes alguna idea al respecto?
Emma consideró por un momento su pregunta, miró a otro lado y luego lo volvió a ver, negando.
-Te diría algo, pero acerca de eso, no tengo información. Aparte de lo que me dijiste.
-Bien, entonces este es el trato. Te ayudo con esos cabrones, y tú me ayudas a encontrar a esa demonio. ¿Estamos de acuerdo, preciosa? Solo así te ayudaré y más. -El extiende su mano, para sellar el trato.
-Suena justo... intercambio equivalente, supongo. -Ella sonríe y le da la mano. -Trato hecho.
Luego de ello, Nero llegó con la pizza que Dante pidió y el postre de Emma. Ambos empezaron a comer.
-Por cierto, nunca creí que serías de este mundito. ¿Tú eras la mesera de esa vez, no?
La rubia se quedó helada por un momento, para luego asentir y dar una sonrisa a medias.
-Si, bueno....Tengo varias vidas...
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-Zelda, tú siempre estarás conmigo, ¿verdad? -le cuestiona una niña de un aspecto algo descuidado y con las mejillas algo sucias y maltratadas.
-Emma... -la chica de cabellos rubios con vestido rojo, se le acerca y le limpia las mejillas. -Yo siempre estaré ahí, cuidándote y apoyándote... -le sonríe dulcemente.
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23:30 pm, en un laboratorio desconocido.
-Emma.... -La francotiradora murmura con una voz quebrada, estando amarrada en una silla. Mientras dos máquinas a su costado, estaban recargando las agujas para introducirlas en su cerebro.
Fuera del laboratorio, un hombre de cabellos rubios largos, alto y con un traje oscuro con un par de katanas, estaba mirando todo el proceso desde la vitrina con una expresión que no delataba nada de emocionalidad. Y a su lado, se encontraba Liam, de brazos cruzados.
-Esos lavados de cerebro, algún día serán inútiles.
-¿Estás dudando del clan? -el hombre se voltea a verlo con severidad.
-Pshh, para nada. Es ciencia básica. No pueden contener sus recuerdos por mucho tiempo.
-Tu hermana siempre ha sido...muy humana, es repugnante ¡Y una vergüenza para la familia! -él lo mira de manera amenazante. -Una falla más, y no dudaremos en cazarla a ella también....
Liam lo miró con una expresión medio seria.
-De acuerdo, padre. A esas llegamos...
-Y como líder del clan, asegúrate de que el vástago insolente que queda de Sparda, sea eliminado. -Dice con severidad, lléndose de ahí.
-Si, si, ya sé... Ya sé... -el volteó a ver en dónde está la francotiradora fantasma.
El procedimiento de lavado de cerebro había iniciado, y unas agujas demoníacas fueron insertadas en las sienes de aquella mujer. Haciéndola gritar de dolor y retorcerse.
-Y es justo lo que pienso hacer... -el sonrie para sí mismo, al pensar en algo. -Con mis reglas...
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