XLIII. Detener el tiempo.

N/A: Leed la nota final porfi ❤

Sonreí algo cohibida cuando mis ojos se encontraron con los de Vincent, pues a mi mente apareció el recuerdo de la noche de la reunión. Intenté eliminar las imágenes que pasaban en ese momento por mi cabeza mientras evitaba imaginar que le había rondado exactamente l la cabeza en ese entonces. Sin embargo, para mi total sorpresa me sonrió con calidez mientras se acercaba.

– Kay, me alegro de...

Sus palabras se cortaron en el preciso instante en que sus ojos se desviaron percatándose de la presencia de Sasha, la cual se acababa de dar la vuelta cruzada de brazos. Al contrario que momentos antes su sonrisa había desaparecido siendo sustituida por una mueca de completo fastidio.

– ¿No deberías estar revisando las notas del contrato con el señor Anderson? – preguntó ella en cuanto posó su mirada sobre él.

No pude evitar que un pequeño temblor me recorriese la espalda al escuchar su voz afilada. Inconscientemente di un paso atrás percibiendo como el ambiente se tensaba repentinamente y presintiendo lo que se avecinaba.

Esto se va a convertir en Troya.

– Lo terminé hace una hora – respondió con una pequeña sonrisa tensa – ¿Tú no deberías estar preparando la reunión de mañana y no aquí perdiendo el tiempo?

– Como tú mismo has dicho es mañana y tengo todo listo.

Comencé a ponerme nerviosa sin otra cosa que hacer que alternar mi vista entre ambos. Vincent continuaba con las manos en los bolsillos y Sasha de brazos cruzados. Sus cabezas se encontraban alzadas mientras no apartaban sus ojos del otro, casi podía ver las chispas saliendo de sus pupilas y chocando entre ellas sin ceder, como en una especie de batalla de vida o muerte.

– Creo que iré subiendo... – atreví a decir despacio.

No quise subir demasiado el tono de voz, pero conseguí que ambos me escucharan pues giraron sus cabezas hacia a mi al mismo tiempo.

– Iré contigo – anunció Sasha chasqueando la lengua – No quiero perder más tiempo con... cosas innecesarias.

No hacía falta ser un genio para saber que ese comentario iba con segundas. Evité las ganas de suspirar al mismo tiempo que pensaba que aquello estaba siendo peor que una pelea de niños de guardería. Vincent tensó los labios.

– Sí, deja que te acompañe – soltó en un hilo de voz  sin apartar su mirada de ella – aunque ten cuidado de que no intente romperte un pierna por el camino...

Ese último comentario fue echo en voz baja, pero lo suficientemente alto para que ambas lo oyéramos. Sasha giró su rostro con brusquedad con una mueca de furia dibujada en el.

– Lástima que no te la rompieras de verdad. – masculló irritada.

Dejó vagar su mirada por el rostro de Sasha, como si estuviera sopesando la posibilidad de no decir nada más. Yo casi esperé que no lo hiciera.

Fue pedir demasiado, claro

– Debiste apuntar mejor, enana.

Ay no.

Hasta yo sabía que Sasha odiaba ese mote. Ella soltó un gruñido cerrando los puños y por un momento estuve segura que iría hasta él para pegarle con uno en el rostro, sin embargo, en vez de eso se quedó de pie en el mismo lugar durante un rato con la ira emanando por todo su cuerpo. Finalmente le echó una mirada más de completo odio y se dio la vuelta, al parecer dispuesta a ignorarlo.

– Vamos Kay... Además, Vincent tiene mucho trabajo con... – carraspeó brevemente – otras compañías.

Su voz cargada no pasó desapercibida para ninguno de los presentes. Por mi parte no lo entendí, el único que pareció hacerlo fue Vincent que le dedicó una mirada completamente sorprendida y enojada al mismo tiempo. Sasha se movió dispuesta a ir hasta a mi y dar por sentado aquel encuentro extraño con su hermanastro, pero antes de poder llegar la mano de Vincent la detuvo cogiéndola del brazo y obligando a que se girara una vez más hacia él. Se miraron con completa rabia el uno al otro durante un buen rato.

Yo en ese momento me pregunté si debía irme o quedarme acompañada de una bolsa de palomitas.

– Supongo que has venido para ver a Spenser – comentó Vincent sin variar su postura – Quinta planta, despacho nueve. Solo toca antes de entrar – abrí la boca sin saber que decir – Si no te importa necesito tener unas palabras con... Sasha.

No sé si solo fue mi percepción, pero cuando la nombró una extraña tensión cortó por completo el ambiente. Estaba mas que segura de que ella iba a replicar, sin embargo, antes de que pudiera hacer nada fue arrastrada fuera de allí sin más explicación.

Yo me quedé estática durante unos minutos tratando de entender la escena que acababa de presenciar, para después simplemente negar con la cabeza y dirigirme hacia el ascensor.

Ahora mismo tienes algo más importante en lo que pensar que un pelea de niños de parvulario.

.

.

Al salir una más tarde de aquel pequeño despacho al final del pasillo decorado con aquella elegante moqueta verde solté un largo suspiro. Segundos después una sonrisa abordó mis labios irremediablemente.

Tengo trabajo.

No me lo creía. Las ganas de subir mis manos y pellizcarme el rostro eran muy fuertes, pero aguanté y solo me pellizqué la muñeca levemente soltando un pequeño quejido al mismo tiempo que evitaba las ganas de ponerme a saltar como una loca llena de alegría en medio de aquel pasillo lleno de gente con trajes y ropa demasiado elegante.

La reunión había ido tan bien que apenas daba crédito. Para mi sorpresa el señor Spenser había resultado ser todo lo contrario a lo que me esperaba, no solo no buscaba gente con experiencia, mas bien simplemente personas con ambición y ganas de comerse el mundo. Al parecer Sasha la había hablado tan bien de mi que solo necesitó verme y hablar un poco conmigo para acabar de decidirse.

Solté un grito de jubilo para mis adentros mientras sacaba el móvil del bolso. Lo primero que hice fue llamar a Sasha, sin embargo, después de varios tonos mi llamada acabó en el buzón de voz. Arrugué el ceño y la imagen de ella marchándose de la mano de Vincent me vino a la mente consiguiendo que tuviera un mal presentimiento; había pasado más de una hora, si seguían juntos no me extrañaría que alguno de los dos hubiese acabado en urgencias.

O en algún sitio peor.

Pobre Vincent.

Desde luego si alguien podía acabar peor en un encuentro entre ellos dos, estaba más que segura que no sería Sasha.

.

.

Cuando llegué a casa la sonrisa seguía en mi rostro, aunque una parte de mi estaba molesta porque Sasha seguía sin responder al teléfono. Una curiosidad insana por saber que estaba haciendo me asaltaba cada vez que llegaba hasta el dichoso buzón de voz. Y es que ella siempre respondía al teléfono; y cuando decía siempre, quería decir siempre. Esa mujer vivía pegada a su móvil, lo que significaba que cuando no respondía era una mala señal.

Una catastrófica señal, en realidad.

Había llegado hasta la cocina cuando un extraño ruido resonó en ese momento distrayéndome y haciendo que elevara el rostro. Mi vista rodeó el salón comprendiendo casi al instante que no había venido de mi apartamento; entonces mis ojos se desviaron casi automáticamente hacia la pared que separaba el piso de Jack del mío justo cuando otro ruido se escuchó seguido de un golpe. Arrugué el ceño e inevitablemente una mala sensación me asaltó.

No pensé, simplemente actué por impulso. Mi cerebro ni siquiera le dio tiempo a analizar como mi cuerpo se movía con rapidez abalanzándose hacia la cocina abriendo cajones y cogiendo uno de los cuchillos mas grandes que había. Me dirigí hacia la puerta mientras no paraban de llegar imágenes terribles a mi cabeza donde en la mayoría Jack se encontraba malherido.

O algo muchísimo peor.

.

Pocos momentos después me encontré a mí misma parada delante de la puerta sin saber que demonios hacer exactamente. El miedo me recorría el cuerpo impidiéndome pensar con total claridad al mismo tiempo que mis ojos recorrían aquella puerta sabiendo que tenía que entrar allí de alguna manera.

¿Cómo lo hacía él? ¿Quizás de un empujón?

Di un paso atrás y me abalancé contra ella con todas mis fuerzas; en seguida supe que era una mala idea y como supuse realmente no funcionó. Frustrada, sin otra cosa que hacer mas que enfadarme, le di una patada con toda mi rabia; casi automáticamente algo sonó, como una especie de crujido y segundos después la puerta se movió dejando entrever una hendidura. Abrí la boca casi asombrada.

Milagrosamente había conseguido abrir la puerta.

Definitivamente las calidades de este lugar dejan mucho que desear.

Sin detenerme a pensarlo por un segundo entré con el cuchillo en alto tratando de mantener mis nervios a raya. El lugar se encontraba a casi oscuras, la única luz provenía de las farolas del exterior que filtraban su tenue resplandor a través de las ventanas que daban al salón. Avancé con lentitud mientras el tiempo pasaba dejando que el silencio se propagara y solo se escuchara mi respiración algo acelerada. Miré al suelo casi esperando encontrarme a Jack malherido o algo peor, sin embargo, todo parecía en completo orden.

Juraría que había escuchado...

En ese momento se abrió la puerta que daba a una de las habitaciones sobresaltándome y dejando que casi se me cayera el cuchillo de las manos. Cuando mis ojos se elevaron se encontraron con unos ojos claros mirándome con infinita sorpresa. Mi mirada recorrió a Jack por completo, el cual al parecer, estaba perfectamente bien y sin un rasguño.

Y además, aunque no tenía nada que ver, iba sin camiseta.

Sí, y por si os lo preguntabais, los pantalones los llevaba puestos.

Céntrate.

– Que demonios... ¿Kay? – dio un paso llegando hasta el salón y dejando que la luz del exterior cayera sobre él.

– Ah... – mis ojos lo recorrieron de nuevo asegurándome de su estado – Estás bien.

Frunció el ceño en ese mismo instante.

– Trataré de no ofenderme por el tono decepcionado de tu voz al decir que estoy bien – comentó cruzándose de brazos y alzando el ceño. 

Dio otro paso en ese momento  y mi mirada descendió sin poder evitarlo. ¿Tendría la manía de ir siempre sin camiseta?

–  Si lo prefieres puede ponerme algo encima ... – subí los ojos  hasta su rostro y un brillo travieso adornó los suyos – O quitarme el resto, lo que prefieras.

Una socarrona sonrisa se formó en sus labios y traté por todos los medios de no darle la satisfacción de sonrojarme. No lo conseguí del todo, así que implemente bufé notando el calor en mis pómulos.

 – ¿Qué haces aquí, Kay? – acabó preguntando pasados unos minutos captando de nuevo mi atención.

– Oí ruidos – comencé a explicar con voz ahogada – no respondías y después de todo lo que ha pasado en mi apartamento, yo simplemente...

Me callé sin encontrar las palabras exactas que me habían hecho ir hasta allí sin pensarlo. Un brillo de entendimiento se formó en sus ojos, seguido de uno de extraña calidez.

– Estoy bien, pero como has... – sus ojos se abrieron de manera desorbitada en antes de continuar – no me digas... – su tono de perplejidad se mezcló con uno de diversión. Apretó los labios con fuerza, como si quisiera aguantar las ganas de soltar una risa – ¿Me has derribado la puerta?

La sensación de dejavú me golpeó casi al instante, haciendo que casi riera por el drástico cambio de papeles.

– No lo he hecho – respondí casi con orgullo – al contrario que otros, yo no necesito ir derribando puertas ajenas.

Alzó las cejas y con rapidez echó un vistazo por encima de mis hombros. Aguanté las ganas de ponerme de puntillas para que no viese nada.

– ¿Segura?

– Tu puerta al contrario que la mía, no corre peligro – aseguré consiguiendo que sus comisuras se elevaran brevemente.

– ¿Puedes decir lo mismo del cerrojo? – cuestionó tratando de sonar serio.

Me mordí la lengua desviando la mirada durante unos momentos, más que segura que mis mejillas habían adquirido un tono rojizo.

– Y además... – sus ojos me recorrieron en ese momento señalándome con uno de sus dedos – ¿Se puede saber qué pretendías conseguir con el cuchillo exactamente? ¿Ser una heroína muerta?

– ¿En tu idioma de cretino esa es tu manera de dar las gracias? – cuestioné con voz irritada, algo molesta por el tono que había empleado.

Negó con la cabeza mientras comenzaba a caminar hacia mi. Noté algo en su mirada algo que consiguió que no me moviera, mientras sus pasos lo acercaban hasta mi dejándolo a unos centímetros de distancia. Percibí aquella familiar sensación, aquellos nervios que me erizaban la piel cada vez que él estaba cerca.

Le sostuve la mirada, recordando que en realidad no nos habíamos encontrado desde aquella noche del restaurante. Mis ojos recorrieron su rostro, sin poder evitar preguntarme que le pasaba por la cabeza en esos momentos, hasta que se encontraron con los suyos; un calor conocido azoró mi rostro y mi piel. No fue vergüenza, más bien, fue algo cálido que se expandió hasta mi pecho.

Jack bajó la mirada, la seguí para darme cuenta entonces que aún aferraba el cuchillo con muchísima fuerza. Oí como chasqueaba la lengua y sus manos me cogieron con suavidad de la muñeca quitándome el cuchillo con una de ellas y dejando que la otra se enredara con mis dedos. Lo dejó rápidamente sobre la encimera de la cocina y volvió a mirarme. Pasó rato hasta que repentinamente algo en su mirada cambió.

– No pasa nada, Kay.

No entendí muy bien su repentina actitud. De repente alzó su mano libre hasta mi rostro pasándola por mi mejilla y fue en ese momento cuando me percaté de las lágrimas que caían por ella. Jack acunó mi rostro entre sus manos.

– ¿Qué es lo que te tiene tan asustada?

No se si fueron sus palabras, el tono de su voz, o quizás fue la absoluta ternura de su gesto lo que hizo que repentinamente comenzara a llorar con fuerza sin ningún control. Cerré los ojos y sin poder evitarlo me acerqué a él, buscándolo, ansiando ese familiar calor que me hacia sentir tan bien, aquella seguridad que me hacia sentir a salvo.

Jack no tardó demasiado en rodearme con sus brazos y pegarme a él. Enseguida mis manos se aferraron con fuerza a su espalda, como si fuera lo único que pudiera sostenerme en aquel momento. Sus dedos acariciaron mi pelo y sentí su rostro sobre mi cabeza. No sé cuanto tiempo nos quedamos en aquella posición, pero al menos durante esos momentos me pude olvidar momentáneamente de absolutamente todo lo que me rodeaba. Incluido aquel pequeño temor que había ido creciendo durante todos aquellos días.

Inspiré hondo y Jack me abrazó con más fuerza.

Solo pude pensar en mi deseo repentino de querer congelar el tiempo para siempre.

.

.

La tormenta continuará.

Hola cutis!❤

¿Cómo estáis? Ya se que me he retrasado un pelín pero espero que al menos os haya gustado este capítulo y haya valido la pena la espera. Sé que a veces me retraso demasiado pero es porque le doy muchas vueltas a los capítulos y quiero transmitan y os gusten.

Y sobre el cap. ¿Qué creéis que le habrá ocurrido a Sasha? Creo que Kay no es la única que se está imaginando lo peor... ¿Creéis que Vincent sigue vivo? ... Ay no, pobretico mío, espero que si.

⚠⚠✨ HORA DE LAS APUESTAS

Que por cierto, tengo que decir.. AWW QUE MORIRÉ DE AMOR

¿soy la única que muere de amor con estos dos cuando no están peleando? Creo que me he enamorado de mi propio personaje, no se si eso es normal... ¿Soy la única que necesita un Jack real en su vida?

Anyway, espero que os haya gustado el capítulo. Recordad #noseasfantasmita , vota y comenta para animarme y darme fuerzas para seguir ❤

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