IV. Tensión.

¡Espero que os guste este capítulo!

·

Cuando sonó el despertador por la mañana, casi lo rompo de un golpe. Despegué el rostro de la almohada y la luz del sol entrando por el ventanal de la habitación me salpicó por completo en la cara. Gruñí, mientras hundía la cabeza de nuevo, maldiciendo.

La noche anterior cuando me había ido a la cama, la música aún seguía sonando, por suerte paro después de un rato. ¿Por qué no llamé a la policía? No lo sé muy bien. La seguridad que parecía tener aquel chico cuando lo dije, hizo que miles de dudas me asaltaran. Además, era mi primera semana viviendo en el edificio, por dios, lo último que quería era llamar a la autoridad y que todo los vecinos se revolucionaran.

Suspiré contra el colchón. ¿Dónde me había mudado? El anterior dueño había asegurado que era el lugar más tranquilo del mundo.

"Si, y también estaba más sordo que una tapia. "

Cuando el móvil sonó de nuevo, esta vez casi lo tiro por la ventana.

.

Al final me levanté después de quince minutos tumbada sobre el colchón, pensando en las mejores maneras de matar a tu vecino sin ir a la cárcel, me obligué a mí misma a arrastrarme fuera de la cama. Me senté, mi mirada se dirigió al reloj que tenía encima de la mesita del dormitorio, el cual marcaba las nueve. Me froté el rostro con las manos y suspiré, recordando que había quedado con Sasha a las diez. Sin perder más el tiempo me enderecé para ir directa a la ducha, pensando que el agua caliente me quitaría el mal humor. Ciertamente no funcionó. Después de vestirme me detuve unos momentos en mi dormitorio y no pude evitar que mis ojos fueran hasta la pared junto a mi cama. Por unos momentos me quede allí, pensando si aquello se convertiría en mi rutina. No dormir apenas por culpa de mi vecino y luego mirar la pared deseando que se quemara. Mi móvil vibró entonces, haciendo que volviera a la realidad. Como no, era un mensaje de Sasha.

"Estoy en tu puerta. Más vale que estas despierta y me abras en menos de dos minutos."

Rodeé los ojos y fui hasta el telefonillo para abrirle. Luego de unos minutos sentí unos toques en la puerta, no perdí el tiempo y la abrí enseguida, encontrándome con mi amiga cargada de bolsas.

- ¿Acaso te has vuelto una loca compulsiva de las compras?

No me respondió, es más, ni siquiera me miraba, su vista se perdía más allá del pasillo. Pasaron unos segundos hasta que por fin giró su rostro hacia mí y me miró.

- Deja que te ayude con las bolsas.

Dejé la puerta abierta para coger unas cuantas bolsas. Ella siguió hasta la cocina, dejando todas las cosas encima de la isla de la cocina.

- Kay, no sé si lo sabes... - empezó a decir. – pero tu vecino está buenísimo.

Bufé, rodé los ojos, no sé cuál de ellos fue primero. Ignoré por completo su comentario, pues cada vez que pensaba en el idiota de al lado me hervía la sangre, y empecé a sacar cosas de las bolsas, las cuales eran todo utensilios para el hogar y ñoñerías que solo a Sasha se le ocurriría comprar.

- ¿Me has escuchado? Te he dicho que tu vecino está buenísimo. – yo seguí sin mirarla. – hey, Kay, por si no lo sabes vives al lado de un dios griego.

- Oh por favor, tampoco es para tanto.

- ¿Cómo qué no? Con ese culo... espera, ¿acaso lo has visto ya?

Gruñí interiormente, maldiciéndome a mí misma por bocazas. No tenía ningunas ganas de contarle el bochornoso episodio de anoche, así que, le di una respuesta simple.

- Lo vi anoche.

- ¿Saliste anoche?

- Algo así.

Encarnó las cejas, devolviendo una mirada cargada de sospecha. Me di la vuelta sin querer mirarla a la cara, Sasha tenía una habilidad increíble para ver a través de la gente. Por eso nunca podía mentirle pues ella lo notaba enseguida, era como un detector de mentiras andante. Sobre todo conmigo.

- De acuerdo señorita, no me pienso ir de aquí hasta que me lo cuentes.

- No fue nada, solo lo vi de pasada.

Se cruzó de brazos. El suspiro que había estado reteniendo desde hace rato salió de mis labios después de unos segundos. Sasha lo sabía, no era idiota, me conocía demasiado bien, incluso llegaba a pensar que a veces más que yo misma. Me senté en el taburete frente a ella y le conté la historia, con todo lujo de detalles, no se conformó con menos. En realidad no duró demasiado, por suerte para mí tampoco había pasado demasiado, aunque era más que suficiente para cabrearme.

Su cara iba adquiriendo distintas expresiones a medida que narraba los acontecimientos, hasta que finalmente cuando acabé, de su boca salió una risa.

- No veo la gracia. – comenté viendo como aún se reía. – Es un completo idiota, ¡y encima criticó mi camiseta favorita!

Soltó una última carcajada y me observó, con la diversión adornando sus ojos de color café.

- Sinceramente, dudo que en lo que más se fijara fuera en tu camiseta.

Fruncí el entrecejo, sin entender a que se refería. Sus comisuras se elevaron y una sonrisa provocadora asomó por sus labios. Solté un soplido, cruzándome de brazos. Me levanté del taburete para ir hacia el armario de la cocina y sacar dos tazas. Sentí el peso de su mirada, ignorándola por completo me dispuse a preparar café.

- Vamos, te he visto con ella puesta cuando vas a dormir y se cómo te queda. - hizo una pausa, tuve la certeza de que se había formado una sonrisa en su boca. -  Estoy segura de que en lo que menos pensaba era de que película era... 

Me giré, dejando los vasos con fuerza en la isla de la cocina.

- ¡Dijo que me pusiera una que no fuera de una película tan mala! – espeté indignada.

Está bien, ¿estaba exagerando? Puede. Pero nadie se metía con mis películas favoritas. Sasha soltó otra carcajada.

- Vale, vale, es un cretino. – admitió por fin dándome la razón. Asentí agradecida. – Pero tiene pinta de que no vaya a dejar de poner música, ¿Qué vas a hacer?

- Pensaba usar ácido, pero no sé bien donde se compra. – respondí con tranquilidad, mientras dejaba la máquina de café funcionando y me sentaba de nuevo.

- ¿No es más fácil clavarle el cuchillo de la cocina?

Apoyé los codos sobre la encima y puse la cara entre mis manos. Medité aquello durante unos segundos.

- Eso haría que tuviera que esconder el cuerpo, es muy problemático.

- Siempre puedes enterrarlo en el jardín.

- No tengo jardín, vivo en un piso. – solté suspirando.

Alcé los ojos, Sasha se encontraba sentaba frente a mí, mirando hacia abajo pensativa con una de sus manos moviendo los dedos sobre su rostro.

- Podrías...

- El vecino de abajo tiene jardín.

Las dos dimos un pequeño salto en la silla, sobresaltadas. Un quejido mudo afloró de mis labios. Si bien en parte fue por aquella voz surgida de la nada, más bien fue que para mí desgracia la reconocí en seguida.

Giré mi rostro, encontrándome con el tío que hasta hace apenas un segundo nos encontrábamos debatiendo como matarlo, en el umbral de mi puerta, la cual estaba completamente abierta. ¿Se puede saber por qué estaba abierta? Mis ojos se clavaron en él. Parecía que iba a hacer deporte, llevaba unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes, la cual se ajustaba perfectamente a sus cuerpo, dejando además sus corpulentos brazos a la vista. Hice una mueca ¿Por qué demonios tenía que verse tan bien en chándal? Ninguna persona normal se podía ver bien con esa clase de ropa. Me levanté del taburete repentinamente molesta. En cuanto lo hice él bajó la mirada, por suerte esta vez llevaba algo más de ropa, aunque el short corto del pijama y la fina camiseta tampoco es que hubiera demasiada diferencia. Ignorando su mirada, avancé hacia él.

- ¿Cuánto tiempo llevas ahí?

Por el rabillo del ojo vi como Sasha no le quitaba la vista de encima embobada. Evité poner los ojos en blanco.

- Desde que has dejado claro que no te agrado demasiado.

- ¿Sabes que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas?

- Matar gente también y no te he visto muy afectada por ello.

Mis labios formaron una línea tensa, sabiendo que si quería, podíamos seguir así todo el día. Me acerqué hasta la puerta, apoyando mi mano en ella.

- Vale, lo has dejado claro. Ahora, ¿nos disculpas? Tenemos mucho que hacer.

No oculté el tono, ni la indirecta nada sutil. Tanto mi voz como mi rostro transmitían lo mismo.

"Fuera.

Largo.

O te vas, o sales volando de una patada."

- Claro. – respondió simulando una sonrisa, a la vez que se dejaba caer sobre el marco de la puerta. – Solo me detuve por curiosidad, quería saber cómo iba a morir.

- Si no te vas, te aseguro que no será agradable.

- Oh por supuesto, no me esperaba menos.

Dio un paso, bajando su cara hacia a mí. Un olor me entró por la nariz y no pude evitar inspirar con fuerza; olía a jabón y a algo más que no supe reconocer. Entonces mis ojos se detuvieron en su rostro, el cual no pude evitar recorrer durante unos momentos. La noche anterior ya me había fijado, pero el idiota era realmente apuesto. Llevaba su cabello rubio igual de revuelto y esa misma sonrisa en sus labios. Un escalofrío sacudió mi espalda cuando su mirada por fin conectó con la mía, haciendo que un extraño brillo apareciera en ella. Apreté los labios. Por un momento vi como su mirada bajaba hacia ellos, pero solo duró un instante, enseguida sus ojos volvieron a los míos.

- Que tengas una buena tarde, al menos esta vez no llevas esa camiseta.

Mi boca se abrió. Pero antes de que pudiera soltar todos los improperios que pasaban por mi cabeza en ese momento, él se marchó andando por el pasillo. Me quedé unos segundos allí como una idiota. Cuando por fin reaccioné, cerré la puerta con fuerza dando un portazo y me di la vuelta resoplando. Sasha estaba quieta sentada aun en el taburete. No supe interpretar su rostro, parecía sorprendida, sin embargo, detecté un brillo particular en su rostro.

- Madre mía... Menuda tensión.

Volví a resoplar pasándome una mano por el rostro.

- Lo sé, es un imbécil.

- No. Osea, puede que sea un imbécil. Me refería a que entre vosotros hay mucha... - sus manos se movieron de forma extraña. - tensión.

No me pasó percibido la forma en la que había pronunciado la última palabra. Arrugando el ceño, me dirigí de nuevo hacia la isla de la cocina. Si se estaba refiriendo a...

- Esa clase de tensión.  – aclaró mientras se dibujaba una sonrisa en sus labios y sus cejas se alzaban.

Oh no, ahí estaba. Evitando hacer una mueca cogí mi taza de café, sin embargo, no sirvió de nada ignorarla, ella continúo hablando.

- No me lo puedes negar, vamos, no oses hacerlo.

Dejando la taza en la encimera, levanté la vista hacia ella. Me miraba con los ojos abiertos, inundados de diversión.

- No te voy a negar que es guapo. – admití. – Pero no quita que sea un completo imbécil.

- Tiene un culo...

- No le he visto el culo, me cerró la puerta en las narices. – solté con total indignación.

- Pero le has visto la cara, con eso ya te imaginas el resto.

- No quiero imaginarme el resto gracias, si por mi fuera le mandaría de una patada a Machu Picchu para no verlo nunca más.

Por suerte Sasha se abstuvo de hacer ningún comentario más. Y menos mal, porque si seguía hablando le acabaría clavando el cuchillo a ella.

·

La tormenta continuará~

¿Sasha tendrá razón con que hay demasiado "tensión"? 

#VotasicreesqueSashasiempretienerazón

Recuerda:

#Noseasfantasmita

¡Déjame saber que existes! Los fantasmitas para las historias de terror.

Si estas leyendo esto, muchas, muchísimas gracias por llegar hasta aquí y seguir leyendo mi historia.

¡Espero que te haya gustado este capítulo!  Intento actualizar mínimo una vez a la semana, quiero que sea mas, pero es difícil. Aún así espero que sigáis esta historia con ilusión

Particularmente a mi me encanta la tensión, preparad las palomitas que se viene mucha y de la buena!

#Vivalatensión

#Comentasiquieresmás

#Nuncapararéconloshagstags

#Soymuypesada

#Osloveo

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top