II. Noches sin sueños.
"Soñar está sobrevalorado, la realidad a veces supera los sueños.
Aunque no siempre en el buen sentido."
Jack. Devastadora tormenta.
II
Aquella noche decidí acostarme temprano; no solo estaba físicamente cansada, mi mente había llegado un punto en que ya no podía pensar en nada mas que no fuera una almohada y la inconciencia completa. Después de darle su ansiada cerveza a Sasha y despedirla, fui directa a la ducha. Por suerte había agua caliente. Tenía que reconocer que lo había dudado durante unos momentos cuando había pisado el baño, no obstante, parece que en eso el universo había sido benévolo.
Me fui a la cama, ni siquiera me molesté en secarme el pelo. Me puse una de mis camisetas favoritas para dormir y me acosté. Cerré los ojos dispuesta a dejarme arrastrar enseguida por los brazos de Morfeo. Lo hice, me quedé dormida enseguida. Concilie el sueño, al menos, durante un rato.
El universo no era tan benévolo.
·
Odio que me despierten, de verdad, es una de las cosas que más odio. Mas después de un día de mierda como el que había tenido y cuando por fin había conseguido conciliar el sueño. Así que cuando un sonido desconocido entró por mis oídos haciendo que abriera los ojos de golpe, un quejido salió de mi garganta. Me incorporé en la cama, aún con los ojos hinchados.
"¿Qué demonios es ese ruido?"
Pero no era un simple ruido, más bien, era música.
Notas infernales traspasaban la pared desde el otra lado hacia la habitación en aquel momento. ¿Era un piano? ¿Quién demonios se ponía a tocar un piano a las...? Extendí el brazo, palpando la mesita de noche en busca del móvil. Cuando lo encontré y lo encendí, la luz me dio directa en los ojos, pasaron unos segundos hasta que mi vista se acostumbró.
"La madre que los..."
Eran las dos de la mañana.
Las benditas dos de la mañana.
Solté un quejido, tapándome con la almohada. Solo pasó un momento hasta que me incorporé hecha una furia. ¿Quién era el estúpido o estúpida que se ponía a tocar en plena madrugada? Derrotada por mis impulsos, decidí levantarme. En cuanto mis pies tocaron el suelo sentí el frío de la madera, haciendo que temblara. Me erguí, aunque sin saber muy bien dónde ir.
No tenía pinta de que se fuera a detener. ¿Se supone que tenía que ir y quejarme? Dudé. Había mas vecinos, ¿acaso nadie se iba a quejar? Seguro que sí, después de todo no era posible que a nadie le molestara. Me senté, intentando calmarme. Era mi primera noche en la casa, lo último que deseaba era crear problemas, mi objetivo principal siempre había sido pasar desapercibida. Así que esperé. Y esperé.
Las dos y diez.
Dos y veinte.
Dos y media.
Inspiré hondo. ¿Acaso era a la única que le molestaba? Quizás nadie más podía escucharla. Después de todo venía del apartamento de al lado, tampoco estaba a un sonido tan alto para que se escuchara en todo el edificio. Eso simplemente me cabreo aún más. Con un gruñido me deje caer de nuevo sobre el colchón, pensando que definitivamente aquel día el karma se estaba cebando conmigo de mala manera. No sé a qué hora logré conciliar de nuevo el sueño, solo sé que el último pensamiento que tuve antes de hacerlo, fue el mismo que tuve esa misma mañana.
Esto no va a salir bien.
·
·
Necesitaba un café.
Aquel fue mi primer pensamiento en cuanto abrí los ojos. Necesitaba desesperadamente un café. Me erguí sobre la cama, el sol se colaba a través de las cortinas y una brisa fresca corría a través de la habitación. Aún era temprano, pero decidí levantarme.
No hice demasiado las primeras horas. Desempaqué algunas cajas, limpié, sacudí el polvo,ví una serie que había dejado a medias en netflix y me bebí una gran taza de café que mi cuerpo necesitaba desesperadamente. Era como una necesidad básica más, si no bebía café por la mañana el resto del día era como si mi cuerpo no funcionara correctamente.
"Ah, la buena vida"
Cerré los ojos y sonreí, saboreando el sabor fuerte del café e inspirando su aroma. Después de horas y horas caóticas, por fin parecía que iba a tener un poco de paz. Inmediatamente el timbre del apartamento sonó.
Bueno, al menos había aguantado unas horas.
Reteniendo el suspiro que había asomado por mi garganta, me levanté del pequeño taburete que estaba junto a la isla de la cocina para ir hacia la puerta. No había dado ni dos pasos cuando oí como llamaban otra vez; no me hizo falta mirar por la mirilla para saber de quien se trataba.
- ¿Acaso no decías que necesitarías una buena razón para subir hasta aquí de nuevo?
Sasha no me contestó, simplemente entró y fue directa hasta la cocina, supuse que siguiendo el olor de la cafeína. La seguí y me volví a sentar, cogiendo mi taza de nuevo. Vi como cogía un vaso del aparador para servirse también. Pasados unos instantes, se dio la vuelta y me miró seriamente.
- ¿Pasa algo?
Me observó durante unos momentos antes de suspirar.
- Necesito tu ayuda.
Alcé las cejas. Sasha no era de las que pedían ayudan, no a menos que estuviera muy desesperada, realmente desesperada. Nivel, el mundo se acaba y eres mi única salvación. Mi curiosidad se hizo mayor.
- ¿Qué ha pasado? - pregunté acercándome a ella.
- Vincent... va a dar una de sus fiestas.
Oh. Oh.
De acuerdo. Ahora entendía porque todo el brillo de su rostro había desaparecido por completo. Vincent era el hermanastro de Sasha, tenía veintinueve años, cinco más que ella, aun así mentalmente podíamos decir que tenía varios menos. El padre de Sasha se había casado con la madre de él hace catorce años, cuando iban al colegio. Al principio todo fue bien, pero a medida que fueron creciendo, Vincent se volvió... un imbécil, por decirlo de alguna manera. En cuanto heredó la empresa del padre de Sasha se volvió más y más ambicioso. Y un completo cretino.
Sasha no le importaba, después de todo, nunca se había interesado por los negocios o por la empresa, aun así, estaba obligada a ir a reuniones o actos oficiales. Las fiestas de Vincent eran una de ellas. Él solo la invitaba porque muchos inversores estaban interesados en ella, además de que sus habilidades con el piano eran extraordinarias. Si una reunión contaba con ella tocando las teclas, sería un éxito seguro.
- Necesito que me acompañes.
Abrí los ojos sin intentar ocultar mi sorpresa pues no me esperaba aquello. Sasha nunca me había pedido que la acompañara, normalmente siempre manejaba todo aquello ella sola.
- Ni hablar. - solté con rapidez.
Me sentí un poco mal al negarme en seguida, pero, ¿qué más podía hacer? Odiaba ese tipo de fiestas.
- Vamos, te acabas de mudar a la ciudad, por fin has salido de aquel pueblo alejado de todo y sin vida. Ahora te toca disfrutar.
- ¿En una fiesta de Vincent? – pregunté atónita. - Lo dudo.
- Por favor, te presentare a mis amigos, así conocerás gente. - insistió con voz quebrada. - Quien sabe, quizás hasta conozca a algún chico interesante.
Bufe cruzándome de brazos.
- Lo último que necesito ahora es un tío, gracias.
- Por dios Kay. - rodó los ojos. - Tienes veinticinco años recién cumplidos, acabas de mudarte a la ciudad, por fin te has alejado del idiota de Simon...
Se calló enseguida al darse cuenta de lo que acababa de decir.
- Perdona, no quería...
- No pasa nada. – respondí despacio. - tampoco es como si no tuviera que empezar a hablar de ello algún día.
- ¿Sabes que estoy contigo y te apoyare siempre no? Hiciste lo correcto.
- Lo sé.
Asentí bajando mi mirada hasta la taza de café. Sabía que había hecho lo correcto, eso no lo dudaba. Sin poder evitarlo los recuerdos empezaron a llenar mi mente. Un día de lluvia, una llamada, un timbre sonando, una imagen horrible...
- Era un capullo. – indicó, sacándome de mis pensamientos.
Simulé una sonrisa.
- En eso tienes toda la razón del mundo.
- En todo lo demás también. - declaró encogiéndose de hombros. - Lo que pasa es que te gusta llevarme la contraria.
Reí por lo bajo y levanté mi vista, percatándome de que no me quitaba la vista de encima.
- ¿No dormiste anoche? Tienes una cara horrible.
- Gracias, tus halagos siempre son todo lo que necesito. – comenté antes de pegar otro sorbo al café. – No dormí bien, mi querido vecino de al lado le dio por tocar el piano a las dos de la mañana.
- Oh dios mío. – dejó la taza de café en la encimera y me miró con mas interés. - ¿Y fuiste a quejarte?
- No, la verdad es que pensé que otro vecino se quejaría, pero no hubo suerte.
- Oh, a lo mejor a eso se refería la señora con lo de que notarías su presencia.
- Pues hubiera preferido al fantasma la verdad. – me quejé dando un suspiro. - Al menos ellos no hacen ruido.
- Estás loca.
Tuve el impulso de sacarle la lengua, pero me contuve. En vez de eso me terminé el café y me levanté para dirigirme hasta el sofá. Sasha me siguió.
- Bueno, ¿me vas a acompañar a la fiesta o no? – abrí la boca para responder, pero siguió hablando. – Por favor, eres mi mejor amiga, así que es tu deber. Si no estás allí siento que me voy a derrumbar. ¿Y si me pasa algo? Será completamente tu culpa. – agregó con voz dramática.
Oh dios, ahora había empezado con el chantaje emocional. Evité darme la vuelta para mirarla, pues estaba segura de que tendría esa cara de perro abandonado que ponía siempre cada vez que quería hacerme sentir mal. Cerré los ojos con paciencia, dándome cuenta de que esa batalla la había perdido desde el mismo momento en que Sasha había cruzado la puerta.
-De acuerdo, te acompañaré. – anuncie con resignación, arrepintiéndome enseguida.
Sasha pegó un grito de júbilo, y corrió a abrazarme. Yo solo pude estar segura de que me arrepentiría.
·
·
¿Os he comentado ya lo que odio que me despierten? ¿Si? Bien. Otra de las razones por las que me había mudado a ese piso en concreto, es porque parecía ser un lugar tranquilo. El anterior dueño me había asegurado que era un edificio no problemático, igual que el barrio. Aparte de eso, como dije al principio, en aquel lugar parecía como si nos habíamos alejado de la civilización. Así que sí, lo menos que esperaba, era paz y tranquilidad. Por lo menos, poder dormir tranquila por las noches; sin embargo, aquella madrugada mis ojos se abrieron de golpe. Otra vez. Con un grito de queja atascado en mi garganta, me incorporé con rapidez.
"No puede ser"
Gruñí tapándome la cara con las manos.
"Cálmate"
No iba a servir. Un genuino enfadado se estaba apoderando de mí en ese mismo momento.
"Voy a matarlo, definitivamente voy a matar a la persona que esta detrás de esa maldita pared"
Y es que, una vez más, estaba sonando aquel piano del demonio. Me levanté de la cama de un salto. Ni siquiera me moleste en mirar que hora era. Me dirigí hacia la puerta dela entrada, y sin importarme lo mas mínimo no hacer ruido, salí del apartamento echa una furia, dirigiéndome al piso de al lado.
No llamé al timbre, en vez de eso toqué la puerta, o más bien la aporreé con fuerza, sin importarme el hecho de que era de madrugada y podría despertar a cualquiera. Desde el pasillo apenas se podía oír la música, lo que confirmó en parte mis sospechas que a la única persona que habían despertado varias noches era a mí.
"Bueno, eso no va a suceder más"
Nadie respondió, así que seguí aporreando aquella puerta segura de que si continuaba así podría derribarla. Entonces, justo cuando pensaba que de verdad tendría que echar abajo la maldita puerta para poder entrar allí, alguien la abrió. Detuve mi mano a medio camino, quedando suspendida en el aire. Mis ojos se alzaron, sin esperarme para nada con lo que me iba a encontrar, ni imaginarme lo que todo lo que iba a ocurrir a partir de ese momento.
Puedo decir que, desde ese momento, comenzó la tormenta.
Y yo sin duda, odiaba las tormentas.
·
La tormenta continuará.
⚡
¡Gracias por leer hasta aquí! Espero que te haya encantado y continúes leyendo esta historia. ¡Espero vuestras opiniones! ?
Estoy declarada fan oficial de Sasha desde el primer capítulo. ¿Chantaje emocional? Lo mas efectivo que existe por supuesto.
#Vivaelchantajeemocinal
Pd. El pronóstico del tiempo anuncia tormentas y huracanes, mas vale que esteis bien preparadas ;)
Pd2. Podeis seguirme en instragram. -> @maryheartfilia_
No olvideis votad con una ★ ~
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top