Capítulo 3 - Aprende
Una alarma comenzó a sonar por toda la espeluznante habitación blanca. Era un sonido como el que escuchas cuando alguien suena la alarma de incendios en la escuela.
Me senté de golpe sobre mi fea cama y talle mis ojos rápidamente para poder enfocar mi vista. El sonido martilleaba mis oídos al punto de que podía sentir mi cerebro latir. Las chicas a las que había apodado "Barbies" por sus escalofriantes nombres de muñecas comerciales se movían con naturalidad, como si esto fuera normal.
No tenía idea de cuanto tiempo llevaban aquí o si este sonido era el que escucharía todos los días por la mañana. No importaba, su control e indiferencia ante la situación me hacía querer sacudirlas y gritarles que reaccionaran.
El tejón salió de lo que supuse ayer era su habitación y lucía asquerosamente alegre. Llevaba puesta una camisa blanca a la que apenas le cerraban los botones y una pantalón de vestir negro. Iba cargando una caja y comenzó a repartir unas bolsas transparentes que al parecer tenían como ropa dentro. Las barbies ya estaban fuera de su cama con unas cosmetiqueras negras listas para recibir ordenes.
El tejón se paró frente a mi y dejó una cosmetiquera igual en mi cama junto con la bolsa que le dio al resto. Su mirada era dura hacia mi y algo molesta, como si no le gustara que yo siguiera sentada sobre la cama con el edredón sobre mis piernas.
-Sigue a mis chicas, ellas te van a ir diciendo que hacer. No tengo tiempo de volver al principio.
-Si, Rocco -respondí con la voz dulce que al parecer tanto le encantaba en sus barbies. No había olvidado las bofetadas de ayer y era seguro que no quería otra. Mi rostro ya estaba bastante golpeado que apenas lo sentía.
Sonrió complacido mostrando toda su fila de dientes amarillos y continuó repartiendo las cosas. Idiota.
-Ven, estas de nuestro lado -me dijo Kenzie. Me levanté al instante y la seguí por la habitación con mi cosmetiquera. Algo en mi me dijo que me mantuviera cerca de ella y que le hiciera caso. Ella era la que parecía mas en control, siempre observándolo todo. Caminaba con su barbilla en alto y viendo hacia el frente lo que la hacía resaltar. Todas, incluyéndome estábamos caminando con la mirada hacia abajo.
Entramos al baño de nuestro lado en una fila. Todas estábamos calladas y concentradas en lo que debíamos hacer. El baño era grande y rectangular. Al principio estaba un largo espejo con 6 lavamanos. Los azulejos eran blancos como todo en esta parte de la casa. Casi deslumbraban mi vista de lo limpios que estaban. Había 6 duchas sin divisiones. No iba a tener algo llamado privacidad nunca más en mi vida.
Las chicas dejaron su cosmetiquera en los lavamanos y procedieron a deshacerse de su ropa. Mis ojos se abrieron de par en par y retrocedí unos pasos.
-Date prisa, no quieres que el venga para ayudarte -me dijo Kenzie en voz baja mientras se deshacía de su sostén.
De pronto lo único veía eran sus pechos. Sabía que estaba siendo una mirona pero es que yo jamás había visto los de otra mujer, apenas veía los míos. También estaba el hecho de que eran enormes comparados con los míos y eso que yo no era una chica plana, digamos que tenía el tamaño normal. Miré alrededor discretamente, o al menos yo pensé que era discreta y noté que todas iban por el mismo camino en tamaño de... de pechos. En realidad todas aunque era diferentes eran muy parecidas también. Todas tenían mas o menos la misma estatura, mismo tipo de cuerpo: delgado como el de las modelos de victoria's Secret. Yo era un poco mas baja de estatura pero no mucho, solo unos centímetros. Ellas debían estar por el metro setenta y yo estaba unos 4 centímetros abajo y tenía un poco mas de curvas. Mi cintura estaba mas definida que la de ellas y mis piernas aunque si, eran largas eran un poco mas gruesas.
Había algo en que si nos parecíamos, no teníamos los rostros idénticos pero taras teníamos rasgos finos y delicados. Narices pequeñas, ojos grandes (con excepción de Nolee que sus ojos eran un poco rasgados) pómulos definidos y labios regordetes, unas mas que otras.
-No van transformarse en monstruos pequeña Willa -se río antes de darse la vuelta e ir a una de las regaderas siendo seguida por las demás.
Me liberé de mi propia ropa ahora que nadie me observaba y con mis manos cruzadas sobre mis pechos para cubrirme un poco caminé descalza hasta la última regadera. Detrás de mi, sobre la pared, colgaba una bata blanca junto con una toalla.
-La caliente es la de la derecha y la fría es la de la izquierda.
Asentí. No quería voltear a verla para darle las gracias. Probablemente ya pensaba que era una acosadora.
Giré la llave del agua fría tres veces y la de la caliente una, solo para darle un poco de calor al agua. Suspiré con alivio cuando el agua cayó sobre mi rostro. Se sentían como años desde que había tomado una ducha.
Había productos de baño sobre un pequeño mueble que estaba adherido a la pared. Tomé un poco de Shampoo y le di un merecido mi cuero cabelludo con lentitud. Por unos momentos, solo unos momentos me permití relajarme y tratar de olvidar el lugar en el que estaba.
Fui la última en salir. Todas ya estaban frente al espejo arreglando su cabello y maquillándose. Había secadoras, alaciadoras y rizadores de cabello.
Me acerqué con cuidado al espacio libre y casi me desmayo al verme al espejo. Tenía mi labio partido y aunque no estaba inflamado había una mancha morada sobre él. Mi pómulo también tenía un ligero moretón por las bofetadas de ayer y no hablemos de mi brazo izquierdo que tenía los dedos marcados de mi padre. Pasé mis manos con suavidad pero no pude evitar estremecerme. Dolía mucho.
-Es por eso que todas te mirábamos anoche -susurra Kenzie junto a mi. -Estas tan golpeada y anoche tenías una mirada asustada con un toque psicópata en el rostro.
-Estoy asustada y creo que me estoy volviendo loca.
Contuve las lagrimas que se habían comenzado a acumular en mis ojos.
-Debes darte prisa. Rocco tiene todo programado y en el momento en que suene un pitido debemos salir de aquí como estemos.
-No sé que tengo que hacer -admití. Nunca fui una chica que se maquillara, no porque no me gustara, era mas bien que todo eso era caro y no me gustaba pedirle cosas a mis padres para que mi deuda no aumentara.
-Solo arréglate. Maquíllate con lo que encuentres en tu cosmetiquera pero no demasiado, hazlo lucir natural y peina tu cabello.
Tomé una profunda respiración y me acerqué a donde estaba la secadora. Mis manos temblaban pero me esforcé por hacer bien las cosas. Una vez que mi largo cabello estaba completamente checo le pase la plancha un poco por encima para que se viera mas en control. Mi cabello ya era lacio por naturaleza pero nunca faltaban esos caballitos que se salían de su lugar.
Ricé mis pestañas con una cucharita que estaba dentro de la cosmetiquera. Kenzie dijo que algo básico que a Rocco le gustaba era el delineado griego sobre el párpado. No tenía idea de como era eso así que imité el que las demás se hacía, no me quedó perfecto pero hice mi mayor esfuerzo. Aplique un poco de brillo sobre mis labios y ya estaba.
El pitido del que Kenzie habló sonó de una manera muy escandalosa una vez.
-Aplica un poco mas de rime. -me dice Kenzie pero antes de que pueda reaccionar ella ya inclinó mi rostro hacia atrás y está haciendo lo suyo. -mañana me daré mas prisa con mi maquillaje y te enseñaré como aplicar la sombra de ojos.
Sonrió cuando termino con mis pestañas y me dio la vuelta instándome a salir. Parpadeé varias veces e intenté comprender lo que estaba sucediendo con ella.
-Muy bien muñecas, hora de vestirse.
Rocco caminó hacia mi y me tomó el rostro algo brusco. Giro mi cara de un lado al otro -La próxima vez aplica iluminador. Tu ropa está dentro de la bolsa y los zapatos están dentro de una caja debajo de la cama. Mis dientes truenan de tan fuerte que los aprieto por mi enojo y nerviosismo. Sus dedos se presionan en mis mejillas y una lagrima se escurre de uno de mis ojos. ¿Por qué siguen infligiendo daño en mi rostro? Tengo mas partes del cuerpo.
-Si Rocco, Gracias.
Sonrió y me empujó del rostro hacia la cama. Todas jadearon alrededor pero ninguna hizo ningún movimiento en falso. Él salió del lugar como si nada hubiera pasado y todas continuaron con lo suyo, solo que ahora se movían más lento. Creo que se asustaron. Bienvenidas al club.
Yo respiré y me obligué a no llorar aunque era lo único que quería hacer. Saqué el pequeño vestido color menta de la bolsa junto con la ropa interior de encaje blanco. El sostén no tenía tirantes por lo que funcionaba con el tipo de vestido que me estaba poniendo. Era muy bonito, de encaje floreado con un fondo liso. La parte superior tenía tirantes gruesos y un escote en V. El fondo era ajustado hasta mis caderas y la parte del encaje era mas suelta.
-Te queda mejor que a mi. -me dice Kenzie.
¿Por qué sigue hablándome? nadie lo hace, nadie habla con nadie.
Me giré un poco para tener una vista de ella y mis ojos rodaron. Si, claro. Definitivamente no me quedaba mejor que a ella.
-Lo digo en serio, a mi se me ve algo apretado mientras que a ti te queda perfecto.
Tomé la caja de la que Rocco habló y saqué los zapatos. Era color hueso sin tacón. Muy bonitos, tenían un pequeño moño en el frente. En realidad eran algo infantiles.
-¿Willa?
-No va a hablarte, Kenzie. Ahora callate antes de que Rocco venga a castigarnos por tu bocota.
Miré a Nolee. Definitivamente no me esperaba eso. Lo primero que pensé anoche al verla fue "reservada" pero ahora no se veía nada como eso. Miraba a Kenzie con frustración y molestia, la misma mirada que Rocco me daba.
Ignoré a Nolee y decidí responderle a Kenzie. Ella me había abrazado anoche ayer e intentó consolarme además ha estado ayudándome, lo menos que podría hacer era responderle.
-Lo siento, es que no sé porque me hablas.
-Yo tampoco sé, solo te veo y siento que tengo que ayudarte.
El desayunó llego antes de que pudiera responderle. Un vaso de leche, un Sandwich y una manzana. Teníamos solo diez minutos para terminarlo todo, literal no podíamos dejar nada mas que el corazón de la manzana. Comí a duras penas. Mi estomago estaba revuelto pero no quería un castigo.
Nos formamos en una linea cuando terminamos el desayuno y salimos de la guarida del tejón subiendo por las escaleras de antes. Por alguna razón pensé que abría otra puerta que dirigiría a un túnel secreto que nos sacaría de aquí hacia alguna parte de la enorme casa.
-Hoy van a limpiar la recepción. -nos fue diciendo Rocco mientras salíamos. -A cada una se le dará una sección y los instrumentos necesarios.
Recuerdos de la recepción pasan por mi mente. Son vagos porque yo fui directo a una oficina pero recuerdo lo grande que era. Por suerte éramos varias y el trabajo no sería demasiado.
-No pueden ensuciarse ni lucir menos perfectas de ninguna manera. Deben limpiar todo hasta que reluzca y en el proceso mantenerse limpias. Si alguna no cumple con esta regla será castigada.
Pero ¿y si sudamos? Nuestro maquillaje no quedará intacto ni nuestra ropa.
-Va a haber gente pasando, entrando y saliendo de la casa. Tanto miembros como los sirvientes. Ellos van a mirarlas pero no van a hablarles así que ustedes no intenten hacerlo. Van a sonreír y a lucir bonitas.
-Si, Rocco -dicen todas y yo solo alcanzo a decir la ultima sílaba.
Llegamos a la recepción y las puertas estaban abiertas así como las ventanas. La luz del sol entraba por todos lados haciendo que el lugar brillara y se sintiera cálido. Una mujer vestida completamente de blanco cruzó hacia una de las puertas sin siquiera notarnos.
-Hoy comienza su entrenamiento y las iré llamando en parejas para que me sigan.
Otro "Si Rocco" fue dicho y el salió complacido. Otras mujeres en blanco entraron enseguida con instrumentos de limpieza y comenzaron a repartirlos. Eran cubetas con agua, trapos de algodón, guantes de goma, plumeros para sacudir el polvo y algunas botellas con químicos de limpieza. Después otro grupo llegó con seis escobas y seis trapeadores.
-Unas van a sacudir y las otras van a barrer. Después de eso unas van a tomar los trapos y a limpiar los muebles mientras otras trapean el suelo. ¿de acuerdo?
Miré a la señora que daba las ordenes y asentí. Ella parecía en sus cincuenta. Su cabello era negro pero lleno de canas. Era bajita y un poco gordita. ¿Me pregunté como es que esta gente estaba de acuerdo con todo esto? ¿Por qué no llamaban a la policía? Alguien entre todas ellas debía pensar que esto estaba mal.
-Recuerden señoritas, no deben ensuciarse.
-¿Nos darán algo para cubrir los vestidos? -pregunto Kenzie y todas esperamos que la respuesta fuera si.
-¿Me ves a mi usando algo para cubrir mi ropa?
Kenzie negó con la cabeza.
-Muy bien. -se dio la vuelta y se fue junto con las demás mujeres.
Por un minuto nos quedamos ahí paradas. Se escuchaban risas y platicas de alguna parte de la casa, ese era el único sonido. Mis manos estaban unidas frente a mi mientras esperaba a que alguna se moviera.
-De acuerdo.
Como era de esperar, fue Kenzie quien habló.
-Seis de nosotras deberán barrer y seis sacudir. La que les toque barrer van a limpiar los muebles y a las que les toque sacudir van a trapear. Así es mas justo.
-Yo no quiero trapear -dijo Barbie con una mueca de asco. -Mis manos quedarán horribles.
-Para eso están los guantes, boba. -le dijo Chelsea.
-No hace frió para usar guantes.
Un par de risas sonaron mientras que Chelsea tomaba un par de guantes de goma y se los daba a Barbie. -Estos no son para el frío son para hacer la limpieza.
-¡Oh! -se puso feliz mente los guantes blancos y sonrió. -Son bonitos.
Esperé a que todas escogieran lo que querían hacer para que no hubiera problemas. Quedó una escoba y medio sonreí. no quería sacudir porque cuando sacudes el polvo vuela y hay mas probabilidades de mancharse.
Nos repartimos el suelo y en seguida me puse a barrer mi parte. Era sorprendente que de verdad hubiera tierra, ere lugar parecía como si lo limpiaran todos los días pero las puertas estaban abiertas, tal vez era por eso que se ensuciaba tan rápido.
De vez en cuando llegaban personas. hombres y mujeres que vestían ropa tan costosa como un auto. Algunos hombres nos miraban de formas tan lascivas que me asustaban y las mujeres no se quedaban atrás pero Rocco tuvo razón, ninguno intento hablarnos. Había también otras mujeres que noté eran compañía pagada. Era algo en su forma de vestir muy parecida a la mía y en como actuaban alrededor de las personas lo que me dejó saberlo.
¿Ese era mi futuro? ¿pasearme alrededor esperando que le gustara a alguien y pagar por pasar tiempo conmigo?
-Debes sonreír.
-No puedo, todo esto está muy mal ¿que clase de lugar es este? -susurré mientras me detenía de barrer. Ya había pasado un rato desde que había terminado pero fingía que aun lo hacía. Rocco ya había bajado un par de veces llevándose a dos de nosotras cada vez. Pasaba un rato hasta que las traía de regreso. Quería preguntarles que había hecho pero si antes apenas hablaban ahora sus bocas parecían cosidas porque no las abrían para nada.
-Es como un club para ricachones.
-Y ellas que son -señalé con la mirada a dos mujeres de unos veinticinco que estaban paradas cerca de nosotras.
-Las putas con las que los ricachones juegan.
Tragué con fuerza.
-¿De dónde te sacaron?
Fruncí mi ceño.
-¿A qué te refieres?
-No eres igual que nosotras, eso es algo obvio. -no es un insulto, solo es un hecho en el que ella cree -Creo que nosotras lo hemos pasado peor y por eso este lugar nos parece en nuestra retorcida mente, algo bueno.
Entrecierro mis ojos hacia ella.
-A mi me secuestraron un día que caminaba por la calle, era algo tarde. Después de eso llegué a una casa que estaba tan vieja que pensé que se caería sobre mi y me encerraron en un sótano por tres días sin agua ni comida. Ahí conocí a Nolee y a Cristen, había otras chicas y nos tocó hacer cosas que no queríamos. Después de unos meses Rocco apareció y nos escogió para venir aquí.
-Eso es horrible.
Fue lo único que pude decir. Quería llorar por ella pero no era el lugar para hacerlo. Pero ella en lugar de parecer... usada por decirlo así, parecía una mujer fuerte lista para enfrentar lo que se viniera. En cambio, yo parecía un rato acorralado.
-Lo fue, pero como dicen, lo que no te mata te hace mas fuerte.
Me sonrió de una forma tan genuina que no tuve mas opción que regresársela lo mejor que pude. Todo en ella era tan contradictorio.
-¿Tu cómo llegaste aquí?
Y ahí fue cuando dudé. ¿Debía decirle que mi padre era en parte dueño de todo este lugar? ¿Qué el era el segundo al mando en la mayor red de prostitución del país? No, no le diría eso. No quería que me odiara, que creyera que me sentía superior o con beneficios.
-Mi padre, el me vendió.
De alguna forma era cierto, el me había dado a Michael para que el hiciera lo que quisiera conmigo. Aún pertenecía a él, todos mis gastos y ganancias pero ahora seguía las ordenes del señor Haas.
-¿Es un drogadicto o algo?
-Si, el es un adicto. -Al dinero -Y aquí estoy.
Un rato después, mientras limpiaba el mueble de la recepción Rocco volvió. Su mirada se posó sobre mi y sobre Kenzie que trapeaba el suelo cerca de mi.
-Su turno.
Me congelé. El miedo se instaló en la base de mi estomago y el instinto de salir corriendo se presentó mas fuerte que nunca antes pero Kenzie tomó mi mano y me llevó con ella. Maldita Kenzie. "Déjame correr" quería susurrarle pero no podía, no me estaría moviendo de no ser por ella. Subimos unas escaleras hasta el tercer piso y pasamos por varias puertas hasta llegar a la correcta.
Rocco abrió la puerta y entró como si la habitación fuera suya. Era una habitación grande. Había una cama con dos cajoneras pequeñas a cada lado. Había un sofá para dos y junto a el uno individual con una mesa cuadrada frente a ambos. En una esquina había una mesa mas alta con dos sillas, una televisión enorme sobre la pared con un mueble debajo donde había un bluray marca samsung y en los espacios había ¿películas?
¿Que demonios era esto? Parecía una habitación tan común de una pareja de casados.
-Quédense paradas en el centro de la habitación. -Nos dijo Rocco mientras se sentaba sobre el sillón individual.
Kenzie aun sostenía mi mano y estaba parada ligeramente frente a mi de una forma un poco protectora. Rocco nos examinó con detenimiento. Algo brilló en sus ojos segundos antes de comenzar a reírse. No había nada de esto que fuera divertido por lo que su risa, ronca y entrecortada me dio miedo. Algo había visto en nosotras que le causó gracia o tuvo una divertida comprensión.
-Ah, Kenzie. -secó sus ojos -He estado pensando en una forma de controlarte desde aquella noche en que tu bonito carácter hizo acto de presencia frente a mi.
Kenzie se tensó pero no soltó mi mano. ¿De que hablan? me pregunté. Noté las ganas que ella tenía por contestar porque su labio inferior temblaba un poco y su mano se apretaba sobre la mía. Tuve miedo de que ella se atreviera, no sabía aun de lo que el tejón era capaz pero sabía que sería mil veces peor que una bofetada pero la puerta se abrió al mismo tiempo que la boca de Kenzie.
Dos hombres entraron a la habitación platicando entre ellos. Ambos eran altos, uno un poco mas que el otro con cuerpos muy musculosos y cortes de cabello al estilo militar. El más alto llevaba puesto unos pantalones oscuros con una playera negra que se aferraba a su cuerpo, sus brazos parecían que iban a romper las playera. Su mirada era oscura haciendo que sus rasgos se vieran mas duros y la poca barba que era mas como una sombra terminaba por darle un toque bastante rudo y por unos momentos recordé a Andrew, claro que el no era tan grande como este hombre pero estaba en camino de volverse así: enorme e imponente. El otro hombre como ya dije, era unos centímetros mas bajo pero igual de fuerte. A diferencia del otro, este tenía sus brazos llenos de tatuajes y una barba bien estilizada, se veía que le ponía empeño en hacerla lucir bien. Su mirada era mas alegre que la de su compañero pero algo dentro de mi me dijo que debía tener mas cuidado con el porque mientras los ojos del tipo alto gritaban "control" los de este susurraban "descontrol" y mi padre una vez me dijo que no hay nada mas peligros que una persona que no tiene control de si mismo.
-Caballeros, agradable que se presenten -les dice Rocco desde el sillón -siéntense.
Los hombres caminaron hasta el sillón y una vez que estuvieron cómodos su mirada fue hacia nosotras.
-Son mas bonitas esta vez -dice el de los brazos tatuados mientras nos observa. Mas bien mientras observa a Kenzie porque yo estoy casi completamente detrás de ella.
-Pasé meses escogiéndolas y ustedes van a poder disfrutar de ellas tanto como quieran, el mismo señor Haas lo ha autorizado.
¿Disfrutar? No, no, no.
-Este no fue el trato -dijo el mas alto. Su voz era profunda y aterradora.
-El trato sigue en pie, se les pagará lo acordado cuando terminen el último trabajo esto -nos miró -es solo una forma de agradecimiento.
-Hombre -silbó el tatuado. -Definitivamente seguiremos haciendo negocios con ustedes.
-Es lo que esperábamos, Ian y el Michael trabajan con lo mejor y en su área ustedes lo son.
El hombre alto río -¿Que hay de su hijo? el psicópata. La última vez que lo vi no estaba muy complacido con nosotros haciendo el trabajo que se suponía el haría y el otro mas joven tampoco estaba muy de acuerdo.
-Andrew hará lo que su padre le diga que haga y Dylan es solo un chico al que hay que destrozarle la moral, aun no esta muy de acuerdo con su forma de trabajar.
¿Dylan? Mi estúpido corazón de adolescente se aceleró un poco con la mención de su nombre.
-Ya me cansé -le susurré a Kenzie y ella apretó mi mano.
Los hombres estuvieron hablando por lo que parecieron horas pero solo fueron unos minutos. Ninguno nos miraba y mientras yo me tambaleaba de un pie a otro y hacia caras de fastidio detrás de Kenzie ella se mantuvo firme y derecha. Siempre observando y escuchándolo todo.
En algún momento, sin que me diera cuenta los tres se levantaron y se acercaron a nosotras, cuando volví a prestar atención ellos ya estaban a centímetros de nosotras.
-Quiero a la pelirroja -dijo el tatuado con una sonrisa deseosa.
-Esa es Kenzie y el pastelito que se esconde detrás de ella es Willa. -Rocco me tomó del brazo y me sacó de mi patético escondite.
-¿Qué le pasó? -pregunté el hombre alto mientras observa mis hematomas.
-No es mi asunto ni el tuyo.
Creo que no es fácil explicar que la mayoría del daño me lo hizo mi padre, el cual resulta ser un hombre poderoso al que muchos temen. Rocco miró su reloj y por su expresión supe que se le hacia tarde para algo. Me arrojó a los brazos del hombre alto como si fuera un maldito juguete.
-Vamos Finn, podrás divertirte con Kenzie en la otra habitación y tu Declan -se giró para vernos -dale a su rostro un descanso.
Kenzie me miró e intento sonreírme pero fue mas como una mueca. No quería que se fuera, casi corro para abrazarla pero el hombre alto tenía sus manos sobre mis brazos. Cuando todos abandonaron la habitación comencé a hiperventilar y mi vista se nubló por unos segundos.
-Mierda -dijo Declan. Me sacudió un poco -respira, linda.
Su voz se escuchaba lejana. Mis piernas temblaron pero me mantuve de pie. ¿Que iba a hacerme? no podría soportar esto iba a morir. Tal vez eso sería lo mejor, morir antes de que alguien me rompiera pero ¿cómo lo haría? si no respiraba podría morir, podría aprovechar mi pánico para hacerlo.
De repente algo de agua fría se estrella contra mi rostro tomándome por sorpresa. Por instinto tomo una gran bocanada de aire haciendo que mis pulmones se llenen y casi lloro, un poco mas y me habría desmayado o peor, muerto. Al menos eso creía.
-¿Me mojaste?
-Respiraste.
-¡Estas loco! Rocco va a matarme.
Mi maquillaje, mi cabello y mi vestido estaban mojados. Estar perfectas era una de las reglas. En cuanto alce la mirada me di cuenta de mi error. Le había gritado y no lucía muy feliz al respecto. Dio un paso hacia mi y yo me tire al suelo.
-No me golpees, lo siento.
-Joder, porque me tocó con la niña. Finn es mejor que yo en esto.
No creía que me estuviera hablando a mi. Su mano fue a mi pobre brazo lesionado y me levanto de un solo tirón. Me arrastro hasta el sofá y me puso de rodillas frente a él. Se sentó con las piernas abiertas y me acomodó entre ellas. Intenté pelear contra sus movimientos pero era imposible detenerlo.
-No tengo ni el tiempo ni la paciencia para esta mierda.
-Por favor -supliqué.
-Tengo ordenes y aunque hace rato el imbécil de Rocco lo haya hecho sonar como un maldito regalo este es un trabajo.
-No sé hacerlo -miré su entrepierna suponiendo exactamente lo que él quería -Probablemente te lastimaré.
Una profunda risa salió de él -¿Para que crees que estoy yo aquí, pastelito? Soy quien te va a enseñar esta mierda y si me lastimas te lastimaré.
-No quiero.
-Vas a tener que acostumbrarte a hacer cosas que no te gustan, todos lo hacemos.
Sus manos fueron al botón de su pantalón y lo desabrocho. -Ahora mete tu mano.
-No. -me sorprendí a mi misma con lo firme que sonó mi voz. Estos eran los momentos en lo que mi estúpida valentía iba a meterme en problemas.Estaba de rodillas frente a un hombre que podría matarme de un golpe y aun le decía que no.
Se río de mi entre dientes. Metió su propia mano en su pantalón y saco su muy enorme pene. ¡Dios mío! eso no era normal. No sabía mucho de penes, solo había visto un de verdad y ese era el de Dylan y aunque parecían del mismo largo el de este hombre era mas grueso y las venas sobre el resaltaban mas. No me gustaba, el de Dylan ¡dios! ahí estaba yo comparando penes. Aun no podía creer que esa fuera mi vida.
-Vas a abrir esa linda boca tuya y yo voy a meter mi pene en ella hasta que sepas dar una buena mamada.
-No creo que sea algo que se aprenda en minutos.
Su mano viajó hasta la parte trasera de mi cabeza y apretó mi cabello justo como Rocco lo había hecho anoche.
-Vas a hacer lo que yo te diga o voy a tener otro tipo de diversión contigo, lo único que me dijeron que dejara fuera es tu cara.
-Me duele -lloré.
-Y no tenemos minutos, pastelito, tenemos horas, no saldrás de aquí hasta que yo quede satisfecho contigo.
No, era por mucho una hora, eso es lo que tardaron las otras chicas.
-Ahora moja tus labios y abre tu puta boca.
Hice lo que me dijo. Pasé mi lengua por mis labios y cuando abrí mi boca el la bajo hacia su pene. Me fue dando instrucciones sobre que hacer: deslizar mi lengua desde la base, probarlo, mover mi mano, chuparlo pero nada de eso me preparo para cuando mi boca bajo por completo sobre su longitud. Mi mandíbula dolió de lo mucho que mi boca se tuvo que abrir. No estaba acostumbrada, las veces que mas abría mi boca era cuando lavaba mis dientes. Cuando la punta golpeo mi garganta comencé ahogarme. Mis ojos lloraron mientras intentaba apartarme pero el no me dejó. Me movió de arriba hacia abajo sobre el ignorando mis arcadas cada que golpeaba mi garganta. Intenté enterrar mis uñas en su pierna pero la mezclilla de su pantalón no me dejó infligir daño, solo pude ejercer un poco de presión que lo hizo gemir.
-Joder -jadeó.
Me soltó y al instante me aparté cayendo sobre mi trasero. Mi baba escurrió por mi boca y tosí con fuerza. Un sabor extraño se instaló sobre mi lengua pero no quise pensar mucho en eso, en ese momento debía pensar en como evitar que el hombre con la súper erección volviera a hacerme lo mismo.
-Me sorprendiste pastelito, tomaste poco mas de la mitad dentro de tu boca.
¿Poco mas de la mitad?
-No quiero hacerlo de nuevo. -negué con mi cabeza repetidas veces.
-Tienes que.
-¡No! -retrocedí por el suelo. Iba a encontrar algo para golpearlo en la cabeza, solo debía ser rápida.
Estiró los brazos por el respaldo del sillón y me miró con diversión. ¿Dónde había quedado el hombre serio y en control que pensé que era?
-Tienes dos opciones. La primera es gatear hacia mi y hacer tu mejor esfuerzo para complacerme y la segunda es salir de la maldita habitación e ir a chupársela a Rocco. Tienes que aprender a hacerlo y si no soy yo será él quien te enseñe.
Una mueca de asco se formó en mi rostro. ¿Rocco? el no podía tocarme, Bart se lo dijo pero... esto era parte de su trabajo y el podía hacer su trabajo conmigo. Mierda. Una vez mas, estaba atrapada. Un repentino deseo de hablar con mi mamá me invadió, ella me diría que hacer, tal vez incluso sabría como deshacerse de todos estos hombres pero ella no estaba y ahora me había quedado con solo una opción. Tomé todo mi orgullo y mi estúpida valentía y los guardé muy profundo dentro de mi. No me iban a servir.
Tal vez estaba decepcionando a todas las chicas y mujeres del mundo. Había dos partes de mi sobre las que iba a escoger todos los días: la parte luchadora a la que no le importa morir peleando y la parte cobarde que prefiere ceder y sobrevivir un día mas. El último par de días la parte cobarde había dominado sobre mi y tenía un presentimiento de que iba a seguir haciéndolo.
Gateé con la mirada sobre el suelo hasta el espacio entre sus piernas y esperé por mas ordenes.
-Solo tengo quince años.
Esa era mi última carta, que el tuviera cierta moral de no estar con menores como Dylan, pero al final el dejó su moral aun lado. Creo que en parte
-Y eres mas sexy que muchas mujeres mas grandes, pastelito. No intentes llegar a mi con basura como esa porque no me interesa.
Pastelito. ¿Ese sería mi nombre ahora? Rocco me llamó así antes de irse y ahora él ya lo había hecho un par de veces. Supongo que eso era mejor, de esa manera no odiaría mi nombre.
Tomé su pene desde la base con mi mano y la deslicé de arriba a abajo justo como me había dicho: aplicando solo un poco de presión. Cuando acerqué mis labios a la punta de su pene el volvió a deslizar su mano por mi cabello para sostenerme pero esta vez no me lastimó. Aspiré
*****
La cena fue puesta frente a mi en la cama. Todas las chicas comenzaron a comer al instante menos yo. No podía, mi estomago estaba revuelto y la sola idea de que algo pasara por mi garganta me aterró. La mirada de Rocco al ver no comía me aterró más.
Había estado cinco horas con Declan encerrada en ese cuarto. Se corrió tres veces en mi boca y otras dos en mi cara. No hacía falta decir que para cuando Rocco fue por mi yo estaba menos que perfecta. Mis ojos estaban hinchados y rojos, mis labios igual. Creo que aun tenía semen en mi cara y sobre mi vestido. Él no estaba feliz nadie me había chico que debía volver a estar presentable para cuando el decidiera aparecer, ni siquiera sabía que el se iba a aparecer con Bart. Ellos me escoltaron de regreso a la guarida blanca del tejón y se me dio permiso de dormir por una hora después de que me limpiara el rostro. Las demás chicas ya estaban ahí, no sabía por cuanto tiempo pero lucían mejor que yo, creo que por eso ellas no tuvieron permiso de dormir.
-¿Que te hicieron?
Miré por el espejo del baño a Kenzie. Las otras cuatro chicas fingían que no querían saber pero las atrapé viéndome de reojo.
-Nada.
-Yo tuve que chupársela a ese tipo Finn un par de veces y regresé a la recepción para terminar de limpiar.
Cerré mis ojos y los apreté. ¿Por que diablos ella estaba bien? lo contaba como si fuera algo normal.
-Willa -insistió. -Estuviste ahí por horas y cuando regresaste estabas... bueno, te veías mal.
Escupí la pasta de dientes y enjuagué mi boca. Cuando regresé la mirada hacia ella por el espejo casi lloró.
-Déjalo, Kenzie. Por favor.
Ella suavizó su mirada y pasó un brazo por mis hombros. -Vas a estar bien, esto es solo... es solo sexo, Willa.
-Odio el sexo.
-Idem.
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