EXTRA: ESCENA ELIMINADA
¿Recuerdan cuando dije que nuestros chicos me habían tirado todos mis planes a la basura? Ésta fue una de las escenas que sufrió al Itagar lograr que Adara confiara en él antes de lo previamente planeado. Es una pena que nunca la llegué a terminar antes de tuviera que borrarla del documento. Se la dejo como regalo por su interminable paciencia conmigo. Besos.
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La puerta del baño se abrió con un portazo, haciendo que su alma casi saliera de su cuerpo y un grito ahogado se le escapara. Itagar estaba en el marco mirándola tan intensamente que un escalofrío le recorrió la espalda. Parecía una bestia hambrienta cazando a su próxima presa; y lo peor de todo era que ella era esa presa.
Los ojos usualmente plateados de su chico se habían vuelto cromados e, incluso a la distancia que se encontraban, podía ver el anillo rosado que rodeaba la pupila.
Tragó en seco mientras daba un paso hacia atrás sin quitarle los ojos de encima a su cazador. Itagar se encontraba bajo la influencia de su bestia oscura.
El drow tan solo cerró los ojos y su lengua acarició su labio superior con una expresión de puro éxtasis en su rostro.
¡Mierda! Está disfrutando de mi miedo, justo como cuando nos conocimos.
-Ita, amor, me estás asustando.
-Ese era el punto, mi sar'gek -dijo en una voz ronca antes de abandonar el marco de la puerta y cerrarla tras él. Una media sonrisa adornó sus labios al oír el grito ahogado de su duendecilla cuando el click del seguro hizo eco por todo el baño-. Pero no te alteres tanto, amor. Prometo no ponerte una mano encima, si me obedeces.
¿Qué? Habría jurado que planeaba tener sexo conmigo con o sin mi consentimiento.
-Desnúdate -ordenó. Sus manos fueron al borde de su polo para luego subirla por su torso y lanzarla al suelo-. Quiero ver tu cuerpo mientras calmo un poco del fuego que me consume desde hace días.
Debió enojarse por la forma en que le estaba sacando en cara su situación, pero una mirada a las llamas en aquellos orbes cromados la hicieron estremecer. Sin embargo, estaba casi cien por ciento segura de que el miedo no había sido el responsable.
-Sé que te la he puesto díficil, pero debes darme mi espacio, cariño. Sal del baño para que me pueda bañar -le rogó con la misma cautela que le muestra a los animales salvajes.
Una expresión que ella no pudo descifrar opacó los fieros irises de su elfo, haciendo que se vieran casi grises por un segundo.
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