Capítulo 73
—¡Adara! —exclamó el exgeneral apareciendo al lado de su sar’gek y atrayéndola a su pecho. Sus dedos se mancharon de rojo al sostenerla por la cintura—. No cierres los ojos, mantenlos abiertos mientras sello tu herida. No sé cómo funciona tu regeneración así que por favor no te duermas —rogó con la voz quebrada y lágrimas rodando sobre sus mejillas al tiempo que creaba una capa de hielo sobre el agujero en la espalda de su colmillo. Fuego serviría mejor para cauterizar la herida, mas él nunca había podido controlar a la perfección ese elemento. Si intentaba y terminaba lastimándola o a su bebé nunca se lo perdonaría.
—¿Y… nuestra bolita de magia? —murmuró ella con los párpados medio cerrados.
—Nuestra bebé está bien… por ahora.
Ella agrandó los ojos y una sonrisa cansada vino a sus labios ante la referencia al sexo de su bolita de magia. Nada le alegraba más que el saber que tendrían una niña, sin embargo, había algo que debía comunicarle a su colmillo con urgencia para que no enojara a su deidad.
—Yo estaré bien —aseguró en un hilo de voz para calmarlo un poco—. Itagar, escucha… la diosa… el elfo-araña… no —intentó decirle, pero fue interrumpida cuando el aire silbó sobre sus cabezas e Itagar la tomó en brazos a la misma vez que un grueso semi arco de hielo, el cual lucía como una ola, se formaba sobre sus cabezas, absorbiendo el impacto y logrando que el hacha se encajara.
Su elfo se impulsó sobre sus piernas, corriendo hasta una de las columnas minerales que sostenían el techo del túnel y la recostó en la parte que quedaba oculta del drow-tarántula lo más gentil que pudo, pero aún así un gemido se le escapó de su garganta. Se sentía débil y el miedo estaba haciendo un desastre de sus nervios.
El sonido de hielo quebrándose llegó a sus oídos y luego un rugido hizo vibrar el camino de los espejos, logrando que más cristales perdieran sus delicadas bases y cayeran por todos lados. El chillido de las sílices al hacerse añicos se mezcló con el siseo de aquellas que chocaban con la red mágica y eran derretidas casi al instante, creando una cacofonía de destrucción.
—No cierres los ojos, Adara —le ordenó el exgeneral con una máscara de seriedad en su rostro, mas ella podía sentir el dolor y el miedo que lo sacudían por dentro—. Bajo este túnel hay una línea ley, conéctate a ella y la magia te mantendrá fuerte —dijo antes de correr hacia el híbrido arácnido, perdiéndose de su vista.
Haciendo uso de la fuente mágica bajo ellos para reabastecer las reservas que el torque dorado había vaciado, Itagar le lanzó una descarga eléctrica al drider, pero éste conjuró un enorme escudo de energía púrpura que absorbió el rayo y se lo devolvió a su dueño. El drow apenas rodó fuera de su alcance cuando el aire sobre él silbó, anunciando el inminente ataque de una pesada hacha. Sus brazos se movieron como rayos, cruzando las dagas en una ‘x’ sobre su cabeza y soportando el golpe que lo hundió un par de centímetros en la roca.
El aullido del metal contra metal llenó el túnel, enviando alarma por todo el cuerpo de Adara y abriendo los párpados que casi se habían cerrado. El parche de hielo podía evitar que la sangre escapara de su cuerpo, pero la debilidad continuaba fortaleciéndose con cada segundo y ella no se creía capaz de acceder a una línea ley. Con el sonido de la batalla al fondo, la chica lanzó un suspiro y llevó una mano sobre su corazón, rogando que la deidad de los elfos oscuros pudiera escucharla.
Mi señora, tiene que hacer algo… Tiene que detenerlos porque mi sar’gek no se detendrá mientras yo esté en peligro. Por favor, mi señora…
La urgencia en el corazón de la fémina resonó en su alma gemela al ésta esquivar un barrido del arma de su oponente y, al fin, divisar una grieta en su defensa. Golpeando la mano del drider con un rayo, lo cual logró que el arma resbalara de las garras de su dueño, Itagar saltó en el aire y descendió sus dagas con toda su fuerza, una dejó un camino color vino que recorría todo el torso azul grisáceo de la criatura mientras que la otra abrió desde el hombro izquierdo hasta el bíceps y terminó cercenando la primera pata arácnida de ese lado. El hacha cayó con un quejido metálico antes que el drider lanzara un rugido de dolor mientras caía al suelo temblando y pintando las rocas con su líquido vital.
Nuevamente sobre sus pies, el exgeneral levitó el hacha hasta sus manos y alzó la pesada arma en el aire sobre la cabeza de su víctima cuando una voz potente, autoritaria, pero femenina llenó el camino de los espejos.
—¡Détente, Yis L’Itagar Gamel’le!
El aludido suspiró en un intento de librarse de la adrenalina que recorría su cuerpo, lanzó la enorme hacha lejos de su oponente, rompiendo otro grupo de cristales en la oscuridad del túnel, y se giró hacia el origen de la voz. Lo hizo justo a tiempo para ser testigo de cómo la Señora de los Ojos Brillantes creaba un capullo de energía dorada alrededor de lo que esperaba fuera su colmillo. El drider gimió, intentando levantarse del suelo, pero Itagar lo ignoró y se acercó a las féminas.
No bien estuvo frente a la presencia de su diosa se hincó de rodillas y bajó la cabeza en reverencia, mas sin dejar de observar el pálido cuerpo de su mujer dentro del capullo energético. Sabía que iba mejorando poco a poco pues su dolor estaba disminuyendo.
—Le agradezco inmensamente su ayuda, mi señora —dijo aún con la cabeza gacha, pero sin quitar la vista de Adara—. ¿Cómo se encuentra mi segundo colmillo de la araña?
—Tiene una hemorragia interna que estaba a punto de tornarse en mortal, sin embargo, no tienes por qué alarmarte. A pesar de que mi especialidad no es la curación, conozco y tengo el poder suficiente para curarla —Aquellos orbes plateados se dirigieron hacia ella de inmediato, miles de preguntas bullendo en su mente, mas lo interrumpió antes que la bombardeara con su preocupación—. Adarashkar sí tiene tu misma resistencia y velocidad de regeneración, pero ella está cargando una vida en su vientre. Su cuerpo trabaja al doble y en caso de heridas como esta la prioridad es la criatura. La mayoría de la energía y magia se va en mantener al bebé a salvo, por eso la resistencia del cuerpo es menor y la regeneración se torna mucho más lenta —La Madre Luna se inclinó y le acarició la mejilla con amor reflejándose en sus ojos negros—. Sé que ser padre es nuevo para tí, mas debes ser más cuidadoso con ella. A pesar de que no lo parece, yo remodelé a Adarashkar para que funcione como una elfa oscura.
—Y el momento de debilidad de una drow es su embarazo, es por eso por lo que los varones somos los guardianes de nuestras amas, colmillos y todo el reino a pesar de ser ellas quienes manden.
Loth asintió, indicándole que se pusiera en pie con un ademán de la mano y su mirada oscura se dirigió hasta donde los cuerpos del drider y Cerias se hallaban no muy lejos el uno del otro.
—Aun percibo vida en ambos —anunció Itagar con sequedad mientras su vista barría los alrededores del camino de los espejos. Quedaban tan pocos grupos de cristales, principalmente en el suelo, que su nombre ya no tenía sentido—. ¿Por qué evitó que matara al drider, mi señora?
—Porque su vida será de beneficio para la Ciudad Oscura en el futuro —respondió la deidad dirigiéndose hacia los heridos—, y porque tu sar’gek necesitará de un amigo con el que conversar.
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