Capítulo 72
El cuerpo de la araña gigante que aún se hallaba empalada en la pared cayó al suelo en un coro de cristales rotos y salpicadura de agua, pues un manantial nacía en el área. La sangre negra convirtió el hilo cristalino en tinta mientras más sílices caían, haciéndose añicos y abriendo una brecha en la pared por donde se colaba una fantasmagórica luz rosada-azulada. Las puntas de tres peludas patas segmentadas se asomaron por la grieta, lanzando más cristales sobre el cuerpo del arácnido muerto y el suelo, para luego desaparecer. Estas fueron reemplazadas por el filo de una enorme hacha que descendió sobre las sílices restantes, quebrándolas y llenando el camino de los espejos del estridente sonido de su agonía.
—Una patrulla debe haber escuchado la batalla, mantente atrás mientras yo lidio con ellos —susurró Itagar, extendiendo un brazo hacia el lado para evitar que Adara se acercara. Los hombres de su raza siempre habían sido los protectores de las féminas a pesar de que éstas fueran excelentes guerreras capaces de defenderse por sí solas… y aunque su sar’gek lo hubiera salvado con aquella espectacular entrada, aún no había sido entrenada en el arte de la guerra ni la magia, además de estar embarazada. Me corresponde a mí ser su escudo.
—No —Cuando el elfo oscuro miró sobre su hombro con una ceja enarcada, ella se explicó—. En esta forma estoy conectada al planeta y a Loth, eso que viene no son drows, es algo mucho peor que un grupo de soldados. Necesitarás de mi ayuda para vencerlo sin matarlo —dijo, acercándose y bajándole el brazo.
Itagar giró la cabeza para observarla mientras su nuevo enemigo terminaba de despejar lo que ahora parecía la boca de otro túnel.
—¿Qué dices?
Sin embargo, ella no tuvo tiempo de responderle pues lo que hasta ese momento era solo una tonta leyenda en la mente del exgeneral, se erguía con una mirada de enojo frente a ellos.
¿Un drider? Imposible.
Ocho peludas patas segmentadas emergían de un abombachado abdomen cubierto por más pelo que se unía al torso de un drow de piel azul grisácea cubierta por una armadura que lucía hecha con el exoesqueleto de arañas y una enorme hacha dorada con diseños azules en sus manos.
Adara dio un paso hacia atrás inconscientemente. El ser frente a ella asemejaba a una tarántula gigante cuya cabeza había sido reemplazada por el cuerpo de un elfo oscuro con una larga cabellera que caía en cascada hasta descansar sobre su abdomen arácnido. Y, sin embargo, a pesar de lo atemorizante y monstruoso que se veía, la parte élfica del ser mantenía el mismo atractivo de sus contrapartes masculinas de dos piernas.
La criatura paseó su mirada oscura por los alrededores, tomando en cuenta no solo los dos cadáveres arácnidos sino el alquitrán que escurría una de las dagas de Itagar también, y la esquina de sus labios se levantó en un gruñido que mostró dos largos colmillos.
—Pagarán el trato que le dieron a mi familia con su propia sangre —sentenció en un tono gutural y rasposo antes de embestir contra Itagar con el hacha en alto.
El elfo respondió saltando a su encuentro con sus armas en ristre mientras las runas en ambas brillaban igual a la luna.
¡Nooo!
Adara sintió un escalofrío descendiendo por su espalda, los vellos de los brazos se le erizaron y una llama cálida entró en su pecho. Ésta se expandió con rapidez por todo su cuerpo a la vez que la diosa le comunicaba que tomaría el control de éste por un instante. Ni siquiera tuvo tiempo de protestar cuando su brazo izquierdo se levantó con la palma extendida hacia los dos guerreros que se movían a través del aire en cámara lenta ante sus ojos, y una pared de lo que parecía hielo cubierta por una red de electricidad violeta se levantaba entre ambos microsegundos antes que colisionaran.
Los hombres, si era posible que esa palabra describiera al drow mitad tarántula, chocaron con la pared, recibiendo una buena dosis de electricidad que los lanzó varios metros en dirección contraria. A la misma vez, Adara percibió frío entrar a su riñón derecho desde su espalda seguida por una calidez líquida y el aliento caliente de alguien en el arco de su oreja.
—Yo no disfrutaré de su bicho dentro de mí nunca más, pero tú tampoco, mujerzuela —susurró Cerias, torciendo la filosa punta del mango de su látigo en el interior del engendro alado.
Los irises azul añil de Adara se encendieron igual a faroles en la oscuridad a la vez que la furia se apoderaba de su cuerpo. Sus oscuras alas de piel se abrieron de sopetón, haciendo trastabillar a la sacerdotisa, y, arrancándose el arma de su cuerpo con la rapidez de un rayo, la enterró en el estómago de su atacante hasta que la punta afilada emergió por la espalda. Los ojos, ahora rojos de la elfa, se agrandaron y un buche se sangre escarlata salió de sus labios mientras la flor de Loth le sostenía la mirada, luchando contra la debilidad que comenzaba a entumecerle las piernas.
—Al menos yo tengo la protección de tu adorada diosa, perra —murmuró Adara, arrancando la empuñadura del látigo del interior de la sacerdotisa con un sonido jugoso y otro chorro de sangre manchándole las manos. El grito de agonía la hizo sonreír, dándole un brillo de triunfo a sus irises antes que ambas mujeres sucumbieran a la pérdida de sangre, desplomándose al suelo.
A unos pies de las féminas, la pared de hielo eléctrico liberó varias chispas y entonces comenzó a encogerse hasta que desapareció por completo en cuestión de segundos. Fue entonces que el túnel se sacudió y el eco del grito de Itagar llenó sus oídos.
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N/A: La imagen no es 100% lo que describo del drider, pero quería mostrarles algo y las imágenes de esta criatura en macho son bien difíciles de encontrar pues según el lore de Calabozos y Dragones son mayormente hembras. Obvio que quise cambiarlo para darle variedad... Y porque pienso usarlo en la futura, pero bien futura serie spinoff de los drows.
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