Capítulo 60

Los ojos de Adara se redondearon igual a platos cuando aquellos labios de terciopelo cayeron sobre los suyos y sus manos, las cuales había cerrado en puños en algún momento, golpearon el pecho del desconocido una y otra vez en un intento por ser liberada. La osadía de ese maldito elfo no tenía par, era exasperante la forma en que la trataba como si él fuera su novio… No, como si ella fuera su propiedad y él pudiera tomarla cuando se le viniera en gana.

El agarre sobre sus brazos se tornó más fuerte, lo que de seguro le dejaría moretones, y fue entonces que sintió la lengua del elfo rozar sus labios con la más suave de las caricias. Una sensación placentera descendió por su columna, erizándole los vellos en la nuca y provocando que entreabriera los labios, dándole la oportunidad al extraño de deslizar la lengua dentro de su boca. Él hizo un sonido extraño que parecía una mezcla entre gemido y gruñido, antes de moldear aquel cuerpo de hierro a las suaves curvas de ella.

El efecto fue inmediato, olas cálidas bañaron a Adara logrando que sus pezones se hicieran notar a través de su vestido y su vagina latiera con el anhelo de ser tocada. Sus dedos se extendieron sobre la camisa polo del elfo mientras las manos subían por la clavícula hasta rodear el cuello y se entrelazaban en la parte trasera de éste, rozando sus pezones erectos contra pectorales de hierro.

De repente, una imagen del desconocido completamente desnudo entrando en un estanque de deslumbrantes aguas que brillaban tal cual perlas irrumpió en su mente, deteniendo sus sensuales avances y retrayéndola a su interior. La niebla la rodeó con rapidez, desvaneciendo la imagen como si de un espejismo se tratase, pero fue entonces que lo oyó, allí en el interior de su cabeza.

—Eso es, sa’qar, sigue mi voz. Búscame.

—¿Nosotros nos conocemos? Tu voz… Tú me eres familiar.

Una risa profunda y masculina se escuchó a su derecha, y sus pies la dirigieron hacia allí sin que ella tuviera tiempo de pensar en hacerlo. La niebla se volvió más densa, como si intentara evitar que encontrara al elfo, pero en vez de disuadirla, el extraño fenómeno solo logró que se empeñara en seguir la voz con más ahínco. Si la niebla no deseaba que se encontrara con el familiar desconocido dentro de su cabeza era porque esa era la clave para liberar su mente.

—¿Dónde estás? —preguntó ella en un hilo de voz. Frío había comenzado a llenar la oscuridad de su conciencia y su cuerpo estaba respondiendo al cambio de temperatura haciéndola temblar.

—Por aquí. Ya estás cerca, pequeña.

La chica giró hacia su izquierda, y fue entonces que percibió al frío disminuir en intensidad antes de divisar unos destellos entre la densa niebla. Su ritmo cardiaco se aceleró sin un motivo aparente y sus pies igualaron sus latidos, corriendo hacia la fuente de aquella calidez. Los segundos se volvieron eternos mientras veía los destellos tomar fuerza con cada paso, sin embargo, antes que pusiera un pie en el interior de los destellos, estos se alzaron y la envolvieron en su calidez. Ella cerró los ojos para protegerlos de la intensa luminosidad, mas cuando los reabrió, la luz se había transformado en aquel elfo de ojos plateados… y la estaba besando.

—Me encontraste —afirmó él con una sonrisa que lo hacía ver más guapo de lo que era mientras a su alrededor la niebla iba disipándose.

Parpadeando como si lo viera por primera vez, Adara ladeó la cabeza y arrugó la frente.

—¿I-Itagar? —preguntó extrañada, sin embargo, él solo plantó un beso en su frente a la vez que su cuerpo iba desvaneciéndose para convertirse en una pequeña esfera que despedía destellos lumínicos negros y plateados. Ella sonrió, llevando la esfera contra su pecho en un abrazo mientras la última nube de niebla desaparecía de su conciencia y los recuerdos retornaban a ella en un tumulto de imágenes y sensaciones.

No solo eso, sino que las emociones de Itagar, las cuales provenían de la esfera que apretaba contra su pecho, volvieron a hacerse sentir con la intensidad de un volcán en erupción.

Adara iba a decirle que se controlara un poco cuando la luz negra y plateada de su amado fue arrancada de sus manos por una fuerza invisible. La separación fue tan brusca que la retornó a la realidad, descubriendo así lo que había sucedido en verdad.

Los gemelos habían despertado y estaban descargando su furia en Itagar. Algo no recomendable pues el drow acababa de recuperarla.

No sigan, niños. Itagar ya está enojado con ustedes por secuestrarme, no lo obliguen a rebasar su límite, rogó en su mente mientras observaba cómo uno de los chicos le lanzaba una bola de fuego a su marido y el otro hacía que las ramas de los árboles intentaran agarrarlo. Su elfo logró esquivar ambas cosas, pero luego el viento comenzó a rugir, moviendo la vegetación con la fuerza de una tormenta y un rayo cayó a unos pies de Itagar. Un grito salió de su garganta, lo que provocó que el drow la mirara por apenas unos segundos que no pasó desapercibido para el chiquillo controlando las plantas.

Antes que Itagar pudiera darse cuenta, una raíz se levantó y se atravesó en su muslo derecho, arrancándole un rugido que erizó todos los vellos del cuerpo de Adara.

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N/A: Disculpen la mierda de capítulo, pero los últimos días han sido un asco y a penas he podido escribir. Lo único bueno que me ha pasado fue la publicación de un libro que esperaba desde el año pasado y que me comí en un día 😂😂.

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