Capítulo 57

Un quejido y el sonido de más vidrio cayendo al suelo llegó a sus oídos, sin embargo, ignoró todo aquello que no viniera de su interior. Cerrando los ojos, se concentró en su corazón. Este latía desbocado y parecía que le hubieran arrancado una parte vital, pero, a diferencia de la ocasión pasada, donde no pudo encontrar los sentimientos de su colmillo por ningún lado, ésta podía ver una tenue y diminuta luz en medio de la oscuridad.

Acercándose a ese destello de esperanza con pasos cada vez más rápidos, se dio cuenta de lo que significaba en realidad. Su aramek’lam, aunque disminuido y tenue, aún los mantenía unidos sin importar la distancia entre ambos. No tenía idea de por qué la conexión no se había roto como la vez anterior, pero aprovecharía cada segundo de esta recién encontrada suerte.

—Haré que pagues el haberte metido con sangre divina, hijo de la puta araña —gritó Gavin entre más crujidos de vidrio.

Los latidos de Itagar se aceleraron. Debía encontrar la ubicación de Adara antes que el maldito elfo de luz lo atacara de nuevo y se viera envuelto en un segundo round de su escaramuza. Hallar a su segundo colmillo de la araña era lo primordial en aquellos momentos.

Volcando su concentración sobre su interior, tendió la mano para tocar la diminuta esfera de luz y ésta parpadeó antes de convertirse en una línea serpenteante, de la cual surgían blanquecinas imágenes fantasmales en intervalos. La mayor parte de ellas parecían escenas de un bosque hasta que al final, la luz formó unas ruinas en las que se alzaba uno de los portales estelares. La línea lumínica se perdía dentro de la fantasmal puerta entre mundos.

¡Adara!

Que la Ar’gik Chysmallar lo amparara bajo sus patas porque su corazón le decía que su duendecilla ya no se hallaba en Midgard.

De repente, sintió los vellos de la nuca erizarse y, sin cuestionar sus instintos, protegió su cuerpo físico tras las gruesas paredes de un capullo de hielo. El rabioso grito de su oponente provino del exterior del escudo helado y, luego, se hizo escuchar el estruendo de pequeñas explosiones, seguido por el crujir de llamas. Su protección no soportaría por mucho tiempo contra tales ataques píricos.

Señora de los Ojos Brillantes, por favor, permita que esto funcione, susurró Itagar en el interior de su psique y tocó el portal de luz fantasmal mientras reunía todo su poder. Llévame a este lugar, por favor. Necesito encontrarla antes que la lastimen de nuevo. ¡No puedo fallarle de nuevo!

Su mente explotó en luz al mismo tiempo que su cuerpo era envuelto por un brillo plateado y comenzaba a deshacerse en el aire, molécula por molécula, hasta desaparecer.

Pareció haber pasado una eternidad cuando pudo volver a sentir, aunque tenía por certeza que sólo habían transcurrido un par de segundos.

El aire se sentía frío y húmedo contra sus mejillas, y el canto de millares de insectos llenaba sus puntiagudas orejas.

Itagar abrió los ojos para encontrarse con la puerta interestelar que su aramek’lam le había mostrado, pero aquello no era cualquier portal. Se trataba de una raíz de Yggdrásil, la galaxia que atravesaba dos dimensiones y que unía cuatro planetas de un lado con cinco del otro para así formar los nueve mundos de los que tanto hablaban los vikingos de Midgard.

Estas raíces eran en realidad túneles interdimensionales naturales que conectaban los planetas de Yggdrásil entre sí y los cuales abrían por temporadas. Midgard tenía dos raíces, una por hemisferio, que abrían en el solsticio de verano y cerraban en el de invierno, asegurando de tal manera que hubiera un túnel activo todo el año. Y por lo que parecía, estaban en el período de actividad para la raíz frente a él.

Sin embargo, no tenía idea de a dónde llevaban ninguna de las dos raíces en el planeta y sería un verdadero inconveniente terminar en alguno de los peores mundos, como, por ejemplo: Hel.

Quizás ella aún no se encontraba lejos del portal y podía regresar a sus brazos sin problemas.

Sí, como no y yo soy el dios del sol, resopló su oscuridad.

¡Cállate, maldito monstruo! Ignorándolo, Itagar respiró hondo y llamó, usando su lazo de la manera más gentil pudo pues la desesperación se había vuelto líquida y reemplazado la sangre en sus venas, Sar’gek, ven a mí.

No hubo respuesta de ninguna forma.

Itagar suspiró con los ojos clavados en la puerta que zumbaba con una electrizante energía azulada. Los mortales habían construido a su alrededor para honrar a sus deidades, pero el tiempo había cobrado su precio, dejando solo una ínfima parte de lo que antaño debió ser una hermosa edificación.

¡Muévete ya! Parados aquí no la encontraremos y el tiempo apremia, rugió su bestia desde su cárcel.

Antes que pudiera responderle a su lado más oscuro, el bosque a su alrededor se paralizó de pronto. El silencio se apoderó de todo y hasta el viento dejó de arrullar los árboles.

—Te encontré, gusano de Loth.

Los vellos de la nuca se le erizaron una vez más, pero en vez de enfrentar al ljósálfar, como éste obviamente deseaba, el drow hizo lo contrario, corrió hacia la puerta interestelar y la atravesó mientras escuchaba a su oponente hacer lo mismo. Desorientado, sus pies amenazaron con lanzarlo al suelo cuando llegó al otro lado mas él continuó corriendo al ver a su colmillo perderse entre unos arbustos azules y violeta varios metros más adelante.

—¡Adara, espera! —gritó, pasando a los gemelos, quienes parecían tan sorprendidos de verlo como él de sus verdaderas apariencias, y cayendo de bruces al suelo cuando una bola de fuego lo golpeó en medio de la espalda.

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N/A: El glosario fue actualizado con una breve explicación de lo que Yggdrásil significaba para los antiguos nórdicos.

Lo lamento si la novela se está tornando confusa, pero estoy tratando de simplicar toda esta mitología lo mejor posible 😅😉

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